El 13 de diciembre de 1545 se inicia un Concilio General de la Iglesia Católica fue convocado por el Papa Paulo III en la ciudad de Trento, al norte de Italia. El objetivo fundamental era el de unificar a los católicos ya que los movimientos reformistas estaban causando divisiones en el seno de la iglesia católica. Martin Lutero, Juan Calvino y otros lograron dividir a la iglesia católica y ésta trata de detener dicho movimiento reformista con la Contrarreforma. La división fue inevitable, los males de la iglesia: venta de cargos eclesíasticos (corrupción), el no cumplimiento del celibato (males que aun persisten) dió al traste con la unidad católica.