BRUNO RIVAS
Enviado especial
“Bruno, ¿y cómo está Perú?”, me pregunta Ana (los nombres de los ciudadanos cubanos han sido cambiados para evitar represalias del Gobierno). Antes de que pueda responderle, me dice. “Porque aquí las cosas siguen candela (complicadas). Con Raúl nada ha mejorado”, nos dice mientras conversamos en el barrio de Cuatro caminos, uno de los más pobres de La Habana.
Este año ha sido uno de reformas económicas en Cuba. Tras el Congreso del Partido Comunista realizado en abril pasado, el presidente Raúl Castro ha permitido la compra y venta de casas, de autos, la flexibilización de los créditos y se ha fomentado la creación de empleos por cuenta propia. “Recién este año Raúl ha podido empezar a avanzar en las reformas que quería y separarse de la sombra de su hermano Fidel”, indicó a El Comercio un corresponsal extranjero en La Habana que prefiere mantenerse en el anonimato, para no tener problemas con el régimen.
Y dichas reformas, que junto con las que empezaron a implementarse desde el 2006, como la eliminación de la restricción de venta de celulares y del ingreso de los cubanos a los hoteles, han causado que en la isla se reflejen pequeños cambios.
SOCIEDAD ESTRATIFICADA
Es innegable que en La Habana hay señales de un avance económico. Ahora al pasear por el malecón es posible ver una mayor cantidad de carros nuevos; a diferencia del 2006, cuando solo era posible ver en las pistas a enormes Dodges de la década del cincuenta. También se pueden observar nuevas construcciones y largas colas de personas pugnando por tener un celular o consumiendo en centros comerciales.
Sin embargo, esas mejoras terminan siendo engañosas ya que no alcanzan a toda la población. “Lo que se puede ver es que con las reformas ha surgido una clase media que se beneficia de la apertura de la compra de celulares, autos o casas y siente un cambio. Pero los pobres no se han beneficiado”, afirma el corresponsal extranjero.
“Actualmente existen clases sociales. Los funcionarios del gobierno, los artistas y los que reciben remesas del exterior son los que pueden comprar celulares, casas o carros. El resto de la población tiene que robar o mendigar para subsistir”, señaló a este Diario Guillermo Fariñas, uno de los más reconocidos disidentes.
Ana, como vimos al comienzo, es una de las personas que no siente ninguna diferencia. “Trabajo en un restaurante y gano 300 pesos al mes. Con eso no puedo comprarle un par de zapatillas a mi hija”, afirma.
Es importante saber que en Cuba funcionan dos tipos de pesos: los cubanos y los convertibles. Uno de los convertibles equivale a 24 cubanos. Y a pesar de que los habitantes de la isla ganan en pesos cubanos, casi todas las cosas tienen precio en convertible. Por ejemplo, las zapatillas a las que hace referencia Ana cuestan 30 pesos convertibles, es decir 720 pesos cubanos, casi el doble del sueldo de la mujer.
Pero hay personas que viven peor que Ana. “Eso de que en Cuba todos somos iguales es mentira”, nos dice Leonardo, un médico que tiene que hacer taxi para sobrevivir. “Aquí hay pobres como en cualquier lugar del mundo”, sostiene.
Él nos lleva a la estación de trenes. Allí a partir de las diez de la noche llegan decenas de personas a dormir. “Son indigentes que no tienen casa. Vienen acá todas la noches”, nos explica.
SALVANDO EL SISTEMA
Sin embargo, las reformas económicas vividas no tienen su correlato en el lado político. Según los disidentes, los cambios en la economía solo obedecen a la necesidad de mantener el sistema político.
“El Gobierno está preparando un aterrizaje suave que le permita alcanzar una solución tipo Rusia o Ucrania. Los que están ahora en el poder comunista serán los capitalistas de la era pos-Castro”, afirma Fariñas.
Pero estas reformas económicas están generando que la desigualdad se haga más evidente y que se multiplique el descontento. “Creo que una cosa es el objetivo de Raúl Castro con estas reformas y otra el resultado final. Él quería quitarle un poco de presión a la cazuela para mantenerse en el poder, pero mi impresión es que a medida que flexibiliza algunos puntos el resultado es impredecible”, expone la bloguera Yoani Sánchez. La disidente señala que las reformas le han servido a la oposición ya que, por ejemplo, gracias a ellas puede comunicarse a través del celular.
Sin embargo, para evitar el estallido social el régimen ha intensificado la represión contra los disidentes. “Se han fortalecido los lazos represivos durante este año porque el Gobierno siente que está perdiendo el control y por eso recurre a la violencia”, manifiesta Berta Soler, vocera de las Damas de Blanco, el grupo opositor que tiene más fuerza en estos días.
Según los analistas, un cambio económico sin reformas políticas solo hará que se dé un proceso lento.
“Las reformas económicas tienen mucho sentido y tendrían un impacto importante si fueran implementadas de manera diferente y estuvieran vinculadas a una estrategia política más amplia”, indica Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano.
“La generación actual solo puede esperar que sus hijos se beneficien de los cambios. Recién dentro de quince años se podrá esperar una Cuba distinta”, agrega a lo dicho por Shifter el corresponsal extranjero.
FUTURO INCIERTO
Pero otro tema que queda sobre el tapete es el de la sucesión. “Los hermanos Castro son octogenarios y en cualquier momento se pueden morir. Los revolucionarios que están en el poder también tienen la misma edad y los que vienen atrás no tienen la estatura histórica para relevarlos. Así que la sucesión preocupa”, dice el periodista extranjero.
En ese contexto, las especulaciones abundan. Desde los que señalan que se está preparando a Mariella Castro, la hija de Raúl, para que herede el puesto, pasando por los que indican que se creará un nuevo partido que se quedará con el poder al estilo del PRI en México, hasta los que creen que los uniformados buscarán quedarse con el poder a sangre y fuego. Estas son las posibilidades que barajan los disidentes.
“Dependerá de los organismos internacionales de derechos humanos, de los exiliados cubanos y de los que estamos aquí evitar que Cuba se quede en manos militares”, remarca Yoani Sánchez.
Sin embargo, hay pronósticos más optimistas. “Creo que lo que se viene es un proceso de democratización que irá muy lentamente. Depende mucho de las pugnas de Raúl Castro con los dirigentes más ortodoxos del partido. Aunque no parece haber otra salida”, señala el corresponsal internacional. Por el momento solo queda esperar para ver el desenlace.