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General: España : la Gran Depresión y la Segunda República .-
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 01/02/2012 23:50
Las grandes crisis de la economía española / 4. Los años treinta del siglo XX

La Gran Depresión y la Segunda República

La inestabilidad se generalizó en Europa y derivó al final de la década en guerras devastadoras

En España, la crisis se debió más a factores externos que internos

El atraso bancario español limitó los daños del colapso financiero internacional

 

Imagen del 'Guernica' de Picasso.

La Gran Depresión se inició en Estados Unidos en 1929. Se difundió al resto del mundo mediante la disminución del comercio y los flujos internacionales de capital y la inversión de las corrientes migratorias. España no fue una excepción y fue golpeada, aunque con menor intensidad que otras economías europeas más desarrolladas. La adversa coyuntura internacional intensificó la desaceleración de la actividad económica española, ya visible en 1928, y agravó los desequilibrios estructurales.

La crisis económica desencadenó cambios políticos e inestabilidad social. Los problemas económicos contribuyeron a la caída de la dictadura de Primo de Rivera, que arrastró consigo a la monarquía. Ello despejó el camino al establecimiento pacífico de la Segunda República. La inestabilidad política y social fue general en Europa. Ni siquiera la guerra civil española fue una excepción, pues el rearme de los fascismos en Alemania e Italia estaba ya incubando otra guerra europea. La Guerra Civil fue el preludio de la Segunda Guerra Mundial.

Sin negar la importancia de los factores internos, el contagio internacional tuvo más relevancia en la gestación de la recesión económica en España, como sucedió en el resto de Europa. La economía de la Segunda República siguió las pautas internacionales, con las particularidades propias de los países atrasados y los problemas peculiares de una democracia recién establecida.

Esta interpretación actual contrasta con la tradicional, inspirada en los escritos de los economistas contemporáneos. Estos negaron el contagio de la crisis internacional para responsabilizar de la depresión a factores internos: los errores de los políticos republicanos. Para aquellos economistas, España fue "diferente" en la década de 1930. Los estudios actuales de historia económica muestran lo contrario.

La crisis internacional afectó al comercio y a la inversión extranjera

- El atraso, escudo frente al contagio internacional. La crisis coyuntural fue breve y liviana, como señaló José María Zumalacárregui (1934). Esta moderación de la Gran Depresión en España tiene su explicación en que se trataba de un país atrasado, cuya agricultura ocupaba más del 40% de la población activa. Según Antonio Flores de Lemus (1929), la tendencia y los ciclos anuales del PIB venían marcados por la producción agraria. Ambas variables alcanzaron el máximo en 1929. La mala cosecha de 1930 arrastró al PIB. La crisis industrial y de la construcción empezó al año siguiente. El sector servicios no sufrió la recesión, pero su crecimiento se ralentizó. El PIB solamente disminuyó un 6,4% durante 1930 y 1931, según las estimaciones de Leandro Prados (2010). Sectorialmente, la agricultura y los servicios atemperaron las crisis sufridas por algunas industrias y la construcción. La recesión no afectó a las industrias de consumo (textil), cuya producción aumentó gracias al crecimiento de los salarios reales.

La salida de la crisis española fue rápida porque la excelente cosecha de 1932 elevó el PIB. Tras una recaída en 1933, su recuperación se consolidó en 1934 por otra gran producción agraria. Al año siguiente volvió a alcanzarse el nivel del PIB previo a la crisis gracias al buen comportamiento de la agricultura y a la mejoría de la industria y la construcción. Técnicamente, la crisis coyuntural había acabado en 1935.

En el sector financiero, las cotizaciones de la Bolsa de Madrid cayeron en 1929 y se desplomaron en 1931 y 1932, por influjo de la crisis industrial y de la proclamación de la República. No obstante, la Bolsa madrileña se había recuperado ya en 1935. En Europa y Estados Unidos, los pánicos bancarios de 1931 convirtieron una simple recesión en la Gran Depresión. Pues bien, el atraso bancario evitó este desastre en España, donde solo quebró un banco (el de Barcelona). La escasa internacionalización de sus operaciones y el reducido peso de sus inversiones industriales explican la resistencia de los bancos españoles al contagio de la crisis financiera internacional, según Pablo Martín Aceña (2004).

- La insuficiente protección del comercio exterior. Olegario Fernández Baños (1934) señaló que la crisis española se desarrolló al margen e independientemente de la mundial, debido a su aislamiento, creado por los altos aranceles y el aumento del tipo de cambio de la peseta. Las cifras históricas muestran lo contrario: la crisis internacional afectó seriamente a los sectores exportadores e importadores, redujo la inversión extranjera y provocó el retorno de los emigrantes. La explicación radica en que la protección exterior (aranceles y depreciación de la divisa) existente en 1929 fue insuficiente para evitar el contagio de la crisis internacional.

La crisis internacional afectó al comercio y a la inversión extranjera

Es más, la protección relativa empeoró en los años 1930, pues España no practicó las políticas de empobrecer al vecino. Estas funcionaron para Reino Unido porque otros países no las adoptaron. España se protegió menos y tardíamente, como muestra la evolución de la protección aparente (recaudación en aduanas / importaciones). La República no aumentó la protección arancelaria hasta 1933. Ni siquiera entonces recurrió con convicción a los contingentes a la importación. En 1929, el grado de apertura (porcentaje del comercio exterior en el PIB) era inferior en España que la media europea, según Antonio Tena (2005). Pero la caída de la apertura exterior fue menor en España. A pesar de lo cual, esta disminuyó a la mitad entre 1930 y 1935. Esto revela que las repercusiones de la crisis internacional sobre el comercio exterior fueron apreciables.

La crisis internacional también empeoró el saldo de la balanza comercial: tras 1931, el déficit creció hasta el 23,8% en 1935. Las importaciones cayeron menos que las exportaciones, porque España sufrió las consecuencias de las políticas de empobrecer al vecino practicadas por otros países. Además, aquel déficit comercial no pudo compensarse con los ingresos en divisas por fletes, remesas de emigrantes e importaciones de capital, que prácticamente desaparecieron debido a la crisis internacional.

España tampoco se protegió con devaluaciones competitivas. Aunque nunca entró en el patrón oro, lo intentó en dos ocasiones y sus Gobiernos actuaron como si pertenecieran al club. Desde 1928, la peseta se depreció por la presión de los mercados de divisas. Por el contrario, los Gobiernos trataron de mantener la paridad de la peseta a través del control de cambios. Sin esta intervención en el mercado de divisas, la peseta se habría depreciado más, lo que hubiese resultado más protector para la economía española.

Hasta 1931, esta política de mantener la cotización de la divisa fue la ortodoxa internacionalmente y agravó la crisis internacional. Todo cambió aquel año, cuando Reino Unido y los países del bloque de la libra abandonaron el patrón oro, lo que facilitó su recuperación económica. Otros países, como Francia, permanecieron en el patrón oro, agravando su depresión. Pues bien, los Gobiernos españoles engancharon la peseta al franco francés, actuando como si pertenecieran al patrón oro. La República descartó las devaluaciones competitivas practicadas por los países que abandonaron el patrón oro. En suma, la fortaleza de la peseta entre 1931 y 1935 perjudicó a las exportaciones españolas y favoreció las importaciones, agravando las repercusiones de la crisis internacional.

Fue la recesión la que trajo la Segunda República, no al revés

- Los factores políticos coadyuvaron a la crisis. Para Luis Olariaga (1933), la recesión en España tuvo su origen en el descenso de la inversión privada, originado por el empeoramiento de las expectativas empresariales, tras el establecimiento de la República, por los conflictos sociales, las políticas socializantes, el acoso a la propiedad por los Gobiernos, la desconfianza en el régimen y la paralización de las obras públicas. El hundimiento de la inversión privada fue clave en la depresión coyuntural de la economía española, pero la explicación de Olariaga requiere algunas matizaciones.

Primera, el ciclo inversor se había desacelerado ya en 1928. La inestabilidad social, la incertidumbre política y el empeoramiento de las expectativas empresariales habían comenzado con la crisis de la dictadura de Primo de Rivera. Las huelgas generalizadas se iniciaron en 1930, en cuanto desapareció la represión de la dictadura. Luego, las expectativas empresariales se agravaron por la crisis internacional y la transición hacia el régimen republicano. Además, esta inestabilidad social acompañó a la depresión económica en toda Europa.

Segunda, las cifras macroeconómicas muestran que la Segunda República no causó la crisis económica, que ya venía de antes. Al contrario, la recesión económica y el colapso de la monarquía, que había apoyado la dictadura, trajeron la República.

Tercera, las políticas reformadoras del primer bienio republicano no fueron socializantes, sino socialdemócratas. Aplicaron en España reformas estructurales y sociales que ya se habían implantado en Europa desde 1883 para corregir la desigual distribución de la renta. La legislación laboral de Largo Caballero contribuyó al crecimiento de los salarios reales entre 1931 y 1933, tras haberse estancado durante la dictadura de Primo de Rivera. Pero, como en Europa, el crecimiento de los salarios reales también se debió a la deflación. En el segundo bienio, los salarios reales permanecieron estables. Por otro lado, los costes salariales no aumentaron por la legislación sobre seguros sociales, porque los empresarios apenas la aplicaron. En cualquier caso, los Gobiernos republicanos fueron escrupulosos en la aplicación de la ley, como sucedió con la reforma agraria, según Ricardo Robledo (2008). Eso sí, estas reformas provocaron una reacción antirrepublicana en los empresarios más conservadores (los agrarios), cuyas acciones agudizaron los conflictos sociales y la inestabilidad política.

Entre 1931 y 1934 se expandió el gasto público y se sostuvo el valor de la peseta

Cuarta, la Segunda República no paralizó las obras públicas, sino que las reactivó para compensar la caída de la inversión privada. En España, la inversión agregada alcanzó un máximo en 1929. Tras disminuir ligeramente en 1930, se desplomó en 1931 y 1932, para recuperarse desde 1933. Por el contrario, la inversión pública solo cayó en 1930, para aumentar desde 1931. Las obras públicas, paralizadas en 1930, fueron reemprendidas en 1931 y se intensificaron en 1932. La obra pública de Indalecio Prieto y los pedidos de material de transporte contribuyeron a paliar los efectos de la crisis.

- Una política fiscal moderadamente expansiva. La política fiscal republicana no causó la recesión, sino que alivió sus secuelas. A pesar de sus declaraciones de ortodoxia presupuestaria, los ministros de Hacienda de la República realizaron una política fiscal anticíclica. La política expansiva de la dictadura fue clausurada por su ministro de Hacienda José Calvo Sotelo en 1929, cerrando el presupuesto extraordinario de 1926. Esta política restrictiva fue asumida por el ministro de Hacienda de la dictablanda, Manuel Argüelles, en 1930. Pero fue revertida por la Segunda República, cuyos ministros aplicaron una política presupuestaria expansiva.

Entre 1931 y 1934, los ministros de Hacienda incrementaron el gasto público en un 25% para combatir el desempleo e invertir en infraestructuras y educación. La presión fiscal también aumentó gracias a la reforma tributaria de Jaume Carner de 1932. Esto revela que aquellos ministros no eran keynesianos, como tampoco lo eran en el resto de Europa. Como los gastos crecieron más, del equilibrio en 1930 se llegó a un déficit presupuestario del 1,6% del PIB en 1934. Era un porcentaje respetable para los cánones de la época, lo que permite hablar de un cierto estímulo fiscal. No obstante, una parte del déficit era coyuntural, porque la recesión lastró el crecimiento de los ingresos. Solo en 1935 hubo una intención clara de reducir el déficit presupuestario por parte del ministro Joaquín Chapaprieta.

En cualquier caso, la política fiscal apenas tuvo repercusiones sobre la producción y el empleo, porque el gasto público nunca superó el 13,5% del PIB. Como en otras democracias europeas, los moderados planes de obras públicas no pusieron en peligro las finanzas del Estado. Por ello, en España no hubo una crisis de la deuda pública, cuyas cargas financieras fueron sostenibles durante la República.

- La tardía política monetaria expansiva. Antes de 1931, la política monetaria ortodoxa fue restrictiva, para mantener la paridad con el oro. Esto difundió la crisis internacionalmente. Tras las crisis bancarias europeas de 1931, la política monetaria de los países que abandonaron el patrón oro fue expansiva, con devaluaciones y reducciones del tipo de interés, lo que favoreció su recuperación. Otros países, como Francia y España, mantuvieron más tiempo las políticas monetarias deflacionistas, agravando su depresión.

En 1931, la oferta monetaria cayó en España porque aumentó la demanda de efectivo por el público, reduciendo sus depósitos bancarios, ante la incertidumbre generada por la crisis económica y la proclamación de la Segunda República, según Pablo Martín Aceña. Desde 1932, por el contrario, la oferta monetaria creció porque los bancos recurrieron a la pignoración de deuda pública en el Banco de España y porque descendió el coeficiente de efectivo mantenido por el público. Es decir, porque aumentó el dinero intensivo en contratos (depósitos bancarios), que es un indicador de la confianza de la población en la estabilidad del sistema financiero y del régimen político.

El Banco de España solo controlaba el tipo de interés. La utilización de este instrumento fue tardía e insuficiente. Los tipos de descuento comercial se redujeron en medio punto porcentual en 1932, 1934 y 1935. Los tipos aplicados a la pignoración de la deuda se redujeron en medio punto en 1934 y 1935. Esta política monetaria expansiva del segundo bienio republicano contribuyó a la recuperación económica.

- En los años treinta, España no fue diferente; en los cuarenta, sí. La recesión económica de la Segunda República fue menos profunda, pero fue similar a la sufrida por las democracias europeas. Desde el punto de vista coyuntural, no puede hablarse de Gran Depresión en la España de la década de 1930. Los problemas más graves de la economía española eran estructurales y seguían vigentes en 1936, de ahí la insistencia en las políticas de reformas. Los Gobiernos republicanos recurrieron a los instrumentos de política económica coyuntural convencionales de su tiempo, aunque aplicaron con retraso y escasa convicción las políticas de empobrecer al vecino, lo que agravó las repercusiones de la crisis internacional. En España, como en el resto de Europa, no se aplicaron políticas keynesianas. La política económica republicana no causó la depresión económica ni esta desencadenó la Guerra Civil, que es el corolario que sacan algunos historiadores económicos. El origen de la Guerra Civil no fue económico, sino que estuvo, según Santos Juliá (2008), en un doble fracaso militar: el golpe de Estado de los generales rebeldes no triunfó, en julio de 1936, y el Gobierno no logró aplastar la insurrección. La inclinación del ejército español a los pronunciamientos no era una novedad. Lo que había cambiado era el contexto internacional. En efecto, la ayuda financiera y militar de las potencias fascistas al general Franco y el abandono de las democracias al Gobierno de la República permitieron el triunfo de los generales sublevados, pero después de una costosa y sangrienta Guerra Civil.La supervivencia de la dictadura de Franco tras 1945 convirtió a la España de la posguerra en un régimen, político y económico, diferente del vigente en las democracias europeas. La dictadura franquista siguió aplicando las políticas económicas de guerra que habían implementado las potencias fascistas derrotadas. En aquella política autárquica está el origen de la profunda crisis económica de la posguerra. Esta fue la auténtica Gran Depresión española del siglo XX.

 

Francisco Comín Comín es catedrático de la Universidad de Alcalá y premio Nacional de Historia en 1990.



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De: Ruben1919 Enviado: 07/02/2012 14:06
Antonio Patriota | Ministro brasileño de Exteriores

“Será difícil para los españoles entrar a Brasil si exigimos los mismos requisitos”

El ministro brasileño expresa “la seria preocupación” de su Gobierno por las trabas que se ponen a sus conciudadanos para entrar en España

 

El ministro de Asuntos Exteriores brasileño, Antonio Patriota. / Anja Niedringhaus (AP)

El ministro brasileño de Asuntos Exteriores, Antonio Patriota, ha expresado “la seria preocupación” de su Gobierno por las exigencias a sus conciudadanos para entrar en España, que ha llegado a calificar de “trato que podría ser considerado arbitrario”. En una entrevista concedida a EL PAÍS, el jefe de la diplomacia brasileña asegura que ha tenido que “responder a un gran número de quejas” de ciudadanos de su país y advierte en tono amenazante: “Si nosotros empezáramos a exigir lo mismo a los españoles, les pondríamos serias dificultades para entrar en Brasil”. Según el ministro, “las situaciones arbitrarias” afectan a “personas que tienen la documentación en regla y son llevadas a una sala aparte del aeropuerto para ser investigadas por la Policía, y otras cosas por el estilo”. “Por ejemplo”, añade, “tienen que demostrar que su tarjeta de crédito tiene un límite, que están en posesión de un seguro de salud, que tienen reserva de hotel y que pueden pagar la factura de la estancia”. Estas medidas son requisitos de entrada en el espacio de Schengen, al que pertenece España.

Antonio Patriota, de 57 años, licenciado en Filosofía por la Universidad de Ginebra, ha sido embajador en Estados Unidos y secretario general de Relaciones Exteriores. En un despacho del palacio de Itamaraty, en la explanada de los Ministerios de Brasilia, subraya que los dos Gobiernos trabajan “de manera constructiva para superar estas dificultades”, que, según sus palabras, “preocupan mucho al Congreso brasileño”. “He tenido que comparecer en dos ocasiones ante las comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y de la Cámara de Diputados”.

Pregunta. Siguiendo con la política migratoria, el Gobierno brasileño ha decidido conceder 1.200 visados al año a inmigrantes haitianos, ante la ola de ciudadanos de aquella nacionalidad que han llegado sin papeles.

Respuesta. Es una decisión que persigue combatir la acción de los traficantes de emigrantes. Nuestra decisión tiene el respaldo de las autoridades haitianas, que prefieren el sistema brasileño de una ventana adicional para 1.200 visados permanentes sin exigencia de contrato de trabajo. Hemos flexibilizado nuestra posición para combatir a los intermediarios que se aprovechan de los sectores mas vulnerables.

P. ¿Cuál es la actitud del Gobierno relativa a la inmigración más cualificada que quiere ir a Brasil?

R. Queremos facilitar la llegada a Brasil de inmigrantes de países como Portugal y España, de profesores, por ejemplo, porque tenemos una demanda que no está atendida. En la medida en que portugueses, españoles y otros europeos lo pidan, habrá una actitud para facilitar este ingreso. Paralelamente, dentro del programa Ciencias sin Fronteras existe un apartado de jóvenes científicos para atraer científicos de otros países.

P. La presidenta Dilma Rousseff acaba de visitar Cuba, pero en dicho viaje no abordó temas polémicos, como la situación de los derechos humanos.

R. Nuestra relación con Cuba está madurando muy rápido en función de un mayor conocimiento recíproco de nuestros dirigentes, de viajes más frecuentes de ministros y de representantes del sector privado. Brasil está comprometido en el ambicioso proyecto de infraestructuras del puerto de Mariel, vamos a cooperar estrechamente en salud, hemos autorizado una importante línea de crédito para desarrollar programas agrarios. El momento actual de la relación Brasil-Cuba está relacionada con esta cooperación. Lo que no significa que no se pueda hablar de derechos humanos. Sí se puede. Hay mucho movimiento en la sociedad cubana, en la actualización del modelo económico, que abre caminos a nuevas experiencias de gestión en el país, y nosotros estamos muy interesados en compartir experiencias de gestión.

P. Pero no se habló de derechos humanos.

R. La presidenta se concentró en el momento actual de la cooperación entre Brasil y Cuba. Nada impide hablar. Podría haberse hablado. Acostumbro a decir que también en Brasil hay situaciones que tienen que evolucionar, como el bajo número de diplomáticos de origen africano, cuando más del 50% de la población es afro-descendiente. En Cuba, donde la población de origen africano es comparativamente menor, hay más diplomáticos de esta condición. Es un dato a tener en cuenta.

P. ¿Cómo evalúa Brasil el proceso de integración de América Latina, del que tanto se habla?

R. La historia se acelera en esta región del mundo. No sólo porque aquí las cosas van mejor y hay mucho progreso con relación a décadas pasadas. A partir del año 2000 los países de América del Sur comenzaron a crecer, en un clima democrático, con conciencia ambiental, hasta el punto de que algunos países son puestos como modelo de desarrollo sostenible. Quedan atrás las tensiones entre Colombia y Venezuela, el incidente con Ecuador, etc. En todo este proceso de integración, la piedra angular es el Mercosur.

P. En el plano político, da la sensación de que la presidenta Dilma Rousseff, a diferencia de su antecesor, Lula da Silva, ha tomado cierta distancia de líderes como el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales.

R. Creo que es una percepción equivocada. La verdad es que hay una gran proximidad con el presidente Chávez. Hablan con mucha frecuencia por teléfono, y el líder venezolano vendrá próximamente a Brasil para una reunión bilateral. Quizá su percepción tenga que ver con que el presidente Lula cambió el patrón de relaciones. Se instauró en la región una nueva dinámica, que quizá sólo tenga paralelismo en Europa, donde Angela Merkel llama a Sarkozy y le invita a almorzar. Lo mismo sucede en América del Sur, los líderes se comunican permanentemente. Hay una visión política del mundo muy próxima entre líderes como Pepe Mujica de Uruguay, Fernando Lugo, Cristina Kirchner, Dilma Rousseff… Todos ellos buscan consolidar una base de crecimiento económico con reducción de la desigualdad y la eliminación de la pobreza.

P. ¿Cuál es la posición de Brasil en relación a la crisis en Siria?

R. Nosotros siempre defenderemos las soluciones diplomáticas, por la vía del diálogo, procurando en la medida de lo posible, un consenso que favorezca avances sin el recurso a la fuerza, que siempre debe ser la última opción. Sólo puede ser autorizado por el Consejo de Seguridad, y tiene que estar acompañado por un elevado sentido de responsabilidad. Nos preocupa mucho la idea de que una intervención militar para proteger a la población civil se transforme, sin autorización del Consejo de Seguridad, en una intervención para cambiar el régimen de un país. No debemos olvidar nunca el caso de Irak, porque fue sometido a una intervención militar que generó muerte, inestabilidad y destrucción.

P. ¿Teme Brasil una intervención unilateral contra Irán?

R. Estoy a favor del diálogo en coordinación con otros miembros del Consejo de Seguridad. Cuando estábamos allí buscamos caminos que favorecieran la confianza. Todos nuestros esfuerzos se dirigen a evitar acciones precipitadas y unilaterales. Siempre repudiaremos cualquier acción al margen del Derecho Internacional y de la Carta de las Naciones Unidas. La crisis humanitaria que se creó en Irak con las sanciones que se aplicaron afectaron sobre todo a los pobres y no a la clase dirigente. Todas estas cuestiones deben tenerse en cuenta cuando se piensa en la situación de Irán.

Brasil exigirá los mismos requisitos que Schengen

Casi al mismo tiempo que se realizaba esta entrevista, la página web del Ministerio español de Asuntos Exteriores y de Cooperación publicaba que a partir del próximo 2 de abril, las autoridades brasileñas de control migratorio pasarán a exigir a los turistas españoles, entre otros requisitos, billete aéreo de ida y vuelta con fecha de vuelta marcada, probar que se dispone de medios económicos suficientes para su manutención durante el tiempo de permanencia (mínimo de 170 reales diarios, es decir 74 euros), en caso de alojamiento en hotel demostrar la posesión de reserva pagada, y en caso de alojamiento en casa particular, carta de invitación en la que se informe del tiempo de estancia del turista español, con firma del declarante autentificada ante notario brasileño. Estos requisitos son equiparables a los exigidos en los países del espacio Schengen.

Según el Portal Consular del Ministerio de Exteriores de Brasil, en 2009 las autoridades españoles denegaron la entrada en el país a 1090 mujeres brasileñas, 507 hombres y 117 menores. El Embratur (Instituto Brasileño de Turismo) preveía la entrada en España de unos 450.000 turistas de aquella nacionalidad durante 2011.



 
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