En Cuba Sadel vivió algunas etapas de su vida. LLegó a tener varios Club de Admiradores de su arte de los cuales todavía se conservan fotos de archivos firmadas por el cantante venezolano, en sus muchas visitas a nuestro país. Considerado por muchos como el cantante popular y lírico más importante en la historia musical de Venezuela, varios monumentos se han eregido como homenaje. Podemos ver uno de ellos en la Plaza Alfredo Sadel de la ciudad de Caracas. Fue llamado el «tenor favorito de Venezuela» y reconocido siempre por su nombre artístico, Alfredo Sadel. Desde muy joven manifestó sus inclinaciones artísticas. Durante su época escolar, participó en el coro de la Iglesia. Sus padres fueron Manuel Sánchez Benítez y Luisa Amelia Luna. Sadel tuvo dos hermanos Noel y Carlos. En el año 1991 uno de sus hermanos estuvo en La Habana y visitó la sede de la televisión cubana. Trabajaba en la Televisión Educativa de Caracas. En otra ocasión tuve el honor de atenderlos en medio de una serie de actividades que se desarrollaban en nuestra capital.
Realizó estudios primarios hasta 1944 cuando se vio en la necesidad de abandonar el Colegio Salesiano de Caracas, debido a los problemas económicos que afrontaba su familia. El Padre Calderón y el Padre Sidi, se hicieron cargo de su instrucción musical, sobre todo "educando su voz" y proporcionándoles lecciones de actuación escénica.
El niño provenía de un hogar infeliz por la irresponsabilidad y abandono de su padre, quien dejó regados cerca de 50 hijos en la región. Su infancia fue triste y solitaria además de estar llena de privaciones, bajo la responsabilidad de la madre.
Su padre, ebrio y autoritario, le hacía cantar las canciones de moda, lo que curiosamente fue una ventaja para el artista. “Aprendí a amar estas canciones -diría posteriormente- de Juan Arvizu, Imperio Argentina y las que cantaba el mismo Agustín Lara, que encerraban un mundo tan grande para mi”.
Comienzos en el CantoSu primera presentación fue en la Catedral de Caracas, donde cantó el Ave María e impresionó satisfactoriamente al público. Diversos mecenas ayudaron a su formación que empezó en la Escuela Superior de Música de Caracas y continuó a lo largo de su vida en México, Nueva York, Buenos Aires, Barcelona, Salzburgo y Milán e incluían solfeo, piano, armonía y composición.
Otras habilidades suyas fueron el dibujo y la pintura. Sus caricaturas fueron publicadas por el diario La Esfera y la revista Fantoches. Posteriormente trabajó en una agencia publicitaria, y con el ingreso devengado ayudaba a mejorar la situación de su hogar. Pudo así pagar la grabación de su primer disco de 78 r.p.m., con dos temas el bolero Desesperación y el pasodoble El Diamante Negro, homenaje al torero Luis Sánchez. Por esos tiempos tuvo la oportunidad de una presentación pública en la que había varios artistas del mismo apellido, de modo que era oportuno modificar su nombre, de tal modo se le ocurrió tomar la primera sílaba de su apellido "Sa" y le añadió la desinencia "del", por Carlos Gardel, a quién admiraba intensamente.
En 1947 integra el elenco de un programa radial en la emisora Radiodifusora Venezuela, y al siguiente año con la interpretación del pasodoble Diamante Negro, obtuvo un éxito de ventas notable: veinte mil copias que marcaro el inicio de una ascendente trayectoria musical. Vinieron luego las primeras grabaciones, Desesperanza y Caribe, de la compositora María Luisa Escobar, Lloraste ayer, de Jacobo Erder y Anoche te amé, de René Rojas, y, el pasodoble No te puedo querer. Con los boleros Dos palabras y Desesperanza se definió su condición de bolerista de marcada ascendencia popular. Compartió escena con otros cantantes del momento, como su compatriota Mario Suárez, el boliviano Raúl Shaw Moreno y el chileno Antonio Prieto, así como la puertorriqueña Virginia López.
Internacionalización y cineEn 1950 el cine lo llamó pronto y participó en producciones como A La Habana me voy, con los cubanos Blanquita Amaro, Otto Sirgo y el argentino Tito Lusiardo. En 1951, se produce su estreno en el cine, al protagonizar Flor del campo, producción con música y argumento venezolanos, junto a Rafael Lanzetta y Elena Fernán.
En 1952, viaja a los Estados Unidos allí actúa en el Chateau Madrid de Nueva York, acompañado por la orquesta de Aldemaro Romero, durante trece semanas seguidas. Debuta en el teatro Jefferson de Nueva York, y adquiere gran popularidad. Actúa en el show de Ed Sullivan, y en otros programas exitosos del país, y es considerado por la prensa como “El artista latino más popular de la TV norteamericana”. En 1955 debuta en La Habana. La televisión cubana le ofreció conducir su propio programa, el cual años más tarde se adueña totalmente de la sintonía. Con Benny Moré graba la canción Alma llanera, que quedó para la historia, en disco de la RCA Víctor, en CMQ. Ese año graba Mi canción, primer disco larga duración en latinoamerica con el sello RCA Víctor. Sadel compartió su carrera como cantante con la actividad sindical, promoviendo en 1947 la fundación de la Asociación Venezolana de Artistas de la Escena.
En 1958, vuelve a los Estados Unidos contratado por la Metro Goldwyn Meyer, sin embargo permaneció un año recibiendo sueldo y al no serle asignado ningún papel, va a México donde sus discos lo habían hecho conocido. Allí participa en el cine en las películas El Ratón, al lado de Raúl ‘Ratón’ Macías y Tu y la mentira, con Miguel Aceves Mejía y Evangelina Elizondo. El musicólogo César Miguel Rondón dice de sus días en Cuba: “Graba discos, se presenta en televisión y su fotografía aparece con elogios en casi todas las revistas y publicaciones de la isla. Se llama Alfredo Sadel miembro legítimo de toda la pompa y la euforia farandulera que conoció el continente por aquella época”. Para esa temporada grabó Lágrimas negras, de Miguel Matamoros, Noche azul, de Ernesto Lecuona y Si me pudieras querer, de Ignacio Villa, Bola de Nieve.
Regresó a México en 1960 y participa en la película “Tres balas perdidas” junto a Javier Solís, Elvira Quintana, María Victoria y Julio Aldama. Actúa de nuevo con Miguel Aceves Mejía en El buena suerte, además de Sara García y de nuevo con Javier Solís y Julio Aldama, en la película En cada feria un amor. Su carrera en el cine termina con Martín Santos, el llanero, coproducción Méxicano-venezolana con música de Juan Vicente Torrealba y José E. Sarabia, de nuevo con Miguel Aceves Mejía. En ella Sadel interpreta el vals Di, tema expresivo en que hace gala de su voz. En el elenco aparecen la actriz mexicana Lorena Velásquez y la venezolana Adilia Castillo.
El canto lírico
En 1961 se presenta Sadel en el canto lírico con la zarzuela Los gavilanes, en el Teatro Nacional de Caracas; ese mismo año se va estudiar a Milán con el fin de perfeccionar su calidad vocal. En este nuevo período de su vida artística participó en el Carnegie Hall de Nueva York en el estreno de la ópera cubana Cecilia Valdez; luego emprendió giras para presentar Rigoletto, El barbero de Sevilla, Carmen, Tosca, La Bohéme, El buque fantasma, Don Pascuale, y otras, por toda América, luego Alemania, Belgrado, Hungría, Suiza, España y la extinta Unión Soviética (1967 y 1968), fue el primer cantante lírico venezolano en llegar a la Siberia y a otras catorce naciones. En Lima, Perú, Alfredo Sadel y Pepita Embil protagonizaron lo que los peruanos calificaron como las temporadas de zarzuelas más exitosas que se hayan realizado en ese país.
En 1977, en un intento por institucionalizar la ópera en Venezuela, organiza una gran temporada en la Universidad Central de Venezuela, que se extiende a otras ciudades del país; participando también en temporadas de zarzuela en el teatro Nacional. El pueblo sin embargo nunca lo olvidó y sus versiones del género popular como, Humanidad, Vereda tropical, Incertidumbre, Dominó, Desvelo de amor, Congoja, Granada, Aquellos ojos verdes, y sus versiones de Ansiedad y Madrigal, son una amplia constelación que se extiende desde el bolero hasta lo tradicional y lo clásico, temas imperecederos que siguen escuchándose en todo el ámbito de nuestra América.
Últimos años
En 1978 volvió a Cuba recibiendo apoyo que lo animaron a grabar de nuevo música popular, entre ella un L.P. con música de Los Panchos y otro en que rendía su tributo a Carlos Gardel.
Se radicó en Nueva York desde 1985 y viajó bastante desde entonces a Caracas y Colombia, especialmente a Medellín, donde decía sentir con agrado el gran cariño tributado por su gente. Cuando más feliz estaba por la posibilidad de presentarse en el Metropolitan Opera de Nueva York, su salud empezó a deteriorarse. Se encontraba realizando presentaciones en Cali, Colombia, cuando debió viajar de urgencia a Caracas el 31 de diciembre de 1988. En 1988 y 1989 se presenta en el teatro Teresa Carreño junto con la Orquesta Sinfónica Venezuela en conciertos que marcaron su despedida.
Hizo dúos estupendos, entre ellos con la soprano Alba Marina y otro con Benny Moré que ocupa preferencias entre los coleccionistas, el bolero Alma libre. Destacó como compositor, debiéndose a su inspiración innumerables piezas como Yo no te engañé, Son dos palabras, Otra rosa, El hombre de hierro, Golondrinas del tiempo, Quiero a Maracaibo, Razonando, y decenas más.
En total Alfredo Sadel, grabó más de 2 000 canciones recogidas en cerca de 200 discos de 78 RPM y unos 130 larga duración editados en diversos países; la Fundación que lleva su nombre los está recopilando en discos con tecnología digital, en una serie denominada Documentos Alfredo Sadel, de modo que su voz y su memoria estén siempre presentes en el acervo cultural venezolano. Sadel obtuvo grandes logros en su carrera de cantante lírico a nivel mundial, más, obstante los éxitos en el ambiente lírico, siguió interpretando música popular. Alfredo Sadel murió de cáncer, el 28 de junio de 1989, vivió durante casi 60 años. Durante su existencia deleitó a sus fanáticos con una voz irrepetible en boleros, zarzuelas, ópera, balada. Sadel se paseó por diferentes estilos y en todos tuvo éxito. Viajó por el mundo, ganando fama y admiración.