Quien guarda la impunidad de la dictadura franquista, niega los Derechos Humanos y la existencia de una sociedad basada en la igualdad y la justicia
Sin que se haya podido investigar en la documentación de comisarías, centros de falange, centros penitenciarios, cuarteles, ayuntamientos y demás, quiere decirse, sin libertad, no puede haber, no hay justicia. De ahí que un juez que ha pretendido investigar los crímenes franquistas haya sido juzgado por los defensores del franquismo.
Cuánto habrá oculto cuando sin poder llevar a cabo la investigación pertinente, sólo en el Archivo de Alcalá de Henares el abogado Joan Garcés declara que figuran 300.000 fusilados.
El escritor Armando López Salinas recuerda cómo en el amanecer de cada día llegaba a Madrid desde el cementerio del Éste el trueno de los fusiles descargados contra los republicanos, y, a continuación, los tiros de pistola rematando a cada demócrata. 300.000. Joan Garcés aporta otro dato: entre personas que fueron echas presas, personas desterradas, purgas, la represión afectó al 40% de la población adulta. Víctor Díaz Cardiel, expreso político hasta los últimos momentos del franquismo, recuerda que en 1942, cuando él tenía 6 años, fue con su madre a ver a su padre a la cárcel de Talavera de la Reina, y allí le conoció. La cárcel estaba a la orilla del río Tajo y la humedad cubría las paredes por encima de las ventanas cerradas con barrotes. De aquel antro de muerte salió su padre en 1945 en los huesos, recuerda Víctor, dice que era pellejo y huesos, como los presos de los campos de concentración nazis. Antes lo habían encarcelado en Fuensalida (Toledo), donde fue su madre con él para estar cerca del padre, y allí la detuvieron, hicieron que bebiese aceite de ricino, la raparon y la obligaron a enjalbegar las paredes del cuartel de la guardia civil y las casas de los falangistas. De la cárcel de Fuensalida llevaron a su padre a la cárcel de Torrijos (Madrid) y tras algún tiempo fue a parar a la de Talavera. ¿Qué defensa han tenido nunca los presos del fascismo? El fascismo ha tenido impunidad. Su propósito ha sido, es, matar la ética, matar la conciencia humana, matar la memoria histórica, perpetuar el silencio, que nadie se atreva ha hablar ni en su casa a sus hijos de lo que ellos, los franquistas hicieron contra la clase obrera, contra los demócratas; su objetivo es que el estado español sea uno de los escasos lugares en el que dispongan de refugio los asesinos, que sea un escondite para los criminales que desde hace 75 años deben dar cuentas ante la Humanidad. Para atemorizar muestran su procedencia, hacen ostentación de sus crímenes, ni siquiera han anulado las sentencias fascistas que aún condenan a las y los republicanos, defensoras y defensores de la democracia.
Quien guarda la impunidad de la dictadura franquista, da refugio, esconde y protege fascistas, blinda su impunidad en el presente, niega los Derechos Humanos, niega el derecho a una sociedad basada en la igualdad y la justicia, impide el cambio democrático, y se hace cómplice y colabora con los terroristas para garantizar la impunidad de los crímenes franquistas en el futuro. El asunto es de la mayor gravedad, más si cabe cuando todo lo sabido se confirma: Los componentes del tribunal supremo No condenan a Garzón porque la respuesta en la calle y la respuesta de los órganos internacionales de justicia señalándoles como negacionistas les ha puesto en un brete, pero a cambio hacen lo posible para que en la misma sentencia absolutoria dando vueltas al lenguaje se introduzca la idea de que no se puede juzgar al franquismo: ¿tendrá que ver la invalidez de las herencias dejadas por el franquismo a todos los niveles del Estado? Dicho esto, situémonos en el momento actual, es obligatorio poner sobre la mesa un principio: Que reconozcan, los jueces del Tribunal Supremo, el Parlamento, el gobierno, a las Víctimas del franquismo. Estamos con la palabra en las calles del Estado y del mundo porque hemos ganado el respeto de la gente demócrata, cruzando y superando 75 años que nos han querido echar encima para callarnos. No caben subterfugios: Saben que los crímenes del franquismo son crímenes contra la Humanidad, son crímenes que no prescriben.
Esto de dejar las obligaciones de la justicia en el limbo no puede durar, por eso Manuel Ollé, Presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España declara que “España tiene obligaciones claras con el Derecho Internacional”. Carlos Slepoy, abogado impulsor de la querella contra el franquismo en Argentina, declaró antes del juicio a Garzón: “Si se juzga a Garzón por investigar los crímenes de Lesa Humanidad, entonces España será el lugar del crimen, y el franquismo tiene los días contados”. Estamos en el tiempo de descuento. Ian Gibson, el historiador, declaró hace unos días en un acto público: “Franco es el asesino mayor que ha producido éste país. Y el hijo del sucesor de Franco o no sabe leer, como su padre, o es más ignorante que él: el sitio donde dan los premios Príncipe de Asturias está en la calle del general yagüe”. La gracieta de Ian Gibson es la manera irónica de mostrar el descaro fascista con el que los descendientes de los golpistas quieren hacerse honorables dando premios en la calle cuyo nombre es el de un criminal, ¿eso es lo que quieren hacer notar en la calle? ¿Quieren continuar haciendo demostraciones de negacionismo que están prohibidas en todo el mundo por apoyar a los criminales franquistas, nazis y fascistas? Si el alto tribunal aquí esta compuesto de todos esos, a los Tribunales de Derechos Humanos les pedimos la palabra.
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, edita