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General: China a la conquista del mundo .-
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De: Ruben1919  (Mensagem original) Enviado: 24/05/2012 22:40

China a la conquista del mundo

 
JUAN PABLO CARDENAL Y HERIBERTO ARAÚJO 23 OCT 2011
Esta es la historia de un viaje por 25 países de África, Asia y América Latina tras el rastro del gigante asiático; la evidencia de cómo China va forjando poco a poco su futuro como potencia del siglo XXI, hincando el diente a zonas en desarrollo. Los autores han dedicado dos años a este proyecto, que se convertirá en libro. Lo cuentan en exclusiva para 'El País Semanal'.

El cielo de Jartum (Sudán del Norte) se descompone en infinitas tonalidades de rojo y violeta cuando el vehículo avanza en dirección al Sur, destino a la granja de Fan Hui Fang. Retumban por toda la ciudad los ecos de los muecines llamando a la última oración del día, mientras el Toyota desvencijado de Awad serpentea por la avenida del Nilo, enclavada entre la orilla del río y, del otro lado, los centros de poder de la República Islámica: edificios ministeriales, embajadas, el palacio presidencial y, sobre todo, la sede de la petrolera estatal china Sinopec, considerada por la élite local como "la empresa más poderosa del país".

En el extrarradio de una ciudad atestada con más de cinco millones de habitantes, donde en vez de asfalto y edificios hay solo caminos de tierra y casas de adobe, Fan aparece sonriente para agasajarnos con hospitalidad china a la entrada de su pequeño imperio. En esta finca de cinco hectáreas produce, cada año, 1.400 toneladas de verduras chinas que vende a las corporaciones asiáticas que emplean a miles de chinos en la construcción de presas sobre el Nilo o en la explotación del petróleo. "La idea surgió mientras trabajaba como peón para Sinopec, en 2003", recuerda.

China va conquistando con silenciosa estrategia mercados y recursos

Con 110.000 millones en créditos, hoy es el mayor prestamista del mundo

El envío de cientos de miles de obreros chinos por todo el globo es una revolución

En países como Laos, Siberia o Argentina, los fajos de yuanes son irresistibles

"Nos sacrificamos más. Los occidentales invierten un dólar y quieren ganar dos"

Excepto la tala, los chinos controlan ahora el negocio maderero en Rusia

La experiencia como agricultor en su Shandong natal y un agudo olfato para los negocios -rasgo típico del pueblo chino- le sirvieron para identificar el nicho de mercado. En Sudán hay agua, abundante sol y buena tierra, y sus compatriotas suponen una demanda estable, razona. Así que se lanzó a por ello. "Compré la parcela e importé semillas. Hubo dos años malos por las plagas y el calor, pero ahora todo va bien. Tengo planes incluso para exportar", señala, ante la atenta mirada de su esposa e hija, compañeras de viaje en su aventura desde el norte de China hasta Jartum.

Las mujeres disponen los preparativos para la cena de bienvenida y sobre una mesa redonda sirven las especialidades sichuanesas, mientras el humo del tabaco comienza a invadirlo todo. Las charlas pronto diluyen la suspicacia de los huéspedes, en especial la de dos cuadros medios de Sinopec que Fan ha invitado para departir con nosotros sobre la presencia china en el país. Un último empujón lo acaba de poner todo en orden: Fan descorcha una botella de licor de arroz con sonrisa pícara, sabedor de que ese pequeño tesoro está fuera de la ley en un país islámico como Sudán. "¡Cortesía de la Embajada china!", exclama, antes de dar inicio a una retahíla de brindis que dan paso a las primeras confidencias de la noche.

"Estoy orgulloso de que China esté desarrollando Sudán. Si no estuviéramos aquí, los sudaneses no tendrían futuro. No tenían nada hace ocho años. Ni carreteras, ni coches. China ha sido decisiva", arroja Fan, buscando la complicidad de Gong, uno de los representantes de la petrolera. Este recoge el guante: "Los sudaneses querían desarrollarse y pidieron ayuda a los occidentales, pero se negaron. Así que fuimos nosotros quienes se la dimos. Ahora los occidentales nos tienen envidia al ver los beneficios que estamos obteniendo", señala con el rostro todavía entumecido por el último latigazo alcohólico. "Efectivamente, los americanos vinieron aquí a tirar bombas", apunta Fan, en referencia al ataque con misiles lanzado en 1998 por EE UU contra un laboratorio sudanés, "mientras nosotros, por el contrario, estamos aquí para construir carreteras y levantar edificios y hospitales. Hemos venido a traer la felicidad a los sudaneses".

La consultora Consultancy Africa Intelligence lo confirma: antes de la escisión del país en julio de este año, China (1.300 millones de habitantes) era el primer inversor en Sudán y compraba el 71% de las exportaciones del país africano. Es precisamente haciendo uso de esta silenciosa estrategia, diferenciada del estruendo del poder militar, como China está conquistando mercados y accediendo a recursos naturales por todo el mundo en desarrollo. Se trata de una ofensiva que, en Sudán, ha convertido al gigante asiático en el actor dominante de sectores como el del petróleo o la construcción, al tiempo que se erige necesariamente en cómplice del dictador Omar al Bashir. El vacío dejado por las desinversiones de las potencias occidentales en la década de los noventa, destinadas a aislar económicamente al brigadista y a su régimen islamista, solo sirvió para echar en brazos de Pekín a un país rico en recursos.

El empuje del gigante se deja sentir por igual en otros países de África, Asia y América Latina, donde es ya un socio ineludible. No solo porque abastecer de minerales, soja o madera al país más poblado y con mayor ritmo de crecimiento del planeta supone para muchas naciones un oxígeno vital para su economía, sino también porque la profundidad de sus bolsillos constituye un comodín ganador en medio de la actual crisis global. De esta forma, sin apenas hacer ruido, China se ha convertido en el mayor prestamista del mundo al conceder 110.000 millones de dólares en créditos entre 2009 y 2010, superando al Banco Mundial (según una investigación reciente de Financial Times). Sus empresas públicas, espoleadas con la financiación casi ilimitada de sus bancos y con los "intereses nacionales" como principal leitmotiv, se erigen en punta de lanza de la conquista.

Lo comprobamos a lo largo y ancho de 25 países del mundo en desarrollo a los que viajamos durante los dos últimos años para entender y describir cómo China se está convirtiendo en la potencia hegemónica del siglo XXI. Un periplo de más de 235.000 kilómetros que nos ha llevado a la remota Amazonia ecuatoriana, donde China construye una presa; a los bosques amenazados de Mozambique, o a las aldeas pesqueras del río Mekong para entrevistar a los protagonistas y afectados por la expansión china. Este viaje al corazón del mundo chino nos ha hecho testigos de excepción de una ascensión, la china, que se intuye imparable y poderosa. Y temible. En nuestras retinas perdura aún la imagen de un buzo peruano en las aguas de la playa de San Juan de Marcona con bloques de arena infectada con mineral de hierro en sus manos, a causa de la irresponsabilidad medioambiental de la minera china Shougang. O el torso sudoroso de Celso, un obrero mozambiqueño que fruncía el rostro al explicar las condiciones laborales deplorables que le imponen a él y a sus colegas las constructoras chinas en la excolonia portuguesa. La carga emocional ha sido siempre muy intensa, no solo por los más de 500 personajes entrevistados, desde expresidentes hasta contrabandistas, sino también por los peligros a los que nos hemos visto expuestos, cruzando 11 fronteras por tierra, recorriendo carreteras imposibles con cunetas flanqueadas de vehículos siniestrados o sufriendo el hostigamiento de alguna de las peores dictaduras del planeta.

Un esfuerzo necesario para observar y comprender el despliegue de tentáculos que, acelerado por los estragos económicos en EE UU y Europa, está permitiendo a China acaparar activos, garantizar el suministro futuro de materias primas y ganar influencia en lugares tan dispares como Kazajistán, Arabia Saudí o Costa Rica. Las cifras son reveladoras: el centro de estudios The Heritage Foundation estima que China ha invertido o cerrado contratos por más de 260.000 millones de dólares en África, Asia y Latinoamérica desde 2005 hasta junio de 2011. El gigante está desanudando a golpe de chequera el statu quo heredado de la época colonial y del fin de la guerra fría, con el objetivo de devolver al país el aura que tenía hasta el siglo XIX. Preludio, sin duda, del futuro abordaje a Occidente y, quizá, de su ascensión como potencia global.

Un ejemplo paradigmático de todo ello acontece en los confines del desierto de Karakum, en territorio del recóndito Turkmenistán. Al norte del río Amu Daria, frontera informal de esta antigua república soviética con Uzbekistán, en medio de un paisaje lunar de dunas y veranos con el termómetro anclado en los 60 grados, se alzan cuatro asentamientos de la estatal China National Petroleum Corporation (CNPC). Allí viven un millar de trabajadores chinos y un centenar de turkmenos que remachan, ataviados con monos naranja y a ritmo militar, la construcción de una tubería de 7.000 kilómetros de longitud. Una lombriz metálica por cuyo vientre circula ya el gas que alimentará durante al menos treinta años las cocinas de Shanghái y las acererías de Cantón.

Financiada por los mandarines, que han concedido al país más de 8.000 millones de dólares en créditos, la infraestructura escenifica la irrupción de China en un territorio -el centroasiático- que ha sido zona de tradicional influencia de Moscú. Hasta ayer, claro, porque el nuevo gasoducto elimina la dependencia histórica que Turkmenistán tenía respecto a la red de distribución rusa para poder exportar gas. Los acuerdos de suministro se han triplicado en apenas dos años y para 2015 China recibirá 60.000 millones de metros cúbicos de gas, el equivalente a tres veces el consumo actual de Brasil.

En los centros de poder chinos poco importan las excentricidades de un régimen que, como el turkmeno, pugna seriamente con Corea del Norte por el título de dictadura más extravagante del planeta. En la capital china no interesan sus índices de desempleo superiores al 60%, la construcción de edificios de mármol italiano ni las estatuas doradas por la gloria del mandatario que proliferan por toda la nación a golpe de decreto presidencial. Menos aún preocupa adónde van a parar los miles de millones de dólares procedentes de la venta de gas en un país que la organización Transparency International sitúa como el sexto más corrupto del mundo en una lista de 178. En Pekín, solo el hidrocarburo cuenta.

El rostro humano de la expansión china lo aportan obreros que, como Lei Hong, llevan tres años soportando estoicamente el sopor del desierto y las duras condiciones impuestas, a partes iguales, por la climatología y el régimen del presidente turkmeno, Gurbanguly Berdymujamedov. "Se ha instaurado un toque de queda nocturno para los chinos y todos tienen que dormir en el campamento. Las autoridades han reaccionado al nacimiento de bebés con rasgos chinos en Farab [la ciudad más cercana, a medio centenar de kilómetros] prohibiendo el contacto sexual entre locales y chinos", comenta Anatoly, nombre ficticio de un empleado turkmeno de CNPC que aporta su testimonio a condición del anonimato. Lei acepta esta vida de confinamiento y sacrificios a cambio de triplicar su sueldo, unos mil dólares mensuales. "Quiero una vida mejor para mi hijo", explica este hombre menudo, mientras juguetea dando saltos sobre la línea fosforito que cerca el campamento. "Es un repelente para serpientes. Se cuelan por la noche en las habitaciones y ya han mordido a dos compañeros".

Para un pueblo cuya historia ha estado marcada por la aversión del Estado al contacto con el extranjero, el envío de cientos de miles de obreros chinos por todo el globo es una revolución. La protagonizan los mismos héroes que acicalaron, con enormes sacrificios, los cimientos de la nueva China: los trabajadores migrantes (mingongs, en mandarín). Sacaron al país de la ruina del maoísmo con sus jornadas eternas en fábricas terribles a cambio de sueldos grotescos; ahora devuelven el halo internacional a su nación construyendo carreteras, iglesias y estadios de fútbol en Irán o la República Democrática del Congo. Solo en África, las cifras oficiales -nada fiables, por debajo de lo real- hablan de 750.000 chinos residentes.

Esa cantera inagotable de mano de obra permite a Pekín ofrecer un tentador paquete como moneda de cambio para la extracción de recursos. El nuevo Mesías pone encima de la mesa financiación blanda, tecnología y capital humano para erigir infraestructuras más rápido y barato que nadie. Para acceder a estos proyectos llave en mano, el país receptor solo tiene que ceder sus minas aún por explotar o abrir el grifo que haga fluir el oro negro que alberga el subsuelo. La retórica oficial china lo etiqueta como un trueque win-win (ganador-ganador), pero sus detractores lo tildan de neocolonialismo, por el expolio de los recursos sin crear valor añadido.

Esta estrategia alcanza en Angola -segundo mayor suministrador de petróleo a China- una dimensión sin parangón. Una población china que ronda los 200.000 efectivos se emplea como albañiles, soldadores, electricistas, ingenieros y arquitectos para reconstruir las entrañas de un país que sufrió la guerra civil más duradera de África -27 años- y cuya economía, impulsada por el aumento de los precios del crudo, registra tasas de crecimiento asiáticas. A 20 kilómetros al sur de la capital, Luanda, un proyecto representa mejor que ningún otro la magnitud china en el resurgir de la excolonia portuguesa: el complejo residencial de Kilamba Kiaxi.

En una extensión de 56 kilómetros cuadrados, una marabunta de 15.000 empleados a sueldo de la estatal china CITIC trajina entre cementeras y grúas móviles con el propósito de levantar la primera ciudad angoleña totalmente nueva desde la independencia, en 1975. A distancia, la obra inmobiliaria más grande del planeta, cuyo presupuesto ronda los 10.000 millones de dólares, se asemeja a un conjunto de inmensos panales cuyas abejas se arremolinan y revolotean sin descanso. En el corazón del proyecto, las cosas se ven desde otro prisma. Lin Bao camina decidido -y sin arnés- sobre el andamio de bambú que lo sostiene a 20 metros de altura, desde donde comanda a un grupo de peones angoleños. Su estancia en el país -donde la presencia china es bienvenida por las autoridades, pero empieza a crear rencor entre los locales- es una simple transacción comercial. "Aquí gano más que en China. Eso es lo que me trae aquí", remata.

Sus jefes, algo más curtidos en el esgrima dialéctico con el extranjero, exponen su rango gracias a los walkie-talkies que cuelgan de sus cinturones. Pero las condiciones en las que trabajan y viven no son mejores: comparten junto a yeseros y lampistas las literas instaladas en el interior de contenedores de barco, sin más lujo que una mosquitera y un pequeño lavamanos donde se amontonan los cepillos de dientes. El almuerzo se extiende lo que dure el cuenco de arroz con verduras. Cuando los plazos de entrega apremian, ni siquiera hay tiempo para sentarse a comer: se engulle el rancho en cuclillas para aportar algo de combustible al cuerpo y se vuelve al tajo. Nada que ver con los sueldos de cinco cifras, los todoterrenos de lujo y los apartamentos de máximo confort que distinguen la vida del expatriado occidental.

"Los chinos nos sacrificamos más, tanto en lo personal como en lo corporativo. Los occidentales invierten un dólar y quieren ganar dos. Nosotros nos conformamos con ganar 10 centavos. Ello explica que los chinos triunfen donde los occidentales no pueden hacerlo", resume Zhang, responsable del proyecto que la estatal Feza Mining tiene en Likasi, una localidad de la provincia de Katanga, en pleno corazón minero de la República Democrática del Congo. Después de siete años de residencia en uno de los países más conflictivos de África, tiene claras sus lealtades: "Lo hago por responsabilidad con la empresa y lealtad a China", confiesa. Indudablemente, no todo es adaptación al medio: la habitual inobservancia de mínimos estándares laborales o medioambientales desempeña un papel indiscutible en la cuenta de resultados de las empresas chinas.

El entorno para los negocios -recalca- es terrible: burocracia infranqueable, sobornos constantes, inseguridad jurídica y una logística por tierra, mar y aire imposible que en un país con un tamaño casi cinco veces superior a España convierte el día a día en un infierno. ¿Por qué resistir? "Este lugar acoge las reservas de cobre y cobalto más abundantes y de mayor calidad del mundo. Estamos aquí porque con esos minerales hacemos en China cables eléctricos, tinta, motores y baterías para móviles y coches", insiste, mientras pasea a sus huéspedes por la precaria estructura de hierro que cobija los hornos de la fundición, ante la apática mirada de un guardia de seguridad con fusil de asalto al hombro.

Toda esa riqueza natural de la provincia de Katanga ha atraído a cientos de sociedades chinas, tanto públicas como privadas, que han copado el sector en un lustro. El ansia por hacerse rico rápidamente trajo a este salvaje oeste africano -tierra de mafiosos, temibles militares, armas y contaminación- a Gu, un intermediario en el negocio del cobre y el cobalto que a sus 30 años se declara millonario. Su fórmula responde al patrón clásico por estos lares: compra barato a los productores locales, vende caro a sus clientes chinos y entre medias paga un soborno a las autoridades congoleñas. "Tengo ya diez almacenes y exporto mil toneladas de mineral al mes", asegura, mientras da órdenes a sus empleados africanos, quienes, con el torso desnudo, deambulan por un precario almacén con pesados sacos de mercancía sobre sus espaldas.

Como él, miles de pequeños empresarios chinos han salido al nuevo mundo para hacer fortuna, muchos de ellos aventurándose en cruzadas inverosímiles que en ocasiones han desembocado en historias repletas de éxito. Nos hemos cruzado con ellos en las plantaciones de caucho del norte de Laos, en las reservas madereras de la Siberia rusa o en el corazón de la Argentina rural, en busca de la soja que garantice la seguridad alimentaria de las generaciones futuras del gigante asiático. Esas inversiones ofrecen pingües beneficios para las élites locales, pero no comportan un derrame económico para la población, especialmente en los monocultivos. Son lugares donde los fajos de yuanes son sencillamente irresistibles en medio de la pobreza imperante, mientras todas esas materias primas sin procesar son clave para que el dragón mantenga activos millones de empleos, aportando valor añadido a esos recursos, antes de ser exportados como productos finales a Europa y EE UU.

En un tren desde Mandalay hasta Myitkyina, la capital del conflictivo Estado birmano de Kachín, coincidimos con Xiang, un buscavidas oriundo de Shanghái que se dirige a Hpakant, la capital mundial del jade imperial. "Un lugar muy peligroso, donde hay violencia, peleas y robos, además de ser territorio prohibido para los extranjeros", describe, para zanjar cualquier posibilidad de que le acompañemos. Dos veces al año se las apaña para llegar hasta allí, comprar jade en bruto y sacar la mercancía de contrabando a través de un "canal seguro" hasta la frontera china en Yunnan. "En Birmania, comerciar con jade por la vía legal implica pagar muchos impuestos", advierte descarado. En sus inicios, explica, él mismo iba a bordo del camión que hacía la ruta de 200 kilómetros hasta China, arriesgándose a la cárcel o jugándose la vida en cada control militar, porque el desembolso de entre 2.000 y 3.000 euros en cada uno de ellos no siempre le garantizaba impunidad.

Con casi 40 años, Xiang es el primer eslabón en China de un negocio del jade que, en las joyerías de Hong Kong o Shanghái, ofrece productos acabados de la gema talismán china a un millón de euros la pieza, para regocijo de la clase opulenta. Lugares donde no llega el eco del drama que, con la complicidad de la dictadura birmana, se vive en Hpakant: un desastre medioambiental, unas condiciones laborales próximas a la explotación, la adicción a la heroína de decenas de miles de mineros y una prostitución y sida desatados. Al calor de los jugosos beneficios que brinda la gema verdosa, el oro o los recursos madereros, entre uno y dos millones de chinos se han asentado en el norte de Birmania en los últimos años, según The Economist.

Otros lo hicieron décadas atrás en lugares más remotos -además de étnica y culturalmente menos próximos-, como América Latina o la propia África. Los chinos del sur (Cantón, Fujian) fueron los pioneros en emigrar, huyendo de la pobreza, el caos político, la guerra civil y las barbaridades de Mao Zedong, todos ellos azotes sucesivos de la población china desde finales del siglo XIX. Así apareció, de Perú a Indonesia, el fenómeno de los chinos de ultramar: comunidades de ciudadanos de etnia china repartidos por todo el planeta que, pese a perder la nacionalidad originaria, mantienen el ADN de su lengua y cultura como si fuera un tesoro. En total, fueron entre tres y siete millones los que, desde el siglo XVII hasta inicios del XX, lo dejaron todo en busca de una nueva vida. Ellos iniciaron una estirpe que, pese a la diferencia generacional, comparte con los nuevos emprendedores chinos un mismo fin: su deseo por prosperar y abrazar el bienestar económico.

Ejemplo visible de ello se vive en el centro de Maracay, a 100 kilómetros al oeste de Caracas. Entre aceras atiborradas de peatones que transitan junto a inmensas fotografías de Hugo Chávez emerge el corazón comercial de la localidad, tomado literalmente por los chinos. No hay negocio de electrónica, productos del hogar, ferretería, ropa o quincallería diversa donde el apellido Fung -el más corriente en la localidad cantonesa de Enping- no presida la entrada. Almacenes de precio imbatible y surtido infinito que atrae a locales y foráneos.

Fung Xi Mao es el artífice y pionero de ese desembarco. Llegó a Venezuela en 1947, cuando residían únicamente 3,5 millones de personas -frente a los 28 millones actuales- y el país latinoamericano era tierra de oportunidades, recuerda, todavía con rastros de su lengua materna en el español con el que se expresa. "Pasé una semana sobrevolando el Pacífico para llegar: de Hong Kong a Manila y Honolulú, y de ahí a San Francisco, Managua y Caracas".

Alcanzar la oficina de Fung Xi Mao, situada en el último piso de una de sus tiendas, da cuenta de las dificultades que afrontan los chinos lejos de su patria, donde son víctimas de la inseguridad o la xenofobia. Un empleado interroga a los visitantes y confirma a través del interfono que el señor Fung espera una visita. Al subir las escaleras, una puerta de rejas de hierro es el último escollo. Unas medidas que justifica uno de sus colaboradores, aduciendo que en esta época cualquier precaución es poca, no solo porque la delincuencia venezolana se ha disparado a niveles dramáticos desde que Chávez tomó el poder, sino porque el objetivo del hampa es ahora la comunidad china. Una parte de los 180.000 chinos que se estima residen en Venezuela están volviendo a su país de origen ante la ola de atracos y secuestros exprés que sufren en medio de un clima de impunidad total.

Pero sus dificultades se remontan a mucho antes, justo al momento de poner el pie en la tierra prometida. "Durante los primeros años dormía en un cafetín, donde trabajaba 12 horas diarias y ganaba 100 bolívares al mes [unos 15 euros]". Las fotografías que cuelgan de las paredes de su oficina, en las que sale inmortalizado con expresidentes venezolanos y otras personalidades, dan fe de que aquellos años quedaron definitivamente atrás. "Un amigo me prestó 12.000 bolívares, monté una quincallería y luego una distribuidora. Importaba de China cien contenedores al año", apunta. A base de sacrificio personal, intuición para los negocios y un talento único para bajar los costes pudo prosperar con -precisamente- las mismas armas que los emigrantes chinos de hoy.

Con sus beneficios diversificó sus negocios: una fábrica de juguetes, una cadena de supermercados, un canal de televisión y, finalmente, la construcción. Así logró convertirse en millonario, jefe del clan y, en paralelo, en el principal soporte crediticio de la comunidad china de la región. "Durante estos años muchos chinos me han pedido dinero prestado. Todos me lo han devuelto, ni uno solo me ha fallado. Con la palabra basta. En China la palabra es como un documento", dice solemnemente.

A imagen y semejanza del propio Fung, la expansión mundial del made in China ha sido el factor que ha catapultado a la riqueza a millones de compatriotas, dentro y fuera de las fronteras del Imperio del Centro. La entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC), cuyo décimo aniversario se cumple en diciembre, no solo redujo drásticamente las barreras arancelarias a los productos chinos, sino que fue también el espaldarazo definitivo para apuntalar al gigante como el centro productor mundial. Los datos hablan por sí solos. El comercio de China con el resto del mundo se ha multiplicado por seis: de los 510.000 millones de dólares en 2001, a los 2,97 millones en 2010. Todo ello es especialmente visible en los mercados centroasiáticos, como el mayor de Almaty, en Kazajistán, que acoge 60.000 puntos de venta y sirve de base para la reexportación al resto de Asia Central, donde algunos expertos apuntan que entre el 60% y el 80% de las mercancías de primera necesidad provienen del Imperio del Centro.

Más evidente aún es la huella del made in China en el Dragon Mart de Dubái, que con sus 15.000 metros cuadrados es el mayor mercado mayorista de productos chinos del mundo y sirve de centro distribuidor para Oriente Próximo y África. La producción china, que en la última década ha arrasado en no pocos países industrias enteras como el textil o el calzado, continuará inexorablemente su avance. A ello contribuirá el deshielo en el Ártico que, como consecuencia del calentamiento global, permitirá en quizá una década que las mercancías chinas accedan a los mercados europeos y a la Costa Este de Estados Unidos en la mitad de tiempo que necesitan hoy. La nueva ruta marítima, que será navegable varios meses al año, permitiría reducir la travesía en más de 6.000 kilómetros.

Todo ese despliegue chino por el planeta supone, por supuesto, un coste social y ecológico acorde con la magnitud del fenómeno. El impacto medioambiental tiene en la localidad siberiana de Dalnerechensk, en el extremo este ruso, un inequívoco exponente. En una estación ferroviaria que huele a resina fresca y a leña recién cortada, varias locomotoras con medio centenar de vagones cargados de troncos de maderas nobles de los bosques siberianos esperan luz verde para enfilar hacia Suifenhe, ciudad china al otro lado de la frontera. A diario, 3.000 metros cúbicos de madera cruzan desde allí al gigante asiático desde que, en 1998, el Gobierno chino prohibiera la tala en su territorio por las continuas inundaciones. Desde entonces, uno de los ecosistemas más diversos del mundo está en peligro de muerte.

Anatoli Lebedev, ingeniero, intelectual, exdiputado regional, explorador del Ártico y exagente del KGB reconvertido en activista medioambiental en defensa de los bosques de Primorsky, lo vincula a la imparable demanda china, pero responsabiliza del drama a las autoridades rusas y a las prácticas de corrupción y desmanes de ambos pueblos. "La mercancía es talada en su mayoría ilegalmente, pero entra en el circuito legal después del correspondiente soborno. Certificados de origen, especie y cantidad, licencias de corte y exportación. Todo. Nada es imposible si se barajan las cantidades adecuadas", apunta este hombre de modales exquisitos y 73 años. Después de décadas de subordinación china al vecino soviético, ahora las tornas han cambiado y en ese territorio vasto pero recóndito de Rusia los chinos y, sobre todo, su dinero son quienes marcan ahora las reglas del juego. Excepto la tala, controlan el resto del negocio maderero verticalmente. Y por tanto son los que más se lucran.

El medio ambiente paga el precio de las ambiciones de unos y otros. La tala indiscriminada ha dejado un bosque muy fragmentado, reduciendo drásticamente las poblaciones de especies nobles -como el roble-, lo que ha provocado un drama ecológico en cadena, como si a un castillo de naipes se le hubiera extraído una carta que lo sostiene. Ello ha llevado al borde mismo de la extinción al ejemplar más emblemático de la fauna autóctona: el tigre siberiano. "Ha desaparecido la bellota, que es clave para la alimentación del jabalí. Estos buscan como consecuencia nuevos hábitats, lo que lleva al tigre a cambiar también su comportamiento y hábitos alimenticios", explica Nikolái Salyuk, geólogo y activista con 25 años de residencia en la zona. "Por naturaleza, el tigre caza solo. Pero ahora a veces caza en grupo o ataca a los perros en los asentamientos humanos. Yo he sido incluso testigo de episodios de canibalismo", remata.

'La silenciosa conquista china', de Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araújo, se publica el próximo 27 de octubre en la editorial Crítica.



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Resposta  Mensagem 2 de 5 no assunto 
De: Ruben1919 Enviado: 24/05/2012 22:45

Marcas de ropa chinas van a la conquista del mundo

 
La globalización no deja fuera al deporte, la ropa con origen y tecnología china comienzan a inundar el mercado de una manera más constante
 
 

Más notas

EFE
Beijing, China
viernes, 8 de julio de 2011 | 11:13

Las marcas chinas han puesto su mirada en el deporte y en sus estrellas para conquistar nuevos mercados y competir con las firmas que han dominado tradicionalmente este sector de promoción comercial.

En las últimas semanas, varios clubes de fútbol y baloncesto españoles de primer nivel han firmado acuerdos para vestir equipación con marcas deportivas chinas como Li Ning o XTep.

Marcas chinas que hace apenas un lustro eran totalmente desconocidas, como las dos mencionadas o Anta, Erke, 361º y Peak, ahora visten a selecciones nacionales, buscan a grandes estrellas internacionales para que las promocionen y se extienden en un mercado cada vez más abierto, impulsadas por sus precios más asequibles a los bolsillos en estos tiempos de crisis.

El Villarreal anunció el jueves que vestirá la equipación de la firma china XTep, con lo que se une en el campo del fútbol al Sevilla, Celta y Espanyol, con acuerdos con Li Ning.

El baloncesto no es ajeno a la tendencia: el Caja Laboral vasco vistió Li Ning en la última temporada y lo hará en las tres siguientes, la misma duración de tiempo contratada por el DKV Joventut, según anunció este conjunto la semana pasada.

Nada demasiado nuevo para una marca que ya vestía a la selección de baloncesto española cuando ganó el Mundial de 2006, o a la de Argentina, y que es la iniciadora de esta creciente internacionalización de las firmas deportivas chinas.

Li Ning fue fundada en 1990 por el gimnasta del mismo nombre, uno de los primeros oros olímpicos del país asiático (en Los Ángeles 1984).

El ex gimnasta metido empresario textil encendió el pebetero en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, donde vistió a la selección china y a la española.

Anta, una de las muchas marcas deportivas con sede en Fujian, una provincia de la costa sureste china, siguió a Li Ning en el proceso de salida al mercado exterior, al firmar acuerdos de promoción con las estrellas de la NBA Kevin Garnett y el alero argentino Luis Scola.

Erke, algo menos conocida, estuvo en el último Mundial de fútbol, en el que vistió a la selección de Corea del Norte, además de hacerlo con el tenista español Tommy Robredo.

XTep suma el patrocinio del Villarreal al del club inglés Birmingham City, mientras que 361º será el patrocinador oficial de la inminente Universiada de Verano, que se celebrará en Shenzhen (sur de China), y Peak tiene contratos con las selecciones de baloncesto de Serbia, Australia y Nueva Zelanda.

Curiosamente, esta internacionalización de las marcas chinas no parece afectar a las grandes figuras del deporte local, que siguen prefiriendo los nombres occidentales: el baloncestista de la NBA Yao Ming es de Reebook, y la tenista Li Na, flamante ganadora de Roland Garros, opta por Nike.


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De: Ruben1919 Enviado: 24/05/2012 22:49

China
CHINA SALTA LA MURALLA
(Dinamis 1969)

 

 

 

 

 

En 1949 una enfervorizada legión de desaparrados marchaba por las calles de Pekín celebrando la toma del poder. Mientras presenciaba el desfile desde los balcones del palacio imperial, Mao Tse-tung reflexionaba, sin duda, sobre la larga marcha que el país aún debía realizar para convertirse en la China ideal que él soñara; una sociedad sin injusticias sociales, con hombres dedicados por entero a la comunidad, capaces del sacrificio de sí mismos. En el plano internacional pretendía una potencia vigorosa, respetada por las grandes naciones, reivindicada en sus reclamaciones territoriales y guia ideológica de los sectores desposeídos del mundo. El marxismo se fundiría con el saber tradicional para restituirle a China el papel de centro cultural y de poder que desde Asia expandirá su luz a todos los rincones de la tierra. Este es el pensamiento de Mao; el que reflejan escritos, poemas y acciones.

 

 

 

 

La saga de Mao

"Adoptemos el conocimiento de los bárbaros occidentales y utilicémoslo en nuestra defensa"' propuso uno de los estrategos chinos en momentos en que su patria sufría, durante el siglo XIX, humillantes derrotas a manos de las potencias de Occidente. La tecnología, el marxismo y las semillas del pensamiento político revolucionario constituyeron parte de los aportes europeos a la cultura china en nuestro siglo. Pero a todo ello supieron infundirle un contenido, una perspectiva, un uso netamente chino.
Mao Tse-tung, ideólogo adaptador, brillante estratega y apasionado nacionalista, debía utilizar esos instrumentos para unificar a la nación, recuperar los territorios perdidos u ocupados, como Quemoy, Matsu, Taiwan, Macao, Mongolia exterior y Hong Kong; re-establecer el área de influencia de la época imperial que comprendía, en carácter de tributarios, parte de Vietnam, Laos, Tailandia, Corea y los estados himalayos. Era necesario librar a China del asfixiante bloqueo militar y económico estadounidense, resultando impostergable la reconstrucción económica y la industrialización del país. Se partía del convencimiento de que solo la voluntad del hombre totalmente consustanciado con esos objetivos podía llevar a cabo la empresa. Había que educar y endurecer esa voluntad; era necesario remodelar la mente de seiscientos millones de chinos, infundiéndoles un pensamiento común y una guía única; luchar contra los enemigos del fervor, contra el deterioro ideológico representado por al burocracia y Ía tecnificación, que lentamente habían comenzado a agotar la revolución soviética. Generación tras generación debía forjarse en estos ideales por medio de una gimnasia intelectual y emotiva que los convenciera de la bondad de la tarea.
A todos estos problemas se les halló un principio de solución. Los pactos de ayuda mutua con la URSS garantizaron durante los primeros años la seguridad china; el lanzamiento de los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica en 1954 ayudó a quebrar el líderazgo indio, en un intento por atraer a los países asiáticos y africanos;
los planes quinquenales de desarrollo y la revolución cultural debían lograr la expansión económica y el adoctrinamiento ideológico. También se registraron fracasos importantes, como el del Gran Salto Adelante de 1958, intento de quemar etapas en el proceso agrario e industrial y también el poco interés demostrado por los paises del sudeste asiático ante los cantos de sirena de Pekín en materia de orientaciones políticas y negociaciones económicas. Pese a los tropiezos, China Popular siguió adelante, escalando posiciones en el ranking del poder mundial.
Hoy, veinte años después del desfile inicial, un hombre cargado de años y de experiencia, el que se asomara al balcón del palacio imperial de Pekín, trata de dar los últimos toques a su obra: la consolidación de las bases para un imperio del siglo XXI. Dentro y fuera de China muchos factores se suman e interactúan poniendo en peligro el éxito de sus planes. Una mirada a la China real, la que existe más allá de los fantasmas de la propaganda, permite sondear los problemas y aspiraciones de la tercera potencia de la tierra.

Partido, Ejército, Tecnocracia

Si el círculo de! ying y del yang (El ying y al yang constituyen los dos principios cósmicos que interactuando entre si dan vida a todo lo creado. Representan lo masculino y femenino, el dia y la noche, los elementos opuestos pero necesarios para la existencia) es el símbolo más importante de la filosofía china, el triángulo representa el conflicto esencial de su vida política. En sus vértices se hallan los tres centros del poder: el Partido, las Fuerzas Armadas y la Buró-tecnocracia. Aún cuando el Partido concentra en sus manos el control de los otros dos factores, las exigencias del desarrollo y la seguridad establecen limites que distan mucho de satisfacer a los líderes políticos, pero ante los cuales es necesario transigir frente al peligro de riesgos aún mayores. Entre 1949 y 1969 el Partido pasó por periodos durante los cuales el poder de decisión amenazó con escapársele en virtud de las crecientes presiones del Ejército y de la tecnocracia, tendientes a moderar el énfasis en la politización —supremo objetivo de la vieja guardia dirigente— en favor de una mayor especialización profesional de las élites. El dilema entre "rojo y experto" ha dividido al sector dirigente chino en dos grupos opuestos en cuanto hace al uso de los medios, pero coincidente en sus fines úitimos. La división no es tan sencilla como la que pretende señalar este esquema. Muchos funcionarios de rangos medios y superiores del Partido apoyan los requirimientos de la tecnocracia, mientras que algunos jefes de] ejército piensan que la perfecta politización de masas y élites constituye el primer requisito para el éxito. A la división entre técnicos y políticos se suma la brecha generacional entre la "vieja guardia" —el grupo contemporáneo de Mao, luchadores de la primera hora, que tuvieron el conflicto y el combate como su forma de vida— y las siguientes generaciones de dirigentes, formados a partir del periodo que va de 1945 a 1959. Estos comenzaron su experiencia en la época de paz y reconstrucción, posterior a la creación de la República Popular y constituyen el blanco de los ataques de Mao, que los acusa de adoptar pautas capitalistas en la conducción de los asuntos a su cargo y de mostrar
síntomas de aburguesamiento en sus formas de vida. El fantasma de la erosión, del deterioro de la mística revolucionaria, constituye el motor fundamental de la revolución cultural, destinada a fijar con caracteres de relativa eternidad la supremacía de los valores políticos maoistas en la vida china, permitiendo, simultáneamente, que de las filas de la juventud sometida al proceso surjan nuevos líderes, material de recambio para esa generación intermedia que no satisface el ideario de Mao.
La convocatoria durante 1969 del noveno congreso del Partido Comunista Chino promete profundas reformas internas en los sistemas de elección de autoridades, acompañadas de una reestructuración total de los organismos que componen el sistema de poder y control del partido sobre todas las actividades del país. Será éste, sin duda. el instrumento apto para consolidar la situación creada. Idéntico objeto tendrá la destitución oficial de Liu Shao-chi y la promulgación de una nueva constitución, cuya columna vertebral será el pensamiento político de Mao. Simultáneamente. se recomienda a los comités revolucionarios que obedezcan a la conducción única de Pekín y que disminuyan sus ataques y aumenten sus esfuerzos de reeducación de los elementos contrarrevolucionarios. La ola de violencia política ha pasado y el control de la situación a manos de los maoistas parece ser tan completo como para permitir la distensión, concentrándose nuevamente el esfuerzo en la expansión económica y en la política exterior. Con la casa puesta en orden, sus dueños se dedicarán a atender a vendedores, amigos y vecinos molestos. Sin embargo, si se rasga la pulcra superficie se hallarán latentes los males que se han pretendido extirpar. Liu Shao-chi perdió puesto y honores, pero su estrategia para la conducción interna de China ha quedado en pie y a sus lugartenientes y partidarios se les ruega que reasuman puestos en el aparato administrativo y en los centros de planifícación y organización. Sus palabras de 1962. previas al comienzo de las Campañas de Rectificación, prolegómeno de la Revolución Cultural adquieren hoy particular vigencia: "Ha llegado el momento —dijo— en que comprendamos que la educación política de nuestro pueblo ya es un hecho y que a partir de ahora debemos dedicar nuestra potencia al perfeccionamiento técnico y profesional de nuestros hombres".
China no puede escapar a su destino de gran potencia que le exige, para satisfacer sus necesidades, un amargo equilibrio entre los deseos de purificación ideológica y moral y las concretas obligaciones de mantenerse en la linea de los avances tecnológicos, organizar la economía de un país-continente y satisfacer sus ansias de intercambio y conquista de nuevos mercados. China se halla madura para emprender otra etapa en su vida interna e internacional, pero no hay que olvidar, cuando se hacen conjeturas sobre la magnitud del cambio y el rumbo probable que adoptará, que toda política resulta, vista a través de sus ojos, una defensa necesaria, pudiendo los factores actuales y futuros moderar, sin modificar totalmente sus objetivos últimos, la atmósfera de combativa exaltación que ahora trasmite. Entre estos factores es necesario destacar a los nueyos ^líderes supremos" el .delfín oficial, Lin Piao y el poder en las sombras, Chou En-Iai, hombres que pueden eliminar —al morir Mao— los vestigios molestos de la revolución cultural, imprimiendo un nuevo rumbo a la política china. Por último, al considerar el futuro de la revolución y su significado para la conducta china ante el mundo, es necesario tener en cuenta una frase reveladora de Mao, que proyectando su mirada hacia el futuro, en el tono de las confesiones últimas de los grandes hombres, expresa su inquietud e impotencia, ante lo que vendrá, sin renunciar al intento de plasmarlo a su manera: "El mundo cambia tan rápidamente que quizás dentro de mil años, tal vez solamente en el plazo de pocas generaciones, el comunismo ya no exista ni tenga sentido y nuestros intentos de hoy muevan a risa o no sean en absoluto comprendidos".

Visión desde la muralla

Japón antes y durante la segunda guerra mundial, EE. UU. a partir de 1949 con la incorporación de la URSS al finalizar la década del cincuenta, forman el cuadro de sucesivos antagonistas que representa los males del imperialismo ante los ojos de los comunistas chinos. Mao y los restantes teóricos del partido, establecieron la existencia de contradicciones principales y secundarias en la política mundial. Las primeras y más importantes, eran las que enfrentaban a las fuerzas de EE.UU. con el Tercer Mundo, determinando que China se dedicara en su defensa a la lucha contra el imperialismo estadounidense cuando éste reemplaza al japonés en el teatro asiático. El segundo tipo de contradicciones, que a diferencia de las anteriores pueden resolverse evitando la lucha armada, corresponde a las existentes entre sistemas políticos distintos; por ejemplo, un régimen burgués y uno marxista - leninista. El uso armónico de estas contradicciones le permitió a los chinos intentar la estructuración de un frente antiimperialista mundial. Su objetivo inmediato era lograr una retirada de EE.UU. que diera seguridad a las fronteras chinas. Lo que se deseaba obtener a largo plazo era un debilitamiento de EE.UU. que favoreciera su declinación como potencia mundial.
Los intentos de apoderarse de Matsu y Taiwan y la guerra de Corea, resultaron obligaciones ineludibles para quienes intentaban reunificar el territorio y asegurar la existencia de un cinturón de paises alrededor de China libres de la ocupación e influencia estadounidenses, que hicieran las veces de un escudo protector. Las acciones emprendidas por China y EE.UU. durante la década del cincuenta establecieron los respectivos limites de influencia y sus mutuas limitaciones,
China no podía enfrentar el poder naval estadounidense, pero EE.UU. a su vez se hallaba inhibida de internarse en el continente; aun quedaba en juego sin embargo, la pieza clave del tablero: el destino del sudeste asiático.
Mientras China daba sus primeros pasos hacia la obtención de un armamento nuclear se producía el acercamiento ruso-norteamericano y entraba en crisis el conflicto sino-soviético. Vietnam significa un nuevo enfrentamiento entre China, y EE.UU., esta vez, en un contexto diferente al de Corea, con una Unión Soviética que deja hacer y ayuda indirectamente a su socio y antagonista.
La relación de fuerzas no permite una apertura favorable para China, que, una vez más, da pruebas de su prudencia política y militar al evitar toda confrontación directa, limitando su agresión a la palabra. El crecimiento de China como potencia se realiza en un medio caracterizado por el constante

acercamiento entre EE.UU. y la URSS, conscientes

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Mao y la vieja guardia
China inicia el camino hacia occidente

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Chou En-Lai y la mujer de Mao
La cautela y el fervor revolucionario

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Ocaso de las guardias rojas y la revolución cultural

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Liu Shao-chi una China moderada

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Mao joven: ya era mito

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Un solo pensamiento: el de Mao

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Fulbright: el apoyo norteamericano

del surgimiento de una tercera potencia mundial que evidentemente constituiría el factor de desequilibrio entre los dos superpoderes. La adolescencia nuclear china va acompañada de cierta madurez política. Ingresar en el club de los supergrandes significa quedar sometida a reglas de juego distintas, donde la agresión abierta se minimiza y surge obligatoriamente cierta necesidad de cooperación o, al menos, de no interferencia. El ingreso que ahora se está realizando no cuenta con la buena voluntad de los socios, se produce contra su voluntad, por el propio peso político del candidato. China es consciente de esta situación triangular y se apresta a. ejecutar un juego propio, en el cual le corresponde el papel de estrella, odiada, pero necesariamente cortejada.
Si los objetivos de la política exterior china comprenden, además de la preservación de la seguridad nacional, la liberación de territorios, la creación de un área de influencia asiática y la adquisición de un status de gran potencia que le permita una participación activa, en las decisiones de todos los asuntos mundiales de primera importancia, la actual coyuntura internacional ofrece condiciones favorables para la iniciación de sondeos políticos de carácter global que conduzcan a mediano plazo a la obtención de algunos de esos objetivos. En primera línea figuran los intereses chinos en Asia, amenazados por la maniobra envolvente de EE.UU. y de la URSS. Mientras EE.UU. mantenía atenta guardia en las bases insulares sobre el arco del litoral marítimo chino y efectuaba su escalada en Vietnam, la URSS comenzaba un avance hacia el subcontinente indio, estableciendo posiciones navales en sus puertos y preparándose para llenar el vacio que provocará la retirada inglesa del Asia sudoriental. Un período pos-vienamita augura mejores y más estrechos entendimientos entre EE.UU. y la URSS que redundarán inevitablemente en perjuicio de los intereses chinos a nivel regional y global. La entente soviético-estadounidense amenaza con dejar a China puertas afuera de las discusiones de paz de París, lo cual falicitaria una acción estadounidense en el sudeste asiático que contará con cierto neutral apoyo de la URSS. Se impone, por lo tanto, hacer rápidamente frente a esta posibilidad; la reiniciación de las conversaciones bilaterales con EE.UU. a partir del 20 de febrero y la invitación a firmar un compromiso de coexistencia pacífica con este país, conitituyen una inteligente respuesta china al peligro de quedar soslayada, que le permite, a la vez, introducirse como una cuña entre EE.UU. y la URSS. Del balancín de dos puntas se ha pasado al triángulo; la situación mundial se presta para ello.
Ni la URSS ni EE.UU. podrán eri el futuro prescindir de China. Mientras convulsiones internas agitan los pasillos del Kremlin, Moscú se lamenta de la nueva política china hacia EE.UU. en la que adivina mayores dificultades para las deterioradas relaciones sino-soviéticas. "Pekín coquetea con Washington, con la evidente intención de impedir relaciones más estrechas entre Estados Unidos y la Unión Soviética, afirman los órganos oficiales de opinión. Al otro lado de la cortina de bambú, los ataques contra el "revisionismo soviético" superan por su importancia las habituales criticas al imperialismo norteamericano.

Brechas en el cerco

En EE.UU., la opinión de un grupo de expertos en asuntos asiáticos que pregonara en el desierto durante la administración de Johnson, observa esperanzado las tímidas declaraciones de Nixon que, a partir de una rotunda negativa inicial, se aproximan lentamente a una expectativa flexible. La entrada de Kissinger en el equipo presidencial favorece las aspiraciones de William Fulbright, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, del senador Edward Kennedy, de los especialislas Fairbank, Reischauer y de muchos otros que propician el levantamiento del cerco estadounidense a China, su ingreso a las Naciones Unidas y el establecimiento de relaciones basadas no en la fuerza que otorga la superioridad militar sino en el reconocimiento de que algunas de las aspiraciones chinas son legítimas y que el resultado final será un modus vivendi favorable a los intereses de EE.UU.
Además, el problema de las relaciones sino-norteamericanas se trasmtie al ámbito de los aliados; Japón, Canadá. Australia, Francia e Inglaterra, estrechan sus relaciones con China Popular obedeciendo a intereses económicos y político; Italia, Canadá y Japón plantean abiertamente la necesidad de establecer relaciones diplomáticas formales. Si el mantenimiento del veto a China le puede deparar tropiezos a EE.UU. con sus aliados de la NATO, los ya existentes con el Japón en virtud de la política asiática de EE.UU. y de su actitud antichina amenazan con crecer indefinidamente. Sato, premier de un gobierno japonés conservador, no titubea en expresar su apoyo al ingreso de China Popular en la ONU mientras maniobra delicadamente para lograi un mayor acercamiento. Japón crece como potencia. aprestándose a asumir el papel de poderoso mediador en Asia. Sus intereses exigen excelentes relaciones con China aún a cambio de un replanteo de su posición vital para el esquema defensivo estadounidense, que perturba el panorama político japonés. La suma de estas presiones resulta en último término favorable a China Popular al condicionar parcialmente las respuestas posibles de EE.UU.

El Imperio y los bárbaros

Desde la época de su unificación y expansión ocurridas en los primeros siglos de nuestra era, el imperio chino debió luchar contra las tribus bárbaras del Asia central. Una gimnasia militar y diplomática de cientos de años desarrolló una estrategia que dio brillantes resultados, preservando durante mucho tiempo las fronteras del imperio. "Haced que los bárbaros luchen contra los bárbaros", dice una antigua enseñanza militar china. La aplicación de este principio casi pone en guerra entre si a las potencias coloniales que se disputaban el mercado chino al comenzar nuestro siglo; su reactualización puede constituir la clave de la nueva fase de la diplomacia china. Otorgando favores; y creando recelos China Popular puede asegurar tácticamente la preservación de sus objetivos mientras continúa su crecimiento y equipara con las grandes su potencia nuclear. Los enemigos de ayer pueden convertirse en los amigos de hoy y en los antagonistas de un mañana, donde la obtención de un aproximado equilibrio nuclear imponga la delicadeza


Resposta  Mensagem 4 de 5 no assunto 
De: Ruben1919 Enviado: 24/05/2012 23:00
La invasión de las marcas chinas
« en: 14 Mayo 2012, 02:52 »
 

De todos es sabido que muchos de los productos de consumo que compramos —ropa, zapatos, ordenadores...— vienen de China, y que ese país ha levantado una plataforma industrial capaz de producir lo que sea. Menos gente sabe que China ha dejado de ser solo eso y que ahora está desplegando sus propias marcas: teléfonos móviles Huawei o ZTE, televisores o lavadoras Haier, ordenadores y tabletas Think o Medion, ropa deportiva Li Ning o motos Lifan. Además de los automóviles Chery, en expansión en Latinoamérica, o la cerveza Tsingtao, muy popular en Estados Unidos y en el norte de Europa.

Y muchos desconocen que todas esas marcas son chinas, algo que se debe en parte a que las propias empresas no han mostrado mucho interés en divulgar su procedencia. Si bien la industria china está ya más avanzada en muchos aspectos que la occidental, en Occidente persiste la idea de China como un país de imitadores. Justo lo que se pensaba de Japón en los años setenta, y de Corea en los noventa. Esa opinión, advierte Pedro Conesa, director de Interchina, una consultora para el mercado chino, “no tiene razón de ser, al menos para las grandes marcas, que han conseguido niveles de calidad e innovación como los occidentales”.

Algunas de estas empresas no solo están sacando productos de última generación, sino que han desbancado a las occidentales del pódium. Según Jordi Luna, product manager de MDV, ello se debe “a que los chinos dedican mucho esfuerzo al I+D, miman sus procesos y tienen ya un gran nivel tecnológico”. Sería el caso de Huawei, a la que le ha bastado una década para ser la primera del mundo en equipos de telecomunicaciones fijas (por delante de Alcatel) y para móviles (por delante de Ericsson) y la tercera en infraestructuras de Internet. Fundada hace dos décadas por un exoficial del ejército, tiene como clientes a 45 de las 50 primeras operadoras, da servicio a más de mil millones de personas y factura 32.400 millones de dólares (el 75% en el exterior), cuatro veces la cifra de 2006. “En Europa ya vendemos más que en China”, dice un portavoz.

Presente en España desde 2000, Huawei tiene 930 empleados en seis oficinas, un centro de asistencia técnica en Málaga y un Network Operation Center, que da servicio a Jazztel y ONO. El año pasado, prosigue el portavoz, “contratamos a 300 nuevos trabajadores en España”, una avalancha provocada por su entrada en los servicios a empresas y los productos de consumo, teléfonos inteligentes y tabletas. Otras empresas chinas, como Lenovo, Meizu y ZTE, están vendiendo estos mismos productos. Meizu, un fabricante de MP4 que recientemente amplió a los teléfonos inteligentes, sorprendió recientemente al mercado español con su Meizu MX, que fue calificado de “insuperable” por algún experto.

A Lenovo, que compró el negocio de ordenadores personales de IBM en 2004, le han bastado ocho años para subirse al segundo puesto mundial (un 14% de cuota de mercado) y se espera que este año supere al líder, HP. Con 26.000 trabajadores y 21.600 millones de cifra de negocio y plantas en China, India, México y EE UU, la empresa, dueña de la marca Think (ordenadores para empresas), se ha adentrado en los mercados de consumo y de la movilidad. Para el área de consumo, explica Isla Ramos, responsable de España y directora mundial de Negocio, “compramos Medion y estamos lanzando nuevas líneas”. Tras los teléfonos inteligentes, en julio del año pasado presentó su primera familia de tabletas.

Haier, fundada en 1984 a partir de un pequeño taller, y ahora con 80.000 empleados y ventas de 18.000 millones de dólares, es el mayor fabricante de electrodomésticos del mundo. Con productos innovadores (tiene más de 10.000 patentes) como su gama de televisores 3D o la primera lavadora antibacterial, pretende “liderar las tendencias en productos para el hogar”. La empresa tiene su sede europea en Francia, centros de I+D en Alemania y una fábrica en Italia.

También Midea, otra de las grandes del electrodoméstico y una de las líderes en aire acondicionado, está en España. Fundada en 1968 para fabricar tapones de plástico. Con 150.000 trabajadores y plantas en Vietnam, Bielorrusia y Egipto, facturó 22.200 millones de dólares. Otra con presencia española es Gree Electric Aplliances, con sede en Barcelona.

Cada día llegan más. Europa viene a ser la última escala de un viaje: tras hacerse fuertes en China y ensayar su expansión en Asia, África y Latinoamérica, se adentran en los mercados más exigentes. Ahora asistimos a una segunda oleada de empresas de moda, alimentación o motos. Ya es el líder de ropa deportiva Li Ning, cuyos directivos no ocultan que van a por Nike y Adidas. La marca de moda JNBY ha abierto sendas tiendas en Marbella y Barcelona.

Las cerveceras hacen sus escarceos: Tsingtao podría llegar con fuerza. Y si busca, se encontrará con motos chinas. Las Lifan, de pequeña cilindrada, se están vendiendo bien. Solo falta que lleguen las del automóvil.

Escasa notoriedad

El problema de las marcas chinas es que aún tienen que ganar notoriedad. El valor total de las 14 primeras, según Interbrand, no supera los 13.400 millones de euros, la cuarta parte de Coca-Cola. Esto porque, dice Conesa, “además de que los chinos no han destacado como expertos de marketing, tenían un mercado interno desmesurado”. Pero la situación está cambiando. “Vamos a ver una gran expansión de marcas chinas en el exterior”, dice Isla Ramos, de Lenovo. “El obstáculo de imagen se está superando”.

El Estado chino también ha decidido dar un empujón a las marcas. Hace tres años, el primer ministro Wen Jiabao pidió la creación de compañías capaces de desarrollar marcas globales. La idea es que, si no se crean marcas con valor añadido, será difícil mantener tasas de crecimiento del PIB del 7%.

Jordi Belil, experto en branding, duda que lo consigan, y afirma que “las marcas van vinculadas a la marca país y los valores que China expresa no son positivos”. Pero las empresas chinas están utilizando todos los medios. Para suplir sus insuficiencias en marketing, canales de venta o cuotas de mercado están comprando empresas que les aporten lo que les falta. Lenovo compró la división de PC de IBM y Medion, Geely adquirió Volvo, Huawei se hizo con el control de Symantec, Midea se unió a Carrier y Haier adquirió activos de Sanyo.

También están reforzando sus iniciativas de marketing. Huawei llegó a un acuerdo con el Atlético de Madrid para que sus jugadores lucieran su logo. Y Li Ning patrocina a la selección española de baloncesto y ha venido vistiendo a equipos de la liga de fútbol como el Español, el Celta o el Sevilla. La verdad es que las empresas chinas tienen casi todo lo necesario para vencer, un mercado nacional enorme y una dimensión que las ha alzado a los primeros puestos de los rankings. De momento, 61 de sus empresas están ya en las 500 de Fortune, Alemania solo tiene 34. No cabe esperar de ellas otra cosa que la conquista de los mercados mundiales.

FUENTE :http://economia.elpais.com/economia/2012/05/11/actualidad/1336750398_469285.html

Resposta  Mensagem 5 de 5 no assunto 
De: Ruben1919 Enviado: 24/05/2012 23:07
Incluso defensores del capitalismo reconocen el avance incontenible de la economía china .- Veamos  el siguiente mensaje ...:
 

El Mercado Chino De Automoviles En Latinoamerica

 
Posteado: 26/01/2012 | Vistas: 19 |
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Resumen

El Análisis Fundamental nos dice lo que debería hacer el mercado, en base a las expectativas de resultados. El Análisis Técnico nos dice lo que el mercado está haciendo, y hacia donde se dirigen los gráficos. Ed Downs

La visión de China para adentrarse en nuevos mercados es proactiva, puesto no pierden las oportunidades que se le presentan, mas cuando hay un descalabro económico fuerte a nivel mundial , especialmente de los Estados Unidos y Europa, crisis, que los ha afectado significativamente , aspecto que China ha sabido aprovechar .

A ello se agrega, su capacidad productiva, como las nuevas aperturas económicas que se le han presentado en Latinoamérica, como el caso de Venezuela, en donde el gobierno de Hugo Chávez se ha comprometido con China en diferentes rublos, como en préstamos de dinero, que hacen que China se adentre en este Continente a pesar de la distancia.

Palabras claves

Mercados, automóviles, oportunidades, penetración

Anotaciones, consideraciones, alcance

Al respecto del tema que nos adentramos, expone en un escrito sobre el , Universia Knowledge Wharton en su ultimo boletín, que los fabricantes chinos, que vendieron cerca de 18 millones de coches en China en 2011, miran cada vez más hacia los mercados emergentes para que sirvan de punta de lanza de su ofensiva a largo plazo para alzarse con los primeros puestos del ranking mundial del sector y, quien sabe, si conquistar la preferencia de los conductores americanos y europeos en las próximas décadas. Por muchas razones América Latina está convirtiéndose en el territorio favorito de esa estrategia global, entre ellas el aumento de la renta per cápita y las condiciones de mercado bastante semejantes a las de China.

Nos agrega la fuente de información señalada, que no es ningún secreto, y mucho menos para los chinos, que el hemisferio sur es un lugar lucrativo para quien fabrica y vende coches. Jaime Ardilla, presidente de GM para América del Sur, elogia desde hace mucho tiempo las operaciones latinoamericanas del fabricante estadounidense que son la joya de la corona de la empresa en lo referente a retornos sobre las inversiones hechas y crecimiento.

Relevante es la información que se da cuando se indica, que según la empresa de servicios de consultoría AT Kearney, los fabricantes chinos exportaron medio millón de coches a todo el mundo en 2011, y deberían incrementar esa cifra hasta alcanzar los dos millones en 2015 y los tres millones en 2020. El destino cada vez más frecuente de esas exportaciones es América Latina, donde el total de unidades vendidas en países como Brasil, Colombia, Perú y Argentina creció de forma acentuada en los últimos años. Aunque los modelos chinos sean raros en América del Norte, cerca de 16 marcas, entre ellas Chery, Foton, Great Wall, Geely y Yangtze se venden hoy en día en Colombia y el doble de ese número en Perú.

Desde luego, considerando los ingresos percapita de los Latinoamericanos en cada país, muchos no tienen acceso a la compra de carros que este mas allá de sus posibilidades, especialmente los americanos y europeos, por su valor, aspecto que los chinos sabe y es una de sus estrategias mas fuerte para compenetrarse en estos mercados, con un precio bajo.

Por tanto, como lo comenta la fuente citada, cabe la pregunta ¿Por qué los coches chinos son bastante más baratos? En parte, a causa de los costes más bajos de mano de obra. La mayoría de los trabajadores del sector gana entre US$ 300 y US$ 400 al mes en comparación, por ejemplo, con el trabajador mexicano, que recibe al mes entre US$ 2.000 y US$ 3.000. En EEUU, un trabajador de la línea de montaje del sector del automóvil gana, de media, de US$ 5.000 a US$ 7.000 al mes.

Jian Sun, socio de la empresa de servicios de consultoría AT Kearney en Shanghái, añade otra ventaja de coste importante de que disfrutan los chinos: la ingeniería inversa que practican en los coches americanos, europeos y japoneses, lo que alivia de forma significativa los costes de proyectar por cuenta propia nuevos modelos a partir de cero.

Sea cual sea el motivo, el hecho es por ejemplo, que el consumidor colombiano está comprando cada vez más coches chinos. Oliverio García, presidente de Andemos, la asociación nacional de concesionarios de automóviles, en Bogotá, observa que los fabricantes chinos tienen hoy en día un 5% de cuota de mercado en Colombia, que es muy sensible a los precios. Hace seis años, ese porcentaje era del 0%, y está aumentando. "En Colombia se pagan impuestos altos por los coches importados, por lo tanto el coche que llega aquí con coste de producción bajo saldrá ganando en el precio", dice. "Los chinos están ante una gran oportunidad aquí".

En Perú, los autos importados chinos representaron el 15% de las nuevas unidades vendidas en 2011, frente a un 12% en 2010 y prácticamente cero hace seis años, dice un ejecutivo del concesionario Plaza Motors de Lima.

Otro aspecto sumamente interesante a tomarse en cuenta es lo que destaca la fuente citada, que los analistas señalan diversos factores que explican el rápido avance chino. En primer lugar, la marea del crecimiento económico está subiendo más deprisa en América Latina que en la mayor parte de los mercados, impulsando el consumo en todas las áreas, desde productos de línea blanca al turismo y la vivienda. El boom en las ventas internacionales de mineral de hierro, soja, jugo de naranja, café, madera, además de otros recursos naturales y productos agrícolas latinoamericanos hará que la economía de la región crezca a una tasa proyectada del 4,5% en 2011, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU (Cepal). Eso es cerca de tres veces la tasa de crecimiento proyectada de EEUU. No se trata de un golpe de suerte. La prosperidad de la región ha hecho que un 30% de la población entre a formar parte de la clase media, frente a un 20% hace diez años, añade Augusto de la Torre, economista jefe del Banco Mundial para América Latina.

Por su puesto se expone, que la oferta de crédito es otro factor. Aunque algunos países, como Brasil y Chile, hayan restringido el crédito en los últimos meses para intentar controlar la inflación, la concesión de préstamos para la adquisición de vehículos en el transcurso de la última década se volvió, en general, mucho más accesible en América Latina. Son comunes los préstamos de siete años para la adquisición de vehículos a tasas de interés de un sólo dígito, lo que hace los pagos más aceptables que hace una década, cuando los préstamos tenían que ser pagados en dos o tres años.

El crédito se ha vuelto más accesible hoy en día debido a la mayor estabilidad y solidez de la industria de servicios financieros de la región. Además, gran parte de los países, con excepción evidente de Venezuela y de Argentina, domó el monstruo de la inflación que antes colocaba en situación de riesgo a los mercados de crédito de América Latina y hacía que los acreedores fueran reticentes a aumentar los plazos de pagos.

La convergencia de esos factores contribuyó al rápido crecimiento del mercado latinoamericano de coches, y a las expectativas de que el boom dure. En 2010, por ejemplo, la venta de coches en Colombia creció un 25% respecto a 2009, sumando la venta de 300.000 nuevos vehículos ligeros, pudiendo aumentar ese porcentaje un 25% más en 2011. Brian Irwin, socio de AT Kearney de EEUU en Dallas, prevé una media anual fuerte y elevada de crecimiento del 11% en las ventas de coches en Colombia hasta 2023. En Brasil, las ventas se situaron en torno a tres millones de unidades en 2010, y deberían seguir creciendo en torno a un 6% en el transcurso de la próxima década.

Por ultimo, considérese como lo comenta Universia Knowledge Wharton, las elevadas tarifas de importación están animando a los chinos a construir fábricas en América Latina para evitar impuestos y situarse más cerca del consumidor final. En octubre, el fabricante JAC anunció un acuerdo con su socio brasileño para la construcción de una fábrica de US$ 500 millones en el Estado de Bahia, cuya producción comenzará en 2014. Antes, Chery había anunciado que construiría una fábrica a 160 Km. al norte de São Paulo que prevé inaugurar en 2013 y que vendrá a sumarse a otra que ya posee en Uruguay. Mientras, Great Wall está instalando una fábrica en Venezuela, otro país con tarifas de importación elevadas. Las inversiones chinas en fábricas son sólo una faceta de las inversiones cada vez mayores del país en América Latina. Según la Cepal, las inversiones directas chinas en la región eran de US$ 22.700 millones en 2011, lo que representa un incremento del 49% respecto a 2010. (Más del 90% de ese capital está siendo dirigido al sector minero y otros recursos naturales, destinándose el resto a fábricas y otros tipos de instalaciones).

Conclusiones

Es un hecho cierto, que cada vez mas se incrementa el potencial de China en saber aprovechar las oportunidades, especialmente en mercados emergentes, y adentrarse en la conquista de ellos, en donde algunos le sirven de experiencia piloto para adentrase con mas seguridad a competir en otros ya consolidados que requieren de mas consistencia en la características de los productos a ofrecer como los Estados Unidos y Europa. Lo cierto, que saben aprovechar las oportunidades y debilidades de sus competidores. Hacia donde va China es la pregunta que nos hacemos….

*Fuente de información debidamente señalada

Docente de postgrado de Faces ,Programa gerencia dela calidad y productividad, catedra de mercadotecnia



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