En las pistas de Roland Garros, vendas, dolores y operaciones en la memoria. Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer dominan el circuito sin tener la enfermería como referencia. Aunque el español sufre frecuentemente de las rodillas y el suizo de la espalda, sus carreras no han quedado marcadas por el quirófano. Pese a los dolores puntuales, especialmente en el caso del mallorquín, que llegó a renunciar a un Wimbledon, la consistencia es la nota común en la carrera de los tres rivales, que superan ampliamente los 60 partidos todos los años. Eso, en el siglo XXI, es absolutamente excepcional. Basta con repasar el historial de los cuatro tenistas en activo que han ganado un grande sin llamarse Djokovic, Nadal o Federer. Víctimas de la exigencia física de su deporte y de los constantes cambios de superficie, veneno para las articulaciones, sus biografías están llenas de padecimientos, bajas prolongadísimas, médicos e infiltraciones.
Juan Martín del Potro (Abierto de Estados Unidos 2009). Bajo el calor de la mañana parisina, el argentino apareció con una aparatosa venda azul en su rodilla izquierda y luego fue tratado por el fisioterapeuta. Sufriente en su victoria sobre Montañés (6-2, 6-7, 6-2 y 6-1), Delpo, que parecía destinado al número uno en 2010, nunca ha recuperado la movilidad que hizo de él un martirio: corría y defendía como un tipo de 1,80m, pegaba como un gigante de 2 metros. El de Tandil, de 23 años, llegó a ser el número 484 mundial y estuvo casi un año apartado de las pistas por una lesión de muñeca. A su vuelta, el ex número cuatro ha vuelto a instalarse entre los mejores, porque le sobran tiros y espíritu competitivo, pero siempre ha vivido pendiente de sus músculos: hombro, adductores, tobillo… Cuesta afinar de nuevo la armadura de un gigante. “Tuve muy mal año”, dijo sobre su 2010. “Durante tres o cuatro meses, nadie supo qué pasaba con mi muñeca. Eso fue malo para mi cabeza. Me quedé en silencio. Fui paso a paso hasta volver a jugar”.
Andy Roddick (Abierto de Estados Unidos 2003). En 2011, el estadounidense abandonó el top-10 por primera vez desde 2002. En 2012 solo ha jugado 16 partidos, suficientes para eliminar a Federer en Miami. De pesada armadura, a los 29 años sufre para recuperar la forma: se retiró del Abierto de Australia con una lesión en los adductores y encadena problemas musculares desde entonces. “Uno se siente terrible y miserable cuando le pasa algo así”, dijo en Melbourne. Pocos han sufrido como él la dictadura de Federer: el suizo domina 21-3 sus enfrentamientos con el estadounidense, al que ha tumbado en tres finales de Wimbledon (video) y una del Abierto de Estados Unidos.
Juan Carlos Ferrero (Roland Garros 2003). El español vive encerrado en una pesadilla. A su debut en París (6-1, 6-4 y 6-3 al francés Dasnieres de Veigy), donde se le reservó la pista Suzanne Lenglen, segunda en importancia, llegó con solo 12 partidos en 2012. En 2011 disputó 31. Se ha operado de una muñeca y una rodilla. Ha pensado en hacer lo mismo con la cadera. Ha tenido uno y mil problemas: varicela, accidentes jugando al vóley playa… “Un calvario”, que resume Antonio Martínez Cascales, su mentor. Pocos números uno tienen una biografía tan accidentada, pocos se han planteado tantas veces y tan pronto la retirada, y pocos, a su vuelta a las pistas, encadenan con tanta rapidez victorias de prestigio, lo que le convence rápidamente para no tirar la toalla. Un ejemplo: en 2011, con solo cinco partidos en las piernas, el valenciano fue capaz de ganar en Stuttgart.
Lleyton Hewitt (Abierto de Estados Unidos 2001 y Wimbledon 2002). El australiano, de 31 años, fue el tenista más joven en encaramarse al trono del tenis: conquistó el número uno mundial con 20 años, 8 meses y 26 días. En 2008 y 2010 se operó la cadera. En 2011, el pie izquierdo. Múltiples dolores afectaron a sus articulaciones durante su carrera, la herencia de su fogoso estilo de juego. “Juego por los grandes”, explica cuando le preguntan por qué sigue esforzándose en volver a las pistas. “En 2008 jugué con muchísimo dolor en la cadera… pero aprendí a bloquearlo en mi cabeza”.