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General: Otro desmovilizado testifica que paramilitres financiaron reelección de URIBE .
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 28/05/2012 14:28 |
Otro desmovilizado testifica que paramilitares financiaron reelección de Uribe
NACIÓNEn una entrevista concedida al Canal Capital, Duarte hizo esta afirmación que se suma al testimonio del antiguo mando paramilitar Salvatore Mancuso, quien el pasado 11 de mayo confesó haber contribuido económicamente a la campaña.
Domingo 27 Mayo 2012
El paramilitar desmovilizado Libardo Duarte, alias 'Bam-Bam' o 'Mono Maicol', ratificó el domingo que las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) financiaron y apoyaron la reelección del expresidente Álvaro Uribe para el periodo 2006-2010.
'Bam-Bam' dijo que quienes llegaban a "vender el trabajo político de Uribe para la Presidencia" eran hombres de su confianza, como los legisladores encarcelados por vínculos con el paramilitarismo Álvaro García y Eric Morris, así como su primo Mario Uribe, quien fue presidente del Legislativo y también está en prisión.
Además, dijo que no sólo Mancuso financió la campaña, sino que "fueron muchos comandantes de bloques de Autodefensas que dieron dinero para subir a la Presidencia a Uribe".
Uribe fue reelegido en 2006 en virtud de una enmienda a la Constitución, con el respaldo de la coalición mayoritaria oficialista en el Congreso, ya que anteriormente prohibía a cualquier jefe de Estado concurrir a un segundo mandato.
El desmovilizado se acogió el 12 de junio de 2008 al marco jurídico Justicia y Paz, que otorgaba beneficios en las penas a cambio de la entrega de las armas y la entrega de información.
En la entrevista, Duarte recordó que los paramilitares del Bloque Metro entraban y salían de la hacienda de Uribe en el departamento de Córdoba.
"Nosotros llegábamos al Ubérrimo como si fuera la casa de nosotros", comentó, y señaló que un empleado de la finca del expresidente que denunció "las gestiones" que allí se hacían está hoy encarcelado.
"Como nosotros, los delincuentes de la Autodefensa sabemos, la capacidad del señor presidente Álvaro Uribe para hacer cosas, y como uno sabe quién es él, pues uno se detiene", denunció.
Duarte, que es testigo de la Fiscalía en varios casos relacionados con el paramilitarismo, reveló que hasta ahora le han matado "varios familiares" y le han "intentado hacer cosas dentro de la cárcel por decir la verdad".
Sin embargo, se mostró firme al afirmar: "hay algo con lo que no se puede luchar, que es la verdad y la razón, y la verdad y la razón siempre salen a relucir".
'Bam-Bam' ya ha implicado a varios militares con facciones de las AUC, entre ellos el excomandante del Ejército y exembajador en República Dominicana Mario, Montoya.
Bajo el paraguas de Justicia y Paz, las AUC se disolvieron a mediados de 2006 después de que unos 31.000 paramilitares entregaran las armas.
EFE
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La Haya investigará el escándalo de las ejecuciones extrajudiciales en Colombia
Una ONG lleva a la Corte Internacional los 3.345 'falsos positivos' perpetrados entre 2002 y 2008
La Federación Internacional de Derechos Humanos ha pedido a la Corte Penal Internacional (CPI) que investigue los crímenes contra la humanidad cometidos en Colombia entre 2002 y 2008. En especial, se señala el fenómeno de los “falsos positivos”, las ejecuciones extrajudiciales, que durante dicho periodo, costaron la vida a 3.345 civiles, según cifras de Naciones Unidas. En su mayoría jóvenes y varones, fueron asesinados en el marco del conflicto armado colombiano que enfrenta a la guerrilla -las FARC- con el Ejército y grupos paramilitares. Las víctimas fueron falsamente identificadas como guerrilleros muertos en combate y presentadas como tales a la opinión pública. La Federación sostiene que el crimen derivó de la exigencia impuesta a las Fuerzas Armadas de mostrar logros concretos en la lucha contra la insurgencia. “Dado que los mayores responsables de las matanzas no son perseguidos a domicilio”, señala el informe de la organización, recién presentado en Holanda, “el caso sería plenamente admisible por la CPI”.
Los falsos positivos se convirtieron en un escándalo internacional en 2008. En agosto de ese año, un grupo de madres del municipio de Soacha (parte de la conurbación de Bogotá) se unieron para buscar a 16 de sus hijos. Los jóvenes habían desaparecido en circunstancias extrañas. Un año después, sus cuerpos aparecieron en una fosa común en Ocaña, al noreste del país, en la región andina. El Ejército los identificó como delincuentes, paramilitares y guerrilleros. El rechazo ciudadano ante el fraude fue inmediato, y partir de entonces, familias de todo el país denunciaron sucesos similares. Según la Federación, “la práctica adquirió carácter sistemático”. “Hay una relación directa entre las ejecuciones y las políticas del Gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez a partir de 2002. Había un sistema de incentivos y recompensas, y la presión por generar resultados positivos, en el combate contra los grupos insurgentes”.
El informe, presentado en el nuevo Instituto de Justicia Global, con sede en La Haya, añade que los falsos positivos se convirtieron en un negocio apoyado por los altos mandos del Ejército. Sus miembros, de otro lado, obtenían beneficios. Por ello, y porque investigaciones y juicios “se realizan en Colombia de manera aislada evitando tratar el fenómeno como crimen de lesa humanidad”, la Federación pide a la CPI que intervenga.
Para su fiscal saliente, el argentino Luis Moreno Ocampo, la situación no es nueva. En 2005 ya recabó información sobre la conducta de jefes paramilitares y guerrilleros colombianos, además de la Fuerza Pública. Su sucesora, la jurista gambiana Fatou Bensouda, confirmó en 2009 que el país figuraba en sus archivos “en fase preliminar de estudio”. Es decir, no se ha abierto una investigación oficial, pero la actuación de la justicia nacional es seguida de cerca para ver si persigue a los culpables de los crímenes. Si bien la fiscalía de la CPI reconoce que las instituciones colombianas son fuertes, el temor es que no se avance. Que siga habiendo un desfase entre el grado de violencia y la impunidad registradas en el país. El Gobierno colombiano, sin embargo, no solo asegura que los tribunales están capacitados para llevar estos casos. Bogotá recuerda que reconoce la competencia de la CPI en su lucha contra el genocidio y los crímenes de guerra y contra la humanidad, pero no se trata de un Estado fallido necesitado de intervenciones externas.
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