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General: Roland Garros hoy : el partido que altera la historia
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De: Ruben1919 (Mensagem original) |
Enviado: 10/06/2012 12:20 |
Una final de récord
El partido que altera la historia
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Nadal, ante la opción de levantar por séptima vez la Copa de los Mosqueteros
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Djokovic aspira a los cuatro grandes seguidos
Joan Solsona. París 10/06/12 - 13:18.
Los jugadores, técnicos y aficionados que siguen desde hace años el circuito profesional, coinciden en indicar que la final de Wimbledon 2008, entre Rafael Nadal y Roger Federer, que acabó con victoria del primero -rompió la sequía española en la hierba londinense, que databa de la época de Manolo Santana- es el mejor partido de tenis de la historia.
Existe ese convencimiento generalizado por todo lo que incluyó: tres parones por la lluvia, sobredosis de emoción, de buen juego, de vaivenes en el marcador y un desenlace con suspense porque ninguno de los dos veía la pelota cuando Nadal consiguió el punto final.
El último duelo de Roland Garros, a partir de las 15.00 horas de esta tarde si la lluvia lo permite, y otra vez con Rafa de protagonista, reúne, si cabe, más alicientes que los habidos hace cuatro años entre las cuatro paredes teñidas de verde del All England Club.
Para empezar, el rival del manacorí es Djokovic. Luego, vuelven a enfrentarse el último domingo los dos grandes favoritos, algo que no se daba desde 2008, y además es su verdugo en siete finales seguidas entre Indian Wells 2011 y Australia 2012. Tres de ellas, del Grand Slam. El serbio le quitó más a Nadal en 10 meses que Federer en toda su carrera. Es la decimoquinta final entre ambos, con máxima igualdad: empate a siete.
Perder tantas veces contra un mismo tenista no es fruto de la casualidad. Por eso la sexta corona del español en la pasada edición de París vino condicionada por la derrota, dos días antes, de Nole en las semifinales con el suizo. "Claro que afrontamos el partido de manera diferente después de haber ganado en Montecarlo y Roma", explica el tío Toni. Toda la desconfianza que tenía su sobrino hace apenas un año por culpa del serbio, al caer en las finales de Madrid y Roma, los dos únicos partidos que ha perdido con su rival en tierra de 13 disputados, se ha convertido en seguridad en el momento de pegar los golpes.
Más agresivo "No podía pretender ganarle dejándole toda la iniciativa. Debo ser agresivo, sin perder pista, cambiando las direcciones de los tiros, defendiendo largo y sacar con buen porcentaje", analiza Rafa.
El ramillete de factores que esgrime Nadal antes de saltar por séptima vez a la final de Roland Garros, la decimosexta en uno de los cuatro grandes escenarios de la raqueta, parece imposible de conjuntarse, pero no para él.
Aunque la grandeza del reto de medirse a Djokovic va más allá de los puntos que se disputen en la cancha de tenis. Es verdad que Rafa se juega inscribir su nombre por séptima vez en la Copa de los Mosqueteros, una más que Björn Borg y las mismas que Chris Evert. Pero su adversario luchará para completar el Grand Slam de manera consecutiva, aunque no en la misma temporada.
Para encontrar algo similar hay que remontarse a Rod Laver en 1969. Por eso esta final no encuentra comparación en el deporte moderno ni en los anales del tenis.
Los siete tenistas que pueden presumir de haber ganado en Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open, desde Donald Budge hasta Nadal, lo hicieron siempre contra adversarios con menos juego de lo que tiene delante el serbio. Nadie se acuerda de los derrotados Roderick Menzel, rival de Budge, en 1938; ni de Roy Emerson, finalista ante Laver; tampoco de Gottfried von Cramm, que se puso delante de Fred Perry; ni de Robin Soderling, Fred Stolle y Andrei Medvedev, invitados a la fiesta de Federer, Emerson y Andre Agassi.
Djokovic fue el último obstáculo de Nadal en el Open de Estados Unidos de 2010, pero casi nadie tiene en mente que el serbio estaba por allí tras eliminar en la ronda anterior a Roger, porque la gloria de un triunfo de esas características eclipsa la pesadumbre del fracaso.
"Desde entonces he mejorado, le pego más fuerte a la bola", confiesa el tenista de Belgrado. Rafa se ha plantado en el último domingo sin ceder un set y aspira a sumar su tercer Grand Slam, todos en la tierra de París, con ese casillero a cero. Borg es el único que lo ha conseguido en la Era Open. Muchos registros para un solo campeón.
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Nadal y la ley del embudo
El español quiere negar los ángulos a Djokovic y retrasarle con bolas altas ● Son los primeros en retarse en las cuatro finales de los grandes
En París, una doble tormenta. Mientras las previsiones convocan nubes negras, sobre la tierra Rafael Nadal y el serbio Novak Djokovic deciden quién hace historia: en la final de hoy (15.00, Cuatro), o el español logra su séptimo título en París, desempatando los seis trofeos de récord que le unen con el sueco Björn Borg, o el serbio se convierte en el primer tenista que gana cuatro grandes seguidos desde el australiano Rod Laver (1969).
Esto es algo más que un pulso entre los dos mejores. Es la culminación de la primera rivalidad que enfrenta a sus protagonistas en todas las finales grandes y es la oportunidad de que el español confirme un cambio de tendencia. Tras perder siete duelos seguidos contra el serbio, Nadal ganó los dos últimos aplicando la ley del embudo: tiros altos y profundos que aculan a Nole, le niegan los ángulos y estrechan la pista explotándola a lo largo antes que a lo ancho.
No puedo ganar cediendo la iniciativa, dejando que Nole golpee en la pista”
“Cuando le abres muchos ángulos, Djokovic se defiende muy bien”, explica Albert Costa, campeón de Roland Garros y bronce olímpico en los Juegos de Sidney. “Hay que mantenerle en el fondo, variarle alturas y jugar profundo y largo para evitar que se meta en la pista y empiece a repartir. En esa situación, Rafa está fuera de la pista y corriendo por todos los lados”, añade. “Rafa tiene que ser agresivo. Que Djokovic sienta que tiene que golpear la bola muy arriba, lo que le obliga a tomar muchos más riesgos. Tiene que lograr que ahí Djokovic empiece a dudar, que se vea muy atrás en la pista, que es donde él pierde fuerza y Rafa puede ganar el espacio para tirar más. Rafa tiene que empezar la jugada con un tiro con altura, con primeras bolas profundas para luego coger él por dentro la línea y empezar a repartir el juego”.
Hoy el duelo está en ver quién planta antes los pies sobre la cal del fondo. Para Nadal, la pista se gana primero a lo largo y luego el punto se remata a lo ancho, con derechazos llameantes.
En 2011 no siempre intentó eso. En unas ocasiones, optó por un plan defensivo. En otras, luchando contra mecanismos interiorizados desde que era un niño, intentó disparar antes, ser el más rápido. Sus dos propuestas tuvieron un común denominador que dificultó el éxito: “Mi tiro no era lo suficientemente bueno”, dijo en París. Dos cambios vinieron a solucionarlo. Como la raqueta de Nadal pesa tres gramos más este año, sus golpes son más definitivos. Como los dispara desde más adelante, más cerca de la línea, hacen más sangre, abren más heridas. Así lo explicó Toni Nadal, su tío y técnico: “El cambio ha sido que a Rafael, en 2011, la derecha cruzada le corría un poquitín menos. La pegaba un poco más atrás y no hacía el daño suficiente. Al cabo de dos o tres golpes cruzados, Djokovic podía anticiparse y atacar aún más cruzado o con un paralelo”.
“No puedo pretender ganar cediéndole la iniciativa, dejándole que golpee desde dentro de la pista, prácticamente sin tener que moverse”, coincidió su sobrino, que perderá el número dos a favor del suizo Roger Federer si no logra el trofeo. “Si ve venir la bola todo el rato de frente, será imposible, como el año pasado. Hay que cambiar direcciones. Tengo que lograr que sienta que no defiende con facilidad y que mi bola le duele”.
Las estadísticas demuestran la importancia del cambio táctico. En las dos finales que Nole le ganó sobre tierra a Nadal en 2011, se procuró la friolera de 23 puntos de break. En las dos finales que Nole ha perdido este año sobre tierra con Nadal, sumó 8. El número uno sabe a lo que se enfrenta: “Es el desafío definitivo”, dijo. “Tengo que ser muy consistente. Intenso. Es un reto”.
Todo cuenta en una rivalidad que ya es legendaria. Federer y Nadal, tan consolidados en la mitología de este deporte, no se han cruzado en las cuatro finales grandes (les falta el Abierto de Estados Unidos), ni lo han hecho cuatro veces seguidas en esos escenarios, como ahora Nadal y Nole. Cuando acabe el partido, el mundo habrá visto sus encuentros sobre cemento, hierba y arcilla, en tres continentes distintos y sobre las cuatro catedrales del tenis. Las parejas de leyenda, enconados contrarios que se persiguieron hasta el fin del mundo, ya extienden la alfombra roja para recibir en tan selecto club a un nuevo dúo.
“¿Habrá nervios, no?”, le preguntaron desde una nube de cámaras al español, que ha perdido las últimas tres finales grandes que le han enfrentado al serbio. “Sí”, contestó Nadal. “Los nervios son buenos para el deporte y para todo. Quieren decir que te importa lo que haces y que vives con emoción lo que estás haciendo”.
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Nadal-Djokovic, algo más que una final de Grand Slam
Rafael Nadal y Novak Djokovic se enfrentan este domingo, en Roland Garros en una final en la que la gloria y la derrota pueden marcar a uno y otro, en la primera ocasión en la que ambos se miden por el título francés.
Eurosport – Hace 20 horas
Mucho que ganar y también mucho que perder. Nadal busca el séptimo título en este grande, para adelantar al sueco Bjorn Borg, y empatar con los siete Wimbledon del estadounidense Pete Sampras. En París solo una mujer, la estadounidense Chris Evert, ha ganado siete veces (1974-75, 1979-80, 1983, 1985-86). De ganar mañana, Nadal rompería la racha de tres finales del Grand Slam perdidas consecutivas contra Djokovic: Wimbledon y US Open 2011, y Abierto de Australia 2012, y evitaría una condecoración que a ningún jugador le haría mucha gracia: ser el primero en la historia en perder cuatro veces seguidas en la lucha por el título en un Grand Slam, desde que comenzó la era Open. Si gana Nadal, mantiene el número dos del mundo, pero si cede, el suizo Roger Federer le arrebataría ese puesto al de Manacor, a quien ya se lo robó tras ganar en Madrid, aunque le duró poco.
El de Basilea ha colocado al español la vitola de gran favorito por su experiencia y por su gran juego, y a Djokovic, su verdugo en las semifinales, le ha enviado un mensaje: "la presión puede pesarle en su primera final de Roland Garros". Puede, incluso traicionarle. La final pone una pregunta en el aire: ¿Pesará el recuerdo de la derrota en el partido de Australia, el más largo en la historia, con cinco horas y 53 minutos, o servirá para que Rafa recuerde sus dos últimos enfrentamientos, saldados con victoria en Montecarlo y Roma
Nadal ha alcanzado la última ronda sin ceder un set, en cuatro horas menos que Djokovic, y ya es el primero que lo hace cuatro veces en París. De hecho es el único que lo ha logrado cinco veces en el Grand Slam, contando además la del Abierto de EE.UU. en 2010. Si se cumple la tradición, ganaría este año, pues siempre que ha llegado inmaculado, ha salido triunfador. En la final número quince que disputan Djokovic y Nadal (18-14 para el de Manacor en el total de sus enfrentamientos), el serbio busca cerrar su Grand Slam particular ganando el único título que le falta.
De hacerlo, jugando su cuarta final en un grande consecutiva, ganaría por fin el Grand Slam, pero no en el mismo año. El de Belgrado salta a este partido, motivado por su victoria ante Federer, pero sobre todo sabiendo que es por el momento el único jugador que ha ganado tres veces a Nadal en torneos grandes.
Djokovic ha alcanzado la final después de salvar cuatro puntos de partido contra el francés Jo-Wilfried Tsonga en cuartos. En 2001 Gustavo Kuerten salvó uno antes de llegar a la final, pero el que realmente vio como se le abría el cielo fue el argentino Gastón Gaudio en 2004, cuando se hizo con el título después de salvar dos ante su compatriota Guillermo Coria, quién en la conferencia de prensa posterior, lloró desconsolado porque no había podido rematar, y luego sufrió calambres.
Un premio de 1.250.000 euros espera al ganador, mientras que el perdedor se llevara justamente la mitad. El tiempo jugará también su baza, ya que las previsiones auguran mucha lluvia durante la jornada del domingo, y el fantasma del aplazamiento figura en las previsiones. En 1973 la del rumano Ilie Nastase y el croata Niki Pilic se tuvo que disputar un martes
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La final entre Nadal y Djokovic se reanudará mañana a la una
La lluvia detiene el partido decisivo con Nadal por delante de Djokovic (6-4, 6-3, 2-6 y 1-2)
El cielo es de plata y los golpes de oro. Bajo las grises nubes de París, que van descargando su agua continuamente, Rafael Nadal y Novak Djokovic pelean con tiros de fuego la final de Roland Garros hasta que esta se suspende por lluvia (6-4, 6-3, 2-6 y 1-2) y se traslada a mañana a la una del mediodía, lo que no ocurría en París desde 1973.
La interrupción llegó justo cuando Nadal cerró una herida de 0-8, que le llevó de soñar en ganar el título por la vía rápida (6-4, 6-3 y 2-0) hasta un terreno de pesadilla (6-4, 6-3, 2-6 y 1-2). El español no encajaba un parcial tan doloroso en tierra desde el 0-10 que le propinó el suizo Roger Federer en su victoria en la final del torneo de Hamburgo 2007 (2-6, 6-2 y 6-0). El mallorquín se sintió perjudicado por el aguacero, que hinchó la pelota, frenó el juego y le impidió darle altura a la pelota. Sin el escudo de los efectos, que tantísimo daño le había hecho en el revés durante los dos primeros parciales, Djokovic, maravilloso, golpeó un tiro ganador tras otro a la altura de la cintura.
Entonces llegó la lluvia, que pospone el partido decisivo al lunes. Los partes son de los que dan miedo. Pintan un panorama negro, como los precedentes. En 1973, última suspensión del duelo decisivo, Nastase y Pilic dirimieron el título a favor del primero el martes.
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