Pierde poco Paraguay y gana mucho Venezuela. Ése es el saldo que la caída del expresidente paraguayo Fernando Lugo ha dejado en Latinoamérica. Tras la destitución de Lugo por el Senado el pasado 22 de junio, tres de los cuatro países del Mercosur –Argentina, Brasil y Uruguay- decidieron no invitar a Paraguay, el cuarto miembro, a la cumbre que se celebró ayer en Mendoza. Y aprovecharon su ausencia para adoptar una medida que el Congreso de Paraguay llevaba seis años vetando: la incorporación de Venezuela, a partir del 31 de julio, como miembro de pleno derecho. La solicitud de ingreso fue solicitada en 2006 y aprobada por todas las partes en litigio excepto por el Congreso de Paraguay, órgano que siempre estuvo controlado por los dos grandes partidos conservadores del país, el de los colorados y el de los liberales.
El presidente Hugo Chávez, quien no pudo acudir a Mendoza a causa de su enfermedad, celebró la decisión desde su país: "Es un día histórico y hay que celebrarlo este 29 de junio, un día para la historia de la integración, de la ética. Esto es un ejemplo de política, de ética, una lección de política verdadera para esos enclaves autoritarios que son herederos de dictaduras burguesas. Esto tendrá una resonancia geopolítica”, declaró en una conversación telefónica al canal venezolano Telesur. “ No tengo dudas que detrás de aquel grupo de senadores de Paraguay (quienes rechazaron el ingreso de Venezuela) está la mano del imperio, tratando de impedir la conformación en Sudamérica de una verdadera potencia", añadió.
Además de Mercosur, ayer se reunieron en Mendoza los mandatarios y representantes de los 12 países que integran la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) para debatir qué medidas iban a adoptar tras el juicio político contra Lugo. Y acordaron crear una comisión para asegurarse de que se respete la voluntad del pueblo paraguayo en las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo abril. Hasta esa fecha no se aceptará a Paraguay en el seno de Mercosur.
Pero la buena noticia para el Gobierno del liberal Federico Franco, sucesor de Lugo, es que no se han decretado sanciones económicas. A pesar de que Cristina Fernández, Hugo Chávez o el ecuatoriano Rafael Correa calificaron hace una semana la destitución como un golpe de Estado, ayer no cargaron las tintas. La presidenta argentina alegó que las sanciones nunca terminan pagándolas los Gobiernos, sino los pueblos. Aunque señaló que en Paraguay no se habían respetados las “garantías del debido proceso”, procuró no mencionar esta vez la expresión “golpe de Estado”, como hizo una semana antes. No obstante, habló de la “ruptura del orden democrático”, señaló que no puede haber legalidad sin legitimidad y aludió a la idea de un “golpe suave”.
La sangre nunca llegó al río. Ni llegó a las calles de Asunción el 22 de junio cuando el Senado destituyó a Lugo, ni ha llegado al terreno diplomático. Y dentro de un año, cuando el nuevo presidente que salga elegido en Paraguay asista a una cumbre de Mercosur se encontrará con un silla más. La puerta se entreabrió y entró Venezuela para quedarse.