El 7 de octubre en la vida de un escuálido

Amaneció por fin, no lo podía creer, había llegado el 7 de octubre, la mañana tenía algo de nubes, pero no importaba, aunque lloviera, los escuálidos igual harían cola para votar y terminar de una vez con este régimen que había eliminado la libertad de expresión, que planeaba quitarte un carro si tenias dos y llevarse los muchachos para que los eduque el gobierno. Se tomó el café rápido, registró la cartera para ver si tenía la cédula y salió hacia el colegio donde haría el sufragio, antes le comentó a su mujer en la cocina “menos mal que Andrés Ernesto y Mónica Yesenia ya están grandes y allá en España, que no es que me guste ver a mis hijos lejos y de mesoneros, pero por lo menos están en un país mejor que este”.

Iba emocionado, su voto de escuálido envenenado sería una protesta por tanto abuso: lo de los bombillos cubanos que tenían un chip para espiarte, la expropiación de las carnicerías, la eliminación del tinte y los pañales desechables, la prohibición de importar whiskie, desgraciados, ¡ahora si iban a ver lo que es una paliza electoral!

Apuró el paso y decidió pensar en cosas más agradables. Vinieron a su mente antiguos recuerdos de cuando trabajaba en el Centro Simón Bolívar y el candidato era Carlos Andrés Pérez, ¡el gocho pal 88!, esos si eran buenos tiempos, no había delincuencia, no había trafico, los whiskies costaban dos mil de los viejos, había real en este país. Cuando vio de lejos la escuela, le surgieron imágenes de aquellas ya lejanas elecciones, cuando Homero Parra, el secretario adeco de profesionales y técnicos, los dejó todo el día esperando en su comando para después mandarles a decir, como a las once de la noche, que no podría ir porque estaba celebrando con el nuevo presidente el triunfo obtenido, “¡maldito!, ¡traidor! se dijo al recordar al otrora chivo Parra, a quien le hacia favores como irle a limpiar la casa de la playa o bañarle los perros sin mas remuneración que una palmadita en el lomo, reflexionó: “fue culpa de Homero y de los otros vagabundos que andaban después con Alfaro los que nos echaron la burra pal monte sacando a CAP del gobierno”· Rememoró aquellos momentos de la elección de CAP II cuando ríos de personas celebraban en las Plazas y avenidas de Caracas, “el Tigre reconoció la derrota”, decían los que pasaban por su lado, sonrió al retrotraerse a esos instantes de felicidad. Ahora, 25 años después, repetirían, por fin saldrían de Chávez, vendría una nueva época, resucitaría la vieja Acción Democrática.

Luego de maldecir varias veces al gobierno en la cola junto con sus vecinos, le tocó el turno y pudo pulsar el botón de la maquina de votación, metió hasta el fondo el dedo en el tintero para que en su trabajo vieran que él si había cumplido. Compró el periódico, se fue a su casa, antes se puso de acuerdo con algunos para encontrarse después del “primer boletín”, la fiesta sería en la Plaza Alfredo Sadel en Las Mercedes, donde desde hacia tres días tenían instalado el toldo. Pasó la mañana viendo a la TV decir nada, en la tardecita lo mismo, los mamadores de gallo del ping hacían de las suyas, por el black berry le pasaban cifras donde Capriles llevaba 20% de ventaja, una página de internet dijo que en las votaciones del consulado de España y de Miami, Radonsky había arrasado. Como a las seis de la tarde en Globovision salían riéndose y diciendo que “había mucha alegría”.

Como a las ocho de la noche comenzaron a entrevistar gente que hablaba del “cambio que vendría”, se emocionó, llamó al compadre, “pana la vaina va bien, parece que ganamos”, “no parece, ganamos nojoda” le dijeron desde el otro lado de la línea. Se fue entonces a bañar y se puso la camisa tricolor, la gorra de estrellas que le habían arrebatado como símbolo a los chavistas y una bandera que se amarró como capa al cuello.

Destapó la Buchanan 18 que guardaba para la ocasión, Globovision ahora sacaba a Capriles diciendo que todavía había gente votando y que condenaba “las acciones vandálicas de grupos de motorizados contra inocentes ciudadanos a lo largo del día”, fue al cuarto a buscar las llaves y la trompetica, para que cuando dieran el boletín salir a la calle, volvió e inquieto se sentó una vez mas en el sofá, se tomó otro trago.

Eran las doce cuando se quedó dormido en la sala con media botella en el cerebro. Abrió los ojos como a las dos de la mañana, la trompetica que tenia en la mano ahora yacía en el suelo, vio hacia el televisor, alguien había ido al recinto y bajado el volumen al aparato, no oía bien pero se fijó que era la figura de Chávez hablando con los periodistas, ¿seria reconociendo la derrota?, escuchaba cohetes, no puede ser, cambió los canales, Globovision pasaba un programa sobre la vida del mapache, en Venevisión pasaban comiquitas, cambió para VTV, se puso las manos en la cabeza cuando estupefacto oyó decir del “abrumador triunfo del Polo Patriótico”.

En medio de su desesperación espetó: “coño e` la madre, yo lo sabia”, “como nos íbamos a imaginar que con ese muchacho gafo íbamos a ganar nada”, “además de que con el triunfalismo se dejaron poner las elecciones en octubre y tuvimos que hacer campaña en vacaciones”, “pero a fin de cuentas… ¿quién inventó que nosotros le íbamos a ganar a los chavistas con votos?, esa chusma es demasiada gente, aquí lo que hay que dar es un golpe apoyado por los americanos y que se acabe esta vaina”. Su mujer, preocupada por los gritos que profería el energúmeno, lo llamó a capitulo para que se acostara, seguían los cohetes, un carro pasó tocando una diana, a los lejos algún chavista tenia puesto “adelante comandante”, se tiró en la cama, se quedó pensando, volvió a viejos recuerdos, clavó la cara en la almohada, los ojos se le llenaron de lagrimas, la garganta se le ahogó, y sin querer, espontaneo, le broto un sollozo.

Autor: Miguel Villegas Febres (http://blosodi.com.ve)