El 6 de julio es el Dia del Maestro. Y Mariátegui lo fue en toda la extrensión de la palabra
Por Julio Yovera B.
La educación popular podemos definirla como la fusión de la acción formadora espontánea de los trabajadores y de las teorías del cambio. En el caso de nuestro país tienen sus antecedentes en la tendencia anarquista que se dio en el Perú desde finales del siglo XIX hasta los inicios del siglo XX. La naciente organización obrera procesó su desarrollo desde el germinal mutualismo hasta la organización clasista, recusada y vilipendiada siempre por los sectores vinculados a los grupos de poder.
Los trabajadores adquieren conciencia de clase a partir de la ideología que va modelando la personalidad del ser, de manera reflexiva y crítica. La teoría llega desde afuera, no de manera espontánea, sino sistemática y a través de las tendencias que actúan en el espectro de los sectores populares. En ese proceso, en todos los países del mundo, los intelectuales y los estudiantes progresistas y revolucionarios, actúan. En el caso del Perú, las experiencias de educación popular se dieron en un proceso de retroalimentación entre organización gremial y formación política, ideológica y cultural. .
Los antecedentes de la educación popular en América Latina, los encontramos en las experiencias de maestros revolucionarios, el más representativo de ellos fue Simón Rodríguez, el guía de Simón Bolívar, quien desarrolló una práctica educativa que buscaba liberar la mente de sus alumnos para que sean sujetos históricos de cambio. Además, postuló que al mismo tiempo que “La escuela debía vincularse a la producción, debía ser al mismo tiempo un lugar de transmisión de conocimientos, un taller y un espacio para el trabajo y la creación, lo importante no era la enseñanza sino la educación”.
La creación de la Universidad Popular Manuel González Prada obedeció a un acuerdo del Congreso fundacional de la Federación de Estudiantes del Perú realizado en el Cusco, en 1920. Fue resultado del interés de una tendencia que buscó la conformación de lo que inicialmente se llamó los Centros Autogestionarios de Extensión Cultural, en ellos se dio formación educativa, política y cultural a los trabajadores y estudiantes. Uno de los ideales de Mariátegui fue dotar a los obreros conciencia de clase. Asumió entonces como una de sus tareas previas, la actividad docente que lo aproximarían al logro del gran objetivo que se propuso: “contribuir al surgimiento del socialismo peruano”.
La presencia de José Carlos Mariátegui en los círculos obreros, intelectuales y juveniles, era cada vez más notoria. No obstante su estado de salud, trabajó en el periodismo, estableció relaciones con el sector más activo de la intelectualidad peruana, mantuvo contacto con personalidades respetables y prestigiadas del mundo y se fusionó literalmente a la clase trabajadora, con el vivo interés de hacerla protagonista de su propio destino. “Un proletariado sin más ideal que la reducción de las horas de trabajo y el aumento de los centavos del salario, no será nunca capaz de una gran empresa histórica”, sentenció Mariátegui.
“Historia de la Crisis Mundial” ese fue el nombre de la asignatura que desarrolló Mariátegui en la Universidad Popular. Buscó promover en los obreros interés por conocer los problemas de la humanidad de su tiempo desde la ciencia. Paradójicamente, el conocimiento más avanzado del Perú de entonces se fomentó no desde la cátedra universitaria formal ni desde las facultades de aspirantes a bachilleres y doctores, sino en las aulas de un centro superior de estudios científico – sociales para trabajadores.
Los testimonios que dieron años después los alumnos del docente Mariátegui han señalado que su autoridad brotaba de su formación intelectual, de su actitud dentro del aula, de capacidad pedagógica y metodológica. No era un maestro que “dictaba” conferencias y que “enseñaba” para deslumbrar, tampoco era un docente distante de sus alumnos, menos un académico “estirado” y autoritario. No. Mariátegui era un docente que dialogaba, que respetaba, que realizaba inter aprendizaje (método de aprendizaje socializado) y por esa vía lograba intra aprendizaje (proceso de empoderamiento y asimilación interna del aprendizaje). Es decir, todos los estudiantes, de manera cooperativa estudiaban, debatían, interiorizaban, aprendían y generaba cambios de conducta, de actitud, de conducta. Las posibilidades de aprendizaje eran en buena cuenta experiencias de asimilación por herencia cultural y se lograba interiorizar lo aprendido a partir de lo que, en el lenguaje de hoy llamamos aprendizaje socio histórico o socio cultural. .
Su formación, su método y, sobretodo, su convicción de hacer docencia como requisito para formar conciencia, le dieron el perfil de un maestro auténtico. Mariátegui fue ajeno a la improvisación y a la tentación de enfrentar los hechos según como se presenten. En el caso de su cátedra, programó 17 conferencias, las que sustentó desde el 15 de junio de 1923 hasta el 21de enero de 1924, en el Palacio de la Exposición, local que era la sede de la Federación de Estudiantes del Perú.
“El día que llegó Mariátegui a la Universidad Popular los trabajadores lo recibieron con mucha expectativa. Haya de la Torre hizo una presentación bastante especial, muy diferente, muy cordial.”
“Yo no conocía a José Carlos Mariátegui más que por sus escritos, en relación con Juan Cronoquier, que me gustaba. Como me gustaba Valdelomar, como me gustaba Gamarra y sus cuentos; como me gustaba Leonidas Yerovi; Luis Bravo; Quimper, Secada, editorialistas y articulistas en “El Tiempo, o Araquinstain, que no refería el movimiento obrero en Inglaterra. Leía lo que escribían ellos. Se puede decir que estaba al tanto de lo que escribían. Cuando fue Mariátegui a Vitarte por primera vez, fue que yo conocí que era Juan Croniqueur (Julio Portocarrero)
Así empezó Mariátegui su labor de maestro. Todos los que ejercemos la docencia tenemos en él a un modelo, un ejemplo de lo que significa ser maestro en un país como el nuestro. No es la clase en sí como hecho lo que vale, sino la clase como un medio. La educación no como exclusivo desarrollo del sujeto sino como un proceso social, que llevaba al estudiante, de manera consciente, al convencimiento que se aprende para ser y para hacer, para valorar y transformar, para liberar y ser libre. En eso radica la condición protagónica del docente.