El presidente Kennedy recibió las fotos tomadas por el avión espía U-2 en la mañana del martes 16 de octubre de 1962. De inmediato ordenó que se apreciara la disposición operacional de los cohetes y exigió que se mantuviera en secreto la información relacionada con la situación existente. Indudablemente se sentía engañado y burlado por los soviéticos.
Kennedy formó un grupo asesor de alto nivel, conocido posteriormente como el Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad (ExCom, por sus siglas en inglés), para analizar la situación y determinar las medidas pertinentes. El Comité Ejecutivo estuvo integrado por las personalidades siguientes: el vicepresidente, Lindon Johnson; el secretario de Estado, Dean Rusk; el secretario de Defensa, Robert McNamara; el presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores (JJEM), general Maxwell Taylor; el asistente especial del presidente para Asuntos de la Seguridad Nacional, McGeorge Bundy; el director de la CIA, John McCone; el secretario del Tesoro, Douglas Dillon; el fiscal general, Robert Kennedy; el subsecretario de Estado, George Ball; el subsecretario de Defensa, Roswell Gilpatrick; el exembajador en la URSS, Llewellyn Thompson.
Además, incluía de forma no oficial al subsecretario de Estado para Asuntos políticos, Alexis Johnson; al secretario asistente de Defensa para la Seguridad Internacional, Paul Nitze; al exsecretario de Estado, Dean Acheson; los asesores John McCloy y Robert Lovett; al embajador ante la ONU, Adlai Stevenson; al subdirector de la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA), Donald Wilson, y al secretario asistente de Estado para Asuntos Interamericanos, Edwin Martin. Otros especialistas tomaron parte en las discusiones según fue necesario.
Este Comité desempeñó un papel capital en las decisiones que tomó Kennedy durante la Crisis. Para que las discusiones se desarrollaran sin trabas, y para no llamar la atención, el presidente no asistió a todas las reuniones del Comité, con lo que contribuyó a disminuir su influencia sobre los demás, pues siempre hay quienes cambian en presencia de los máximos dirigentes y hacen recomendaciones sobre la base de lo que estos desean escuchar. Kennedy pidió al grupo que redactase una serie de consejos sobre uno o varios planes alternativos de acción.
Desconozco si Jruschov contó con algún equipo similar que le ayudara a tomar las mejores decisiones durante los alarmantes días que estaban por llegar, aunque tal vez no tuvo un apoyo parecido. Si le creemos al general Gribkov, las desavenencias con él no eran muy recomendables, y en un libro de su autoría citó el ejemplo de lo sucedido años antes con el mariscal Sokolovski, quien era un prestigioso jefe militar soviético que a la sazón desempeñaba el cargo de jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la URSS. El asunto es que a Jruschov se le había metido entre ceja y ceja, en los últimos años de la década del cincuenta, realizar una reducción unilateral de efectivos del Ejército soviético; mas no era cosa de juego, se querían eliminar más de un millón de hombres y cientos o miles de aviones, tanques, cañones y otros medios militares, aduciendo que ya no eran necesarios debido a las características de los nuevos cohetes nucleares de largo alcance. El mariscal Sokolovski había sido uno de los máximos opositores de semejante proyecto. En definitiva, los hombres tuvieron que buscarse especialidades alternativas en la vida civil; los aviones, tanques y otros equipos fueron convertidos en chatarra, ni siquiera conservados por si de pronto hacían falta en el futuro, práctica aplicada ampliamente por los norteamericanos; mientras que el mariscal Sokolovski fue liberado del cargo poco después y pasado a jubilación.
Así que, si creemos al general Gribkov, no era muy grande la posibilidad de que Jruschov pudiera contar con un equipo dispuesto a jugarse estrellas y cargos manteniendo puntos de vista que le llevaran la contraria. Es posible que esta fuera la causa de muchos de los errores militares y políticos que los soviéticos cometieron durante el desarrollo de los acontecimientos, desde la aprobación inicial de la Operación hasta las últimas decisiones que la liquidaron.
Mientras que el Comandante Fidel Castro, durante los candentes días de la Crisis se pasaba prácticamente todo el tiempo en las unidades, en las trincheras y emplazamientos con los combatientes y los jefes de los distintos niveles, dando ánimos y tomando las decisiones requeridas para que la resistencia fuera más sólida, más encarnizada si llegaba el momento, por lo que no tenía mucho tiempo para reuniones, según expresó en la citada entrevista con la periodista María Shriver.
McNamara: En primer lugar, si vamos a dar un golpe aéreo contra estas instalaciones debe ser antes de que los cohetes sean operacionales, pues en caso contrario, si no los destruimos todos, los que queden serán lanzados, y esto creará un caos en la costa este del país, en un radio de 1 200-2 000 kilómetros a partir de Cuba. En segundo lugar, un golpe aéreo debe ser también contra los aeródromos y todos los lugares posibles de almacenamiento nuclear.
General Taylor: Después que destruyamos las armas ofensivas debemos impedir que entren otras, lo que implica un bloqueo naval(...) Luego habrá que decidir si invadimos o no. Pienso que esta es la cuestión militar más difícil en todo el asunto y debemos estudiarla minuciosamente antes de poner los pies en ese profundo fanguero que es Cuba.
McNamara: Si hay cabezas nucleares asociadas a los cohetes, debemos asumir que también las habrá asociadas a los aviones.
Rusk: Nosotros tenemos cohetes en Turquía e Italia, y Jruschov puede pensar que también debemos aprender a vivir bajo la amenaza de cohetes de alcance medio, que con esto está estableciendo una especie de equilibrio. También podrían estarnos provocando aquí para ellos responder en Berlín u otro lugar, pero no veo la racionalidad de los soviéticos para presionar tanto.
McNamara: No es probable, pero sí concebible que las cabezas nucleares para estos cohetes no estén en Cuba aún. Hay que precisar dónde están las cabezas nucleares.
Bundy: Si lo comunicamos previamente a la OTAN pueden surgir planteamientos de que ellos pueden vivir con la amenaza de los cohetes soviéticos de alcance medio: ¿por qué nosotros no podríamos soportarlo? Es probable que eso provoque divisiones en la Alianza.
Rusk: Si damos un golpe expondremos a nuestros aliados a grandes peligros, sin la más ligera consulta o aviso o preparación.
John F. Kennedy (JFK en lo adelante): Pero si les avisamos a ellos sería como avisarles a todos.
Johnson: Pienso que la cuestión básica es cuándo eliminamos los cohetes o cuándo hablamos de ellos. Yo escogería eliminarlos. En cuanto a nuestros aliados estoy de acuerdo con Bundy, no estoy muy a favor de circular esto entre nuestros aliados, aunque me doy cuenta de que eso es una falta de fidelidad. No es un asunto para conferencias. No obtendremos mucha ayuda de ellos.
JFK: Hay tres opciones: una, golpe a los cohetes; dos, golpe aéreo más general y tres, invasión.
Debemos comenzar a prepararnos ahora mismo. Sin dudas, vamos a hacer la opción número uno por lo menos.
Bundy: ¿Acaso hemos decidido definitivamente ir en contra de una vía política?
McNamara: Hay que definir si debemos preceder la acción militar con una acción política. Si es así, ¿en que plazo? Creo que lo mejor es tener contactos con Jruschov, indicándole lo que haremos en ciertos plazos si no retira los cohetes.
La reunión fue interrumpida por el mediodía para continuarla más tarde.
Durante el interín, Robert Kennedy se reunió con el Grupo Especial Ampliado y le expresó "la insatisfacción del presidente" con la Operación "Mangosta". Señaló que en un año los resultados eran desalentadores, que no se habían producido sabotajes de importancia. Indicó mejoría notable en la recolección de inteligencia, pero que en general las acciones habían fallado en influir significativamente sobre el curso de los eventos en Cuba. Hizo referencia al cambio de atmósfera que había ocurrido en el Gobierno durante las últimas 24 horas y planteó interrogantes acerca del porcentaje de cubanos que combatiría a favor del régimen si el país era invadido.
Esa tarde se recibió un telegrama en el Departamento de Estado con los resultados de la entrevista que el embajador norteamericano en la URSS había sostenido con Jruschov, quien entre otras cosas había planteado los aspectos siguientes sobre Cuba:
—los Estados Unidos no debían pretender que otros países vivieran según sus deseos o habría guerra;
—los norteamericanos tenían bases militares en países vecinos de la URSS, pero los soviéticos no los atacaban;
—si los Estados Unidos consideraban tener derecho a hacer lo que quisieran en Cuba, ¿por qué la URSS no tendría derecho a hacer lo que quisiera en los países mencionados? Sería la ley del más fuerte. La Carta de la ONU perdería su fuerza. Esa sería la política del bandidaje;
—respetemos los asuntos internos de otros países, no interfiramos en ellos. Dejemos que sea el pueblo cubano el que escoja su propio sistema. Los estadounidenses debían comerciar con Cuba, igual que la URSS lo hace con Turquía y otros aliados suyos, pero los norteamericanos habían perdido toda comprensión real de la historia.
A LA CARGA DE NUEVO
La reunión del Comité Ejecutivo continuó a las 6:30 de la tarde con la participación del teniente general Marshall S. Carter, subdirector de la Inteligencia Central, y estos fueron algunos de los planteamientos principales que se hicieron.
General Carter: Se han detectado tres emplazamientos con cuatro rampas de lanzamiento en cada uno, y por los cohetes que se aprecian se cree que hay dos para cada rampa. Pensamos que serán operacionales dentro de dos semanas; luego parece que podrán ser lanzados en un plazo de seis horas después de recibir la orden (NA: en realidad era en dos horas y media), con un tiempo de repetición de cuatro a seis horas por cada rampa(...) Estimamos que el complejo en general puede estar operacional dentro de dos semanas, aunque rampas aisladas podrían hacerlo en mucho menor tiempo. Los U-2 hicieron dos pases ayer sobre toda la Isla, pero aún no están los resultados, además, había muchas nubes sobre las regiones central y oriental.
Rusk: Esta puede ser la oportunidad en que Castro decida romper con Moscú, si sabe que está en un peligro mortal. Estamos interesados en la posibilidad de un mensaje directo a Castro, al igual que a Jruschov, antes de cualquier golpe.
Edwin Martin: En el mensaje, en primer lugar, hay que decirle lo que sabemos de los emplazamientos. Que esto es de suma gravedad para la seguridad de los Estados Unidos, que mediante esta acción los soviéticos lo han puesto en peligro de ser atacado, que los soviéticos están planteando la posibilidad de cambiar esos cohetes por concesiones en Berlín, que vamos a emprender acciones próximamente y que tendremos que hacerlo a menos que recibamos noticias firmes de que sacará a los soviéticos de Cuba. Que podemos simpatizar con él y ayudarle si surgen problemas al tratar de abandonar la antigua línea comunista y al intentar sacar a los soviéticos. Le daremos 24 horas para la respuesta.
Rusk: Estimamos que los soviéticos tomarán alguna medida de respuesta en otro lugar, por lo que realizar una acción de este tipo sin darlo a conocer a nuestros aliados más cercanos, y someterlos a un peligro muy grande, puede ocasionar que quedemos aislados políticamente y que la Alianza se desmorone.
McNamara: El golpe aéreo más amplio puede asestarse con una alerta de 24 horas a partir del viernes próximo (19 de octubre), es decir, tomar la decisión el viernes para dar el golpe el sábado. La capacidad disponible de la Fuerza Aérea es de unos 700 aviones vuelo diarios, a los que se agregarían los aviones de la Marina. Este golpe sería contra cohetes de alcance medio, aeródromos, cohetes antiaéreos y almacenes de cabezas nucleares si se detectan.
General Taylor: La Junta de Jefe de Estados Mayores considera que no se debe asestar un golpe solo contra los cohetes de alcance medio, sino el más amplio, y que no debemos perder la capacidad de sorpresa del primer golpe haciendo ninguna declaración previa. Tendremos que repetir el golpe durante varios días y fotografiar para controlar, hasta terminar todo el trabajo.
McNamara: Debido a que es muy grande el peligro de comenzar acciones combativas después que ellos adquieran capacidad nuclear en cohetes y aviones, por la probabilidad de una respuesta nuclear con lo que no se haya destruido, consideramos que solo debemos decidir dar el golpe y asestarlo únicamente antes de que adquieran esa capacidad nuclear. Una línea que no hemos analizado todavía es hacer una declaración de vigilancia abierta por tiempo indefinido, establecer un bloqueo contra la entrada de futuras armas ofensivas y proclamar que estaremos preparados para atacar inmediatamente a la URSS si Cuba hace cualquier movimiento ofensivo contra este país.
JFK: Me parece que si hacemos primero una acción política(...) nos aseguraremos un gran apoyo internacional, pero perderemos todas las ventajas del golpe sorpresivo.
General Taylor: La cuestión es que somos muy vulnerables a los ataques aéreos a baja altura en el área de la Florida. Toda nuestra defensa antiaérea ha sido orientada siempre en otras direcciones. Jamás hemos tenido preparativos defensivos de bajas alturas en este país, debido a esto somos muy vulnerables a los aviones a baja altura desde el sur con bombas convencionales o nucleares.
Bundy: Quisiera preguntar: ¿cuál es el impacto estratégico de los cohetes de alcance medio en Cuba para los Estados Unidos?, ¿cómo esto cambia el equilibrio estratégico?
McNamara: En la Junta de Jefes de Estados Mayores dicen que la influencia es sustancial, en mi opinión no es muy grande. Eso fortalece en algo el potencial nuclear soviético en relación con el norteamericano, pero no significa ningún cambio apreciable en la correlación de fuerzas. Además, no hay una diferencia especial en que la Unión Soviética, tratando de alcanzar la paridad estratégica con los Estados Unidos, despliegue una cantidad complementaria de cohetes intercontinentales en su territorio o que instale cohetes de alcance medio en Cuba.
General Taylor: Esos cohetes pueden ser un apoyo y refuerzo muy importante de la capacidad de golpe de la URSS, pero para nuestra nación esto significa mucho más. Todos ustedes están conscientes de ello... ¡están en Cuba!... y no allá en la URSS, muy lejos.
JFK: Es que no hay mucha diferencia entre desaparecer por un cohete que vuele desde la URSS o por uno que está a 90 millas.
General Taylor: Si no los sacamos de allí, en lo adelante siempre tendremos la misma sensación de tener una pistola apuntando a la cabeza; igual a la forma en que tenemos a la URSS actualmente.
Bundy: Sin lugar a dudas, si esto continúa así, tendremos que un ataque a Cuba se convertirá en una guerra general.
JFK: Esto demuestra que lo de la Bahía de Cochinos realmente era correcto, que teníamos la razón.
General Taylor: Solamente que ahora tenemos un plan de guerra que requiere un cuarto de millón de norteamericanos para tomar una isla contra la que lanzamos 1 800 cubanos hace año y medio. Parece que hemos cambiado bastante nuestras evaluaciones.
Robert Kennedy: El otro problema será en Sudamérica dentro de un año. Estas cosas estarán en manos de los cubanos, y entonces, digamos que surge algún problema en Venezuela y usted tendrá a Castro planteando: Si ustedes mueven tropas hacia alguna parte de Venezuela, nosotros dispararemos estos cohetes.
JFK: Esto los hace parecer como si estuvieran equiparados con nosotros y que...
Douglas Dillon: ...estamos temerosos de los cubanos.
JFK: El mes pasado dije en una declaración pública que no aceptaríamos cohetes de alcance medio en Cuba, y ellos continuaron y lo hicieron; no podemos quedarnos sin hacer nada. Digamos que vamos a golpear el sábado, y el viernes declaramos que están los cohetes en Cuba, que representan la más grave amenaza para nuestra seguridad y que tienen que tomarse las medidas pertinentes.
McNamara: Pero ellos pueden alistar los cohetes entre el momento en que decimos que vamos a ir y el momento en que vamos. Esto es un peligro muy grande.
George Ball: ¿De modo que Usted diría que el golpe debe preceder a cualquier discusión pública?
McNamara: Así lo creo. Pienso que antes de hacer ningún anuncio, usted debe decidir si va a golpear o no. Si se decide golpear, entonces no debe hacer anuncio alguno.
Bundy: Las ventajas políticas son muy fuertes a favor del golpe limitado. En este caso el castigo se ajusta al crimen en términos políticos; solo estaremos haciendo lo que advertimos, repetida y públicamente, que tendríamos que hacer en este caso.
JFK: Ahora bien, si estos cohetes no aumentan mucho el poderío estratégico de Rusia, entonces ¿por qué lo están haciendo?
Ball: Jruschov ha dicho que vendrá a la ONU en noviembre. Puede ser que esté actuando así en la suposición, carente de sentido, de que esto no va a ser descubierto de momento. Entonces querrá decir en la ONU que aquí está Cuba armada contra los Estados Unidos, o posiblemente tratará de negociar algo en Berlín, diciendo que a cambio desarmará a Castro.
Bundy: Yo pienso que no es probable que él dé cabezas de combate nucleares a Fidel Castro. No creo que haya ocurrido o que pueda ocurrir.
Robert Kennedy: Otra cuestión es si debemos pensar en alguna otra forma de involucrarnos en esto mediante la Base de Guantánamo, o si hay algún barco que... saben... hundir al Maine de nuevo o alguna otra forma.
JFK: Si vamos a dar el golpe el sábado o el domingo debemos estar en posibilidad de realizar la invasión, en dependencia de lo que ocurra.
Ball: Es probable que ellos nos evaluaron mal y pensaron que esta no era una operación de alto riesgo, lo que se refleja en la forma en que la iban llevando a cabo(...) Lo que sugiere que ellos pensaron que no iba a pasar nada.
McNamara: Lo más probable es que los cohetes no sean operacionales hasta dentro de X días, posiblemente dos semanas, pero no tienen protección.
Ball: Creo que es una alternativa; son una serie de actos aislados, no sorpresivos, porque eso de atacar por sorpresa como en Pearl Harbour, simplemente me espanta en cuanto a la posteridad.
McNamara: En todo caso, si nos decidimos por una acción militar hay aún muchas incógnitas: ¿qué pensamos que Castro hará después del ataque a los cohetes?, ¿sobrevivirá como dirigente político?, ¿será derrocado?, ¿será más fuerte o más débil?, ¿cómo reaccionarán los soviéticos?, ¿cómo podría Jruschov permitirse aceptar una acción como esta sin responder de alguna forma?, ¿dónde lo haría?, ¿cómo reaccionaríamos nosotros a esta respuesta?(...) Creo que debemos delinear esos problemas esta noche y encontrarnos por la mañana para analizar y discutir.
Así terminó la primera laboriosa jornada del flamante Comité Ejecutivo. Aunque durante la misma no se tomaron acuerdos, se plantearon algunas de las ideas esenciales que discutirían durante esa semana. En general, hay que decir que entonces en el Comité existía casi un consenso a favor de una acción militar, pero sus integrantes desconocían en aquellos momentos, cuando dicha acción podía ser inminente, que en Cuba ya había decenas de cargas nucleares para los cohetes tácticos, destinadas a rechazar un desembarco enemigo directo en las costas de la Isla, por lo que en realidad cualquier acción drástica de las fuerzas norteamericanas contra los defensores de la Perla de las Antillas hubiera elevado considerablemente el riesgo del desencadenamiento de una guerra nuclear general, independientemente de que la primera respuesta hubiera sido con armas convencionales o nucleares tácticas. (Continuará)