Mao Tse Tung "Los intelectuales"
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Encabezando el Comité Central del Comunista de China, en su tarea de organizar y dirigir a las explotadas y oprimidas de esa gran nación, llevando adelante la guerra liberadora y la revolución y la construcción socialistas, Mao Tsetung prestó particular atención tanto a la política y a la economía, como a la cultura, desarrollando también en este aspecto el marxismo-leninismo.
Prueba de ello son sus Intervenciones en el Foro de Yenán sobre Arte y Literatura y otros trabajos sobre el estilo literario (Cuadernos 19-20, Mao: Arte y literatura I y II), el planteamiento programático que realiza en Sobre la nueva democracia (Cuaderno 24, Mao: La nueva cultura) y los trabajos que aquí presentamos de esa etapa de la revolución china y de la posterior etapa de la revolución y construcción socialista, a la cual también pertenece el Discurso ante la Conferencia Nacional del Partido Comunista de China sobre el de propaganda (Cuaderno 16, Mao: Que se abran cien flores, y Cuaderno 86, Mao: Sobre la propaganda).
El frente único en el trabajo cultural
(Nota al título 1)
Todo nuestro trabajo tiene por objetivo derrocar al imperialismo japonés. Este, al igual que Hitler, se aproxima a su ruina. Sin embargo, debemos continuar nuestros esfuerzos, pues sólo así podremos aniquilarlo definitivamente. En nuestro trabajo, primero está la guerra, después, la producción, y luego, la cultura. Un ejército sin cultura es un ejército ignorante, y un ejército ignorante no puede vencer al enemigo.
La cultura en las regiones liberadas tiene ya un aspecto progresista, pero tiene todavía un aspecto atrasado. En ellas ya existe una nueva cultura, una cultura del pueblo, pero aún se observan muchos vestigios feudales. Entre el millón y medio de habitantes de la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia, el analfabetismo afecta a más de un millón de personas, hay dos mil profesionales de la hechicería y la superstición sigue influyendo sobre las grandes masas. Todos éstos son enemigos dentro de la mente del pueblo. A menudo resulta más difícil luchar contra tales enemigos que contra el imperialismo japonés. Debemos decir a las masas que se levanten contra su propio analfabetismo, supersticiones y hábitos antihigiénicos. Para llevar a cabo esta lucha es indispensable un amplio frente único. Este frente debe ser especialmente amplio en un lugar como la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia, que tiene escasa población y malas comunicaciones, que parte de un nivel cultural muy bajo y que, por añadidura, se encuentra en guerra. Por eso, en la esfera de la instrucción pública, debe haber no solamente escuelas primarias y secundarias regulares, establecidas en las poblaciones importantes, sino también escuelas de aldea, no regulares y dispersas, grupos de lectura de periódicos y cursos de alfabetización. Debe haber escuelas de tipo moderno, y también hay que utilizar, a la vez que transformar, las escuelas de aldea de tipo antiguo. En la esfera del arte, no sólo debe representarse el drama moderno, sino también la ópera de Shensí y la danza yangko. No sólo hay que tener una nueva ópera de Shensí y una nueva danza yangko, sino también utilizar, a la vez que transformar gradualmente, las viejas compañías de ópera, así como los viejos grupos de yangko, que constituyen el 90 por ciento de los existentes. Esto es aún más necesario en la esfera de la medicina. En la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia se registra una mortalidad muy elevada, tanto entre la población como entre el ganado; mucha gente sigue creyendo en hechicerías. En tales circunstancias, es imposible resolver el problema apoyándose únicamente en la medicina moderna. Por supuesto, ésta es mejor que la medicina antigua, pero si los médicos modernos no se preocupan por los sufrimientos del pueblo, no forman personal médico para el pueblo, no se unen con los mil y tantos médicos y veterinarios de tipo antiguo de la Región Fronteriza y no los ayudan a progresar, en realidad estarán ayudando a los hechiceros y mostrándose indiferentes ante la elevada mortalidad de la población y del ganado. Hay dos principios para el frente único: el primero, unidad, y el segundo, crítica, educación y reeducación.
En el frente único, es erróneo el capitulacionismo, pero también lo es el sectarismo con su exclusivismo y su desprecio hacia los demás. Nuestra tarea es unirnos con todos los intelectuales, artistas y médicos de tipo antiguo que puedan ser útiles, ayudarlos, influir sobre ellos y reeducarlos. Para reeducarlos, es preciso ante todo que nos unamos con ellos. Si actuamos de la manera debida, aceptarán de buen grado nuestra ayuda.
La nuestra es una cultura del pueblo; los trabajadores de la cultura deben servir al pueblo con gran entusiasmo y devoción, vincularse con las masas y no aislarse de ellas. Para vincularse con las masas, deben actuar de acuerdo con sus necesidades y deseos. En todo trabajo que se realice para las masas, se requiere partir de sus necesidades y no del buen deseo de un individuo. Sucede con frecuencia que objetivamente las masas necesitan un cambio determinado, pero subjetivamente no tienen todavía conciencia de esa necesidad y no desean ni están decididas a realizarlo; en tales circunstancias, tenemos que esperar con paciencia. No se debe realizar el cambio hasta que, por efecto de nuestro trabajo, la mayor parte de las masas hayan adquirido conciencia de la necesidad de ese cambio y tengan el deseo y la decisión de hacerlo. De otro modo, nos aislaremos de las masas. Todo trabajo que requiera la participación de las masas resultará ser una mera formalidad y terminará en el fracaso si las masas no han adquirido conciencia de la necesidad de ese trabajo ni desean participar en él. El dicho “La prisa no conduce al éxito” no significa que no debamos darnos prisa, sino que debemos evitar la precipitación, la cual lleva inevitablemente al fracaso. Esto rige para cualquier clase de trabajo y, en particular, para el trabajo cultural y educacional orientado a la reeducación ideológica de las masas. He aquí dos principios: uno, las necesidades reales de las masas, y no necesidades imaginadas por nosotros, y el otro, los deseos de las masas y las decisiones que toman ellas mismas, y no las que tomemos nosotros en su lugar.
1/ Discurso del camarada Mao Tsetung en una conferencia de trabajadores de la cultura y la educación de la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia.
30 de octubre de 1944
Reclutar gran número de intelectuales
(Nota al título 1)
1. En la larga y encarnizada guerra de liberación nacional y en la grandiosa lucha por forjar una nueva China, el Partido Comunista debe saber reclutar intelectuales, porque sólo de este modo estará en condiciones de organizar una gran fuerza para la Guerra de Resistencia, organizar a los millones y millones de campesinos, desarrollar el movimiento cultural revolucionario y extender el frente único revolucionario. Sin la participación de los intelectuales, es imposible la victoria de la revolución.
2. Durante los últimos tres años, nuestro Partido y nuestro ejército han hecho considerables esfuerzos para reclutar intelectuales, y han incorporado un gran número de intelectuales revolucionarios al Partido, al ejército, a los organismos gubernamentales y al trabajo en el movimiento cultural y en el movimiento de masas, ampliando así el frente único; éste es un gran éxito. Sin embargo, muchos de los cuadros del ejército no se dan cuenta todavía de la importancia de los intelectuales, y aún los miran con recelo e incluso tienden a rechazarlos. Muchas de nuestras escuelas de cuadros no se atreven todavía a enrolar jóvenes estudiantes en gran número. Muchas de las organizaciones locales de nuestro Partido todavía son reacias a admitir intelectuales. Todo esto se debe a que no comprenden la importancia de los intelectuales para la causa revolucionaria, ni la diferencia entre los intelectuales de los países coloniales y semicoloniales y los de los países capitalistas, ni la diferencia entre los intelectuales que sirven a la clase terrateniente y a la burguesía, y aquellos que sirven a la clase obrera y al campesinado, ni tampoco la gravedad de la situación en que los partidos políticos burgueses están contendiendo desesperadamente con nosotros por los intelectuales y en que los imperialistas japoneses también tratan por todos los medios de comprar y adormecer a los intelectuales chinos; en particular, se debe a que no comprenden la favorable condición de que nuestro Partido y nuestro ejército ya han formado una firme armazón de cuadros bien probados y están así capacitados para dirigir a los intelectuales.
3. Por lo tanto, desde ahora debe prestarse atención a lo siguiente:
1) Todas las organizaciones del Partido en las zonas de guerra y todas las unidades militares dirigidas por el Partido deben incorporar gran número de intelectuales a nuestro ejército, escuelas de cuadros y organismos gubernamentales. Hay que reclutar por diversos medios a cuantos intelectuales estén dispuestos a luchar contra el Japón y sean relativamente leales, trabajadores y capaces de soportar las privaciones, y darles educación política para que puedan templarse en la guerra y el trabajo y servir al ejército, al gobierno y a las masas; hay que admitir en el Partido, según cada caso concreto, a los que cumplan con los requisitos de militante. En cuanto a aquellos que no satisfagan esos requisitos o no deseen ingresar en el Partido, es preciso establecer buenas relaciones con ellos y guiarlos en el trabajo común.
2) Al aplicar la política de reclutar gran número de intelectuales, debe tenerse, por supuesto, el máximo cuidado para impedir la infiltración de elementos enviados por el enemigo y por los partidos políticos burgueses así como de elementos poco leales. A este respecto debemos ser muy estrictos. Los que ya se hayan infiltrado en el Partido, el ejército o los organismos gubernamentales, deben ser firme pero discriminadamente expulsados sobre la base de pruebas concluyentes. Sin embargo, no por ello hay que sospechar de los intelectuales relativamente leales; debemos mantener estricta vigilancia ante las acusaciones falsas contra gente inocente hechas por contrarrevolucionarios.
3) Es necesario asignar trabajos apropiados a todos los intelectuales relativamente leales y útiles, y darles a conciencia educación política y guía, de modo que en el largo curso de la lucha superen poco a poco sus deficiencias, se revolucionaricen, se identifiquen con las masas y se fundan con los viejos militantes y cuadros del Partido y con los militantes obreros y campesinos.
4) Es preciso realizar un efectivo trabajo de convencimiento con los cuadros que se oponen a la participación de los intelectuales en nuestro trabajo, en particular con los de las fuerzas regulares, para que comprendan la necesidad de reclutarlos. A la vez, hay que estimular eficazmente a nuestros cuadros obreros y campesinos a estudiar con mayor intensidad y a elevar su nivel cultural. Es necesario lograr que los cuadros obreros y campesinos adquieran cultura general y, al mismo tiempo, que los intelectuales se identifiquen con las masas obreras y campesinas.
5) Los principios arriba indicados también son básicamente aplicables en las zonas dominadas por el Kuomintang y en las ocupadas por el invasor japonés, pero, al admitir intelectuales en el Partido, debe prestarse más atención a su grado de lealtad, a fin de garantizar una mayor cohesión en las organizaciones del Partido en esas zonas. Es imprescindible establecer vínculos apropiados con los numerosos intelectuales no militantes del Partido que simpatizan con nosotros, e incorporarlos a la gran lucha de resistencia al Japón y por la democracia y al trabajo en el movimiento cultural y el frente único.
4. Todos los camaradas de nuestro Partido deben comprender que una política correcta con respecto a los intelectuales es una de las condiciones importantes para la victoria de la revolución. Es del todo inadmisible una repetición de la incorrecta actitud que frente a los intelectuales adoptaron las organizaciones del Partido de muchas localidades y unidades del ejército durante la Revolución Agraria; el proletariado no puede formar sus propios intelectuales sin la ayuda de los intelectuales existentes. El Comité Central espera que los comités del Partido en los diversos niveles y todos los militantes presten seria atención a este asunto.
1/ Decisión del Comité Central del Partido Comunista de China, redactada por el camarada Mao Tsetung.
1° de diciembre de 1939
Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo
(Nota al título 1)
V. El problema de los intelectuales
En nuestro país, las contradicciones en el seno del pueblo también tocan a los intelectuales. Los varios millones de intelectuales que antes trabajaban para la vieja sociedad han pasado a servir a la nueva sociedad. Y aquí surge el problema de cómo pueden adaptarse a las demandas de la nueva sociedad y cómo les ayudamos a lograrlo. Esta también es una contradicción en el seno del pueblo.
La mayoría de nuestros intelectuales han alcanzado ya progresos evidentes durante los últimos siete años. Ellos se pronuncian por el sistema socialista. Muchos estudian el marxismo con empeño, y algunos se han hecho comunistas. El número de estos últimos, aunque pequeño en la actualidad, va creciendo poco a poco. Claro que existen intelectuales que aún miran escépticamente el socialismo o que no lo aprueban, pero ellos sólo representan una minoría.
La gigantesca y ardua causa de la construcción socialista de China requiere que la mayor cantidad posible de intelectuales se ponga a su servicio. Debemos confiar en todos los intelectuales que de verdad estén dispuestos a servir a la causa del socialismo, mejorar de manera radical nuestras relaciones con ellos y ayudarles a resolver todos los problemas cuya solución sea necesaria, para que puedan poner en pleno juego su capacidad. Muchos de nuestros camaradas no saben unirse con los intelectuales, los tratan de un modo rígido, no respetan su trabajo y, en la labor científica y cultural, se inmiscuyen en asuntos en los cuales no deberían intervenir. Debemos superar todas estas fallas.
Aunque las masas de intelectuales han hecho progresos, no deben por ello sentirse satisfechas de sí mismas. Para ponerse a la altura de las demandas de la nueva sociedad y unirse con los obreros y campesinos, deben proseguir su transformación, desprendiéndose poco a poco de su concepción burguesa del mundo y adquiriendo la proletaria, la concepción comunista. El cambio de concepción del mundo es un cambio radical y, hasta la fecha, no se puede decir que la mayoría de los intelectuales lo hayan logrado. Esperamos que éstos sigan avanzando y que, en el curso de su trabajo y estudio, vayan adquiriendo la concepción comunista del mundo, asimilando el marxismo-leninismo e identificándose con los obreros y campesinos. Esperamos que no se detengan a medio camino y que menos aún retrocedan, pues el retroceso no les ofrece futuro alguno. Como el sistema social de nuestro país ha cambiado y la base económica de la ideología burguesa ha sido liquidada en lo fundamental, no sólo es necesario sino también posible que gran número de intelectuales cambien su concepción del mundo. Pero el cambio radical de concepción del mundo exige largo tiempo, y por eso debemos hacer entre ellos un trabajo paciente, evitando toda precipitación. Existen, en efecto, gentes que siempre se negarán a aceptar ideológicamente el marxismo-leninismo y el comunismo. No debemos ser muy exigentes con ellas. Siempre y cuando se sometan a los requerimientos del Estado y realicen honestamente sus actividades, debemos darles la posibilidad de dedicarse a un trabajo adecuado.
En los últimos tiempos, se ha debilitado la labor ideológica y política entre los intelectuales y jóvenes estudiantes, y han surgido ciertas desviaciones. A los ojos de algunos, ya es innecesario preocuparse de la política, del futuro de la patria o de los ideales de la humanidad, y el marxismo, que estuvo tan de moda, ya no lo está tanto.
Para contrarrestar estas desviaciones, debemos intensificar nuestra labor ideológica y política. Tanto los intelectuales como los estudiantes deben estudiar con ahínco. A la par que estudian sus especialidades, tienen que progresar ideológica y políticamente, y para eso deben estudiar el marxismo y los problemas políticos y de actualidad. No tener una correcta concepción política equivale a no tener alma. La transformación ideológica realizada en el pasado fue necesaria y reportó resultados positivos. Pero hubo métodos que fueron un tanto bruscos, y se hirieron los sentimientos de algunas personas, lo cual no está bien. En adelante, hay que evitar esta deficiencia. Todos los departamentos y organizaciones deben responsabilizarse de la labor ideológica y política. Esto es válido para el Partido Comunista, la Liga de la Juventud, los departamentos gubernamentales encargados de esta labor y, con mayor razón, para los directores y profesores de los centros docentes. Nuestra política educacional debe estar orientada a lograr que todos aquellos que reciben educación se desarrollen moral, intelectual y físicamente y se conviertan en trabajadores que tengan conciencia socialista y sean cultos. Debemos promover el espíritu de laboriosidad y economía en la construcción del país. Es necesario hacer comprender a toda la juventud que nuestro país es todavía muy pobre, que esta situación no se podrá cambiar de raíz en un plazo breve y que sólo mediante sus esfuerzos mancomunados es como la joven generación y todo el pueblo podrán construir con sus propias manos un país próspero y poderoso en el curso de algunos decenios. La instauración del sistema socialista nos ha abierto el camino que conduce a la sociedad ideal del futuro, pero para que esta se haga realidad tenemos que trabajar arduamente. Algunos jóvenes creen que, una vez establecida la sociedad socialista todo debe ser perfecto y que ellos pueden gozar de una vida feliz que ya está dada, sin necesidad de trabajar por ella. Esta idea no corresponde a la realidad.
1/ Discurso pronunciado por el camarada Mao Tsetung en la XI Sesión (Ampliada) de la Conferencia Suprema de Estado. Fue publicado el 19 de junio de 1957 en Diario del Pueblo, después de que el autor revisó el texto trascrito de las actas y le hizo algunas adiciones.
27 de febrero de 1957, (Extracto)