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Saben quién es?
¿Ven aquella mujer que va por la plaza, caminando entre palomas, la que va saludando y sonriendo, esa que ofreciendo su mano acaricia a un anciano? ¿Saben quien es? ¡Es mi mujer!
¿Observan la mujer que cruza la calle, como la miran y admiran, y como todos se detienen al verla pasar? ¡Si es tan hermosa! ¡Es tan preciosa! ¡Es una diosa! ¿Quién es la bella? ¿Quien otra? ¡Mi mujer!
¿Sienten un aroma distinto de almizcle, ámbar y flores, que deja una estela intrigante, cuando pasa inocente, caminando entre toda la gente? ¿Quién puede ser? ¡Pues, mi mujer!
¿Oyen una voz melodiosa, que sobresale del ruido mundano y que entona canciones alegres cuando todos avanzan tristes, serios y enojados? ¿Quién es la que canta? ¡Es mi mujer!
¿Saben de una mujer hermosa que en las tardes de calor sofocante, muestra transparente y lozana con sano pudor, a los hombres, su juventud y encanto? No puede ser otra, ¡Es mi mujer!
¿Conocen una mujer valiente que enfrenta la vida luchando, mostrando la cara y sus manos francas, sorteando fatuos espejismos y venciendo tormentas? ¿Quién puede ser? ¡Sólo mi mujer!
Yo quiero con ella avanzar, en el cruce de calle, orgulloso. En el trance de enfrentar la vida, y en la plaza derramando bondad y amistad. Pero no puede ser ¿Y saben porqué? ¡Cuanto yo quisiera! Pero no es mi mujer.
Vicente Herrera Márquez
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Muy lindo poema y mejor la canción .... Déjame que te acompañe con Buesa ....
Poema del loco amor
I No, nada llega tarde, porque todas las cosas tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas; sólo que, a diferencia de la espiga y la flor, cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor. No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío saben secretamente que no hay amor tardío. Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta, la toca desde adentro, porque ya estaba abierta. Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde, pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.
II Amor, el niño loco de la loca sonrisa, viene con pasos lentos igual que viene a prisa; pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco lanza al azar su flecha, por divertirse un poco. Así ocurre que un niño travieso se divierte, y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte. Y más, cuando la flecha se le encona en la herida, porque lleva el veneno de una ilusión prohibida. Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.
III No, yo no diré nunca qué noche de verano me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano. No diré que esa noche que sólo a ti te digo, se me encendió en la sangre lo que soñé contigo. No, no diré esas cosas, y, todavía menos, la delicia culpable de contemplar tus senos. Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada, que era como la llave de una puerta cerrada. Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor, y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.
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