Como si de un drama valleinclanesco se tratase, ETA se mira en un espejo deformado y se imagina que la presunta Euskal Herria es similar a Kosovo, antigua provincia de la extinta Yugoslavia. Por ello, la banda criminal pretende que después de las elecciones vascas su brazo político alcance un pacto con el PNV y, como consecuencia, todo el nacionalismo vasco pueda alcanzar la independencia mediante una declaración unilateral, como hizo la república balcánica en 2008.
El ex ministro del Interior y eurodiputado Jaime Mayor Oreja ha insistido en esta posibilidad en los últimos meses e incluso ha apelado al “desafío” que el nacionalismo en bloque planteará al Estado. Los documentos internos intervenidos a ETA apuntalan esta posibilidad. Y expertos de los servicios de inteligencia alertan sobre que es un escenario más que probable. Pero, antes de llegar a esa declaración unilateral, la organización terrorista quiere que su brazo político sea la fuerza hegemónica entre los nacionalistas vascos. Así, desde esa posición de fuerza, intentarían convencer al PNV de que llegando a un pacto como el que firmaron en Estella en 1998 lograrían sus objetivos. Por tanto, el resultado de las próximas elecciones autonómicas vascas, previstas para marzo de 2013 y que pueden adelantarse al otoño de este año, se antoja más que decisivo para el futuro del País Vasco y, por ende, de España. Si, como apuntan todas las encuestas, EH Bildu (coalición liderada por Batasuna) y el PNV son las fuerzas más votadas por los ciudadanos, los planes de la banda serán más factibles.
ETA y sus adláteres de Batasuna saben que no pueden emprender ese camino esperpéntico sin el PNV, pero quieren ser quienes lideren al conjunto del separatismo. En sus documentos de 2009, la banda criminal apostaba por articular un “polo soberanista de izquierdas” que “fulminase” a Aralar y desplazase al PNV. Ese polo se hizo realidad con Bildu, que tras desgastar y atraer a Aralar se convirtió en Amaiur y ahora convertido en EH Bildu.
Desde casi cualquier punto de vista, sea histórico, cultural, político o demográfico, resulta grotesco comparar el País Vasco con Kosovo. Sin embargo, el hecho de que esta vieja provincia de la desaparecida Yugoslavia lograse separarse de Serbia hace cuatro años ha intensificado las comparaciones que hacen los nacionalistas vascos.
En esa equiparación coinciden Batasuna y el PNV. En cuanto a la primera, sólo hay que leer sus órganos de propaganda para comprobar que aplauden el modelo de Kosovo. Algo lógico, dado que allí ha llegado a presidente un ex líder del grupo terrorista UÇK.
El PNV ha puesto en marcha varias iniciativas, tanto en el Parlamento vasco como en el Congreso de los Diputados, para reclamar el reconocimiento de Kosovo como nación, algo que el Gobierno de España todavía no ha hecho. Incluso, el presidente del partido, Íñigo Urkullu, ha defendido el modelo de Kosovo como ejemplar. Más allá de los planes que ETA y su brazo político hayan trazado, el PNV ha fijado su apuesta por la independencia en 2015.