JUAN DE D. URIBE RESTREPO
El Indio!.... De pie para cantarla, que es la Patria. Este hombre! Yo no sé qué será este hombre! Espíritu celeste o satánico, es lo cierto que a mi me fascina y me embruja. No será un genio, tal vez ni un pensador; pero en eso de revelarse por medio de la forma, se me antoja que nadie te supera en nuestra lengua.
Nadie! En la, evolución contemporánea del castellano, ninguno puede comparársele como estilista, ni en tas Américas. ni en la Península. Picón el aristócrata, Emilia la gallarda, Ricardo León el de las músicas, Bécquer el divino, se me hacen
pálidos junto a este Petronio del prosal. Alguien le ha comparado a Montalvo, poniéndole abajo de este autor. Oh santa libertad del opinar! No existieras, y fuera a la pira quien tal afirme. ¿Montalvo, el de los perendengues re buscados, el de los muestrarios gramaticales, el acervantado que pierde su personalidad, superior a Juancho Uribe?
La prosa del Indio es única y soberana en los dominios de la lengua hispánica,. Su corte, su estructura, su numen, aquel casticismo hipócrita; aquella limpidez helénica, aquel matizar suyo, aquella variedad en la unidad son un secreto que sólo el Indio poseyó. Amoldar la palabra y el tono de la idea, con filosofía y hermosura, no es tan factible, por más recursos gramaticales que se tengan. Las ideas pueden afluir como un torrente; pero al darles la forma adecuada, la forma verdadera, el torrente se convierte en gotas. En este sentido, toda lengua es deficiente. Pero a una percepción tan luminosa como la de Uribe Restrepo, a un acopio ideológico tan bien metodizado, a un pensar tan seguro y tan pujante, no te ponen trabas las dificultades de expresión. Tal como el pensamiento formula, tal se produce. Y tanto, que sus escritos más concienzudos fueron dictados a los cajistas. Desde los misterios profundos de ese cerebro, salía la idea, en arreos bélicos, como la de la cabeza de Jove la deidad soberana de la sabiduría.
Este hombre que así labora, hizo de Epifanio uno de los análisis más certeros y originales que en las letras españolas se hayan conocido. Establece en él uno como paralelo entre Gregorio y Epifanio. Por eso he dicho que estos tres hombresEpifanio Gregorio y Juancho están ligados en un haz de gloria. Ya los tres han vuelto a reunirse en el alcázar de la muerte. Allí irradian en su transfiguración. Nosotros, los pobrecitos de la mancha de tinta, ya podemos evocar esos espíritus de luz.
Para sus tumbas flores; para su memoria, veneración sempiterna.
TOMAS CARRASQUILLA