Rumbo al proceso electoral del 2012, Marcelo Ebrard Casaubon (MEC) y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se disputan, más que una candidatura presidencial, el destino de la izquierda en México. Lo anterior se antoja como un juicio superficial y aventurado, sin embargo, conviene tener presentes los dos fuerzas que convergen en torno a estos dos líderes políticos.
Por un lado, AMLO representa un liderazgo de la izquierda más convencional, se trata del estilo de un luchador social de corte populista y esquemas tradicionales del Estado. Por consiguiente, no es de extrañar que durante su gestión en la ciudad de México se iniciaran los grandes programas de apoyo social, destacándose el programa de beneficios para más de 350 mil adultos mayores, el apoyo a las madres solteras y a estudiantes destacados. Así también, durante el gobierno de AMLO se invirtieron alrededor de 15 mil millones de pesos, principalmente en obra vial, siendo su obra más destacada, el distribuidor vial Heberto Castillo. Todo lo anterior, no obstante la ciudad de México alcanzaba uno de los niveles más altos de inseguridad en el país, así como alarmantes índices de contaminación.
Lo que sucede con AMLO, hasta cierto punto es común en la izquierda: medidas cuantitativas antes que cualitativas; medidas cortoplacistas que son populares y sirven para ampliar y consolidar las clientelas, pero cuya aparente grandiosidad reposa sobre raíces podridas. Gobiernos de fantasía que nos evocan poderosamente a la superpotencia soviética; es-pejismos demagógicos que sirven de encanto a los grandes grupos de población beneficiada, ignorantes, todos de que habitan una “biósfera” envenenada.
Ni hablar de la presencia nacional e internacional de la ciudad de México. Antes bien, la administración de AMLO se caracteriza por su enfrentamiento con los más grandes grupos de poder económico. Esto último, de hecho, podría hablar bien del líder, siempre y cuando, ello estuviese fundado en una transformación estructural del país y su economía.sin embargo, luego de la caída del socialismo soviético ello sólo se mantiene como parte de la retórica de la izquierda tradicional mexicana.
Por su parte, MEC supo transformar los beneficios populistas y superficiales en consistentes políticas públicas. Ebrard, de hecho, parece recoger los planteamientos más recientes de la izquierda europea: protección social, derechos humanos, ecología, desarrollo de infraestructura y todo ello basado en una activa presencia nacional e internacional. Si Joel Ortega y otros, de hecho, niegan a Marcelo Ebrard el calificativo de hombre de izquierda, ello mismo refleja al propio concepto: hablan de aquella izquierda para la cual, la lucha de género, la ecología, entre otros, se consideraban propios de la burguesía capitalista.
Así entonces, el proceso interno del PRD resulta, en sí mismo, la lucha inmanente de la izquierda en México. De este proceso emergerá un candidato pero también un rumbo.
Lucha y definición de la Izquierda.
Desde la postura de AMLO, la izquierda recae en sus más reconocidos vicios. Los medios de comunicación, sendos grupos de la iniciativa privada y gobiernos internacionales ven con suma desconfianza la oferta de gobierno que encabeza López Obrador.
No obstante los aspectos favorables de su lucha en contra de los poderes establecidos y en favor de una democracia popular, lo cierto es que el tabasqueño termina por hacer de lo anterior una “democracia populista”. Todos los apoyos sociales otorgados durante su gestión, nos reflejan el estado de abandono y descomposición social que afecta no sólo a la ciudad de México sino al país por entero. Mediante apoyos directos, especialmente a los adultos mayores, el líder se convirtió en caudillo. Apoyos que ayudan y ayudan mucho; apoyos que, incluso, podríamos calificar como “indispensables” pero que en sí mismos no solucionan nada.
Igualmente, podríamos hablar de obras públicas indispensables pero que, por sí solas, no solucionan nada. Golpes espectaculares todos, pero sólo eso, “golpes”, impactos dirigidos a engrosar las clientelas políticas del líder. El resultado, antes que una ciudad sustentable, fue un liderazgo poderoso y de alcance nacional que a punto estuvo de ganar la elección presidencial –y lo habría hecho de no ser por los errores derivados de la ceguera e intolerancia del líder.
Por el contrario, el éxito de Marcelo Ebrard deriva de una visión política y de gobierno a corto, mediano y largo plazo. Los programas sociales fueron integrados en una visión estratégica global que tenía por objeto darle crecimiento y sustentabilidad a la Ciudad de México.
¿Se trata de un gobierno de izquierda? Sin duda, derechos políticos, derechos sociales, ordenamiento urbano, desarrollo de infraestructura, etcétera. En ningún momento se trata de un gobierno fundado económicamente a partir del desempeño de las fuerzas del mercado global. ¿Tercera Vía? ¿Socialdemocracia? La iniciativa de Ebrard tiene éstos antecedentes y otros más que nos hablan, ante todo, de una recomposición de las izquierdas en el mundo luego de la caída del socialismo real. Frente a ella, la iniciativa de AMLO mantiene viva esta última experiencia y lo denotan el protectorado del líder autoritario. La izquierda tradicional, recordemos, se funda contraria a la democracia en tanto ésta resulta ser el germen del desarrollo burgués.
¿Ello implica, entonces, que AMLO es un líder al más añejo estilo socialista? Sería ridículo aceptarlo. AMLO, desde nuestra definición es un caudillo clientelar formado sí, bajo tales principios, y cuyos beneficios tienen un alto costo político, social pero principalmente económico al mediano y largo plazos. Tal vez el analgésico o incluso la droga, puedan producir un efecto placentero, sin embargo, ello sólo enmascara la descomposición progresiva del cuerpo.