Lo que más se le puede reprochar a Carrillo es el haber claudicado ante la derecha sucesora del franquismo aceptando una constitución inaceptable.
Una constitución que impone la economía de mercado, con lo cual PROHÍBE el socialismo.
Una constitución que impone la unidad "indisoluble" de España, negando así su carácter plurinacional y el derecho de autodeterminación de las nacionalidades minoritarias (gallega, vasca, catalana, canaria...).
Encargar al ejército la garantía de dicha unidad, en una redacción ambigua donde no se dice claramente que no es el ejército quien ha de juzgar si debe intervenir o no sino los poderes democráticamente elegidos y las sentencias de los tribunales.
Una constitución que establece la Monarquía sin someter a referéndum si se quiere Monarquía o República.
Todo eso tragó el partido dirigido en aquel entonces por Santiago Carrillo, que dio su voto positivo a una constitución claramente de derechas.
Podría haberse aceptado esa constitución si tuviera el voto popular mayoritario, emitido libremente y con igualdad de oportunidades para todas las fuerzas políticas, pero siempre votando en contra y ejerciendo democráticamente el derecho a la discrepancia y la movilización y luchando siempre por cambiarla.
Sin embargo, no se hizo lo que había que hacer y por si fuera poco la ya mala constitución (franquismo reciclado podría llamarse) no se cumple por ejemplo en lo relativo a que paguen más impuestos los que más tienen, puesto que el fraude fiscal es gigantesco. El actual gobierno de Rajoy como respuesta a esta situación decretó una amnistía fiscal, es decir, todo lo contrario de lo que hay que hacer.