Desde la década de los 70 ha tenido lugar una ola de privatización de los recursos públicos del Estado argumentando de que estos sectores eran “poco eficientes” y que en manos privadas serían mucho mejor gestionados. El resultado, la venta a precio de saldo de los mejores recursos publicos de los Estados
El mundo vive en nuestros días una “ola privatizadora” que amenaza con traspasar todos los recursos y servicios de los Estados así como su distribución a manos privadas. Este cambio en el sistema económico mundial, iniciado en la década de los 70, propugna que el Estado y sus estrictas regulaciones sobre las actividades económicas privadas suponen un freno para el “progreso” económico (de unos pocos).
Por todo ello, los defensores de la desregulación afirman que este freno supone la vulneración de una libertad, la libertad hacia la libre actividad económica, colocándola al mismo nivel que las libertades fundamentales individuales y colectivas mas básicas y que por tanto deben suprimirse y dejar que la “oferta y la demanda actúe libremente”.
Tras el colapso de Unión Soviética, una de las importantes consecuencias que ello derivó, fue la reorganización política de las relaciones entre EEUU (principal potencia mundial) con el resto de Estados del mundo pasando a ser el líder y amo indiscutible del mundo, posición que ahora sí, le permitiría llevar a cabo nuevas y profundas reformas en el sistema económico mundial, favorables a sus intereses nacionales y privados.
Esa nueva reorganización política en lo referente a las relaciones exteriores, quedaron definitivamente especificadas, en un documento oficial de alta categoría llamado la “Estrategia de Seguridad Nacional” que exponía la necesidad de “…impedir a cualquier potencia hostil dominar regiones cuyos recursos le permitan acceder a la situación de gran potencia” “… Desalentar a los países industrializados avanzados, de cualquier intento dirigido a desafiar nuestro liderazgo, o a echar abajo el orden político y económico establecido”. Y “prevenir la emergencia futura de cualquier competidor global”[1].
Una vez completamente “desalentados” esos Estados, se cerraría el círculo y EEUU y sus clientes dominarían el mundo mediante la amenaza y el chantaje económico, recurriendo a la fuerza sólo en casos extraordinarios o en determinadas ocasiones para devolver los favores a la industria armamentística por su apoyo económico a determinados partidos políticos.
Este nuevo sistema económico, denominado “libre comercio”, fue fomentado en la década de los 80, principalmente desde la administración de Ronald Reagan así como por sus sucesores (muchos de ellos hoy en la administración Bush II) y también desde la Inglaterra de Margaret Thatcher.
Ellos empezaron el proceso, consistente en gran manera en privatizar empresas públicas e ir disminuyendo drásticamente las inversiones en gastos sociales … y que ha tenido como consecuencia el desempleo para millones de personas mientras que los ricos se han hecho hecho aún mas escandalosamente ricos de lo que ya eran.
El proceso privatizador de las recursos estatales públicos se aceleró tras la caída de la Unión Soviética tanto Europa occidental y oriental dentro de una serie de reformas que exigían los organismos económicos internacionales para que Rusia pudiera unirse al club de los poderosos del mundo.
Durante la década de los 90, muchas empresas propiedad de los Estados quedaron poco a poco en manos privadas por precios muy por debajo de su valor total. En la Europa oriental un grupo de antiguos burócratas soviéticos, conocidos ahora como “los oligarcas”, se hicieron con muchas de las grandes empresas del Estado.
Aunque estas empresas estaban en parte en ruina o eran deficitarias por su mala gestión, el precio final de venta mas una inversión inicial no excesivamente grande destinada a reformas, proporcionaba acceso a unos recursos muy demandados y era un negocio redondo para muchos de estos “oligarcas” que rápidamente consiguieron desplazar a los antiguos gestores de estas, conocidos como los “directores rojos”.
Un proceso similar ha tenido lugar en Europa occidental, donde los recursos y servicios vitales del país estaban en poder del Estado. Los críticos del sistema estatalista afirmaban que el problema de la escasa eficiencia de las empresas estatales era consecuencia de su naturaleza, no de su mala gestión y los nulos incentivos que recibían los trabajadores, en otros tiempos altamente eficientes.
La letanía de que sólo la iniciativa privada puede hacer rendir a una determinada industria se convirtió en el nuevo evangelio a predicar o algo que se parecía mas a un discurso de Goebbels, un discurso que finalmente sería aceptado no por que acaben convenciendo los argumentos expuestos sino por pura repetición.
Según Noam Chomsky el modelo de institución pública “… tiene muchas ventajas secundarias. Pueden plantearse el hecho de funcionar con perdidas. Su objetivo no es el de conseguir beneficios, puedes funcionar con perdidas gracias a las ventajas secundarias. Por ejemplo, si una industria pública de acero da perdidas puede proporcionar acero barato a otras industrias y eso puede ser una ventaja. Las instituciones públicas pueden tener una propiedad contracíclica, eso significa que pueden mantener el empleo en periodos de recesión para aumentar la demanda que te hace salir de la recesión. Las compañías privadas no pueden hacer eso en una recesión. Despiden a los empleados por que esa es la única forma de conseguir beneficios“.[2]
“Las privatizaciones no tienen un motivo econòmico. El motivo de las privatizaciones es socavar la democracia. Si uno saca las cosas de la arena pùblica y las deposita en las manos de tiranos privados, la democracia serà formal, la gente ya no tomarà decisiones. Las privatizaciones ahora estàn avanzando hacia lo que se llaman servicios, cualquier cosa en la que un ser humano pueda interesarse como el agua, la educaciòn , la salud, las pensiones, cualquier cosa que tenga que ver con nuestra vida.”
James Petras, se refiere a este proceso, como una nueva forma de colonialismo, cómo “una verdadera desnacionalización de las áreas estratégicas de los países, lo que supone su recolonización”. Expone además, en relación con las recientes crisis eléctricas, que un factor altamente preocupante es que las empresas controlan las decisiones principales del sector eléctrico, que son una pieza clave del engranaje de cualquier actividad económica.
Mas allá de lo que el “libre comercio” establece como doctrina económica, esta sólo es aplicable cuando puede beneficiar a los Estados ricos y cuando no les beneficia no es aplicable. Prueba de ello, es que las reglamentaciones proteccionistas y los subsidios de los Estados al capital privado han continuado dándose tras la supuesta liberalización de la economía, aumentando con ello el exponencialmente el desempleo en los países ricos y la pobreza y el subdesarrollo en los Estados menos avanzados.
Esto último tiene como resultado que estos últimos países no pueden competir en esos mercados por las a menudo estrictas reglas impuestas para vender en ellos sus productos así como por los enormes subsidios que reciben las empresas occidentales con las que tienen que competir, frenando completamente los tímidos avances y el desarrollo de las economías de las naciones subdesarrolladas.
Hipócritamente los Estados ricos, exigen a los pobres, que levanten sus regulaciones para poder actuar libremente en ellos, mientras que ellos mantienen y endurecen sus medidas proteccionistas, impidiendo que la competencia exterior pueda entrar a participar de ese supuesto “libre comercio” propugnado por los gurús de la supuesta globalización.
Los organismos económicos internacional y los países ricos prefieren la actual relación de dependencia pues les sitúa a ellos con ventaja y evitan serios competidores. El prestamos capitales a países en muchos corruptos por elites políticas apoyadas desde los países ricos, y la extrema dificultad para hacer frente a los intereses de estos prestamos no hace sino empeorar la situación económica
Las terribles consecuencias de este proceso se han sentido y se siguen sintiendo. Millones de despidos y desempleados para “ajustar presupuesto” y para aumentar la “competitividad” de las empresas, recortes en los derechos laborales, estancamiento cuando no caída de los salarios, aumento de los precios en materias y servicios de primera necesidad. La lista es interminable.
Este modelo por el cual las empresas privadas se siguen beneficiando de enormes subsidios públicos mientras enormes beneficios terminan en una pocas manos, se le conoce como la “economía del Pentágono”, la cual supone una gravísima amenaza para el sistema social que ha venido funcionado relativamente bien tras las Segunda Guerra Mundial. Este sistema ha creado en poco mas de dos décadas, unas elites económicas y empresariales tan extremadamente ricas que como decía Adam Smith, “ni la avaricia puede imaginar”. Smith, con esa afirmación, se refería a los “mercaderes guerreros” que volvían de las colonias infamemente enriquecidos tras haber explotado inhumanamente a los indígenas sustituidos después por esclavos. Hoy los indígenas somos el pueblo y los mercaderes guerreros los consejos de administración de las grandes empresas dueñas de los mas importantes recursos y servicios de los Estados.
La subversión de nuestro “Estado del bienestar” cada vez es más patente. Las condiciones económicas de buena parte de la población y derechos fundamentales como el trabajo, la vivienda, a una educación de calidad, a la sanidad, están siendo desmantelados poco a poco o convertidos en lujos, mientras la sociedad asiste indiferente en su gran mayoría al proceso, mas interesada en la vida de personas artificiales creadas para distraer, que en su propio futuro y el de la próxima generación.
FUENTES GRAFICAS: WikiCommons
FUENTES
[1] Citados por el New York Times el 8 de mayo de 1992. Y presentado luego a Bush hacia el 2002, en un Documento titulado. National Security Strategy.
¿Antiamericanos o antiimperialistas? – Beltran Schader
[2] Documental The Corporation, Instituciones ó Psicopatas – Planeta S A
OTRAS FUENTES RECOMENDADAS
Noam Chomsky: Bush y los años del miedo – Jorge Halperin y Carlos Liendre (http://www.rebelion.org/chomsky/031215chom.htm)