Gandhi VS Tagore

Lo más interesante y actual de la polémica Gandhi – Tagore, (en los locos años 20) tal vez fue la forma en que se trataron mutuamente estos seres enormes durante la disputa, sobre todo si la comparamos con las actuales contiendas políticas por tutimundi. Una disputa donde lo político, lo social, lo económico, y sobre todo lo espiritual, lo ético lo religioso, etc. eran (son) inseparables. Lo que se admira es el peso que para ambos tiene la palabra “respeto”, aun en medio de la discordancia. Respeto sustentado en una gran admiración mutua, como suele ser en estos casos. Romaind Rolland recordaba, en su magnífica biografía de Gandhi, que “El llamado de la Verdad, que consagra la ruptura entre ambos, comienza con el elogio mas magnifico que se haya hecho sobre Gandhi”. “Le estamos agradecidos a Gandhi, dice Rabindranath Tagore, por haber dado a la India la ocasión de probar que su fe en el espíritu divino del hombre sigue viviendo”.
En cuanto al fondo de la polémica, sabemos que en ella se oponía la autarquía nacionalista, fiel a la identidad y la tradición, (Gandhi), contra la inevitabilidad de la cosmopolitización y la universalidad de las naciones, el internacionalismo (Tagore). En este punto las palabras de Tagore han resultado proféticas. Vivimos en una época donde no hay un solo lugar en el planeta donde huir, si se trata de fugar. En otra época el hombre tenía a su disposición muchas islas paradisiacas para dejar temporal o definitivamente la civilización y todas sus lacras. El caso mas sublime y representativo fue el de ese ex corredor de Bolsa llamado Paul Gauguin, que dejo todo —incluida mujer, 5 hijos, éxito social y económico, etc, para tomar la insensata determinación de pasar el resto de su vida pintando en una de las islas de Tahití (en ese entonces casi vírgenes).
Sólo la loca imaginación de chiflados como Stevenson ha podido certificar lo que en esa época podía significar la frase “partir… a las islas”. Pero ahora ya no hay propiamente “islas” en este planeta. Ya no hay fuga posible. Hay que aceptar el contacto, la mezcla, el mestizaje universal y sacar todas las consecuencias. Este problema nos atañe directamente por que se trata de los términos adecuados en una relación —si debe haber algúna— entre una sociedad no típicamente occidental frente a Occidente. “Es un mal, sin duda, dice Tagore, que desde hace tiempo hayamos perdido el contacto con nuestra propia cultura, y que, por consiguiente, la cultura de Occidente no se vea situada en su verdadero lugar… Pero decir que esta mal seguir en relación con ella, es dar alas a la peor forma de provincialismo, que solo habrá de producir la indigencia intelectual”.
Por su parte Gandhi contesta: “Yo no me empeño en que mi casa sea bloqueada por todos lados, y en que mis ventanas sean clausuradas. Yo quiero que la corriente de las culturas de todos los países circule libremente en mi morada, pero me rehúso a dejarme llevar por esa corriente. Mi religión no es religión de prisión. Hay en ella lugar para la más mínima criatura de Dios. Permanece cerrada a todo orgullo de raza, de religión y de color”.
Es fácil percatarse de la amplitud y generosidad de las actitudes y posiciones de ambos lideres. El poeta Tagore también es como Gandhi un “alma grande”, un Mahatma, lo mueve el amor; mientras que al discípulo –gandhiano o no- casi siempre el odio, la revancha o el resentimiento. La masa no puede interiorizar plenamente la doctrina de la no-violencia del Mahatma o la sensibilidad poética de Tagore. Es iluso pedirle el comportamiento y los sentimientos de “este hombre dulce y piadoso… uno de los mayores personajes de la historia contemporánea”, que es Gandhi; o el sentido ecuménico de su noble paisano Tagore.
El punto polémico se situaba en la idea gandhiana de “boicot” a las mercaderías extranjeras, a la industria y la tecnificación occidentales, la “no cooperación”. Gandhi propugna “volver a la rueca”: “¡Que el poeta deponga su lira! Cantará después”. En este pasaje de su polémica con Tagore, la voz del Mahatma tiene un acento profético, dice José Carlos Mariátegui: “el poeta vive para el mañana y quería que nosotros hiciésemos los mismo… ¡Hay que tejer! ¡Que cada uno teja! ¡Que Tagore teja como los demás! ¡Qué queme sus vestidos extranjeros! Es el deber de hoy. Dios se ocupará del mañana.”
Sin embargo, creo que Mariátegui lleva razón cuando opina desde una posición extraordinariamente ponderada y equitativa frente a esta histórica y elevada polémica, que “la teoría de la no cooperación contenía muchas ilusiones. Una de ellas era la ilusión medieval de revivir en la India una economía superada. ”Gandhi no es un caudillo político sino religioso. Un líder que intentó, con éxito, elevar la política a religión, como Tolstoi o Unamuno, pero fracaso en su utópico afán de hacer de cada hindú un santo como él. Y eso explica porque Mariátegui cree que Tagore “tiene plenamente razón en este incidente de su polémica con Gandhi”, cuando afirma: “El problema de hoy es mundial. Ningún pueblo puede buscar su salud separándose de los otros. O salvarse juntos o desaparecer juntos”.