LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -Visité La Habana por primera vez en noviembre de 1947. Por aquellos días escuché una conversación entre mi padre y unos amigos suyos, que nunca pude olvidar. Fidel Castro, un estudiante universitario, se había robado la campana del Ingenio La Demajagua, con la cual, en 1868, Carlos Manuel de Céspedes llamó a los esclavos para dar inicio a la guerra de independencia.
No fue la última vez que escuché hablar sobre aquel robo, que representó el bautismo de fuego de Fidel en la prensa nacional.
Por estos días tuve la oportunidad de hablar con varios octogenarios, que no son opositores, ni luchadores por los Derechos Humanos, sino simples ciudadanos que no olvidan el pasado. Ellos coinciden en que fue Fidel quien se robó la célebre campana en busca de protagonismo político.
Han transcurrido 65 años. Hace unos días, el primero de noviembre, el periódico Granma comentó, a su manera, aquella historia. Acepta que fue Fidel quien se llevó la campana del poblado de Manzanillo, “como protesta contra la corrupción política existente¨, pero, según el texto, no se entiende si fue Fidel quien propuso el robo, o fue la Federación Estudiantil Universitaria, FEU.
Cualquiera que tenga dos dedos de frente se preguntará por qué entonces no se citan los nombres de aquellos que le encomendaron tan extraña tarea, y por qué no se dicen los nombres de los manzanilleros que aceptaron que un joven desconocido se llevara la campana, y mucho menos -dada la buena memoria del dictador cubano- se dicen los nombres de los veteranos de la guerra de independencia que lo acompañaron en el tren hasta La Habana, con la campana a cuestas.
Luego, Granma hace el relato de la inexplicable trayectoria que sufre nuestro símbolo patrio, a lo largo de doce días, cuando fue robada por segunda vez de la FEU, pese a estar custodiada, por orden de Fidel.
Si fueron unos gánsteres armados quienes se la robaron de allí, según Granma, ¿por qué a estas alturas no se conocen sus nombres? Y si eran gánsteres, ¿por qué la depositaron en el portal de la vivienda de un general del Ejército Libertador, donde estaba más segura y protegida?
Lo cierto es que la campana volvió a su verdadero lugar de destino y que, en 1968, cuando Fidel Castro ya se había robado todo el archipiélago cubano, se acordó de ella por primera vez. Entonces le construyó un memorial y un Parque Nacional, para proclamar, el día de su inauguración, que la revolución que instauró su dicadura familiar había comenzado allí precisamente, el 10 de octubre de 1868.
Pero la historia del Memorial es bastante triste. Durante largos años tuvo muy pocas condiciones para recibir al público. Sus instalaciones se fueron deteriorando tanto, que perdieron no solamente el techo, sino sus puertas y ventanas, que protegían objetos históricos.
En el verano de este año, y en ocasión de su 144 aniversario, comenzó a ser restaurado. Yoilán Rivero, inversionista de la obra, informó a Granma que el tiempo había dañado demasiado la instalación.
Se trataba del sitio donde el Padre de la Patria calificó de “carcomido y caduco” el poder español, y dijo que si nos parecía grande, era a consecuencia de que por más de tres siglos lo habíamos contemplado de rodillas.
Lo mismo se podría decir hoy sobre la revolución y la dictadura de la familia Castro; tan carcomida y caduca, como el poder español, y también si nos parece grande es sólo porque, durante más de medio siglo, la hemos contemplado de rodillas?