La organización que aglutina a las centrales sindicales del mundo elogia la experiencia argentina. Página/12 entrevistó a su titular, la australiana Sharan Burrow.
Desde Cannes
La única actividad oficial que desarrolló ayer Cristina Fernández de Kirchner a su llegada a Cannes fue recibir a la cúpula de la Confederación Sindical Internacional (CSI), una entidad que nuclea a 166 millones de afiliados en todo el mundo. El organismo fue creado en noviembre de 2006, a partir de la fusión de las dos corrientes sindicales globales, la Ciosl y la CMT. Gerardo Martínez, de la CGT, y Huyo Yasky, de una de las fracciones de la CTA, participaron de la reunión. La presidenta argentina se convirtió en la principal referencia de esta central de trabajadores a escala global, que la elogia desde que levantó la bandera de la defensa del empleo dentro de las cumbres del G-20. “El triunfo de su presidenta no es motivo de optimismo sólo para la Argentina, sino para los trabajadores del mundo, que reclaman el mismo modelo económico que ella está aplicando”, consideró la australiana Sharan Burrow, presidenta de la CSI, en un encuentro con la prensa argentina tras la charla de más de una hora con la jefa de Estado.
La CSI está manteniendo reuniones con distintos mandatarios antes del cónclave del G-20 para contrarrestar la presión de los mercados financieros en favor de las políticas de ajuste. Burrow y la cúpula de la entidad, incluidos los gremialistas argentinos, fueron recibidos ayer al mediodía en París por Nicolas Sarkozy, quien prometió acompañar el pedido de los sindicatos para que la cuestión laboral quede plasmada en el documento final de la cumbre. Cándido Méndez, secretario general de la Unión General de Trabajadores de España (UGM), sostuvo que hay pocos mandatarios que tengan tanta predisposición para “apoyar las posiciones de la CSI en el G-20” como CFK. “La experiencia argentina del pasado neoliberal, con el desenlace del funesto 2001, y la experiencia del presente, de crecimiento económico vigoroso e inclusión social, son ejemplos que se deben analizar en Cannes para que los países que ahora atraviesan la crisis saquen las conclusiones correctas”, sugirió. El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, sostuvo que el gobierno argentino volverá a plantear la necesidad de priorizar las políticas de empleo ante sus pares del G-20. El funcionario estuvo junto a la Presidenta en el cónclave con la CSI, del que también participaron la ministra de Industria, Débora Giorgi, y el embajador argentino en Francia, Aldo Ferrer,
Uno de los temas tratados fue la propuesta de la CSI de imponer un impuesto a las transacciones financieras, idea que en paralelo es apoyada por los gobiernos de Alemania y Francia, pero a la que se oponen Estados Unidos e Inglaterra. “Nos dijo que le gustaría ver que se introduzca este impuesto a nivel global, pero que debe ir acompañado de un combate sincero de los paraísos fiscales, porque de lo contrario se produciría un arbitraje que terminaría socavando la solidez del tributo”, relató Burrow la respuesta de la presidenta argentina en este tema. Página/12 tuvo la oportunidad de mantener un diálogo en exclusiva con Burrow.
–¿Cuál es la expectativa de la CSI respecto de lo que pueda pasar en la cumbre del G-20?
–Creo que será un referéndum para los trabajadores del mundo. Veremos si gana la economía real y el empleo, y entonces empezamos a ver un horizonte de esperanza, o si se sigue imponiendo el sector financiero.
–¿Supone que podría haber estallidos sociales?
–Lamentablemente sí. Le hemos dicho hoy (por ayer) al presidente Sarkozy que si la gente no tiene esperanzas, y acá estamos hablando de empleo, de protección social y de confianza en los gobiernos democráticamente elegidos, la conflictividad social va a crecer. El riesgo de estallidos sociales está a la vuelta de la esquina.
–Usted estuvo en agosto en la Argentina. ¿Cuál es su evaluación de la situación laboral?
–Lo que alienta al optimismo en Argentina es que está siguiendo estrategias de crecimiento coherentes, focalizadas en el trabajo. Se concentra en impulsar la creación de empleos y en la protección social. La Presidenta, sus ministros y sus sindicatos saben que tienen desafíos por delante, pero hay un compromiso con el trabajo decente, con la economía sustentable y de ocuparse de cuidar de los más pobres. Ese es el mundo de dignidad que nosotros queremos ver. Cuando los mercados financieros les dicen a los gobiernos que recorten brutalmente los niveles de salarios, que reduzcan las jubilaciones, es porque quieren sacar ganancias a partir de las catástrofes de un país. Eso es inmoral. Su país tiene la valentía del liderazgo, que se alza para respaldar un modelo que pone a la gente en el centro. La voz de la Presidenta es un verdadero rayo de esperanza que ilumina el camino para los trabajadores de todo el mundo.