(Editorial de Nuestra Propuesta del jueves 22 de noviembre de 2012)
Momentos singulares se viven en nuestro país. Los que hasta ayer fueron beneficiados por las políticas oficiales y otros de la derecha y centroderecha, impotentes para gestar una alternativa, ahora se posicionan como pretendidos líderes de la lucha popular e intérpretes del reclamo de los trabajadores.
Ahí esta Moyano inspirado ejecutor del clásico principio vandorista de presionar para negociar, el Momo Venegas y Luis Barrionuevo fervientes admiradores de personajes como Duhalde e integrantes del tradicional y desgastado aparato manejado por la derecha pejotista,
Eduardo Buzzi colaborador de la oligarquía terrateniente depredadora, miembro de la Mesa de Enlace y partidario de la derogación de la 125, dirigentes y legisladores de cepa radical y otros de raíz conservadora (independientemente del nombre que hoy hayan adoptado para sus respectivos partidos, caso PRO, Coalición Cívica, etcétera) unen sus voces levantando consignas que son justas y que no han sido atendidas a tiempo por el gobierno, pero con el objetivo de acumular fuerzas para futuras elecciones sobre la base de esmerilar el poder de la Presidenta que votó el pueblo de manera mayoritaria, dividir al campo popular y favorecer con ello la labor de quienes manejan el verdadero poder: el gran capital altamente concentrado y el aparato militar-financiero del imperialismo norteamericano.
Quizás haga más confuso el panorama el hecho de que algunas fuerzas provenientes del arco de izquierda se sumen a esta maniobra que, al margen de los justos reclamos, son adoptadas sin ningún tipo de consulta a las bases. Por el contrario, es la resultante de un acuerdo cupular entre dirigentes cegetistas formados en la cultura del “arreglo por arriba” y otros, como el caso de quienes se presentan como dirigentes de una CTA fraguada, cuya participación no va mas allá que la de servir de bastón a las pretensiones hegemónicas de la derecha sindical y política peronista.
Nuestra tradicional posición nos ha llevado siempre a apoyar las auténticas acciones direccionadas a incrementar conquistas, afianzar derechos, desplegar la solidaridad entre los trabajadores y el campo popular, etcétera, independientemente de quien las dirija. Estamos a favor de la lucha por profundizar medidas que tengan un carácter antineoliberal, que ataquen las estructuras cuya supervivencia permite la desigualdad y que decididamente contribuyan a mejorar las condiciones de vida de nuestros trabajadores. Para eso necesitamosla unidad de la clase trabajadora, junto a otros sectores sociales provenientes de la pequeña y mediana industria y del comercio, los estudiantes, movimientos sociales, artistas e intelectuales conformando un sujeto político frentista apto para enfrentar a los poderosos y verdaderos enemigos que medran con la desigualdad social, que se enojan por el avance del Estado sobre la economía, que patalean por la aplicación de la Ley de Medios, que añoran la represión social indiscriminada, que sueñan con la devaluación de la moneda para envilecer más los salarios, que anhelan bajar los gastos para frenar la obra pública, que pretenden bajar el consumo para frenar la inflación y así de seguido.
Consideramos que los propósitos que dieron pie a este remanido paro no se conjugan con aquellos relevantes fines ni tampoco se proponen la elevación del nivel de subjetividad y de organización de los trabajadores. Tampoco el de debatir en las empresas el significado de la jornada. Al contrario, el afán está puesto en cortar vías de acceso y tránsito en las ciudades a fin de crear estados de confusión, de broncas contenidas, de conmoción que luego son amplificadas por el monopolio informativo con la pretensión de hacer creer que nuestro querido país está sumido en “el caos social”. Desestabilización, que le llaman.
La materialización de estas justas reivindicaciones no será producto solo de la voluntad del gobierno, sino el resultado de la unidad y la movilización de todo el campo popular, generando iniciativas al estilo de Unidos y Organizados, por ejemplo, donde confluyan fuerzas de diversos orígenes que sin perder su identidad, forjen un programa común de avance en un derrotero nacional, popular y antimperialista.
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