LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Los rumores sobre la gravedad del estado de salud del Coronel Hugo Chávez, presidente de Venezuela, se han confirmado. El mismo, en una alocución televisada en Caracas, también emitida en directo en Cuba el 8 de diciembre, reconoció que en el lugar donde había sido operado por la existencia de un tumor canceroso se han reproducido células malignas y al mismo tiempo está sufriendo dolores. Ante un inminente procedimiento quirúrgico peligroso, determinó dejar como continuador de su obra a Nicolás Maduro, recientemente nombrado vicepresidente, alternando como ministro de Relaciones Exteriores, cargo que desempeñaba desde hacía 3 años.
Incluso señaló que, como dispone la Constitución de la Republica, “si se presentara alguna circunstancia sobrevenida –así dice la Constitución- que a mi me inhabilite –óigase bien- para continuar al frente de la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela…Si algo ocurriera repito, que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no solo en esa situación debe concluir como manda la Constitución el período, sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total es que ese escenario que obligaría a convocar como manda la Constitución de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela”. De esas palabras se desprende la gravedad de la situación y la posibilidad cierta de que Chávez no pueda seguir al frente del gobierno venezolano.
El proceso iniciado en 1998 con la victoria del chavismo en las elecciones fue el resultado de la desesperación del pueblo venezolano ante los malos gobiernos de partidos tradicionales, causantes de amplia miseria, lo cual supo aprovechar el astuto teniente coronel, asesorado desde La Habana. Al asumir el poder con un considerable apoyo popular podía haber tomado la línea de centro-izquierda de países como Chile, Brasil y Uruguay que tantos beneficios ha traído. Pero lamentablemente prefirió la deriva populista, convirtiéndose en un típico caudillo latinoamericano y líder insustituible de su movimiento, el corazón de Venezuela, como él ha definido.
En esas circunstancias, la ausencia de Chávez, hasta ahora apoyado por un movimiento muy heterogéneo, e incluso con una apreciable oposición como se evidenció en las elecciones del 7 de octubre pasado, cuando el 45,0% votó contra él, produciría un vacío político, con la posible implosión de las fuerzas afines, que van desde el marxismo a un supuesto cristianismo, todo enmarcado en un nacionalismo superlativo.
Por otra parte, el legado económico y social de Chávez no dejará mucho margen y cualquier gobierno que sobrevenga, sea continuador del chavismo o de la oposición, tendrá que enfrentar una situación muy compleja. La deuda externa se aproxima a los 100 mil millones de dólares -ha recibido créditos chinos por 42,5 miles de millones de dólares (según la revista Bloomberg Businessweek), así como de Rusia, dedicados fundamentalmente a proyectos sociales y compra de armas, mientras se observa que la producción de petróleo se ha reducido en un 22,0% en relación con los niveles de 1999, cuando asumió el poder.
Sin dudas, las obras sociales han dado gran popularidad al presidente, por ejemplo con la construcción de alrededor de 300 mil viviendas, pero lo ha realizado con un objetivo político, creando desproporciones económicas, como la caída en la producción de petróleo, altas tasas de inflación, desabastecimiento de artículos de primera necesidad y otros fenómenos nocivos. Al mismo tiempo, existen altos niveles de corrupción, al extremo de que en el último reporte de la organización Transparencia Internacional, Venezuela comparte el lugar 165 con Haití, entre los 174 países considerados, para el último lugar en América Latina. El escenario no es nada halagüeño como se puede apreciar, a lo que se añade que, si el precio internacional del petróleo se redujera, lo cual podría suceder si la situación económica internacional empeorara, las repercusiones en Caracas serían fuertes.
Por supuesto, los acontecimientos en Venezuela tendrían unas consecuencias nocivas para los países que hoy dependen de su petróleo barato y subvención económica. Es el caso de Cuba, que además de recibir 100 mil barriles diarios del combustible, a bajos precios, obtiene importantes financiamientos para la ejecución de obras, como la refinería de Cienfuegos, y la posibilidad de pagar en contrapartida con asistencia técnica.
Si ese esquema se rompiera, se cortaría este cordón umbilical que une Cuba con Venezuela y sobrevendría una situación que podría ser más trágica que cuando La Habana perdió la subvención de la Unión Soviética y otros países del este de Europa. Al producirse el derrumbe del socialismo y la pérdida de los subsidios, en los años 90, Cuba poseía aun una notable industria azucarera, con una producción de más de 8 millones de toneladas de azúcar, y una infraestructura productiva. Todo eso ha desaparecido, tras más de 20 años de continua descapitalización. Actualmente esa industria está en una situación deplorable, la producción manufacturera no alcanza el 50,0%, e iguales condiciones presenta el transporte y casi todo el resto de la infraestructura del país. Habría que preguntarse cómo Cuba pagaría 100 mil barriles de petróleo a los precios actuales del mercado.
Pero no solamente habría que afrontar problemas económicos, sino también sociales, pues las diferencias de ingresos en Cuba han crecido extraordinariamente, generando conflictos que antes no eran tan evidentes. Incluso en el campo de la política existe una situación diferente, pues la población está muy disgustada, frustrada y desesperada. A eso se suman problemas demográficos, medioambientales y de pérdida generalizada de valores, inexistentes en esa magnitud a comienzos de la década de 1990. Por otra parte, el gobierno cubano no se ha preparado para la eventual pérdida del apoyo venezolano. Los cambios reducidos a una “actualización”, según el gobierno, han sido insuficientes y tardíos. Incapaces de sacar a Cuba de la grave crisis que la asfixia.
En consecuencia, la ausencia de Chávez no solo incidiría notablemente en Venezuela, sino que impactaría muy fuertemente en otros países, particularmente en Cuba, donde la subvención venezolana se ha convertido en un factor fundamental para la sobrevivencia económica.