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General: EL OTRO CANCER DE LOS CASTROS,,,,,,
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De: carlos305 (Mensaje original) |
Enviado: 16/12/2012 13:25 |
El culpable del 'meroliqueo' no son los deportistas, es el régimen
El 'pacotilleo' no es exclusivo de 'cooperantes', deportistas, músicos y artistas, entre otros. Igualmente lo hacen cubanos comunes y corrientes.
El cubano Carlos Veliz compite en la prueba de lanzamiento de bala de los Juegos Panamericanos 2011.
Como en estos tiempos lo que 'vende' es el morbo, no faltan periodistas extranjeros dispuestos a anotarse puntos, por la divulgación de videos, grabados con cámara oculta, donde muestran a deportistas cubanos tratando de buscarse unas pocas divisas con la venta de artículos de uso personal o traídos de la isla. En los Panamericanos de Río de Janeiro 2007, TV Globo mostró imágenes de atletas cubanos vendiendo sus uniformes en dólares. Ahora en los Juegos Olímpicos cogieron 'in fraganti', tratando de vender una caja de tabacos, al lanzador de la bala Carlos Véliz Wilburt (Manicaragua, Villa Clara, 1987), quien ha quedado más conocido por su 'candongueo' que por su curriculum deportivo. Es penoso que un atleta cubano ande en el 'cambalache', sobre todo cuando se supone está representando a su país. Pero no es algo nuevo ni exclusivo de los deportistas: desde hace bastante tiempo, músicos y artistas, entre otros nacionales autorizados a participar en eventos en el exterior, consiguen cajas de tabaco, botellas de ron, discos, souvenirs y hasta cadenas de oro, con intención de venderlos y obtener dólares o euros. A lo mejor con las libras esterlinas que pedía por la caja de tabaco, Véliz necesitaba adquirir algo que vio a buen precio. O llevar de vuelta a casa todo el dinero que lograra reunir en Londres y en las 'shoppings' habaneras comprarle cosas a los suyos. O guardarlo para empezar a arreglar su casa o comprarse un auto en el futuro. El culpable de ese 'meroliqueo' no son los deportistas, músicos y artistas. Es el régimen de los Castro, que llevan 53 años en el poder, viviendo bien ellos, sus familiares y sus incondicionales, sin importarles las miserables condiciones de vida de la mayoría de la población, ni el alarmante deterioro de viviendas y calles, en particular en La Habana, cada vez más parecida a una ciudad acabada de bombardear. En marzo de 2012 la libreta de racionamiento cumplió medio siglo. A pesar de los mercados agropecuarios, la escasez de alimentos sigue siendo un volcán dormido para Raúl Castro. La ropa, el calzado y los artículos de aseo también son una bomba de relojería: si la carne de cerdo, frijoles, frutas y hortalizas se pueden adquirir con pesos cubanos, para poder vestirse, calzarse, echarse desodorante y lavarse la cabeza, los cubanos necesitan CUC (pesos convertibles). Desde hace más de 40 años, los llamados 'cooperantes' -médicos, sanitarios, entrenadores deportivos y otros especialistas- realizan labores humanitarias o 'misiones internacionalistas', como les dice el gobierno, en naciones africanas, asiáticas, caribeñas y latinoamericanas. Ser escogido para 'cumplir misión' es el anhelo de muchos profesionales en Cuba. Al margen de que es una vía para escapar, es una de las pocas posibilidades que tienen de reunir una buena cantidad de divisas. El 'pacotilleo' no es exclusivo de 'cooperantes', deportistas, músicos y artistas, entre otros. Igualmente lo hacen cubanos comunes y corrientes. El caso más conocido es el de los residentes en Ecuador y Venezuela, aunque históricamente el mayor volumen de mercaderías hacia la isla ha procedido de la Florida. Pese a las nuevas y draconianas regulaciones aduanales aprobadas por la Asamblea Nacional del Poder Popular en su última sesión, la 'pacotilla', sea cual sea su procedencia, seguirá haciéndole la vida menos dura a los cubanos y continuará nutriendo las tiendas ambulantes que hoy proliferan por toda la isla. Probablemente Carlos Véliz sea sancionado. Pero el castigo no impedirá que cuando los deportistas viajen a competencias en otros países, traten de conseguir divisas por su cuenta. Claro, en lo adelante se cuidarán de las cámaras ocultas de unos periodistas extranjeros que prefieren ensañarse con las víctimas y no con los verdaderos culpables de que las personas caigan en el trapicheo. La gente tiene que luchar por su supervivencia y la de su familia. Los más de 50 años de penurias y escasez del régimen de los Castro, lamentablemente, ha convertido a los cubanos en 'merolicos'. Y eso no provoca risa. Da ganas de llorar.
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La escasez de alimentos en Cuba es un volcán dormido
El General
Raúl Castro reconoce que los frijoles son más importantes que los
cañones. Para los mandarines de verde olivo, la alimentación es un
asunto de seguridad nacional.
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agosto 01, 2012
Desde que tomó el
poder el 31 de julio del 2006, Castro II ha intentado revitalizar la
producción agrícola. Pero nada. El descomunal e ineficiente Ministerio
de la Agricultura no logra que la gente cene carne de res, coma malanga o
pueda adquirir frutas y vegetales a precios asequibles.
De nada ha servido arrendar la tierra para aumentar las cosechas. Pagar
tres pesos por cada litro de leche. O subir los precios de compra a la
producción de los campesinos privados. Es un problema estructural.
Nunca, ni aún cuando la antigua URSS gastaba miles de millones de rublos
en subsidiar a la economía cubana, el asunto de la alimentación ha
podido ser resuelto.
Con cierta reiteración, a Fidel Castro le gustaba recordarnos que era un
experto en materia agrotécnica. Desde los primeros años de revolución,
invirtió tiempo y recursos en aumentar la producción agrícola y
ganadera.
A Francia mandó a buscar un entendido en ganadería como Andrés Voisin.
Quería que el francés aplicara en el trópico su tesis del pastoreo
racional. El entonces joven y presuntuoso comandante aseguraba que Cuba
recolectaría tal cantidad de malanga que podríamos exportarla.
De los cítricos decía otro tanto. En el Valle de Picadura, en las
afueras de La Habana, diseñó inmensas vaquerías con aire acondicionado,
donde el guerrillero se dedicaba a cruzar el ganado para obtener
ejemplares superiores que produjeran mayor cantidad de carne y leche.
No creo que otro presidente en el mundo se haya involucrado tan a fondo,
y con tan pésimo resultado, con el problema de la alimentación de su
país.
Sembró café por toda la isla. Introdujo nuevas y más resistentes
variedades de caña. Le dio por sembrar fresas, uvas, melocotones y
manzanas en una zona montañosa de Sancti Spiritus con un microclima
especial.
A pesar de los sucesivos fracasos, Castro no desistía. Ya en los 90, sin
el subsidio de Moscú, construyó medio centenar de campamentos agrícolas
para sembrar una variedad de plátanos a la que llamó 'microjet'. Estaba
tan refocilado con la abundancia de plátanos, que ordenó imprimir
libros de recetas, para que las amas de casa aprendieran a elaborar
diferentes tipos de platos.
Una noche pidió a sus asesores que por avión le enviaran Mc Donald's
auténticas. Quería compararlas con unas hamburguesas que él había creado
y bautizado con el nombre de Zas. Después de probar las hamburguesas
gringas, dijo que las cubanas eran superiores. Las Zas se vendían en
cafeterías reconvertidas en hamburgueserías en La Habana, a dos por
persona.
En Argentina adquirió cientos de máquinas de frozen. Ya en Cuba, fueron
dedicadas a la elaboración de helados sin leche, a base de concentrados
de limón, naranja o toronja. Entonces dijo que los cítricos aportarían
las dosis de vitamina C necesitadas por las personas. Era tanta su
pasión por la tierra y el ganado, que tenía cosechas de frijoles, vacas,
búfalas, fábricas de quesos y helados en su vasta propiedad conocida
como la Zona 0.
Pero el colmo fue que destrozó la industria azucarera nacional. Si algo
siempre supieron hacer bien los cubanos, fue cosechar caña y producir
azúcar. La producción de la dulce gramínea en estos años es comparable
con las zafras de principio del siglo XX. De ser 'la azucarera del
mundo', Cuba pasó a importar azúcar.
El número de cabezas de ganado se ha reducido al mínimo. Les doy un
dato. Ilegalmente se sacrifican más reses en los campos cubanos que en
los mataderos del Estado. Todos los proyectos del comandante culminaron
en pura astracanada. Hoy no tenemos vacas, ni leche, ni café, ni
plátanos, ni carne de res, ni pescados y mariscos.
Su hermano Raúl sabe que la comida es una bomba de relojería. Si el
régimen pudiese atiborrar los mercados de alimentos, podría gobernar más
cómodamente a una población con la barriga llena. Pero ni a trancas
logran sacar frutos de la tierra. Cuba gasta casi mil 500 millones de
dólares anuales en la compra de alimentos. El plan de Castro II es
reducir las importaciones.
Además, las medidas puestas en práctica son incompletas. Arrendar la
tierra por 10 años y prohibir al que la trabaja construir su vivienda en
el terreno alquilado, es una estupidez mayúscula. Lo ideal sería
arrendar la tierra por 90 años o más. Y que los campesinos puedan
levantar allí sus casas.
Si el régimen desea que los precios de los alimentos caigan en picada,
debería clausurar los centros estatales de acopio. Son antros de
burócratas corruptos. Embriones de mafias que a su antojo manipulan los
precios. Los robos y fraudes en esos centros son millonarios. El propio
Raúl Castro reconoció que en los agromercados habaneros hubo un desfalco
de 12 millones de pesos.
El precio ridículo que el Estado paga por los productos no incentivan a
los guajiros a tener grandes cosechas. Quienes trabajan la tierra
prefieren vender su producción a intermediarios particulares, porque les
ofrecen mejores precios.
Un campesino particular debe vender el 80% de su cosecha al Estado. Si
las ventas fueran de un 20 o 25%, y sus productores pudieran
comercializar por su cuenta los excedentes, los precios desorbitados de
viandas, frutas y hortalizas descenderían.
Otra traba es la imposibilidad de los propietarios de vender sus
animales. Solo pueden hacerlo al Estado, que paga menos de 10 pesos
convertibles por una vaca. La solución es degollarla y aparentar que fue
un accidente. O hacer un trato con matarifes de la zona, para que por
la noche sacrifiquen reses y luego reportarlo como hurto.
Las leyes absurdas invitan a las trampas. Si el gobierno creara mercados
mayoristas, disminuirían los precios de los alimentos elaborados que
ofertan los trabajadores privados. Si hace 5 años una pizza costaba
entre 5 y 7 pesos en la capital, actualmente cuesta entre 12 y 15 la más
barata. Un vaso de jugo natural de dos pesos subió a tres. El refresco
instantáneo, de un peso se elevó a dos. Entre tanto, los salarios de los
trabajadores siguen congelados en el tiempo.
El General Castro sabe que la escasez de alimentos es como un volcán
dormido. Si en algún momento entra en erupción, podría volar en pedazos
al régimen.
No hay oposición más eficaz que ese segmento significativo -y en
aumento- de ciudadanos sin dinero, alimentándose poco y mal. En un
intento por frenar el descontento y las cazuelas vacías, Castro II trata
de poner en marcha una serie de medidas que eleven en flecha la
producción de alimentos a menos costo.
Hasta ahora no lo ha logrado. Mientras, desde su sillón de jubilado
político, Fidel Castro observa el panorama. Y asegura que investiga una
planta llamada moringa, la cual será la solución definitiva al problema
alimenticio nacional. Créanme, no es un chiste.
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DURANTE TODOS ESTOS ANOS DILAPADARON RECUERSOS EN LA PREPARACION DE TODO EL PUEBLO ANTE LA AGRESION IMPERIALISTA , AHORA SE DA CUENTA QUE LO IMPORTANTE SON LOS FRIJOLES,,,IMPERDONABLE LOS ERRORES DE LOS CASTROS IMPERDONABLES,,,,,,,,,,,.
La escasez de alimentos en Cuba es un volcán dormido
El General Raúl Castro reconoce que los frijoles son más importantes que los cañones. Para los mandarines de verde olivo, la alimentación es un asunto de seguridad nacional.
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