LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -No se trata de los Chupa-Chup, las golosinas tan gustadas por los niños, sino de prostitutas “asequibles”, a las que llaman así por practicar el sexo oral principalmente, las cuales ejercen el oficio principalmente en descampados, mas que en ciudades y pueblos.
Se estacionan en carreteras muy transitadas, por lo regular en puestos de venta de comida ligera, bajo puentes, o en paradas de ómnibus interprovinciales. Aparentan consumir algún refrigerio o hacer auto-stop, siempre a la caza de la oportunidad para conversar, proponer, convencer y ajustar precio con el posible cliente del placer tarifado. Echan el lazo a conductores de rastra, auto, bicicleta, a caballo, a transeúntes a pie. Trabajan principalmente el horario de día hasta caer la tarde, porque la noche es peligrosa.
Entre otros lugares, se pueden ver al este de La Habana, en las inmediaciones del Puente de Santa Fe, entronque a Guanabacoa, o en el puente de la Planta de Asfalto, y el de la Autopista Nacional al pueblo Peñalver.
En ocasiones desaparecen rápidamente, huyendo a los policías, generalmente jóvenes, que como cualquier otro varón gustan del placer carnal, pero no les gusta pagar y utilizan la extorsión para conseguirlo. Además, no siempre los policías están de fiesta, si les da por cumplir órdenes, detienen a cuanto sospechoso se mueva en los contornos. El negocio tiene riesgos para la trabajadora y el cliente. Pero en cuanto se retiran los policías, las chupa-chupa retornan a sus puestos laborales en la manigua.
De acuerdo al dinero y el tiempo de que disponga el cliente, pueden ofrecer un menú más variado de sexo. No solo acuden a ellas transeúntes ocasionales. Iván, de 48 años, aunque casado, dice sentir mucha atracción por las emociones fuertes y variedad de oferta. Confiesa que al menos una vez al mes disfruta de la agitación del encuentro con alguna chupa-chupa en la campiña.
“Es fácil; te acercas, si no es ella quien se acerca a ti. Dices lo que quieres, y te dirá el precio. Si te conviene, te la llevas. Mejor dicho, ella te lleva, porque tiene ya preparado un espacio entre los matorrales. Ha colocado sobre el suelo cartones, sacos desechados de yute, de poliéster, que contuvieron arroz, chícharos, viandas. La “cama” no es tan confortable como la de un hotel, pero cumple la misma función. Si llueve hay que abandonar la “habitación” sin techo del marabusal, pero siempre hay forma de terminar el trabajo bajo algún puente o alcantarilla”.
Las equipadas chupa-chupa siempre cargan con un bolso con jabón, toalla, papel higiénico, desodorante, condones y un envase plástico con agua para los menesteres del encontronazo.
Las posadas (hoteles baratos) y los prostíbulos cumplían una función social útil, al evitar el desparrame incontrolable de prostitutas y prostitutos ejerciendo su trabajo prácticamente en la vía pública, como ocurre hoy.
El gobierno dijo haber terminado con la prostitución en 1959 –por decreto- y declaró que nuestras mujeres no tendrían que ejercer nunca más ese oficio gracias a las oportunidades que la revolución les daría. Eliminó las zonas de tolerancia y hasta cerró o dejó que se destruyeran las posadas.
Ante la falta de lugares para que las parejas se amaran, en la década de 1980 se construyeron algunas nuevas posadas, varias fuera de La Habana, al costado de la Vía Monumental. Tenían nombres tan sugerentes como Edén Arriba, Edén Abajo y El Paraíso, y habitaciones confortables, discretas, bien atendidas, con servicio de habitación para el disfrute de las parejas.
Pero hace algunos años, ante la enorme escasez de viviendas, agravada por una cadena de derrumbes, las autoridades decidieron convertir las posadas en inadecuados hogares. Como resultado, los cubanos, que en su mayoría viven hacinados en habitáculos inadecuados, no tienen hoy donde hacer sexo casual, ni pagado, ni gratuito.
Medio siglo después; sin posadas, con crisis económica, sueldos irrisorios, y sin oportunidades ni esperanzas para nuestros jóvenes, la prostitución que supuestamente la revolución había “erradicado”, ha regresado con más fuerza que nunca, practicada tanto por hombres, como por mujeres -incluida la variante de bajo costo, de sexo ambulante a la intemperie de las chupa chupa-; prolifera como nunca y ya desborda ciudades y se desparrama por los campos de Cuba.
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