- dic 17, 2012 • 19:52h
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Al parecer, dos semanas de encierro en casa, prisionera de la televisión, me han dejado algo mema. Tumbada en mi cama, en forzoso descanso y sin acceso a Internet —salvo por algunos amigos piadosos que me enviaron mensajes de texto con informaciones de las que aquí no se divulgan y otro que me trajo a casa toda una compilación de noticias que él mismo descargara de la red—, me dediqué a seguir resignadamente los fragmentos televisados de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional y los noticieros de todos los horarios. Más aún, escuché pacientemente los “informes” de cada ministro y hasta soporté con todo estoicismo el triunfalista discurso del General con su eterno tono aburrido y gangoso. En vano: resulta que no entiendo nada. Lo peor es que por momentos, la TV cubana parece provocar alucinaciones.
No entiendo, por ejemplo, por qué la reparación “completa” de un tramo de 24 km de la vía férrea central —que tiene un total de 800 km—, realizada a lo largo de todo el año 2012, se considera un logro. Si a esto se añade el dato adicional de que para 2013 el plan es “completar” 40 km de esa importante vía (lo que sugiere que solo se repararían 16 km en todo el año venidero), ¿no se trata, además, de una planificación del retroceso?
Otro tema es que si prácticamente se han incumplido todos los parámetros proyectados para 2012, como es el caso de la producción agrícola, de la construcción de viviendas, de la producción de materiales para la construcción, del plan de exportaciones (con un alarmante aumento de importaciones de alimentos y otros bienes), etc. Si, por añadidura, la región oriental fue azotada por un cruento huracán que provocó cuantiosas pérdidas de la economía y del ya insuficiente y deteriorado fondo habitacional, si se perdió una importante cosecha de café, entre otros rubros, y algunos de los pocos centrales azucareros que nos quedan y debían haber arrancado en la producción de azúcar de esta zafra están imposibilitados de hacerlo… me pregunto, ¿cómo es posible que la economía haya registrado un crecimiento en el PIB de un respetable 3,1% y qué indicadores tuvo en cuenta el General para declarar que en el año que concluye “se preservó la tendencia favorable de crecimiento”; que se ha logrado “mantener una positiva correlación entre el crecimiento del salario medio y la productividad, lo que contribuye al equilibrio financiero interno” y que Cuba avanza en un “paulatino desendeudamiento externo, sobre la base del estricto cumplimiento de los compromisos financieros”? ¡Qué confusión tengo!
Debo confesar que entre algunos fragmentos de este y aquel discursillo oficial de los que estuve escuchando por estos días, me quedé inevitablemente dormida. Consideren los amigos lectores que sometí a una verdadera tortura mi cerebro, ya de por sí aletargado por la gripe. Lo cierto es que, aunque en muchos casos se trataba de economía, tampoco escuché hablar de cifras, ni supe en definitiva cuál será el monto total del presupuesto para el año 2013 que fue aprobado unánimemente, como siempre, por nuestros aguerridos diputados. Pequeñas omisiones que me hacen sospechar que quizás ellos también sufrían, como yo, de una fuerte gripe y por eso estaban algo lerdos.
Cerrando este post, el noticiero estelar del domingo, 16 de diciembre, acaba de divulgar una noticia que aumenta mi confusión: Fidel Castro Ruz ha sido nominado para diputado de la Asamblea Nacional. ¿Qué les parece? Es decir, que la política zombie incluye reintroducir al Decrépito en Jefe en la vida, supongo que simbólicamente, a través del órgano superior del “Poder Popular”. O quizás tamaña payasada solo es uno de esos morbosos homenajes pre mortem, de los que se estilan en Cuba en los cuales la vejez parece ser el mayor mérito del homenajeado. Va y hasta se inventan el puesto de “Diputado Ausente”, digo yo. Nada nuevo: de cierta forma me recuerda el caso de aquel otro dictador, Augusto Pinochet, quien realizó sus postreras fantasías de conservar algún poder político gracias a su nombramiento como Senador Vitalicio. Las historias dictatoriales latinoamericanas tienen una curiosa recurrencia.
Pero tampoco hay que sorprenderse mucho. En definitiva, a juzgar por la ineficacia del sistema, desempolvar la momia sagrada bien podría formar parte de la estrategia raulista para la “renovación” que se ha propuesto en este reino de difuntos.
Miriam Celaya
La Habana