Por: Alejandra Moglia
“Cortázar se entregaba al tango como nadie.Cantaba con una pasión muy grande.” Carlos Fuentes
Dice Bella Josef -Cátedra Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara:
Como dijo José Blanco Amor, es imposible entender a Cortázar si a uno no le gusta el tango y su metafísica, o si no se evoca a Buenos Aires. El tango, con su efusión sentimental y distanciamiento crítico, es la síntesis sutil entre el profundo sentido del porteño y su universalidad. Julio Cortázar compuso letras de tango y participó en la grabación de Las veredas de Buenos Aires con algunos de sus compatriotas como Edgardo Cantón y “Tata” Cedrón. “Decir Buenos Aires es decir el mundo, ahora” (Cortázar). Proyecta sobre ciertos personajes sentimientos propios del tango o evocados por éste, y algunas de sus novelas se vuelven, en su desarrollo, una alegoría del tango. La brevedad del cuento lo convierte en un género apropiado para proyectar la tristeza, la pena o la melancolía del amante decepcionado. La nostalgia de Buenos Aires constituye la propia esencia del tango. Esta nostalgia se conecta con los recuerdos de infancia, como se puede ver en Las veredas de Buenos Aires . Los tangos creados por Cortázar constituyen una verdadera rayuela. La evocación del paraíso perdido de la infancia, la nostalgia de días mejores, la exaltación de los amores de antaño comportan una dosis de impotencia y de pasividad sublimadas en tangos compuestos por Julio Cortázar.
El agente literario Guillermo Schavelzon cuenta que Cortázar amaba la combinación de tres géneros musicales: la ópera, el tango y el jazz. Al respecto señala lo siguiente:
Unos años después, la madre, que era una apasionada melómana y lectora (lo siguió siendo hasta la vejez), comenzó a hacerle escuchar, en una vitrola a cuerda, discos de ópera. Décadas más tarde, ella misma me contó que hacía eso para distraerlo, porque desde los cuatro años, cuando aprendió a leer, Julito pasaba la mayor parte del día encerrado con sus libros. Cuando la madre salía, la tía en lugar de ópera le hacía escuchar tangos, y cuenta Cortázar que desde entonces le quedó el gusto por esa extraña combinación de géneros que amaba: la ópera, el tango y el jazz. Hace poco, encontré estas declaraciones a la Paris Review: “…yo crecí en una atmósfera de tangos. Los escuchábamos por radio, porque la radio empezó cuando yo era chico, y después fue un tango tras otro. Había gente en mi familia, mi madre y una tía, que tocaba tangos al piano y los cantaba… El tango se convirtió en parte de mi conciencia y es la música que siempre me devuelve a mi juventud y a Buenos Aires”. Sin embargo Cortázar tenía su opinión: “creo que el tango en general, y especialmente si se lo compara con eljazz, es una música muy pobre. Es pobre pero es bella”. (En: Diez instantáneas de Julio Cortázar)
El último libro publicado en vida por Julio Cortázar ha sido Salvo el crepúsculo. Es una antología poética en la cual el escritor rinde un homenaje a los poetas y a la poesía, y en la cual son protagonistas el amor, el tango, el jazz, la pintura, Buenos Aires y París.
Tangos
Java
Letra: Julio Cortázar
Música: Edgardo Cantón
Nos quedaremos solos y será ya de noche.
Nos quedaremos solos mi almohada y mi silencio
y estará la ventana mirando inútilmente
los barcos y los puentes que enhebran sus agujas.
Yo diré: Ya es muy tarde.
No me contestarán ni mis guantes ni el peine,
solamente tu olor, tu perfume olvidado
como una carta puesta boca abajo en la mesa.
Morderé una manzana fumaré un cigarrillo
viendo bajar los cuernos de la noche medusa
su vasto caracol forrado en terciopelo.
Y diré: Ya es de noche
y estaremos de acuerdo, oh muebles oh ceniza
con el organillero que remonta en la esquina
los tristes esqueletos de un pez y una amapola.
C’est la java de celui qui s’en va-
Es justo, corazón, la canta el que se queda,
la canta el que se queda para cuidar la casa.
La Cruz del Sur
Letra: Julio Cortázar
Música: Edgardo Cantón
Vos ves la Cruz del Sur
y respirás el verano con su olor a duraznos
y caminás de noche mi pequeño fantasma silencioso
por ese Buenos Aires, por ese siempre mismo Buenos Aires.
Extraño la Cruz del Sur
cuando la sed me hace alzar la cabeza
para beber tu vino negro, rnedianoche.
Y extraño las esquinas con almacenes dormilones
donde el perfume de la yerba
tiembla en la piel del aire.
Extraño tu voz,
tu caminar conmigo por la ciudad.
Comprender que eso está siempre allá
como un bolsillo donde a cada rato
la mano busca una moneda, el peine, llaves,
la mano infatigable de una oscura memoria
que recuenta sus muertos.
La Cruz del Sur, el mate amargo
y las voces de amigos
usándose con otros.
Me duele un tiempo amargo
Ileno de perros y desgracia
la agazapada convicción de que volver es vano.
Comprender que un mar es más que un mar,
que la muerte se viste de distancia
para llegar de a poco, lenta, interminable,
como una melodía que se resuelve al fin
en humo de silencio.
Extraño ese callejón
que se perdía en el campo y el cielo
con sauces y caballos y algo como un sueño.
Y me duelen los nombres de cada cosa
que hoy me falta,
como me duele estar tan lejos
de tu caricias y de tus labios.
Extraño tu voz
tu caminar
conmigo por la ciudad.
Acerca de Carlos Gardel
En un artículo aparecido en la revista Sur en 1953 dice Julio Cortázar:
Ahora unos amigos me han dejado una vitrola y unos discos de Gardel. Enseguida se comprende que a Gardel hay que escucharlo en la vitrola, con toda la distorsión, y la pérdida imaginables; su voz sale de ella como la conoció el pueblo que no podía escucharlo en persona, como salía de zaguanes y de salas en el año veinticuatro o veinticinco.
Y agrega:
Para escucharlo hasta parece necesario el ritual previo, darle cuerda a la vitrola, ajustar la púa. El Gardel de los pickups eléctricos coincide con su gloria, con el cine, con una fama que le exigió renunciamientos y traiciones. Es más atrás, en los patios a la hora del mate, en las noches de verano, en las radios a galena o con las primeras lamparitas, que él está en su verdad, cantando los tangos que lo resumen y lo fijan en las memorias. (…)
Cuando Gardel canta un tango, su estilo expresa el del pueblo que lo amó. La pena o la cólera ante el abandono de la mujer son pena y cólera concretas, apuntando a Juana o a Pepa, y no ese pretexto agresivo total que es fácil descubrir en la voz del cantante histérico de este tiempo, tan bien afinado con la histeria de sus oyentes. (De: A Gardel hay que escucharlo en la vitrola)
La puñalada / El tango de la vuelta
Este libro se terminó de imprimir en Bruselas al día siguiente del entierro de Cortázar.
Pat Andrea es un pintor holandés que llega a Buenos Aires justo cuando se inicia el Proceso de Reorganización Nacional. En 1979 regresa a Europa conmovido e impactado por lo vivido en Buenos Aires e inicia una serie de dibujos inspirados en el tango La puñalada cuya eje central siempre está relacionado con la sangre y cuchillos que se clavan a traición. Así compone una serie de 34 dibujos con esta temática.
Un galerista belga accede a sus trabajos y decide buscar un escritor que le hiciera un prólogo a la obra de Pat Andrea, y se contacta con Julio Cortázar quien acepta participar pero escribiendo un cuento en lugar de un prólogo. El cuento es Tango de la vuelta.
El libro se publicó en francés y en holandés, y posteriormente se decidió publicarlo en español y en inglés. Sin embargo, la editora Elizabeth Franck sufre una crisis, se retira definitivamente y los libros nunca se distribuyeron.
Finalmente, en el 200o se recuperan 240 ejemplares de estos libros y en el 2005 se expusieron los 34 dibujos originales de Pat Andrea en el Museo de Arte Contemporáneo Unión Ferosa, en La Coruña, España.
Fuente: Centro Virtual Cervantes
Acerca de Susana Rinaldi
Susana Rinaldi es una de las artistas y voces del tango más reconocidas de nuestro país quien ha tenido una estrecha relación con Julio Cortázar. Acerca de ella y su voz Julio escribió:
Apenas llegué a Francia en 1951, descubrí el mercado de las pulgas y en uno de sus más extraños corredores, una tienda de viejos discos 78. Entre ellos, uno de nuestro gran cantor de tangos, Carlos Gardel, que compré de inmediato, sin tener siquiera un tocadiscos para escucharlo, tal era mi nostalgia. El vendedor, un viejo más bien jodón, miró el rótulo y meneó la cabeza. “Ah, sí, Gardel”, dijo con tono apreciativo. No pude contener mi alegría y le dije con orgullo que éramos compatriotas. Tras de lo cual, echando una mirada a mi pelo largo y despeinado, lanzó: “¿Argentino, usted? ¿Y la gomina?”.
Susana Rinaldi tampoco lleva pegoteado el pelo con esa especie de firma personal que nos ha dado una reputación entre halagadora y equívoca. Ha transcurrido medio siglo y nuestra manera de sentir y de interpretar el tango ha cambiado mucho. Pero si este cambio puede sorprender a los que siguen fieles a los orígenes de cualquier forma de arte (apoyados en la moda “retro” que remeda deliberadamente los aires 1920-1940), basta escuchar a Susana Rinaldi para descubrir que lo esencial permanece invariable y que el propio Gardel, muerto hace más de cuarenta años, sería el primero en admirar a la cantora más grande de nuestro tiempo.
Porque hay una especie de milagro en este arte de renovar un género anticuado haciendo resaltar aún más su esencia simple, popular, pobre como una calle de suburbio y profunda como el alma de la ciudad. Susana sabe que el tango ha sido ante todo y sobre todo Buenos Aires, una música arrabalera como la java y el blues, un testamento urbano, su crónica de las noches de amor, de abandono y de muerte, su nostalgia de una felicidad imposible, su acta de pobreza sin esperanza de rescate. Con esa materia bastante primaria, esas palabras y esos aires limitados, Susana desviste el cuerpo a menudo vulgar del tango para mostrarlo en su más bella desnudez y, al hacerlo, muestra a los argentinos de Buenos Aires tal como son, vulnerables y reprimidos, tiernos y hoscos. En ella los tangos maltrechos por el desgaste del tiempo recuperan su esencia porque una gran artista los cambia. Y cuando Susana se atreve a cantar uno de esos tangos cuyos derechos a perpetuidad parecían pertenecer a Gardel, se mide la distancia que va de la imitación a la recreación, de la rutina bien aceitada al brotar del manantial.
La voz de Susana Rinaldi es una voz de una perfección que debe mucho a las grandes exigencias de nuestro tiempo, y de la que ella se sirve como se sirve de la palabra entre canción y canción, sin apoyar jamás pero creando desde la primera nota o la primera palabra una tensión que el público siente como un sortilegio. Y además está la elección: Susana ha ido a buscar, en el pasado y en el presente, esos tangos donde anida la belleza, donde tiembla y murmura el alma arrabalera o el relumbrón de los cabarets de la ciudad. Jamás lo vulgar, tan frecuente, ay, en tangos a veces célebres, habrá formado parte de su repertorio. Sin privarse de los momentos más representativos de ese género tan difícil que se presta, como el flamenco, a la estafa y la insipidez, logra presentar el abanico más amplio, pasearnos a lo largo de una velada por las calles de la ciudad del tango, ese “Buenos Aires querido”, del que Gardel fue el cantor.
Seguramente encontrarán ustedes en la sala a muchos argentinos. No vacilen en hablarles, estarán encantados de traducirles las palabras de los tangos, e incluso de tararearles otros durante el entreacto, en eso somos inagotables. Y además, al tango le gusta dar paseos, hacerse mimar como esa “muñeca de lujo” cuyos prestigios uno de ellos cantó en otros tiempos. La voz de Susana Rinaldi penetrará en ustedes, se les enroscará en la memoria. Como siempre cuando algo sale del corazón de un pueblo. (En: Para presentar a Susana Rinaldi)
También le ha escrito el poema A la voz de Susana Rinaldi.
No sé lo que hay detrás de tu voz.
Nunca te vi, vos sos los discos
Que pueblan por las noches este departamento de París.
Te busqué en Buenos Aires, pero sabés seguro
Cuántos espejos de mentira te hacen pifiar la esquina,
Como después de andar de bache en bache
Acabás con ginebra en un boliche
Murmurando la bronca del despiste.
No sé, ya ves, ni como sos,
Tengo las fotos de tus discos, gente
Que te conoce y te escribe,
Paredes de palabras con glicinas
Y vos detrás, inalcanzable siempre.
(Y esto que digo Susana
es también la Argentina donde todo
puede esconder la estafa si no sabemos ser
como el farol del barrio, o como aquí sus tangos,
vigías de la noche y la esperanza).
De la misma forma Julio Cortázar y la argentinidad están siempre presentes en Susana Rinaldi como puede escucharse en la interpretación maravillosa que hace de la bella y nostálgica Carta a Julio Cortázar, de María Wernicke. En el audio se escucha también ”Compañeros del Alma”, de Rinaldi y Juan Esteban Cuacci, en sus voces. Pertenece a la obra musical Cortázar desde el tango (espectáculo multimedia) del 9 de junio de 2004.
(En el video subido a Youtube no está disponible la canción “Compañeros del Alma”)
Más información en
Cortázar, Julio. A Gardel hay que escucharlo en la vitrola. En: Todo Tango. Disponible en: http://www.todotango.com/spanish/gardel/cronicas/gardel_vitrola.asp
Cortázar, Julio. Para Presentar a Susana Rinaldi. Disponible en: http://www.wikio.es/article/presentar-susana-rinaldi-julio-cortazar-187806005
El tango de la vuelta. Centro Virtual Cervantes. Disponible en: http://cvc.cervantes.es/literatura/libros_cortazar/tango_vuelta.htm
Josef, Bella. Entre la metafísica y el tango. Cátedra Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=216066
Julio Cortázar. En: A media voz. Disponible en: http://amediavoz.com/cortazar.htm
Julio Cortázar desde el tango (la obra musical) Espectáculo multimedia. Archivos disponibles en: http://www.centrocultural.coop/descargas/cortazar-desde-el-tango-fecha-ascendente.html
Schavelzon, Guillermo. Diez instantáneas de Julio Cortázar. disponible en: http://www.resonancias.org/content/read/324/diez-instantaneas-de-julio-cortazar-por-guillermo-schavelzon/