La experiencia comunista china, que ha resultado a la postre más flexible y exitosa que la soviética, ha requerido, sin embargo, una de las cuotas más dolorosas y elevadas en pérdida de vidas humanas, destrucción de valores y bienes, así como deterioro de condiciones de vida y de tradiciones milenarias, que haya conocido jamás la humanidad. Más terrible que las guerras del opio, más penoso que la dominación extranjera, más sangriento que la guerra y la ocupación japonesa, más represivo que los ejércitos nacionalistas y más autocrático que la vieja dinastía manchú, el régimen maoista ha logrado sobrevivir a nuestros días en medio de una espectacular transformación nacional hacia un capitalismo económico cuya competitividad desafía a las potencias occidentales.
La Larga Marcha iniciada por los comunistas chinos arrastraría finalmente a toda la nación china a una larga aventura hacia un anhelado y bien merecido futuro próspero y seguro en medio de la comunidad internacional.
LA LARGA MARCHA
El Partido Comunista de China (PCCh), fundado en 1921 por Chen Duxiu con apoyo soviético, había colaborado en un principio con el Partido Nacionalista Chino Kuomintang (KMT), fundado por el revolucionario republicano Sun Yat-sen. Tras la inesperada muerte de Sun Yat-sen en marzo de 1925, la lucha por el poder en el seno del KMT acabaría favoreciendo a Chiang Kai-shek, joven militar que consiguió conquistar gran parte del centro y el este de China, estableciendo un gobierno unificado de la República de China, bajo la dirección del KMT, en Nanjing en abril de 1927.
A diferencia de otros dirigentes nacionalistas, como Wang Jingwei, que defendían la necesidad de mantener la colaboración con los comunistas, Chiang Kai-shek, convertido ya en el hombre fuerte del nuevo régimen nacionalista, rompió la cooperación con el Partido Comunista y lanzó campañas de persecución contra sus dirigentes y militantes. Entre 1930 y 1934, se desarrollarían cuatro grandes campañas militares contra el PCCh, que pusieron a este partido en una situación de gran debilidad. Mientras los asesores soviéticos criticaban a los dirigentes del Partido y forzaban la salida de una serie de líderes máximos, como Chen Duxiu, Qu Qiubai y Li Lisan, un joven miembro del Partido, Mao Zedong, dirigió el movimiento rural que consiguió poner bajo la dirección del Partido Comunista una extensa zona montañosa en las provincias sureñas de Jiangxi y Fujian, en torno a la ciudad de Ruijin. Esta zona controlada por los comunistas de Mao fue conocida como el sóviet de Jiangxi, y su nombre oficial, como embrión de un nuevo estado chino, fue República Soviética de China.
A pesar de estos éxitos, la Unión Soviética y los dirigentes prosoviéticos del Partido desconfiaban profundamente de las ideas de Mao, que juzgaban contrarias a la ortodoxia revolucionaria, e intentaron apartarlo de puestos de responsabilidad en repetidas ocasiones. En julio de 1934, los líderes del Partido, los llamados veintiocho bolcheviques, jóvenes militantes del Partido formados en Moscú y encabezados por Wang Ming y Bo Gu, consiguieron apartar a Mao de la dirección del Partido en Ruijin y ponerlo bajo arresto domiciliario. Sin embargo, el sóviet de Jiangxi tenía ya los días contados. El ejército de la República preparaba ya el ataque a la zona comunista y la disparidad de fuerzas hacía imposible que el reducido ejército comunista pudiera enfrentarse a las tropas nacionalistas. Ante la inminencia del ataque, los dirigentes comunistas decidieron que la única salida era huir de Jiangxi hacia el interior, saliendo del territorio controlado por los nacionalistas, y buscando reunirse con otros grupos de guerrilleros comunistas en el norte del país. La decisión de abandonar Ruijin, tras siete años de gobierno comunista, fue tomada conjuntamente por Zhu De, comandante en jefe del Ejército Rojo, los dirigentes del Partido Zhou Enlai y Bo Gu, y el agente alemán de la Komintern Otto Braun.
Debido a la presencia de tropas nacionalistas en todas direcciones en torno a la zona comunista, el momento y la manera de la huida se mantuvieron en secreto hasta el último momento. Finalmente, la salida de las tropas comunistas del territorio del sóviet comenzaba en la madrugada del 16 de octubre de 1934. Muchos soldados y miembros del Partido, alrededor de 28.000, marginados por sus dirigentes o a quienes su salud no les permitía afrontar la dureza de la huida, permanecieron en Ruijin, entre ellos el antiguo líder comunista Qu Qiubai, que sería ejecutado por el ejército nacionalista, después de que este, el 10 de noviembre de ese año, entrara en la ciudad, disolviendo definitivamente el sóviet de Jiangxi.
El 16 de octubre de 1934, iniciaban la Larga Marcha unos 85.000 soldados, 15.000 miembros no militares del Partido y 35 mujeres, esposas de altos mandos del Partido. El grupo avanzaba dividido en varias unidades. Por delante, dos cuerpos de tropas armadas, comandadas respectivamente por Lin Biao y por Peng Dehuai, avanzaban abriéndose paso a través de las líneas defensivas del ejército de la República, mientras que por detrás de estas dos columnas armadas avanzaba, dividido en dos unidades, el grueso de la expedición, con los líderes del Partido sobre el terreno, Zhou Enlai, Bo Gu y Li De. Otros tres grupos más reducidos de tropas controlaban los flancos y la retaguardia de la expedición.
Debido al bloqueo nacionalista sobre el sóviet de Jiangxi, la equipación y armamento de los soldados comunistas era bastante escasa, a pesar de lo cual conseguirían atravesar las líneas defensivas del ejército republicano. Las batallas más importantes tendrían lugar en la fase inicial de la Larga Marcha, al salir de la provincia de Jiangxi para, pasando por el sur de Hunan, adentrarse en el norte de Guangxi y de ahí a la provincia de Guizhou. La batalla más intensa fue la que se libró en torno al río Xiang. Las bajas y las deserciones redujeron la cifra de participantes en la marcha a unos 30.000 efectivos, que conseguirían superar finalmente la línea defensiva del ejército republicano y adentrarse en Guizhou.
En la remota provincia de Guizhou, sobre la que el Gobierno central tenía un control más nominal que real, el ejército comunista ocupó varias localidades pequeñas, en las que pudieron abastecerse de víveres y municiones. El 7 de enero de 1935, el Ejército Rojo ocupaba la ciudad de Zunyi, uno de los principales núcleos comerciales de la provincia. En Zunyi, los expedicionarios pasarían varios días descansando y planificando el futuro de la operación. Allí se celebró la histórica reunión de dirigentes del Partido que confirmaría el ascenso de Mao al poder, y que marcaría el futuro del Partido Comunista de China.
Artículo principal: Reunión de Zunyi
Casa en la que se celebró la Reunión de Zunyi. En la actualidad alberga un museo.
La Reunión de Zunyi tuvo lugar entre el 15 y el 18 de enero de 1935, en un momento de extrema debilidad del Partido tras las numerosas bajas sufridas en el río Xiang. Los reveses militares hicieron crecer la desconfianza de las bases del Partido hacia la capacidad de mando de sus dirigentes.
La reunión comenzó con las exposiciones por parte de Bo Gu y de Zhou Enlai de la situación del Partido y de las causas de los problemas. El tercero en tomar la palabra fue precisamente Mao Zedong, que lanzó un contundente ataque dialéctico contra Bo Gu y Li De y la estrategia que habían marcado los asesores de la Komintern. Tras la dura intervención de Mao, otros miembros del Partido, comenzando por Wang Jiaxiang tomaron la palabra y, uno tras otro, mostraron su apoyo a Mao. Solo el miembro del Buró Político Gai Feng intentaría defender a Bo Gu y Li De, sin éxito. De esta manera, se sellaba la suerte de los dirigentes prosoviéticos del Partido, que veían cómo las bases les daban la espalda y reconocían a Mao como nuevo líder.
A partir de ese momento, y a pesar de no haberse producido una transferencia formal del poder, Mao comenzó a asumir las labores de mando en el progreso de la expedición. Otro líder comunista, Zhang Guotao, discreparía abiertamente de las ideas de Mao y comandaría un grupo escindido del grueso de la expedición que se desplazó hacia el este, hacia el Tíbet oriental, por entonces provincia de Xikang, mientras el grupo de Mao emprendía ruta al norte, tras decidir que el destino final de la expedición debía estar en la provincia de Shaanxi. En las zonas montañosas de esa provincia estaban establecidas otras bases bajo control comunista, muy aisladas y alejadas de los centros urbanos sobre los que el gobierno central de la República mantenía un control efectivo.
ese trayecto hacia el norte, las tropas del ejército comunista se verían envueltas en nuevos combates con el ejército nacionalista. El propio Chiang Kai-shek viajaría en persona a la ciudad sureña de Guiyang para dirigir las operaciones contra los comunistas. Existen pocos testimonios directos de esta fase de la Larga Marcha, lo cual ha llevado a algunos historiadores a cuestionar la veracidad de algunos hechos. Este es el caso de uno de los episodios más heroicos del periplo, la batalla del puente Luding. Este puente, sobre el río Dadu, en la provincia de Sichuan, habría estado protegido por tropas nacionalistas fuertemente armadas y la expedición del Partido Comunista habría logrado atravesar el río gracias a la heroicidad de un grupo reducido de soldados que cruzaron el puente armados con granadas en medio del fuego enemigo. Estos soldados conseguirían alcanzar la orilla norte del río y despejar el camino para que sus compañeros pudieran pasar por el puente. El episodio ha sido presentado como un momento clave en el transcurso de la Larga Marcha y como un acto heroico en el que los comunistas habrían vencido a tropas mucho más preparadas y mejor equipadas en el bando nacionalista. El hecho de que este episodio sea solo conocido por los testimonios muy posteriores de líderes del Partido Comunista que participaron en la Larga Marcha plantea, sin embargo, muchos interrogantes sobre las circunstancias reales en que ocurrieron los hechos. Recientemente, algunos libros han cuestionado la veracidad del relato tradicional. La autora china Sun Shuyun, en su libro sobre la Larga Marcha[1], recoge testimonios de lugareños no envueltos en el conflicto político, según los cuales la presencia de soldados nacionalistas defendiendo el puente habría sido mínima. Otro libro reciente, el de Jung Chang y Jon Halliday[2] va incluso más lejos, al negar incluso que hubiera tenido lugar ningún tipo de enfrentamiento armado en torno al río.
De una manera u otra, lo cierto es que el ejército comunista consiguió cruzar el río Dadu, desplazándose hacia el norte a través de la provincia de Sichuan. Tras un duro avance por zonas montañosas muy abruptas, en las que Mao enfermó de malaria, las tropas llegaron a la ciudad de Mougong el 12 de junio de 1935. En esta ciudad, el grupo escindido de Zhang Guotao se volvería a integrar en el grupo principal, para después volverse a separar, como resultado de la intensa rivalidad personal entre Mao y Zhang.
En el verano de 1935, el grupo de tropas liderado por Mao continuó su trayecto hacia el norte, atravesando el sur de las provincias de Gansu y Ningxia. La dureza del terreno y los enfrentamientos esporádicos con fuerzas nacionalistas continuarían causando bajas en las filas comunistas. Finalmente, el 20 de octubre de 1935, el grupo de Mao llegaba a la localidad de Wuqizhen, en el distrito de Bao'an en el norte de la provincia de Shaanxi, y controlada por otro grupo de guerrilleros del Partido Comunista, entre los que destacaban Gao Gang y Liu Zhidan (a este último se debe el nombre actual del antiguo distrito de Bao'an). En ese momento, solo quedaban unos 8.000 hombres de los alrededor de 80.000 que habían comenzado la marcha un año antes. Si bien las muertes en combate y por enfermedad, así como un número probablemente grande de deserciones, habían estado a punto de acabar con el Partido Comunista, la llegada al norte suponía la reunión de varios grupos dispersos, que conseguían unir sus fuerzas en un mismo lugar de China. Durante los meses siguientes, supervivientes del grupo de Zhang Guotao que se había desplazado al oeste llegarían también a la base comunista del norte, donde Mao Zedong era ya reconocido como líder indiscutible del Partido.
[editar] Consecuencias
La Larga Marcha supuso el hito más importante en la historia del Partido Comunista de China durante su etapa en la clandestinidad, y marcó la subida definitiva al poder de Mao Zedong y la derrota de sus rivales políticos. El único de los dirigentes anteriores del Partido que mantendría un puesto de privilegio junto a Mao fue Zhou Enlai, que aceptó de buen grado ser rebasado por Mao en la jerarquía del Partido, y pasaría a ser uno de los dirigentes chinos más importantes tras la proclamación de la República Popular China. Como Mao y Zhou, prácticamente todos los grandes líderes del Partido Comunista en las siguientes décadas serían veteranos de la Larga Marcha, tales como Zhu De, Lin Biao, Peng Dehuai, Liu Shaoqi o Deng Xiaoping, entre otros.
Debido al gran simbolismo de la Larga Marcha en la historia del Partido y, muy en especial, en la subida de Mao al poder, este episodio histórico ha estado siempre rodeado de una cierta controversia respecto a cuánto hay de verdad y cuánto de leyenda en la narración tradicional. Aunque hay numerosas fuentes que confirman que los hechos principales ocurrieron tal como han sido descritos, muchos acontecimientos están aún abiertos a diferentes interpretaciones. Una de las mayores diferencias entre la versión oficial del Partido y algunos estudios críticos publicados en los últimos años se centra en si el grueso de las bajas en las filas comunistas se habría debido a muertes en combate o, por el contrario, a deserciones. Un caso especialmente representativo de este debate es el de la batalla del río Xiang, en que el número de integrantes del Ejército Rojo se redujo desde unos 85.000 hasta apenas 30.000. Según la versión del Partido Comunista de China, estas bajas se habrían debido a la muerte de más de 50.000 hombres en combate heroico, mientras que algunos libros recientes como el de Sun, ligeramente crítico, y el de Chang y Halliday, profundamente hostil a la figura de Mao y al comunismo chino, consideran que el número de muertes no pudo ser tan alto, y que la mayoría de esas bajas habrían sido debidas a deserciones.
A pesar del éxito del reagrupamiento final en el norte, el Partido Comunista se encontraba en una situación de suma debilidad al final de la Larga Marcha, controlando solo una zona montañosa de escasa relevancia estratégica y muy alejada de las grandes ciudades y centros industriales chinos. Sin embargo, la invasión japonesa en 1937 arruinaría los planes de Chiang Kai-shek de acabar con las bases de poder comunistas. Ante la invasión de un enemigo exterior, los nacionalistas del Kuomintang se verían obligados a colaborar con el Partido Comunista en la resistencia a la invasión. Este cambio en la situación permitiría a los comunistas de Mao afianzar su control en el noroeste y, con el espíritu de la Larga Marcha siempre presente, mantener la lucha contra el ejército japonés primero y, tras 1945, de nuevo contra los nacionalistas hasta la victoria final en 1949 en la Guerra Civil China. La victoria comunista en la guerra tuvo como consecuencia la proclamación de la nueva República Popular, y convirtió a Mao Zedong, el triunfador de la Larga Marcha, en el nuevo líder supremo de China.
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