- Creado
en 2008, el Proyecto Canaima Educativo ya ha distribuido más de 2
millones de computadoras a los escolares venezolanos. El objetivo es que
todos los alumnos de las escuelas públicas de primaria y secundaria
dispongan de su propia computadora en 2015.
Margarita Alarcón: Háblanos un poco de la situación en Francia.
Salim Lamrani: Como el resto del mundo,
Francia sufre de la grave crisis económica sistémica que afecta no sólo a
las categorías más vulnerables de la sociedad sino también a las clases
medias. Desgraciadamente, en vez de adoptar políticas voluntaristas
para estimular la economía, Francia ha elegido la vía de la austeridad.
¿Y el resto de Europa?
Conviene recordar que las políticas de austeridad promovidas por la
Unión Europea ―con la Alemania de Angela Merkel a la cabeza―, el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) llevan a
un callejón sin salida. En efecto son políticamente impopulares,
económicamente ineficaces y socialmente desastrosas. En todos los países
donde se aplicaron, ya sea en Grecia, Irlanda, Italia, Portugal o
España ―sin excepción― fracasaron con un aumento de la pobreza y el
desempleo, crecimiento de la deuda pública, desmantelamiento del Estado
de bienestar con la destrucción de los servicios públicos y una
disminución drástica de los ingresos del Estado.
El caso de la crisis de la deuda griega es un caso de manual e
ilustra el fracaso total de las políticas neoliberales. En efecto, a
pesar de la intervención de la Unión Europea, del Fondo Monetario
Internacional y del Banco Central Europeo, a pesar de la aplicación de 9
planes de austeridad extrema ―alza masiva de los impuestos, entre ellos
el IVA, alza de los precios, reducción de los salarios (¡hasta un 32%
sobre el salario mínimo!) y de las pensiones de retiro, retraso de la
edad legal de la jubilación, destrucción de los servicios públicos de
primera necesidad como la educación y la salud, supresión de las ayudas
sociales y privatizaciones de los sectores estratégicos de la economía
nacional (puertos, aeropuertos, ferrocarril, gas, agua, petróleo) que
han doblegado a la población, hoy la deuda es superior a lo que era
antes de la intervención de las instituciones financieras
internacionales en 2010.
No obstante, la crisis griega habría podido evitarse.
El Banco Central Europeo sirve directamente a los intereses del mundo financiero
¿Aquí entra a jugar, o no, su papel el Banco Central Europeo?
En efecto, habría bastado con que el Banco Central Europeo hubiera
prestado directamente a Atenas las sumas necesarias, con la misma tasa
de interés con la que presta a los bancos privados, es decir entre el 0%
y el 1%, lo que hubiese impedido toda especulación sobre la deuda por
parte del mundo financiero. Ahora bien, el Tratado de Lisboa, redactado
por Valéry Giscard d’Estaing, prohíbe esa posibilidad por razones
difícilmente comprensibles, si uno se basa en el postulado según el cual
el Banco Central Europeo actúa en el interés de los ciudadanos.
En realidad, el Banco Central Europeo sirve directamente a los
intereses del mundo financiero. Así, los bancos privados contrataron un
préstamo al BCE con la tasa baja de un 0% al 1% y luego especularon
sobre la deuda y prestaron ese mismo dinero a Grecia, pero con tasas que
van del 6% al 18%, agravando así la crisis de la deuda, que ahora es
matemáticamente impagable, ya que Atenas se encuentra en la obligación
de contratar préstamos sólo para pagar los intereses de la deuda. Peor
aún, el Banco Central Europeo vende a Grecia títulos de su propia deuda a
precio de oro, es decir al 100% de su valor, mientras que los adquirió a
un 50%, y especula así con el drama de una nación.
Por esas razones, resulta imprescindible reformar en profundidad el
Tratado Europeo con el fin de autorizar al BCE a prestar directamente a
los Estados y evitar así los ataques especulativos del mundo financiero
sobre las deudas soberanas, como ha sido el caso en Grecia, Irlanda,
España, Portugal e Italia, por citar sólo algunos.
A América Latina la excluyen en temas económicos por haber sido históricamente el «patio trasero», ¿Vez cambios en este aspecto?
- Rafael
Correa, electo presidente de Ecuador en 2006, reelecto en 2009. Uno de
sus primeros actos como gobernante fue la creación de una Comisión
encargada de evaluar la legitimidad de la deuda nacional.
A su llegada al poder en 2007 [en Ecuador], el presidente Rafael
Correa redujo el servicio de la deuda a un 25% del presupuesto y creó
una Comisión para la Auditoría Integral del Crédito Público, con el fin
de evaluar la legitimidad de la deuda. Esa Comisión publicó su informe y
consideró que la deuda comercial ecuatoriana era ilegítima. En
noviembre de 2008, el presidente Correa procedió a la suspensión del
pago de un 70% de la deuda pública.
Como lógica consecuencia, el valor de la deuda ecuatoriana perdió un
80% de su valor en el mercado secundario. Quito aprovechó la ocasión
para comprar 3 000 millones de su propia deuda por una suma de 800
millones de dólares, realizando así un ahorro de 7 000 millones de
dólares de intereses que el país habría tenido que pagar hasta 2030.
Así, mediante una simple auditoría, Ecuador redujo, sin gasto alguno,
su deuda en cerca de 10 000 millones de dólares. La deuda pública pasó
de un 25% del PIB en 2006 a un 15% en 2010. Al mismo tiempo, los gastos
sociales (educación, salud, cultura, etc.) pasaron de un 12% a un 25%.
Ecuador logró disminuir la deuda
de un 24% a un 11% del PIB
sin aplicar medidas de austeridad
¿Ves esa experiencia como un ejemplo válido para el resto del mundo?
Para volver al tema de la deuda, Europa tiene mucho que aprender de
la nueva América Latina. Ecuador logró disminuir la deuda de un 24% a un
11% del PIB sin aplicar medidas de austeridad. Dicha deuda, contratada
en los años 1970 por regímenes dictatoriales, era por esencia ilegítima y
entraba en la categoría de deuda llamada «odiosa».
Entre 1970 y 2009, Ecuador rembolsó 172 veces el monto de la deuda de
1970. No obstante, debido a los intereses exorbitantes que se imponían a
la nación, el volumen de esa deuda se multiplicó por 53. Del mismo
modo, entre 1990 y 2007 el Banco Mundial prestó 1 440 millones de
dólares y Ecuador rembolsó a esa institución la suma de 2 510 millones.
El servicio de la deuda representaba, entre 1980 y 2005, el 50% del
presupuesto nacional, en detrimento de todos los programas sociales.
¿Por qué Europa, especialmente España y Grecia que vivieron muchos años bajo regímenes dictatoriales, no podría hacer lo mismo?
En efecto, hay dos opciones para resolver la crisis económica:
disminuir los gastos públicos y aplicar políticas de austeridad, con los
resultados que ya conocemos ―un fracaso total―, o aumentar los ingresos
del Estado mediante el alza de los impuestos a las categorías más
adineradas, aumentar el salario mínimo y realización de inversiones
masivas por parte del Estado. La ideología dominante que reina en los
medios informativos elude minuciosamente abordar la segunda posibilidad
porque significaría afectar los intereses de los más privilegiados.
¿Por qué hay que aumentar el salario mínimo?
El aumento del salario mínimo constituye la base del programa del FDG [1] y reviste un doble objetivo.
Primero, permitirá mejorar el nivel de vida de una parte sustancial
de los ciudadanos franceses, una inmensa mayoría mujeres (80%), que
sobrevive difícilmente con semejantes ingresos. Además, 8 millones de
franceses viven por debajo del umbral de la pobreza (fijado en 970 euros
mensuales) en la quinta potencia mundial, a pesar de que el país es dos
veces más rico que en 1990 (con más 2 560 millones de euros de riqueza
producida al año).
O sea, el aumento del salario mínimo permitirá estimular la economía.
En efecto, el aumento del salario mínimo alentará automáticamente el
consumo de esa categoría de la población, cuyas necesidades son
importantes, y de rebote llenará el libro de pedidos de las empresas.
Estas, a su vez, reclutarán la mano de obra necesaria para satisfacer
esta nueva demanda, lo que tendrá un impacto positivo en la tasa de
desempleo, que lógicamente se reducirá. Así, el Estado verá crecer sus
recursos gracias a la contribución tributaria de los nuevos asalariados y
disminuir sus gastos dedicados a las ayudas a los desempleados, creando
así un «círculo virtuoso».
Pasemos a otro tema, ¿cómo llegas a Cuba?
La lectura del magnífico libro del historiador y profesor estadounidense Howard Zinn A People’s History of the United States
tuvo una importancia decisiva. Empecé por interesarme en la política
exterior de Estados Unidos e inevitablemente descubrí los trabajos de
Noam Chomsky. El ha escrito excelentes libros sobre la política exterior
de Washington. Me interesaba mucho América Latina y descubrí Cuba, su
lucha por la independencia, la Revolución Cubana, la figura del Che y
sobre todo su peculiar relación con Estados Unidos. Decidí
especializarme en el tema e hice mis estudios de doctorado sobre la
política exterior de Estados Unidos hacia Cuba durante la guerra de
liberación nacional, entre 1956 y 1959. Ahora dedico la mayor parte de
mis investigaciones universitarias a las relaciones entre ambas
naciones.
¿Y Cuba y el periodismo... cómo encajan en esto?
Mi experiencia periodística empezó con una constatación: hay un
abismo que separa la imagen de Cuba en Occidente de la realidad de la
Isla. Cuando uno lee la prensa occidental tiene la impresión de que Cuba
es el infierno de Dante. En cambio, todas las instituciones
internacionales elogian el excelente sistema social cubano, la
educación, la salud, el internacionalismo humanitario, la prevención de
la delincuencia, la protección de la infancia, el desarrollo de la
agricultura urbana, la Defensa civil, etc. Llegué al periodismo porque,
al igual que millones de ciudadanos del mundo, no estaba satisfecho con
la imagen de Cuba que transmitían y que siguen transmitiendo los medios
informativos, una imagen que me parecía parcial, desequilibrada,
engañosa e ideológicamente orientada. En violación de los principios
básicos del periodismo, los medios de comunicación, con la minuciosidad
de un relojero, silencian todos los aspectos positivos que tiene la
sociedad cubana y magnifican todos los aspectos negativos que pasarían
desapercibidas si se encontraran en otra parte de mundo.
Nunca he creído que Cuba era Alicia en el país de las maravillas.
Tampoco creo que sea la antecámara del infierno como la presenta la
prensa.
¿Cuánto conoces de la literatura latinoamericana?
Soy profesor de Historia y Civilización Latinoamericana. Durante mi
carrera universitaria estudié literatura tanto española como
latinoamericana. He leído a los grandes clásicos de la literatura
latinoamericana, desde Miguel Angel Asturias, Jorge Luis Borges,
Gionconda Belli, Gabriela Mistral, el inolvidable Pablo Neruda, José
María Arguedas, Alejo Carpentier, Octavio Paz, Augusto Roa Bastos, César
Vallejo y Mario Vargas Llosa ―brillante escritor y despreciable
político a la vez. Me gustan más la novela de tipo social y los
escritores comprometidos con los desafíos de su tiempo.
Robespierre entendió que el principal enemigo del pueblo y de la Patria era el poder del dinero
¿Cómo te catalogarías si tuvieras que hacerlo?
Te responderé citando a Maximilien de Robespierre, nuestro
Libertador, el que debería ser considerado como el Héroe Nacional de
Francia, el Padre de nuestra Patria a quien le debemos nuestra divisa
«Libertad, Igualdad, Fraternidad»: «Soy del pueblo, sólo vengo de allí, no quiero ser más que eso y desprecio a quien tenga la pretensión de ser algo más». Siempre me ubicaré al lado del pueblo y de los desposeídos.
¿Entonces el rescate de la historia de la América latina de hoy te cautiva un poco por todo eso, no?
Hablando de Robespierre, permíteme una reflexión. Cuba logró rescatar
la figura de su Héroe Nacional José Martí. Venezuela, gracias a Hugo
Chávez, logró rescatar la figura del Libertador Simón Bolívar. En
Francia nos toca la tarea de rescatar a Maximilien de Robespierre, el
Incorruptible, que era a la vez un visionario y un hombre de su tiempo.
Robespierre entendió muy temprano que el principal enemigo del pueblo,
de la República, de la Patria y del Estado de bienestar era el poder del
dinero. Por eso fue tan vilipendiado, ofendido y asociado a la época
del Terror y presentado como un hombre sanguinario, como si hubiera
tenido el poder judicial. Eso carece de sentido pues Robespierre ni
siquiera pudo enjuiciar a sus más connotados enemigos, los que
traicionaron los ideales de la Revolución. Además, hablando de Terror,
es importante recordar las cifras. Los archivos del Tribunal
Revolucionario de París demuestran que hubo menos de 3 000 ejecuciones
en la capital (en total, 17 000 en toda Francia), en un contexto de
guerra civil y de guerra de todas las monarquías de Europa contra la
Revolución y en contra de la República. Como comparación, durante la
Comuna de París en 1871, ¡los versalleses [2] fusilaron en una semana a 20 000 personas sin juicio!
Es un bochorno que Robespierre, el más puro patriota de la historia
de Francia, la figura principal de la Revolución, el defensor de la
soberanía popular, no descanse en el Panteón donde reposan los restos de
nuestros grandes próceres, desde Víctor Hugo hasta Jean Jaurès. Ni
siquiera tiene una estatua en París. También es una vergüenza que el 22
de septiembre, día de la Fundación de nuestra República por Robespierre y
sus compañeros, no sea una fecha celebrada en Francia.
Entrevista realizada por Margarita Alarcón, periodista cubana.
Fuente: La Ventana (Portal informativo de la Casa de las Américas)