Simón Rodríguez nació en Caracas, Venezuela, 28 de octubre de 1769; Amotape, Perú, 28 de febrero de 1854.
Reconocido históricamente como maestro y mentor del libertador Simón Bolívar, Simón Rodríguez fue un importante intelectual de su época.
A sus 23 años, en mayo de 1793 fue aceptado como maestro de la Escuela de Primeras Letras para Niños por el Cabildo de Caracas, lugar al que un año después ingresaría el niño Bolívar para iniciar su educación. Dos años después, en 1796, Rodríguez se hizo cargo definitivamente de la formación de Simón Bolívar, luego de que éste, siendo un niño, se fugara de su casa y abandonara a su tutor, quedando en custodia de su maestro Rodríguez.
Asiduo lector de los pensadores de la Ilustración, Rodríguez se unió a la causa independentista desde muy temprano, por lo que en 1797 se vinculó al proyecto de emancipación inspirado por el pedagogo Juan Bautista Picornell.
Así, en medio de ideas liberales y ansías de igualdad, el joven Simón Bolívar desde muy temprano sentó las bases de lo que sería su vida política, inspirado por su maestro Simón Rodríguez. Años más tarde, tras el primer fracaso revolucionario, Rodríguez fue expulsado de Venezuela y no regresó jamás.
Al salir de Venezuela, Simón Rodríguez pasó por Jamaica, Estados Unidos y Francia, donde finalmente se reencontró con su discípulo Bolívar en 1804, continuando su influencia sobre el pensamiento de éste y siendo figura decisiva del rumbo que tomaría la vida del Libertador de ahí en adelante.
Juntos salieron de viaje en 1805, atravesando Francia, pasando por los Alpes y llegando a Italia. En Milán fueron testigos de la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia. A su llegada a Roma, el 15 de agosto de 1805, Simón Rodríguez, junto a Fernando Toro, fueron testigos del juramente expresado por Bolívar, en el que se compromete a dedicarse por completo a la causa de la independencia de Hispanoamérica. Fue Simón Rodríguez quien guardó estas palabras en su memoria y luego las escribió y trasmitió para que pasaran a la posteridad: ?Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español".
Terminado el viaje, Bolívar y Rodríguez dividen caminos, para reencontrarse casi 20 años después en América. A la partida del Libertador, Simón Rodríguez inicia una largo recorrido por Europa, viviendo en Italia, Alemania, Prusia, Polonia, Rusia y finalmente Reino Unido. A su llegada a Londres en 1823, se reúne con el también educador e intelectual venezolano Andrés Bello y ese mismo año emprende su retorno a América.
Al saber de la llegada de su maestro a suelo americano, hacia 1824, Bolívar le envió una carta de bienvenida desde Patavilca, Perú, expresándole su profunda admiración y cariño: Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló [...] No puede usted figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que usted me ha dado, no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ha regalado".
Ayudado por Francisco de Paula Santander, Rodríguez emprendió el viaje desde Cartagena de Indias en Colombia hasta el Perú, donde debía encontrarse con Bolívar. A lo largo de su viaje, Simón Rodríguez nunca dejó de lado su pasión por la enseñanza, y fue así como dio clases de agricultura y botánica en Ecuador y creó la Sociedad de Mutuos Socorros, en este mismo país. A su llegada al Perú en 1825, Bolívar lo recibió en Lima y lo incorporó a su grupo de colaboradores directos.
De inmediato, Rodríguez partió de viaje con el Libertador hacia distintas ciudades del Perú, hasta llegar a Bolivia; allí, en noviembre de ese mismo año, Bolívar lo nombró "director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes y director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana". Al regreso del Libertador al Perú en 1826, sería ésta la última ocasión en que los grandes amigos se vieron.
Pocos meses después de haberse posicionado como director de Enseñanza Pública de Bolivia, Simón Rodríguez renunció a su cargo por no entenderse ideológicamente con Antonio José de Sucre, presidente de la nación. Allí partió a Perú, donde empezó a publicar sus primeros libros, Sociedades Americanas, El Libertador del Medio Día y sus compañeros de armas, Observaciones sobre el terreno de Vincocaya, Luces y virtudes sociales.
Durante su recorrido por Suramérica, Rodríguez fundó varias escuelas normales, como las de Chuquisaca y Cochabamba en Bolivia, en 1826, y la de Bogotá en Colombia, en 1824.
Sus últimos días los pasó en Perú, siempre considerándose un libre pensador y convencido de que su labor educativa había sentado las bases para una nueva América.