Es como si hubiera estuviera ocurriendo de nuevo la trama del film Munich tras conocerse que Israel admitió “tener algo que ver” con la muerte del líder palestino Yasser Arafat fallecido en 2004. Uno debería ya no asombrarse cada vez que Tel Aviv hace algo así pero es imposible no escandalizarse ante la cínica impunidad de un régimen que enfrenta a sus enemigos con terrorismo, consiguiendo únicamente multiplica la tragedia del Oriente Medio.
Recordemos que en 2005 la fidelidad a la causa judía del cineasta Steven Spielberg fue puesta en duda pues la salida de la mencionada película le ganó las críticas del lobby sionista en Estados Unidos quien juzgó de parcializada su visión del comando del
Mosad [1], al presentarlos como “asesinos”, dijeron.
Spielberg narra en su cinta como el Servicio Secreto israelí cazó y eliminó a un grupo de palestinos, supuestamente responsables de la muerte de varios atletas israelíes que fueron tomados como rehenes por un comando de la organización Septiembre Negro durante la Olimpiadas de Munich 1972. Sin embargo ahora es claro que la interpretación del artista estaba más cerca de la objetividad histórica que de supuestas iniquidades.
Arafat: otro nombre tachado en la lista
Honestamente las revelaciones hechas por el mandatario israelí esta semana no sorprenden demasiado. En primer lugar por las circunstancias tan extrañas que rodearon a la “fulminante” enfermedad que se cobró la vida del líder más influyente y respetado dentro de las dispersas organizaciones palestinas. Aunque Shimon Peres aclaró que la orden de quitar del medio a Arafat la dio el entonces primer ministro Ariel Sharon.
Un dato para nada superfluo porque, según las reglas del Instituto, enunciadas por Meir Amit, su director entre 1963 y 1968: “Cada ejecución debe ser sancionada por el primer ministro incumbente. Por lo tanto toda ejecución es patrocinada por el Estado, la máxima sanción judicial legal. El ejecutor no es diferente del verdugo nombrado por el Estado o cualquier otro ejecutor legalmente nombrado”.
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Uno de los más conocidos historiadores del Mosad, Gordon Thomas, lo ha descrito como “uno de los servicios de inteligencia más pequeños del mundo”. “Pero –dijo- con un sistema de respaldo que ningún otro puede equiparar (…) conocido como sayanim, palabra derivada del hebrero lesayeah, que quiere decir ayudar”.
En el artículo escrito hace dos años, Gordon aseguró que probablemente unos de estos sayan que prestan su colaboración sin hacer preguntas, habría sido un doctor de Cisjordania que suministró los detalles de la poción homeopática que Yasser Arafat solía beber, quizás utilizada para envenenarlo con el talio ahora descubierto en su cadáver por expertos franceses y suizos.
“Ha habido informes de que más de una docena de terroristas han muerto envenenados en los últimos cinco años”, aseguró entonces Gordon. Así el primer presidente de la Autoridad Nacional Palestina viene a engrosar la tenebrosa lista del Mosad.
Ojo por ojo…
Obviamente no ha sido Arafat el único y las evidencias ha ido apareciendo a cuenta gotas pues la confesión del presidente Peres no es muy habitual. La otra ocasión parecida fue también en 2010 cuando las propias fuentes del Servicios Secreto de Tel Aviv corroboraron ser los autores materiales del asesinato del destacado científico nuclear iraní Majid Shahriari, destinado a entorpecer el programa nuclear de la nación persa.
El año pasado el corresponsal de la cadena estadounidense
CBS, Dan Raviv y Yossi Melman, analista del diario israelí
Haaretz afirmaron en un libro conjunto que la Agencia de Inteligencia del régimen israelí está detrás del asesinato de al menos cuatro científicos nucleares iraníes y su meta era paralizar el programa nuclear iraní.
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Ese mismo año, en enero, Mahmud al Mabhuh, líder de Hamás, había ido ultimado en Dubai. "Es responsabilidad del Mosad", afirmó luego el jefe de la policía local, Dhahi Jalfan Tamim. Más tarde los videos de seguridad del hotel de la capital de los Emiratos Árabes Unidos y los pasaportes falsos de los asesinos refirmaron el sello de los kidon, los asesinos del Mosad.
Otras de las operaciones más notorias tuvo como objetivo al doctor canadiense Gerald Bull el mayor experto mundial de su tiempo en balística de tubos de cañones cuya experiencia había sido clave en la construcción de la artillería sudafricana de largo alcance, de triste recuerdo para las tropas cubanas durante la Batalla de Cuito Cuanavale a finales de los años 80 del pasado siglo.
Pero Bull andaba en tratos con Sadam Hussein para construir un súper cañón capaz de lanzar proyectiles conteniendo materiales nucleares, químicos o biológicos directamente desde Iraq hacia Israel. Razón suficiente para que tres kidon lo fulminaran en su apartamento de Bruselas el 20 de marzo de 1990.
Y es que Spielberg en Munich no hizo otra cosa sino retratar la práctica de la Ley del Talión que ha guiado a la Inteligencia Sionista desde su fundación, baste otros ejemplos: 1988, Jalil al Wazir (Abu Yihad), segundo de Yasser Arafat fue tiroteado en Túnez; 1992, Líbano, el convoy del líder de Hezbolá Abbas Musaui era bombardeado; Fathi Shikaki, líder de la Yihad Islámica murió a balazos en Malta, era octubre de 1995; Gaza, 2004, Ahmed Yasin, fundador de Hamas fue alcanzado por un misil.
¿Cuál es la justificación táctica de esta política de asesinatos selectivos?. Dicen que la venganza y el propósito de atemorizar a los terroristas. Contra el jefe militar de Hezbolá, Imad Mugniyeh Israel tenía detalles de su culpabilidad en organización del secuestro de Terry Waite y del atentado contra la base de marines de EE.UU. cerca del aeropuerto de Beirut, que costó la vida a 241 personas
[4].
Razón más que suficiente para llevarlo a los tribunales pero colocarle una bomba en el reposa-cabezas de su coche en Damasco en febrero de 2008, es sencillamente responder al terrorismo de un grupo con terrorismo de Estado; una política que ciertamente no ha acabado con el problema, más bien todo lo contrario.
Ahora es una verdad incuestionable que la mano de Israel estuvo tras la muerte de Yasser Arafat y, aunque Shimon Peres diga que fue un error, nadie puede asegurar que la noticia genere la peor respuesta por parte de los sectores más extremistas del bando palestino. De manera que seguirá imperando la ley del “ojo por ojo” y… todos se quedará ciegos, si no prevalece la cordura.