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General: Los disparates de Celia Hart 2da parte
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 21/01/2013 18:51 |
Los disparates de Celia Hart 2da parte Por wadraela - Monday, Aug. 13, 2007 at 7:12 AM
Nota II Los disparates de Celia Hart (II) Los que tiran contra Stalin quieren liquidar el socialismo
Un leit motiv de las notas de Celia Hart, sus declaraciones a revistas trotskistas y charlas en Argentina, etc, es la crítica brutal contra Stalin. O sea contra el Partido Comunista de la Unión Soviética, el gobierno soviético y el Ejército Rojo que aquél encabezó entre 1923 y 1953. Esas descalificaciones no aportan nada nuevo. Suman un grano de arena más a la ola liquidacionista contra ese período soviético y su principal dirigente. Es lo que desde hace años impulsan el imperialismo y el trotskismo. Hace poco estuvo en Buenos Aires Viktor Schmyrov, director del “museo ruso Gulag Perm-36” y declaró a Clarín (15/7) que bajo el stalinismo se había aniquilado en los gulags “entre 34 y 36 millones de personas”. Es la misma propaganda del imperio y el trotskismo, rebatida en ese punto y tantos otros por el excelente libro del comunista belga Ludo Martens “Otra visión sobre Stalin” (Ediciones EPO). Lo más grave es que Hart no se limita a expresar su odio al dirigente soviético sino que deforma las opiniones de Fidel para acomodarlas a su propio punto de vista. Ella expresó: “en el libro Cien Horas con Fidel, de Ignacio Ramonet, le comentan a Fidel qué lindo hubiera sido haber tenido éxito en la acción del Moncada del 53. Y Fidel dijo que no, porque Stalin nunca hubiera permitido que triunfara la Revolución Cubana. Y luego se mandó un análisis bien trosko (sic): dijo que Stalin traicionó al movimiento comunista internacional” (Alternativa Socialista nº 455, 27/6). En ese libro Fidel no dice lo que Hart pone en su boca. El explica que el asalto al cuartel fracasó por errores propios de los revolucionarios y expresa que -de haber triunfado- la URSS de esa época no hubiera ayudado a Cuba como lo hizo posteriormente. Eso es opinable pero muy diferente a decir que Stalin nunca hubiera permitido el triunfo cubano. Con tal de calumniar a Stalin, los trotskistas le imputan todas las derrotas y le niegan las victorias que hubo durante su liderazgo de la URSS, como la de la Segunda Guerra Mundial. Ellos no entienden que el marco internacional puede ser más o menos favorable a una causa popular pero en definitiva las razones de los éxitos y fracasos tienen que ver con los factores internos, con la lucha de clases dentro del país en cuestión. Además, mal hubiera podido Stalin impedir el triunfo del Moncada, hecho que se produjo el 26 de julio de 1953, cuando había fallecido el 5 de marzo de ese año… Es verdad que en su diálogo con Ramonet, Fidel critica a Stalin pero no lo acusa de traidor. El comandante en jefe cubano dice que “nunca le oí (al Che) hablar de Trotsky”, y afirma que “Che, en cierta forma, reconocía hasta algunos méritos de Stalin, bueno, la industrialización y algunas de esas cosas” (pág. 168). Fidel reflexiona ante Ramonet: “a Stalin, pese a sus grandes abusos y errores, hay que atribuirle el desarrollo de la industrialización acelerada, sobre todo con vista a la defensa, y el traslado de las fábricas de armas hacia el Este, iniciado antes de 1941” (pág. 68). O sea que en este punto el antistalinismo visceral falta a la verdad cuando lo quiere transplantar a Fidel y el Che. Ya cité el libro del camarada Martens. Agrego que en 1987 y 1993 el Partido de la Liberación publicó dos artículos míos que están en la página web, por lo que no quiero redundar. Sólo destaco que Stalin fue el dirigente principal de la URSS en la construcción del socialismo a partir de 1923, cuando -ante la enfermedad de Lenin- fue elegido secretario general del PCUS. Y en esa tarea tuvo éxitos en dos aspectos centrales, la colectivización del campo y la industrialización del país. Sin ellos, el país no hubiera tenido el sustento material para mantener el socialismo en una época tan difícil en que los bloques imperialistas y capitalistas estaban embarcados en asfixiar y derrotar al único país socialista. Con la colectivización y la industria, con la siderurgia y las proezas laborales del stajanovismo (movimiento de los trabajadores pioneros en superar las marcas de producción) tan denostado por León Trotsky, la URSS pudo contar a tiempo con el acero y las fábricas para sus tanques, aviones y artillería. Así tuvo las herramientas con qué batir al nazi-fascismo. La victoria de Stalingrado en 1943 y el contragolpe sobre Berlín, que se rindió el 9 de mayo de 1945, fue una obra de todo el pueblo soviético, su Ejército Rojo, gobierno y partido, dirigidos por Stalin. Este hecho, sumado a los dos anteriores, lo califica como un revolucionario que hizo contribuciones valiosas a su pueblo y la humanidad.
Aciertos y errores de Stalin Stalin también cometió errores. Hay que revisar si había una vía mejor a la colectivización forzosa del campo a partir de 1929. También analizar si en algunas de las condenas a los traidores al bolchevismo de 1938 y 1939 no se amplió incorrectamente el blanco, aunque el grueso de los condenados admitió sus culpas. La URSS fue el único país invadido por Hitler donde éste no pudo contar con la “quintacolumna”, pues los espías y colaboracionistas pro nazis habían sido barridos con anterioridad. Ese fue uno de los prerrequisitos de la victoria sobre el Tercer Reich según admitió alguien tan poco amigo del poder soviético como el ex primer ministro británico Winston Churchill (“Memorias de la Segunda Guerra Mundial”, Ediciones Peuser). También Stalin cometió ciertos errores en la política internacional. Pero de allí a imputarle que no habría permitido el triunfo del Moncada en Cuba media un abismo colmado de ignorancia y mala fe. Hubo líderes comunistas que disintieron con algunas políticas de Stalin, por ejemplo Mao Tse tung, quien en varios puntos aplicó una línea diferente a la de la III Internacional Comunista. Por caso desarrolló una guerra prolongada basada en los campesinos. Y luego de 1945, vencidos los japoneses, libró la guerra civil revolucionaria contra Chiang Kai shek pese a los temores de Stalin de que eso diera lugar a una intervención norteamericana y un conflicto global. Pero Mao nunca perdió de vista las virtudes del líder soviético y en 1939 escribió “Stalin, gran amigo del pueblo chino”. Allí opinó: “Stalin es el fiel amigo del pueblo chino en su lucha por la liberación. El amor y el respeto del pueblo chino por Stalin y su amistad hacia la Unión Soviética son profundamente sinceros” (Tomo II, Obras Escogidas). El dirigente chino en medio de su lucha contra los imperialistas japoneses que ocupaban parte de su patria, convocaba al pueblo para que combatiera a esos invasores y alertaba contra los traidores y colaboracionistas trotskistas. Ese colaboracionismo de los trotskistas, incluso con el fascismo, no fue casual de esos elementos degenerados en la URSS desde 1927 en adelante, en China desde 1934, en Albania y Yugoslavia bajo ocupación italiana y alemana respectivamente, etc. Esa convergencia con el imperialismo fue fruto de las orientaciones de Trotsky que en el “Programa de Transición”, de 1938, adoptado por la IV Internacional, planteó que el Frente Popular era igual que el fascismo. “Los ´Frentes Populares´ por una parte, el fascismo por otra, son los últimos recursos políticos del imperialismo en la lucha contra la revolución proletaria”, sostiene ese texto anticomunista. Lamentamos que hace poco el presidente venezolano Hugo Chávez aconsejara leerlo como si fuera valioso. Los frentes populares, en particular el Frente Unico Antifascista propuesto por la III Internacional en el 7º Congreso de 1935, era una política acertada para enfrentar la “blitzkrieg” (ofensiva relámpago) nazi. Y Stalin buscó ese frente para oponerse al peligro principal para la URSS y demás pueblos: el hitlerismo. Mao aplicó creadoramente esa línea para enfrentar a los imperialistas japoneses. Ho Chi Minh hizo lo propio en Vietnam contra los franceses y japoneses, y Enver Hoxha en Albania. En cambio Trotsky sostenía en el documento fundacional de la IV Internacional: “es por eso que la propaganda despiadada (sic) contra la teoría y la práctica del Frente Popular es la primera condición de la lucha revolucionaria contra el fascismo”. Y, haciéndole el juego al nazismo, planteaba: “la tarea política principal en la U.R.S.S. sigue siendo, a pesar de todo, el derrocamiento de la burocracia termidoriana”. Mal que les pese a los trotskistas, la historia ya demostró quién enfrentó a los alemanes y los venció: todo el pueblo soviético con la conducción de José Stalin. Lo hizo aprovechando las alianzas amplias que tejió contra Hitler a nivel de pueblos y también de gobiernos. Así se ayudó a la liberación de Europa y al porvenir de todo el mundo, incluida América Latina. En Europa se aplicó esa justa línea del frente popular y con la ayuda del Ejército Rojo se formaron las democracias populares. Con esa orientación los comunistas chinos liberaron China, de quien Napoleón había dicho: “China es un gigante dormido, dejémoslo dormir porque el día que se despierte hará temblar al mundo”. SERGIO ORTIZ (Próxima nota: Las etapas de la revolución y las diferencias entre el Che y Trotsky)
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Los disparates de Celia Hart 3a partePor PL ultima parte - Thursday, Sep. 13, 2007 at 8:26 PM
El Che y TRotsky
LOS DISPARATES DE CELIA HART (III, ULTIMA NOTA) Nada que ver entre Che y Trotsky
Celia Hart explicó a los trotskistas de Argentina: “llegué a Trotsky a partir del pensamiento de Martí y el Che”. Lo mismo dijo a los trotskistas de Venezuela, adonde fue a apoyarlos en su homenaje a Trotsky y el entrismo al Partido Socialista Unificado de Venezuela. Según la crónica de ese acto de la Corriente Marxista Revolucionaria: “La última en participar fue Celia Hart, quien dijo que llegó a Trotsky gracias al Che”. Pero esa explicación es falsa según las propias explicaciones de la mujer en el reportaje a “Alternativa Socialista” del 20/10/2004. Allí detalló: “mi papá me dio, sin decirme nada, los libros de Isaac Deustcher. Leí ´El profeta desarmado´, ´Stalin´ y ´La revolución inconclusa´. Fue un renacimiento, una felicidad y me di cuenta que había habido una gran traición y que yo fui víctima de esa traición”. O sea que no llegó a Trotsky desde el Che, sino a través de las simpatías trotskizantes del padre, Armando Hart Dávalos, y con textos del biógrafo de Trotsky para recién luego leer los libros de éste. No se contenta con macanear sobre su acceso al trotskismo. Celia afirma que “el Che es el paradigma de la revolución permanente, es el alumno más aventajado del Che por intuición, aún criticándolo y murió con un libro de Trotsky en la mochila”.
Primera diferencia Che-Trotsky: sobre Stalin En el libro de Ignacio Ramonet, Fidel dice que nunca oyó al Che hablar de Trotsky y que reconocía algunas cosas positivas de Stalin. La hija del Che, Aleida Guevara, comentó el 23 de agosto en una charla en Córdoba, a la que asistí, que su padre se reivindicó comunista y defendió a Stalin en una discusión con la policía de México, cuando en 1956 los revolucionarios del Movimiento 26 de Julio estaban preparándose para partir con el “Granma” y sufrieron una inoportuna detención. En 2006, en el programa de Omar López “Mate Amargo”, por radio Cooperativa de Buenos Aires, un economista argentino que trabajó junto al Che durante su gestión en el ministerio de Industrias de Cuba, reveló que el Che defendía la gestión de Stalin, sobre todo en el área económica y la construcción del socialismo. En su duro trabajo por el socialismo en Cuba, el Che abrevaba entre otras fuentes en Stalin. Y en su libro de marzo 1964 “La banca, el crédito y el socialismo”, citó extensa y elogiosamente al líder soviético en sus orientaciones económicas, financieras y administrativas de 1931. Luego de la transcripción, el Che acota: “lo citamos simplemente para demostrar que se impone una tenaz tarea de organización administrativa antes de poder plantar cualquier sistema, y ese debe ser el sentido de nuestro esfuerzo principal en el momento actual”. La primera diferencia entre el Che y Trotsky gira en torno a la valoración de Stalin y de la Unión Soviética que éste conducía. Para el primero se trataba de un dirigente y un proceso socialista que merecían reconocimiento. Para Trotsky y su discípula tardía, en cambio, eran símbolos de una contrarrevolución que la clase obrera soviética y mundial debía derrocar como un régimen degenerado. El Che escribió en “Notas para el estudio de la ideología de la revolución cubana”, el 8 de octubre de 1960: “A partir de Marx revolucionario, se establece un grupo político con ideas concretas que, apoyándose en los gigantes, Marx y Engels, y desarrollándose a través de etapas sucesivas, con personalidades como Lenin, Stalin, Mao Tse-tung y los nuevos gobernantes soviéticos y chinos, establecen un cuerpo de doctrina y, digamos, ejemplos a seguir”.
Segunda diferencia: etapas de la revolución Aunque Celia Hart invente al Che como “paradigma de la revolución permanente”, en las obras del comandante se aprecia su adhesión a una revolución por etapas, hacia el socialismo. Es que así transcurrió la propia revolución cubana, hechura y maestra a la vez del Che y Fidel Castro. Reconociendo ese tránsito, el Che sostuvo: “la Revolución Cubana, dejando atrás rápidamente su primera característica de revolución democrático antiimperialista, se ha transformado en socialista; como tal, todos los problemas que se plantean deben examinarse desde el punto de vista de los grandes principios rectores del marxismo, considerando además la experiencia de los países que están construyendo efectivamente el socialismo. A todo esto hay que agregar las condiciones esenciales de nuestra propia individualidad nacional y adaptarla también a los cuadros generales de las necesidades del desarrollo en cada etapa dada” (“Discusión colectiva, decisión y responsabilidad única”, julio de 1961). Por si a los trotskistas les quedara alguna duda, citamos nuevamente al Che: “innecesario sería insistir en las características de nuestra Revolución, en la forma original, con algunos rasgos de espontaneidad, con que se produjo el tránsito de una revolución nacional libertadora, a una revolución socialista y en el cúmulo de etapas vividas a toda prisa en el curso de este desarrollo” (“El cuadro, columna vertebral de la revolución”, setiembre de 1962). Trotsky nunca entendió la táctica leninista de acaudillar la revolución democrática y transformarla en socialista. Nunca compartió la unidad obrero-campesina ni la idea de una revolución democrática que la expresara. Con su “revolución permanente” se opuso a Lenin y en la revolución de diciembre de 1905, a diferencia de los bolcheviques, planteaba “sin zar, por un gobierno obrero”. Aún en 1938, en su “Programa de transición”, siguió oponiéndose a la consigna de revolución democrática y recelando del rol que pudieran cumplir amplias masas campesinas. Mal podía ser éste un programa orientador para la revolución en el Tercer Mundo. Tampoco podía serlo pues la idea de Trotsky era derrocar el gobierno soviético. Y en ese entonces la clave para los movimientos liberadores de Asia, Africa y América Latina era unir sus guerras prolongadas e insurrecciones junto con la URSS, punto de referencia socialista mundial. El pensamiento de Trotsky era doblemente erróneo: no servía para la victoria de las revoluciones democráticas antiimperialistas y pretendía malquistarlas con la URSS, en otra coincidencia objetiva con el imperialismo.
Tercera diferencia: la construcción del socialismo Donde se aprecia en forma más nítida la diferencia entre Che y Trotsky es respecto a las posibilidades de construir el socialismo. Cuando bajó la ola proletaria en Europa de los años ´20, tras la derrota en Hungría y de los espartaquistas en Alemania, Trotsky sostuvo que no se podía mantener el poder soviético. La revolución socialista se dirimía en la “arena internacional” o sería derrotada. Los bolcheviques debían reconocer que se habían presentado “antes de tiempo” y de hecho renunciar al poder soviético. No había ninguna posibilidad para el socialismo en un solo país. La respuesta a esa basura liquidacionista la dieron Lenin, quien sostenía que la URSS tenía todo lo necesario para construir el nuevo sistema, y Stalin, que lo demostró prácticamente. El trotskismo es derrotista. Eso la llevó a Celia Hart a afirmar que “en Cuba no existe el socialismo, lo que hay es una revolución socialista, esta se tiene que dar en muchos países para ir a un sistema socialista”. En contraste con ese diagnóstico, el Che confió en forjar la nueva sociedad y el hombre nuevo en una pequeña isla rodeada por un océano de capitalismo, bloqueada por el imperialismo yanqui, carente de muchos recursos, con una población que entonces apenas superaba los 6 millones de personas (hoy es de 11 millones). Cuba fue desde 1959 hasta hoy el único país socialista del Hemisferio occidental y se mantuvo pese a todo, incluso sobrevivió a la URSS. ¿Mejor prueba de que la teoría de Trotsky está errada y que el Che no se orientó con ella? La pluma de Trotsky sólo fue ágil e inspirada para criticar el socialismo. No hizo ningún aporte serio a la construcción de esa sociedad porque se opuso a la misma y porque además, teóricamente, la consideraba inviable. El Che, en cambio, aportó teórica y prácticamente al socialismo en Cuba, en términos generales y concretos. Me resta cerrar esta serie con una anécdota reveladora. El 23 de agosto, cuando Aleida Guevara terminó su charla y la presentación del documental “Ausencia presente”, le entregué ejemplares de Liberación nº 228 y 229. Le dije a la hija del Che: “te recomiendo leer estas notas, donde critico a Celia Hart por decir que el Che y Trotsky pensaban muy parecido”. Me contestó: “esta gente no sabe de qué habla”. SERGIO ORTIZ |
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Pero hagamos un repaso por la historia y veamos cual es la opinion de distintas figuras politicas del marxismo-leninismo sobre Trotsky y el trotskismo.
Lenin sobre Trotsky:
“¡Ese es Trotski. Siempre fiel a si mismo; se revuelve, estafa, posa a la izquierda y ayuda a la derecha”.
“A fines de 1903, Trotski era menchevique furioso, es decir, que de los iskristas se había pasado a los “economistas”… En 1904-1906 se aparta de los mencheviques y ocupa una posición vacilante, colaborando unas veces con Martinov (“economista”) y proclamando otras la “revolución permanente”, de un izquierdismo absurdo. En 1906 a 1907, se acerca a los bolcheviques y en la primavera de 1907 se declara partidario de Rosa Luxemburgo”. A continuación Lenin agrega:
“En la época de disgregación, después de largas vacilaciones `no fraccionalistas` se dirige nuevamente hacia la derecha, y en agosto de 1912 forma un bloque con los liquidadores. Ahora vuelve a apartarse de ellos, pero repitiendo, en el fondo, sus mismas ideuchas”.
Lenin tambien llamo a Trotsky traidor, canalla, Judas y un sinfin de epitetos en numerosas ocasiones. Las incontables denuncias de Lenin contra Trotsky son tantas que en 3 tomos no cabrian todas juntas. Solo en 1917 y durante un breve periodo de tiempo el trotskismo se camuflo entre el partido bolchevique dejando aparentemente las viejas discusiones con la esperanza de no desaparecer del mapa politico internacional.
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