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General: Maravilloso partido .... Ferrer venció a Almagro dándolo todo !
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 22/01/2013 13:37 |
Está pasando
Almagro perdona el partido a Ferrer
El alicantino se enfrentará a Djokovic en semifinales tras remontar tres bolas de partido al murciano
Arde Melbourne bajo el sol australiano, pero lo que quema la pista son los pelotazos de Nicolás Almagro, incapaz a pesar de ello de ganar a David Ferrer en los cuartos de final del Abierto de Australia. Ferrer ve antes una cosa imposible: a un hombre insensible a los precedentes (0-12 para el alicantino), sordo a la lógica de que su derrota es inevitable, listo para dominar el encuentro con una exhibición de contundencia, fuerza y tenis sin miedo. Es Almagro al asalto, Almagro al abordaje. Cada tiro es un cañonazo. Cada decisión, una apuesta por el riesgo. Sin embargo, el número 11 tiembla cuando ya toca el cielo. Tres veces saca por el encuentro y tres veces ve cómo Ferrer abre las fauces. Quema entonces la pelota. Se estrecha la pista. La raqueta pesa como si fuera de hierro y el huracán se diluye en tormenta de verano: Almagro, abandonado por el saque en los momentos decisivos, se inclina y cede el paso (4-6, 4-6, 7-5, 7-6 y 6-2) a Ferrer, que buscará la final ante Novak Djokovic (6-1, 4-6, 6-1 6-4 a Tomas Berdych). Por cuarta vez en su carrera, el alicantino remontó un 0-2.
Resultados y cruces
Hombres. Octavos. J. W. Tsonga (Fr.)-R. Gasquet (Fr.), 6-4, 3-6, 6-3 y 6-2. J. Chardy (Fr.)-A. Seppi (It.), 5-7, 6-2, 6-2 y 6-2. Murray (G. Br.)-Simon (Fr.), 6-3, 6-1 y 6-3. M. Raonic (Ca.)-R. Federer (Su.), 4-6, 6-7 (4-7) y 2-6. Cuartos. D. Ferrer-N. Almagro, 4-6, 4-6, 7-5, 7-6 y 6-2. Se medirá al ganador del N. Djokovic (Ser.)-T. Berdych (R. Ch.), 6-1, 4-6, 6-1, 6-4. J. Chardy (Fr.)-A. Murray (G. Br.), contra el ganador del J. W. Tsonga (Fr.)-R. Federer (Su.).
Mujeres. Octavos. S. Stephens (EEUU)- B. Jovanovski (Ser.), 6-1, 3-6 y 7-5. S. Kuznetsova (Rus.)-C. Wozniacki (Din.), 6-2, 2-6 y 7-5. V. Azarenka (Bie.)-E. Vesninca (Rus), doble 6-1.
El murciano, que acaba con piernas de cemento, acalambradísimo y tratado de un tirón en la pierna izquierda por el masajista, arranca a un ritmo altísimo. La frecuencia de sus golpes tiene la cadencia de los elegidos, la contundencia de los mejores y la fuerza de los campeones. Es un ejercicio de convencimiento acompañado por las armas necesarias: Almagro no deja que Ferrer se meza en el fondo de pista horadando sus piernas con largos intercambios. No deja que el alicantino le ahogue los pulmones meneándole de una esquina a la otra, como si fuera un parabrisas desesperado por la lluvia que no cesa. Almagro pega, pega y pega un pelotazo tras otro para acortar los peloteos. El saque, supersónico hasta los tres juegos en los que sirve por el duelo (entonces vive sin primeros), le protege. Si los relámpagos de su revés paralelo rematan puntos para la videoteca, es su derecha la que apuntala su ventaja al no resquebrajarse bajo la presión de su contrario.
Ferrer vive desesperado. “¡Juega largo!”, le dicen desde su banquillo, pidiéndole que acule al número 11 contra la valla para evitar sus pelotazos. “¡Largo!”, ironiza en respuesta el alicantino mientras da vueltas sobre sí mismo, rumiando su desesperación igual que un león enjaulado. “¡Claro! ¡Todo el mundo quiere jugar largo!”, se queja, huérfano de la chispa que le caracteriza, abandonado por el saque y sin la agresividad que le ha dado nombre. La iniciativa es de Almagro. Al alicantino, en una versión menor, solo le quedan las migajas del diálogo durante largos minutos de intercambios. Ferrer tarda más de una hora en tener un punto de break. Son dos, y los pierde en unos segundos: un ace y un saque ganador le impiden siquiera poner la bola en juego.
Todo está en las manos de Almagro: la victoria, sus primeras semifinales grandes, el fin de su maldición sobre cemento. Todo depende del murciano, que manda y domina, que sueña con domar sus demonios, gobernar sus dudas y doctorarse en paciencia. Un abismo con el infierno al fondo se abre ante sus pies las tres veces que saca por el encuentro. Son tres tembleques antológicos, que quedarán para siempre en el recuerdo, porque Ferrer hace lo mínimo, le basta con poner sobre la pista sus restos largos y su cara de tipo fiero. Ahogado en tensión, Almagro desfallece, entrega lo que ya es suyo y se despide con una derrota de las que torturan para siempre y nunca cicatrizan. Le puede la presión antes que el contrario, le atenazan como garras las cadenas del recuerdo de las 12 derrotas previas, sufre un colapso competitivo como el de aquel día contra Rafael Nadal en Paris Bercy, cuando tuvo cinco puntos de partido y cedió el duelo. Ferrer levanta los brazos en su victoria 500 sin otro mérito que el de dar siempre la cara y mirar siempre de frente al partido. Por tercera vez en los últimos cuatro grandes, el número cinco mundial disputará las semifinales: en Melbourne, porque le indultó Almagro.
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El “milagro” de Ferrer
Tras un ejercicio de autocontrol, el alicantino remonta ante Almagro, que saca tres veces por el partido, y se cita en semifinales con Djokovic ● “Lo tuve perdido”, dice Ferru
“Ha sido un milagro”. Igual que si fuera Lázaro, un muerto resucitado, David Ferrer reacciona con sorpresa a su clasificación para las semifinales del Abierto de Australia, donde le espera el serbio Novak Djokovic, porque para levantar los brazos en los cuartos tiene que remontar 4-6, 4-6, 7-5, 7-6 y 6-2 a Nicolás Almagro y coronar su victoria 500 en el circuito con una hombrada. Tres veces saca el murciano por la victoria y las tres se encuentra con las fauces y los largos restos del alicantino, que le niegan el triunfo. A un paso del cielo, el número 11 vive un infierno. Es Almagro rozando la primera semifinal grande de su carrera, poniéndole fin a su maldición sobre cemento, domando a un demonio. El resultado, sin embargo, le descubre derrotado por un muro hecho de resabios, veteranía y dominio de uno mismo. “Sabía que uno se pone nervioso en los momentos importantes, porque a mí también me pasa”, razona luego el alicantino. “Por eso intenté jugar con fuerza, estar centrado, no cometer errores y ser consistente. Me mantuvo la garra, las ganas de estar cinco horas más en la pista, de luchar, de perder bien si perdía. Lo tuve perdido durante muchas fases”.
A los 31 años, Ferrer es un hombre en paz consigo mismo. Satisfecho con su carrera. A finales de 2012, el español ganó el masters 1.000 de París-Bercy. Fue su primer título de la categoría. La culminación, entendió el alicantino, de toda una vida deportiva. Eso le ha permitido afrontar 2013 con calma, sin hipotecas, compitiendo por la simple ambición de mejorar lo conseguido.
Resultados y cruces
Hombres. Cuartos. D. Ferrer-N. Almagro, 4-6, 4-6, 7-5, 7-6 y 6-2. N. Djokovic (Ser.)-T. Berdych (R. Ch.), 6-1, 4-6, 6-1, 6-4. A. Murray (R. U.)-J. Chardy (Fr.), 6-4, 6-1 y 6-2. J. W. Tsonga (Fr.)-R. Federer (Sui.). Semifinales. N. Djokovic (Ser.)-D. Ferrer. A. Murray (R. U.) contra el ganador del J. W. Tsonga (Fr.)-R. Federer (Sui.).
Mujeres. Cuartos. S. Stephens (EEUU)- S. Williams (EEUU.), 3-6, 7-5 y 6-4. V. Azarenka (Bie)-S. Kuznetsova (Rus.), 7-5 y 6-1. Semifinales. V. Azarenka (Bie.)-S. Stephens (EEUU) y M. Sharapova (Rus.)-N. Li (Ch.).
“El mensaje es de tranquilidad”, resume David Andrés, expsicólogo del Villarreal y hoy preparador físico del tenista alicantino. “Cuando las cosas vienen mal dadas es cuando se trata de cambiar la dinámica, pero ahora estamos viviendo un momento dulce”, prosigue. “David siempre ha sido muy trabajador y ahora se le suma la madurez, de forma que disfruta del tenis y de la competición más que nunca porque sabe que llegará el momento en que no pueda hacerlo”, añade. “Quizás también influya que se le está reconociendo el mérito de lo conseguido todos estos años, y él devuelve ese cariño con dedicación, como no puede ser de otra manera por su educación y su forma de ser”, dice. “(...) ¡Qué partido!”, comenta sobre su encuentro con Almagro. “Mira que lo tenemos visto y aún así nos sorprende con una vuelta de tuerca más”.
Almagro vive el encuentro desde el otro extremo. El murciano, que acaba con un adductor roto y con líquido en el tendón de un tobillo, arranca a un ritmo altísimo. La frecuencia de sus golpes tiene la cadencia de los elegidos. Es un ejercicio de convencimiento acompañado por las armas necesarias: Almagro no deja que Ferrer se acune en el fondo de pista horadando sus piernas con largos intercambios. No deja que el alicantino le ahogue los pulmones meneándole de una esquina a la otra, como si fuera un parabrisas desesperado por la lluvia que no cesa. Almagro pega, pega y pega un pelotazo tras otro para acortar los peloteos. El saque, supersónico hasta los tres juegos en los que sirve por el duelo (entonces vive casi sin primeros), le protege. Si los relámpagos de su revés paralelo rematan puntos para la videoteca, es su derecha la que apuntala su ventaja al no resquebrajarse bajo la presión de su contrario.
No quiero creer que haya sido un problema mental, opina el murciano
El número 11 solo tiembla en el momento decisivo. Muchos recuerdos deben agolparse entonces en su memoria: que nunca ha ganado a Ferrer (0-13 desde ayer); que a finales de 2012 cedió ante el checo Stepanek el punto decisivo de la final de la Copa Davis; que un día de 2009 en París-Bercy, también cuando ya el encuentro era suyo, dejó que Rafael Nadal se le escapara vivo pese a que tuvo cinco puntos de partido.
“No quiero creer que haya sido un problema mental. Si hubiera sido un problema mental creo que no hubiera ganado los dos primeros sets”, resume tras la derrota. “Estoy decepcionado sobre todo con el tie break, pero necesito trabajar más para estar preparado para jugar con los grandes jugadores”.
Ferrer, ayer durante varios tramos sin la agresividad que le caracteriza, ha competido las semifinales de tres de los últimos cuatro grandes, todos menos Wimbledon. El alicantino nunca ha disputado una final de un torneo del Grand Slam. Su momento es ahora. Ya es el día. Plantado en la treintena, Ferrer persigue uno de los últimos trenes capaces de dejarle más cerca que nunca de la gloria. Le espera Djokovic, al que ha ganado cinco veces en 14 partidos.
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