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General: NOS MEAN Y LA PRENSA DICE QUE LLUEVE .-
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De: Ruben1919 (message original) |
Envoyé: 06/05/2012 22:27 |
“Nos mean y la prensa dice que llueve”
Durante la pasada manifestación contra los recortes del gobierno de Mariano Rajoy, el 29 de abril, la leyenda de una camiseta resumía el papel de la prensa hoy en día: “Nos mean y la prensa dice que llueve”. Bajo esta divisa resuena el poder de la prensa convencional, la que depende y es sierva de los grandes actores financieros, para atenuar y estabilizar las tensiones sociales. ¿Cómo es posible, en efecto, que ante las calamitosas decisiones del gobierno de turno, se propague la impresión de que aceptamos todo con la resignación del Santo Job? Parecen designios divinos o, por decirlo en términos mitológicos, los oráculos del mundo incondicionado, no contingente, los causantes de nuestro malestar. Padecemos de modo pasivo, sin que nos quede reservada ninguna capacidad de decisión, de influencia en el curso político que nos afecta más allá del voto cada cuatro años.
En la base de la forma en que la prensa interpreta la realidad subyace la voluntad de ceñirse a los hechos, a los datos, a las declaraciones textuales, literales. Las ostentaciones de una prensa objetiva, abiertamente neutral, chocan de modo frontal con el deber de discernir, de enjuiciar que, no sólo la profesión periodística debe atesorar, sino todo ser humano para hacerse acreedor de tal nombre. Recientemente, Pascual Serrano en Contra la neutralidad ha descrito cómo las trayectorias de insignes periodistas se han acompañado siempre de un compromiso y posicionamiento manifiesto ante los acontecimientos. Puesto que no hay mediación sin tergiversación -traduttore traditore-, al menos es preciso manifestar, sin reservas, cuál es el punto de vista que privilegiamos: ¿desde qué prisma abordamos los hechos? Las fórmulas caducas del no comment, por las que pretendemos que los sucesos relatados, sus imágenes hablan por sí solas representan insultos a la inteligencia. Está pasando, lo estás viendo (a través de una selección de cómo hemos de percibirlo). Decía Kafka que la invención del cine constituyó la uniformización del ojo. Del mismo modo, la creencia en el verismo de los medios informativos, donde se separa información pura y opinión, homologa las conciencias tras la ilusión de acceso directo y privilegiado a los acontecimientos. Pero el modo en que ordenan, seleccionan, jerarquizan esas informaciones constituye ya una operación anafórica de tergiversación. Mucho más cuando se escogen palabras dotadas de una carga semántica peyorativa, como es el caso al referirse al “régimen de Chávez”. ¿Por qué no se habla del régimen de los mercados en los titulares? ¿Por qué no el régimen capitalista? ¿La dictadura financiera?
Para el dramaturgo Bertolt Brecht, pensar es decir no; esto es, contradecir lo que las cosas parecen a primera vista; disentir en lugar de consentir. ¿Es la prensa convencional una plataforma de disentimiento? ¿Sirve a propósitos de consentimiento? ¿Enfría las sociedades hasta hacer del cambio y la dinámica social algo del todo imposible, como diría Claude Lévi-Strauss? De hecho, el posicionamiento es inherente a la utilización del lenguaje, ya sea escrito o audiovisual, ya tenga pretensiones de registro automático de lo real -como las imágenes de los informativos- o un aura de asepsia en los artículos de la prensa escrita.
La lluvia
Retomemos la leyenda de la camiseta. Como si de un parte meteorológico se tratase, la metáfora no es baladí: los medios nos avisan de la llegada de un frente gélido, proveniente del norte de España, en concreto de Galicia. ¿Qué hacer ante la evidencia? La única respuesta posible para el espectador/lector reside en la adaptación a las condiciones atmosféricas, ya que, en buena lógica, no dependen de nosotros. En otras palabras, no es posible influir en el tiempo que va a hacer: si va a llover, o sacamos el paraguas o, de salir a la calle, exhibiremos el retrato romántico del impasible paseante bajo la lluvia, a riesgo de la ulterior pulmonía.
Del mismo modo, el símil con la previsión del tiempo nos acerca al tratamiento impersonal de la prensa hacia la intolerable situación económica. Las correspondencias entre lo que escapa a la voluntad humana, a la posibilidad de variar el curso de acontecimientos en el caso del tiempo meteorológico y la crisis sistémica del capitalismo son palmarias. Cada vez que aparecen términos impersonales y abstractos como “mercados”, “deuda soberana” y “primas de riesgo”, se legitiman otros como “necesidad”, la inexorabilidad de acometer ciertas “medidas”, “ajustes”. Todo ello con el fin de aplacar la ira irracional de esas divinidades alegóricas. En este sentido, es plausible advertir signos de regresión a estadios primitivos, arcaicos: el decurso de la vida entendido como encadenado irremisiblemente al Destino prefijado por las parcas. Marcuse lo llamaba unidimensionalidad. Ramonet pensamiento único. La prensa lo llama Mercados, por quienes no hay lugar a la alternativa: la doctrina TINA (There Is No Alternative) de Thatcher.
La prensa y, en mayor medida, los medios audiovisuales apuntalan este tipo de pensamiento. Al tiempo que propagan el miedo ante la inseguridad reinante como factor de inacción, a través de sus titulares en apariencia asépticos castran las iniciativas contrarias a las políticas antisociales. Por una parte, encontramos las secciones de opinión, donde en periódicos como El País se suceden artículos refractarios a la austeridad, firmados por eximios economistas como Paul Krugman o Joseph Stiglitz.
Sin embargo, tales discursos no dejan de pertenecer al ámbito de lo relativo, de lo que puede ser o no verdad. Las verdades instituidas, las que forman parte de las evidencias incontrovertibles se presentan como datos macroeconómicos que obligan a y justifican las usurpaciones de derechos sociales, políticos y laborales del gobierno actual. El problema reside en que lo que se narra en términos objetivos como verdades inconmovibles responde también a interpretaciones, de igual forma sujetas a críticas y valoraciones. Véase, por ejemplo, la constatación de la incompatibilidad de los servicios públicos con la actual deuda pública, que Vicenç Navarro ha descrito como “un problema artificial”. No obstante, lo que es artificial, producto de la interpretación y voluntad política de desmantelar el Estado del Bienestar se transforma en un dato científico corroborado por la objetividad de informes de dudosa procedencia. Tales problemas artificiales son asumidos por medios formadores de opinión, en principio progresistas como El País, por no hablar de los que abiertamente defienden las derivas neoliberales.
De ahí el sentir de resignación de la ciudadanía: ante un vendaval, tan sólo cabe protegerse y aguantar el chaparrón. La impotencia degenera en pasividad, en aceptación estoica de todos los males impuestos por una instancia superior. Siempre que la prensa no identifique, con nombres y apellidos, con siglas de corporaciones financieras, empresariales, a quienes constituyen los mercados, a quienes son acreedores de la deuda soberana, a quienes especulan con la prima de riesgo, contribuirá a la sumisión tácita de los ciudadanos.
Sobre diferentes tipos de expolios
Conviene precisar el significado de palabras que se utilizan en determinados contextos periodísticos: expolio designa el acto de despojar con violencia o iniquidad. Este término se ha generalizado últimamente, a raíz de las nacionalizaciones de YPF y de Red Eléctrica en Argentina y Bolivia respectivamente. Por fin un punto en común: ¡la defensa a ultranza de las grandes corporaciones! Es algo en lo que la diversidad de orientaciones de la prensa española converge. Un análisis de las portadas del 2 de mayo da muestras palmarias de la disparidad de criterios a la hora de elegir las palabras adecuadas. Contrasta el empleo reiterado de la palabra expolio con el lenguaje neutro en el caso de los sucesos que determinan el desmantelamiento de los progresos sociales. Así lo señala el catedrático de economía de la Universidad de Málaga Juan Torres López.
El día después del primero de mayo, las cabeceras de los principales diarios coinciden en marginalizar las movilizaciones sociales contra los recortes. En su lugar, el “expolio” ocupa la primera plana en la agenda informativa. El País titula a 4 columnas: “Morales sigue la estela argentina con el expolio de Red Eléctrica”, mientras las protestas del 1 de mayo ocupan un lugar menor en la composición de la portada. En El Mundo, tres columnas en el margen derecho para “Morales se suma al desafío a España expropiando REE”. En la fotografía que ilustra el titular, apreciamos en primer plano un miembro de las fuerzas de seguridad, ataviado con aparejos militares y con el rostro totalmente oculto, como metáfora de la amenaza inhumana que se cierne sobre nuestro país. El titular para las movilizaciones del primero de mayo: “El ministro que dejó 5,3 millones de parados protesta contra los 5,6 millones de parados”...
ABC y LA RAZÓN continúan la línea de los dos diarios generalistas de mayor tirada: “Evo Morales expolia a Red Eléctrica de España” (ABC); “Evo Morales expropia la filial de Red Eléctrica española en Bolivia”, con subtítulo: “El líder populista [sic] se apropia de la empresa como 'un homenaje a los trabajadores'” (LA RAZÓN). El lenguaje agresivo hacia la actuación del gobierno de Morales tiene su eco en la demonización de las movilizaciones del primero de mayo. En LA RAZÓN, la noticia más relevante es la salida de Toxo de un bar, cuya fotografía quiere significar la ociosidad del líder sindical bajo una leyenda que reza “de bares con Toxo”. Incluso en la portada de LA RAZÓN se destaca el éxito de su topic en twitter: #noatomarlacalle.
Sin duda, lo que sorprende no son las muestras de parcialidad de diarios como LA RAZÓN o ABC. Antes bien, lo más destacable radica en el consenso de los medios informativos a la hora de usar un lenguaje interpretativo, de claro posicionamiento ideológico cuando se ven perjudicadas grandes empresas. Y lo hacen fuera de los espacios reservados a la opinión, como información objetiva y libre de las sospechas de la valoración subjetiva e interesada. En estas ocasiones, se habla de expolio, de desafíos no ya a la empresa en cuestión, sino ¡a todo el país! Por el contrario, será accidental encontrar titulares que condenen como expolio los dictámenes del FMI y del Banco Central Europeo, las evasiones fiscales de grandes grupos financieros españoles e internacionales o las reformas estructurales de austeridad del gobierno de Rajoy.
Resulta obvio que la sentencia “nos mean y la prensa dice que llueve” es algo más que un eslogan de moda. Los propietarios de las corporaciones afectadas por las nacionalizaciones en Argentina y Bolivia no podrían portarla sin ofender a la verdad. En ese caso, la prensa “se moja” para defender los intereses particulares. Cuando se trata del bienestar social, el orín se transforma por alquimia mediática en lluvia providencial, en accidentes atmosféricos cuya causa se halla en una entidad difusa, sin cabeza ni cuerpo y sólo con la armadura de los medios, como il cavaliere inesistente de Italo Calvino; en un Deus ex machina y a esperar que escampe... |
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Entrevista a Edward S. Herman, autor junto a Noam Chomsky del libro "Los guardianes de la libertad"
"Está claro que el poder económico dicta las políticas de los medios de comunicación"
Revista Debate
Herman explica la economía política de las corporaciones mediáticas y el “modelo de propaganda” que guía su conducta. La mirada sobre América Latina. |
Profesor emérito de Economía en la Wharton School de la Universidad de Pennsylvania y destacado especialista en medios de comunicación, propaganda y políticas regulatorias, Edward S. Herman es ampliamente reconocido por su espíritu crítico. Trabajó muy cerca del filósofo y lingüista Noam Chomsky, con quien publicó, entre otros, The Political Economy of Human Rights (1979); The Washington Connection and Third World Fascism (1979); y Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media. Además, ambos intelectuales escribieron la obra traducida al español Los guardianes de la libertad: Propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas, (1990). Entretanto, junto a David Peterson, elaboró The politics of genocide (La política del genocidio, 2010). ¿En qué consiste la economía política de los medios de comunicación, que desarrolló junto a Noam Chomsky en Los guardianes de la libertad? La razón por la cual elegimos las palabras “economía” y “política” para describir el funcionamiento de los grupos de comunicación y su modalidad de acción tiene que ver con la intención de poner énfasis en la idea de que los mismos no sólo no son ajenos a la arena política sino que, incluso, forman parte de la economía. Lejos de constituir agencias independientes dedicadas a decir verdades, su comportamiento está determinado por sus vínculos económicos y sus conexiones políticas. Los medios son propiedad de actores económicos, los financian agencias de publicidad -a través de sus anuncios- y dependen de los gobiernos para obtener información, licencias, entablar relaciones comerciales con países extranjeros y, en ocasiones, también para contar con protección policial. Forman parte de lo que se conoce como la economía política. El libro describe también el “modelo de propaganda” de la corporación mediática norteamericana. ¿Es posible aplicarlo a las empresas periodísticas del resto del mundo? Sí, claramente, dado que este modelo de propaganda se ocupa de los factores estructurales que, en diferentes proporciones, dan forma e intensidad al desempeño de los medios en el mundo. En Estados Unidos, donde la base de la gran mayoría de los medios de comunicación es comercial y depende de la existencia de anuncios, la influencia directa e indirecta de las empresas sobre ellos es importante. En otros países, en cambio, el control del gobierno es a menudo más pesado y la influencia política puede ser más directa y menos sutil. Sin embargo, la tendencia mundial y el auge del neoliberalismo en las últimas décadas impulsaron la privatización de los medios. En términos de agenda, está claro que el poder económico dicta las políticas y las portadas del día mediante el control tanto de los principales partidos políticos como de los medios de comunicación dominantes. ¿Entonces? A raíz de esto, la aplicabilidad del modelo de propaganda en el mundo sigue este mismo patrón que se observa y funciona en Estados Unidos. Este modelo de propaganda que desarrollamos en el libro describe cinco elementos que determinan lo que es “noticia”; en otras palabras, lo que aparece en los diarios o lo que transmite la radio y la televisión. Estos filtros son: la concentración de propiedad; la publicidad como principal fuente de ingresos de los medios; la dependencia informativa generada por el gobierno, las administraciones públicas, las instituciones burocráticas y las corporaciones; el Flak o las “contramedidas” para disciplinar los medios y el anticomunismo, como motor ideológico principal del sistema propagandístico. En la edición 2002 del libro, agregamos al quinto filtro la ideología del libremercado. El anticomunismo permanece intacto, pero surge el libremercado, asumido como un bien cuyos efectos son puramente benéficos. Este agregado tiene relación con las constantes críticas a todo aquello que amenace la ideología del libremercado. Cada uno de estos elementos actúa como filtro. De algún modo, la obra advierte sobre la dificultad de sobrevivir en los medios sin internalizar estos filtros... Es difícil realmente, y las presiones para internalizarlos son importantes, además de las ventajas económicas y las ventajas de status que vienen de la mano de adoptarlos. Sin embargo, un periodista íntegro y resuelto a no constituirse simplemente en un canal transmisor de los intereses del poder dominante puede aprender la forma de encarar su trabajo de manera honesta y hasta puede sacar alguna ventaja de las imperfecciones del control que viene desde arriba. ¿Cree posible mejorar el sistema de medios de comunicación? No lo veo muy factible realmente, porque es el producto de fuerzas sociales muy poderosas, con poder económico y político mundial, con recursos de considerable magnitud y cuya tendencia va en crecimiento, incluso en estos tiempos de reveses económicos y escándalos diversos. Se trata de un sistema de medios que es de autoprotección; cuestionarlo dependería de la comprensión del público y de que el poder se organizara para efectuar un cambio político. A través de este último, entonces, se podría lograr eventualmente la reestructuración del sistema. ¿Qué actitud adoptan las empresas periodísticas? La realidad muestra que los medios dominantes difícilmente fomenten o apunten a una verdadera comprensión del público, alienten campañas para su descentralización, promuevan ampliar la propiedad pública o una mayor independencia en la gestión de los mismos. Tampoco resulta sencillo imaginar que vayan a dejar de lado la publicidad que los financia o que opten por prescindir de la cantidad de regalos que les llegan anualmente desde la esfera política. Por otra parte, es complejo pensar en la posibilidad de alcanzar un sistema de medios democrático, plural y objetivo. Habría que quitar la base de la propiedad para que lo fuera, a pesar de que una base parcial conformada por pequeños propietarios, junto con una propiedad pública, podría funcionar. Sin embargo, para que esto sucediera, sería necesaria algo así como una revolución. Usted sostiene que los medios promueven la agenda de la elite y la manera en que, a través de sus coberturas, buscan tener injerencia en las actividades de Estados Unidos en América Latina. ¿Podría mencionar algún ejemplo? Una cuestión sobre la que nos hemos centrado en Manufacturing Consent (Fabricación de consentimiento), y en otros escritos también, es la forma cómo Estados Unidos utilizó la realización de elecciones en el Tercer Mundo para dirigir y controlar el consenso interno. Por un lado, en algunos casos, intervenimos para apoyar gobiernos terroristas que acatan nuestro mandato logrando, a menudo, que mantuvieran cierto espectáculo electoral, a través del cual mostraban supuestas cualidades democráticas, a pesar de los asesinatos, la tortura, etcétera. Por el otro, los países que atacamos o a los que vamos a atacar, con frecuencia van a encontrar que se ridiculizan sus elecciones por ser consideradas desleales. La comparación clásica que desarrollamos en nuestro libro es entre El Salvador y Nicaragua, durante la década de 1980. Aunque las elecciones en Nicaragua fueron mucho más honestas que las de El Salvador, los medios de comunicación cooperaron con el gobierno de Ronald Reagan y mostraron que la elección salvadoreña era un paso hacia la democracia, mientras que a las elecciones en Nicaragua las tildaron de “farsa” (New York Times). ¿Entonces? Esto ayudó a justificar aún más el apoyo prestado al atroz gobierno de El Salvador y el apoyo norteamericano al terror constante contra el gobierno sandinista de Nicaragua. De la misma manera, con el gobierno de Estados Unidos hostil a Irán, su elección de 2009 fue atacada con furia, por lo que los medios de comunicación y gran parte de la supuesta izquierda hicieron lo mismo, mientras que el golpe de Estado y la farsa electoral en Honduras fueron apoyados por el gobierno. Por consiguiente, el tema recibió un trato suave o fue ignorado por los medios dominantes de Estados Unidos; y, lamentablemente, también por la izquierda. En relación con esto último, ¿qué piensa acerca de las teorías que sostienen que Estados Unidos apoyó la destitución del ex presidente Fernando Lugo, en Paraguay? Estoy seguro de que aquellas ideas que afirman que Estados Unidos apoyó golpes de Estado en América Latina son ciertas. Lo sucedido recientemente en Paraguay sigue un cauce similar al ocurrido en Honduras. Y Barack Obama sigue los pasos de George Bush. Es un país al que le agradan las dictaduras de derecha porque, de ese modo, cree posible mantener a la población bajo control y al servicio de las elites nacionales y extranjeras. De hecho, se mostró incluso satisfecho con la última dictadura militar en la Argentina. Se trata de una larga tradición que fluye desde el poder de la comunidad empresarial y el establishment militar. Fuente: http://www.revistadebate.com.ar//2013/01/07/5887.php |
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