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General: Olvidando a Chávez
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De: t-maria2 (Mensaje original) |
Enviado: 30/03/2013 23:11 |
Fausto Masó
Olvidando a Chávez
30 de marzo 2013 - 08:15
Con demasiada rapidez y frente a nuestros ojos, testigos de
su vida, se está convirtiendo a Chávez en una figura histórica, una
mentira, un mito aprovechable para cualquiera. Por ahora, Nicolás Maduro
se empina sobre él para llegar a Miraflores, lo usa como muletilla,
bastón, paraguas, pero pronto muchos chavistas lo acusarán de ser infiel
a las ideas de Chávez que, como no quedaron codificadas en un libro,
las interpretarán según les convenga.
Al personaje real lo ha
sepultado el incienso, mientras cada quien intenta demostrar ahora su
cercana con él, aprovechar el mito. A los historiadores les quedará la
tarea inacabable de ponerse de acuerdo sobre quién era Chávez,
discutirán por los siglos de los siglos. Por ahora, y por un buen rato,
continuará siendo una obsesión nacional. Internacionalmente lo
convertirán en un personaje como el Che, sólo que menos lúgubre, más
jacarandoso y humano. Más divertido.
A Bolívar lo invocaron
dictadores y caudillos, quedó en manos de bolivarianos conservadores que
monopolizaban su memoria con fanatismo. Chávez logró volverlo un
revolucionario y, de paso, que medio país dejara de venerarlo.
En
nombre del peronismo gobernó a Argentina un presidente neoliberal como
Carlos Menem y un populista como Néstor Kirchner. De Marx se proclamaron
herederos Stalin y Lenin, y los reformistas alemanes a los que el
tiempo les dio la razón y cuyo partido ha sobrevivido hasta hoy.
Bernstein tiene más vigencia que Lenin.
Chávez no dejó una
doctrina, sino innumerables canciones, imágenes populares, dichos,
gestos, sólo que está indefenso frente a la maniobra de subirlo a los
altares del culto civil para colocarlo junto a Negro Primero, Simón
Bolívar o el Che. Una partida de ateos ahora no cesa de invocar a
Cristo, en una versión ruinosa de la teología de la liberación.
Desde
diciembre pasado están escamoteando la memoria de Chávez. Por razones
políticas se dijo que se curaba hasta que unas semanas antes de su
muerte confesaron la gravedad de la enfermedad. Necesitaban tiempo para
dar a conocer a Maduro, el propio Chávez aceptó ser candidato a
sabiendas de que no sería presidente, demostró que le interesaba más la
política que su destino personal.
Un edecán declaró que al final
Chávez repetía que no quería morir, una actitud muy humana pero que no
es propia del verdadero creyente que enfrenta el trance necesario para
encontrarse con Dios. Chávez quería vivir, lo había dicho, afirmaba
necesitar tiempo para completar su obra, pero no dejaba de ocuparse de
los asuntos mundanos; su último mensaje, bien realista por cierto,
buscaba evitar lo inevitable: la lucha por su herencia, el
desgarramiento del chavismo, los enfrentamientos entre militares y
civiles. Al designar a Nicolás Maduro como candidato lo invistió
temporalmente de un poder que más temprano que tarde otros le
impugnarán, los que con razón afirmarán que acompañaron a Chávez desde
el 4 de febrero, o que estuvieron a su lado el 11 de abril, o
simplemente que representan el Ejército.
La fama es el conjunto de malentendidos que rodea la memoria de un hombre.
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