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General: Xi Jinping es elegido presidente de China
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 14/03/2013 20:10

Xi Jinping es elegido presidente de China

Con su nombramiento se cierra la transición de poder a la quinta generación de dirigentes

 

Hu Jintao saluda al nuevo presidente chino Xi Jinping. / MARK RALSTON (AFP)

Xi Jinping ha culminado su ascenso a la cumbre. El líder chino, que ocupó en noviembre pasado la secretaría general del Partido Comunista Chino (PCCh) y la presidencia de la Comisión Militar Central —los dos cargos de verdadero poder en el país—, ha sido nombrado este jueves presidente del país. Se hace así con el tercero de los títulos que tenía su predecesor, Hu Jintao, con lo que se cierra la transición de poder a la quinta generación de dirigentes, tras las de Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y el propio Hu.

La designación de Xi como presidente —con 2.952 votos a favor y uno en contra— se ha producido en el marco de la sesión anual del Parlamento en el Gran Palacio del Pueblo, en Pekín, en la que se prevé que mañana viernes el viceprimer ministro Li Keqiang ascienda a la jefatura de Gobierno, en sustitución de Wen Jiabao.

La secretaría del PCCh es la fuente real de poder en China, pero el puesto de presidente incrementará el papel y la proyección internacional de Xi, ya que al igual que Hu y Jiang no solo es el jefe del partido sino también el jefe de Estado.

El nombramiento de Xi como presidente —oficialmente por cinco años, aunque, salvo grandes sorpresas, mantendrá el cargo 10 años— estaba sellado desde que llegó a la cúpula del PCCh en el congreso del partido en noviembre pasado. En los meses transcurridos, el mandatario se ha comprometido a conservar el gobierno único comunista, mejorar la vida de la población, implementar ambiciosas reformas económicas y poner freno a la corrupción, una lacra que se ha convertido en una de las principales fuentes de malestar social y en un peligro para la supervivencia del PCCh, según han reconocido sus dirigentes. Desde que Xi tomó el poder, han salido a la luz una ristra de casos de corrupción de funcionarios de nivel medio y bajo, que han sido aireados con profusión por los medios de comunicación estatales.

El nuevo presidente ha asegurado que no solo irá a por “las moscas” sino también a por “los tigres” de alto rango, una declaración que ha sido recibida con escepticismo por un sector de la población, que considera que un puesto de poder en China es sinónimo de corrupción. La agencia estadounidense Bloomberg publicó el año pasado que la familia de Xi había acumulado cientos de millones de dólares en activos, lo que plantea dudas sobre su capacidad para llevar a cabo reformas que puedan amenazar sus intereses empresariales. El informe no mencionaba ningún delito por parte de Xi Jinping.

La corrupción está arraigada en muchos ámbitos de la sociedad china, y existe una resistencia a la puesta en marcha de medidas contra la corrupción entre quienes se han beneficiado de sus conexiones políticas para enriquecerse.

El ascenso de Xi marca la segunda transferencia de poder pacífica, tras la de Hu, en las más de seis décadas de gobierno comunista. Este jueves, ha sido nombrado también el vicepresidente chino: Li Yuanchao, un reformista liberal y aliado del ya expresidente Hu Jintao. Su designación rompe con la tradición de los últimos años, porque Li no forma parte del Comité Permanente del Politburó, el órgano de máximo poder del país, compuesto por siete miembros, aunque sí está en el Politburó.

Xi se hace con las riendas del país poblado y segunda economía del mundo en un momento especialmente delicado: cuando el modelo de desarrollo que ha permitido sacar a cientos de millones de personas de la pobreza está agotado, las desigualdades sociales han alcanzado un nivel peligroso, la degradación ambiental es fuente creciente de protestas, y la población, cada vez más informada y conectada, reclama mayores derechos sociales y políticos.
Xi Jinping, un ingeniero químico de 59 años y poseedor de un doctorado en teoría marxista, es hijo de Xi Zhongxun, uno de los grandes revolucionarios chinos. Considerado un reformista cauto, forma parte de la generación de los ‘príncipes’, término con el que son conocidos los descendientes de los altos líderes y exlíderes del PCCh.

Los diputados han aprobado también el plan de reestructuración gubernamental anunciado el domingo pasado, con el que el nuevo Gobierno quiere mejorar la eficiencia y luchar contra la corrupción. El plan implica la reducción del número de ministerios y agencias de nivel similar de 27 a 25 y la supresión del poderoso Ministerio de Ferrocarriles.



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De: Ruben1919 Enviado: 30/03/2013 22:47

La estrella que se volvió la primera dama de China

Por: |

7:50 p.m. | 29 de Marzo del 2013

 

La estrella que se volvió la primera dama de China

La emblemática cantante china Peng Liyuan fue una de las invitadas especiales durante la ceremonia de entrega de los primeros Premios de Arte Chino, en Beijing, el 19 de diciembre del 2011. AFP

Foto: AFP
 
 
 

La cantante Peng Liyuan ha tenido que asumir un papel discreto, como es tradición en ese país.

China finalmente tiene una primera dama visible. Después de décadas en donde las esposas de los presidentes y altos mandatarios estaban detrás de los telones, Peng Liyuan, la famosa cantante y cónyuge del recién nombrado presidente Xi Jinping, se posicionó esta semana como ‘la mujer de China’. Lo hizo en la visita oficial que hizo con su marido a Rusia y África, donde ocupó primeras planas de los medios de su país y se destacó por su elegancia, belleza y capacidad diplomática.

Hacía tiempo que Peng no aparecía delante de las cámaras ni en presentaciones musicales ni acompañando a su marido en eventos importantes, como cuando él fue nombrado el hombre más importante de China el pasado noviembre, cuando asumió la secretaría general del Partido Comunista Chino (PCCh) y la presidencia de la Comisión Militar Central. Desde hacía muchos meses, la gran diva se había sumido en el silencio.

La cuestión es que su fama fue siempre mucho más grande que la de Xi. No solo había logrado, desde 1982, ser la estrella central del show de gala del año nuevo chino, el programa de televisión más visto en ese país, sino que ya era el orgullo del Ejército Popular de Liberación (EPL).

Ambos se conocieron en 1986 –un año después se casaron–, cuando Xi comenzaba a labrar su camino político como vicealcalde de Xiamen, la ciudad costera de la provincia de Fujian. Entonces, su futuro como presidente se estaba forjando, pero Peng ya había conquistado el corazón de los chinos.

Mientras Xi daba un pequeño paso hacia Zhongnanhai –los cuarteles generales del Partido Comunista–, Peng volaba, reafirmándose como el ícono de la música popular china de los 80 y 90.

Con su voz de soprano, Peng se hizo merecedora de premios musicales en China, lanzó tres discos y varias compilaciones, y estuvo dentro del grupo de los primeros artistas en recibir subsidios del Consejo de Estado. En su carrera militar pasó a la historia como la persona más joven en alcanzar el rango de general y es la decana de la Academia de arte EPL.

Ella representa el ideal de la mujer china: agraciada, hermosa, artista, educada, militar, miembro del Partido Comunista y, más importante aún, devota a su patria, algo que refleja en el nacionalismo de sus canciones. Sin embargo, su carrera comenzó a apagarse justo cuando su esposo comenzó a escalar posiciones dentro del Partido.

La política la silenció

El quiebre se dio en el 2007, cuando Xi entró a ser parte del Comité Permanente del Politburó, el núcleo de poder en China, donde fue nombrado vicepresidente y ahora presidente de China. Y no fue falta de inspiración o gracia musical lo que llevó a Peng al silencio artístico, pues su último disco, Mi hermano soldado, lanzado precisamente en el 2007, fue un éxito. Tampoco fue un descenso en la popularidad, pues siguió siendo el centro del show de año nuevo hasta el 2009. Ella tuvo que decir adiós a su carrera por una simple razón: la tradición política china.

A diferencia de los países occidentales, los líderes chinos no se personifican con detalles privados. Y en esa línea, la primera dama no tiene un rol determinado. Liu Yongqing, esposa del presidente anterior, Hu Jintao, escasamente apareció en eventos públicos en los diez años de gobierno, y las esposas de Jiang Zemin y Deng Xiaoping no tuvieron protagonismo alguno.

La mujer ha tenido un papel minoritario en la política china. “La falta de educación y experiencia política no son las principales razones por las que hay tan pocas mujeres en el liderazgo político, sino por la discriminación de género”, dice Tamara Jacka, investigadora de la Universidad Nacional de Australia en temas de género en China.

Además, son pocas las que tienen un cargo importante dentro del Gobierno. De hecho, han sido vinculadas a experiencias nefastas: Jiang Qing, esposa de Mao Zedong, fue condenada dentro de la Banda de los 4 –los fieles seguidores de Mao– por sus excesos durante la revolución cultural, e históricamente se traza hasta la emperatriz Cixi, a quien culpan de la decadencia de China a comienzos del siglo XX. “Esta notoriedad negativa genera un rechazo frente al involucramiento de las mujeres en espacios públicos y políticos”, dice Johanna Hood, profesora de la Universidad Nacional de Australia y quien ha seguido de cerca la carrera de Peng.

Es la primera vez que el Partido se enfrenta con una mujer que tiene reconocimiento nacional y que es apreciada no solo como artista, sino por su vocación social. Por lo que el Gobierno se ha tomado el tiempo para decidir cómo lidiar con ella. De un lado, podría ser una gran llave para su máquina propagandística, pero por el otro podría desestabilizar la tradición política, donde los líderes se esmeran en tener un bajo perfil.

En todo caso, Peng tiene una estrella propia que la hace brillar más que a cualquier líder. “Su voz es preciosa, especialmente cuando canta canciones folclóricas”, dice Qiao Zhiwen, diseñador de 53 años y fan. Sus canciones hablan de la prosperidad y del éxito de la patria. Con un estilo propio, modernizó la música tradicional, algo que el Gobierno necesitaba “para darle una nueva vigencia y continuar produciendo canciones nacionalistas”, explica Liu Xiaozhen, profesora de la Academia China de Artes.

Gracias a su cercanía con el Gobierno al ser miembro del Partido y del Ejército –y a sus relaciones familiares–, Peng sobresalió también en el ámbito político y social. Además de haber sido parte de la Conferencia Consultiva Política –segunda cámara china– durante tres periodos, pertenece al comité ejecutivo de la Federación Nacional de Mujeres y es la embajadora de la Organización Mundial de la Salud para la Tuberculosis y el Sida, y de la Asociación China para el Control del Tabaco.

Una nueva figura pública

Desde que Xi entró al ruedo del poder, las apariciones públicas de Peng se hicieron aleatorias. En el 2009, se presentó por última vez en el show de gala del año nuevo chino. En el 2007, declaró que no iba a producir nuevos discos.
Su último concierto fue en enero del 2012, durante una gala del Ejército, delante de toda la plana mayor de la política china. Esa vez, su presentación fue impecable como siempre, pero se dio sin sus tradicionales vestidos pomposos. Quien por muchos años se apoderó de la tarima con una vestimenta colorida o con trajes de alguna de las 52 etnias chinas –con lo que reforzaba su espíritu nacional–, pasó a ser una mujer sobria y que empuñaba el uniforme militar de forma rigurosa.

“Si el Partido de repente decide guardarla en un cajón, diciendo que no a su carrera, podría desencadenar molestias en el público. Sería una prueba para ver cuán modernizados están”, declaró Ross Terrill, autor de las biografías de Mao y su esposa, a Los Ángeles Times. Pero para la profesora Liu, la salida de Peng de los escenarios responde a una decisión artística necesaria a los 50 años y que coincide con su nuevo cargo académico. “Es el momento de abandonar el canto. Creo que Peng va a escoger enseñar y contar sus experiencias a sus estudiantes, pues está volviéndose vieja”.

La ‘pengmanía’

Lo cierto es que muchos rumores que se habían tejido alrededor del papel de Peng se despejaron esta semana. Con el primer viaje de Xi como presidente de China a Rusia, República del Congo, Tanzania y Sudáfrica quedaría comprobado que el Gobierno sí quiere a una primera dama. Y que además, esta sería clave para la implementación del soft power tanto nacional como internacional.

Peng les quita el perfil acartonado a los políticos chinos. Hace ver a Xi como un hombre capaz de expresar amor y de consentir a su mujer al punto de cargarle la cartera, tal como fue registrado por los fotógrafos cuando se bajaba del avión.

Es el prototipo del hombre exitoso chino que también es sensible y se enamora, en un país que hasta hace poco ha comenzado a besarse en público y que estaba acostumbrado a la rigidez física de sus líderes. A su vez, Peng es el ejemplo de la mujer empoderada que escaló posiciones por sí sola y más importante aún, que siempre le ha hablado al pueblo. Ya se habla de la ‘pengmanía’: miles de mujeres se volcaron a las tiendas para emular su estilo comprando en tiendas locales como Exception (Liwai), de donde vienen el bolso y el abrigo que Peng usó a su llegada a Moscú esta semana.

Su nuevo papel la sacó del silencio –aún no se sabe si artístico también – y le devolvió su puesto en la sociedad. De hecho, la historia de amor entre Xi y Peng, que antes había sido censurada para proteger la imagen del presidente, resurgió. Y así, se ha ganado comparaciones que van desde Eva Perón hasta Michelle Obama, todas ejemplos de mujeres caracterizadas por la elegancia, la diplomacia y el amor a sus maridos.

Una vez de regreso a su país, sin todas las cámaras o los ojos de la prensa encima, se abre el espacio de acción real que demostrará hasta qué punto la superpotencia china está preparada para tener a una mujer en el espacio político. Peng podría llegar a ocupar un cargo que pocas han tenido, uno que tendría un fuerte impacto social y caritativo.

Educada para ser artista

Peng Liyuan, quien empezó a estudiar canto a los 14 años, es una de las primeras artistas en graduarse de música tradicional étnica en su país. A los 20 años cantó por primera vez en el ‘show’ de gala del año nuevo chino. A los 28, ya había viajado por más de 50 países representando a China. Diez años después, presentó la ópera ‘Los poemas de Mulán’, en el Lincoln Center de Nueva York.

Cerraron club de fans en Internet

Efe. La página ‘Guo Mu Fan Club’ (‘Club de fans de la madre del país’), creada por un estudiante de 28 años en Xiamen (sureste de China), habría sido censurada por autoridades del país el jueves, según denunció el diario ‘South China Morning Post’. El club tenía cerca de 5.600 seguidores y mostraba desde fotos de la esposa del presidente hasta videos de sus presentaciones.

NATALIA TOBÓN TOBÓN
PARA EL TIEMPO


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 31/03/2013 14:18
ina lanza una masiva campaña de migración del campo a la ciudad

Pekín flexibilizará el sistema de empadronamiento para estimular el flujo hacia las ciudades e impulsar el consumo interno

 

Decenas de turistas junto al río Huangpu, con el relieve de fondo del distrito financiero de Shanghái, una de las mayores ciudades chinas, el 1 de mayo de 2010. / zhang heping

Zhong Yu, un hombre de 52 años de la provincia de Shandong, hizo hace tres años lo que millones de chinos antes que él: emigrar a Pekín “porque quería ganar dinero”. Hasta entonces, vivía en Jinan (capital de Shandong), donde vendía verduras, y, antes de eso, fue campesino. “Me fui de mi pueblo cuando tenía 18 o 19 años. Éramos muchos y la tierra no daba para alimentar a una familia”, cuenta en una nave cochambrosa, que hace también de vivienda, en la que vende cemento, en Dongba, un suburbio del extrarradio de Pekín a unos 20 kilómetros del centro. “Aquí hay un gran mercado, hay más oportunidades y es fácil hacer negocios”, afirma junto a una estufa de carbón, en una habitación forrada de carteles verdes de una bebida refrescante, que aportan un poco de color a la miseria del lugar.

 

ANTONIO ALONSO / EL PAÍS

Su situación es dura, pero Zhong es optimista. “Nuestra calidad de vida ha mejorado en general”, dice, sentado en un sillón impregnado de polvo. A su lado, su esposa, Li Guili, también de 52 años, asiente, pero le recuerda que, en invierno, la nave es un congelador; en verano, un horno, y, cuando llueve, el agua cae en el interior desde el techo. En una mesa, hay un plato con restos de fideos del almuerzo y un termo de agua caliente para el té.

Zhong y Li son dos entre los 260 millones de chinos que han emigrado del campo a las ciudades desde principios de la década de los ochenta en busca del trabajo y las oportunidades que no tienen en sus pueblos. El proceso de urbanización se aceleró cuando, en diciembre de 1978, Deng Xiaoping puso en marcha el programa de apertura y reforma de la economía, y la mano de obra fluyó hacia las nuevas regiones industriales. Los controles sobre el movimiento de la población fueron relajados, pero los emigrantes continuaron legalmente atados a sus lugares de origen por medio del hukou o registro de residencia, un sistema creado en 1958, que les impide en la práctica instalarse con sus familias en las ciudades en las que trabajan porque no gozan de los mismos servicios sociales, de educación y sanitarios que los locales. La mayoría deja a los hijos con los abuelos y otros familiares en los pueblos.

El Gobierno considera que ha llegado el momento de dar un nuevo impulso al proceso de urbanización. Cree que el modelo actual de desarrollo ha alcanzado un punto de inflexión y debe pasar de una economía basada en la inversión y la exportación a una más centrada en el consumo. Para ello, es preciso que los habitantes de las zonas rurales mejoren sus ingresos y compren más, lo que, a su vez, requiere que cientos de millones emigren a las ciudades —ya que en el campo sobra mano de obra y falta empleo— y que los que lo hagan puedan vivir en igualdad de condiciones que los locales.

Porque, a pesar de su optimismo, Zhong y Li saben que son ciudadanos de segunda en Pekín, ya que su hukou es de su pueblo en Shandong. “Si pudiéramos, nos gustaría tener la residencia aquí”, dice Li. “En Pekín, hay más lugar para progresar, y el seguro médico es mejor. En China, hay una gran desigualdad entre las ciudades y las zonas rurales”, añade Zhong. El matrimonio asegura que si pudieran trasladar el hukou a Jinan, donde viven sus dos hijos, también se irían allí. “La vivienda en Pekín es demasiado cara”, afirma Zhong, que paga un alquiler de unos 1.000 yuanes (125 euros) al mes por la nave.

El pasado 5 de marzo, el primer ministro saliente, Wen Jiabao, aseguró en el discurso del estado de la Nación que incrementar la demanda interna es vital para el futuro de la segunda economía del mundo y anunció la aceleración de la reforma del sistema del hukou para respaldar el proceso de urbanización. “Hemos de acrecentar la capacidad de la gente para consumir, mantener estables sus expectativas al respecto, aumentar su deseo de consumir y mejorar el ambiente de consumo”, dijo Wen.

“Claro que queremos gastar dinero, pero no tenemos”, se queja Gao, una vendedora de verduras de la provincia de Henan de “más de 40 años”, en el interior de la caja de un camión herrumbroso en el que viven un amigo, su esposa y dos hijos, en un descampado a unos cientos de metros de la nave de Zhong. Gao está guardando el vehículo junto con otras tres mujeres. Un catre ocupa el fondo del camión de pared a pared. Las bolsas de plástico con ropa cuelgan de las paredes. En el exterior, se eleva una hilera de edificios residenciales de ocho plantas recién acabados.

“Si tuviera hukou de Pekín, podría venir y vivir con mi marido y mis dos hijos. Sin él, los niños no pueden ir a colegios públicos y tendría que pagar mucho en uno privado”, afirma Xu Fan, de 32 años, otra de las mujeres, que como Gao ha viajado desde Henan a la capital para ver a su esposo, que trabaja en la construcción.

El 52,6% de la población china —unos 700 millones de personas— vivía a finales del año pasado en las ciudades; pero esta cifra incluye los más de 200 millones emigrantes rurales que no tienen permiso de residencia. El Gobierno prevé que el porcentaje suba este año a 53,37, lo que significa el desplazamiento de unos 10 millones de personas.

La tendencia va a seguir al alza. Se prevé que la población urbana alcance 1.000 millones de almas para 2030. Las autoridades no han dado cifras oficiales de cuántas personas emigrarán a las urbes, pero, según expertos sin identificar citados por la agencia Reuters, Pekín pretende gastar 40 billones de yuanes (cinco billones de euros) para que 400 millones de personas se hagan urbanas en la próxima década, y que progresivamente la división entre el hukou rural y el de ciudad desaparezca.

Kam Wing Chan, profesor en el departamento de Geografía y especialista en China en la Universidad de Washington, estima que las ciudades sumarán 200 millones de nuevos residentes entre 2011 y 2020, frente a los 172 millones de la década anterior.

Para lograrlo, el Gobierno tendrá que incentivar la transferencia de suelo —con el consiguiente peligro de que se produzcan disputas— y modernizar la agricultura para que sea capaz de alimentar a una población urbana creciente, al tiempo que controla el riesgo de que disminuya el suelo cultivable y evita un torrente de emigrantes que excedan la capacidad de absorción de las ciudades.

“Reformar el sistema del hukou requiere visión, deseo político y recursos, y no es fácil tenerlos”, afirma Kam Wing Chan. “Los gobiernos locales se resisten a la reforma del hukou porque no tienen dinero para pagar los servicios que necesitan los emigrantes. Muchos gobiernos locales han secuestrado también el programa de urbanización para quitar la tierra a los campesinos y apoyar una burbuja inmobiliaria para que suban los precios del suelo y llenar sus arcas. En esta nueva ronda de urbanización, continúa existiendo ese riesgo”.

Consciente de los desafíos, el nuevo primer ministro, Li Keqiang, ha afirmado que el Gobierno llevará a cabo el proceso de urbanización de forma “activa, pero prudente”. “La urbanización es un proyecto grande y complejo, que provocará cambios profundos en la economía y la sociedad (…) Necesitará el apoyo de la creación de empleo y la provisión de servicios”, ha advertido Li, para añadir que habrá que coordinar el desarrollo de ciudades grandes medianas y pequeñas, y evitar que “rascacielos coexistan con poblados de chabolas”.

Li Changping, experto en Pekín del Centro de Investigación para la Construcción Rural de la Universidad de Hebei, da un consejo a las autoridades: “El principal problema será el uso del suelo como fuente de financiación por parte de los gobiernos locales. El Gobierno debería reformar primero el sistema fiscal”.



 
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