GUANTÁNAMO, Cuba, abril, www.cubanet.org -El pasado viernes 15 de marzo, el periódico Venceremos, órgano del comité provincial del partido comunista en Guantánamo, publicó un editorial en el que, partiendo del discurso del General de Ejército Raúl Castro durante la reciente sesión constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y también de las palabras que allí leyó el diputado Fidel Castro, anuncia el inicio de una batalla con el objetivo de establecer un ambiente de orden, disciplina y exigencia en la sociedad.
Entre los “errores” y “malos hábitos”, el citado editorial menciona los delitos, las indisciplinas sociales, las ilegalidades y la corrupción, cuyas causas estima que radican en la falta de control, la tolerancia y las violaciones de lo que está establecido.
En uno de sus párrafos, dicho editorial asegura:
“Desde hace un tiempo, en nuestro entorno se están produciendo ante los ojos pasivos de la comunidad, el barrio, los centros de trabajo y estudio, de autoridades que les toca imponer el orden, en instituciones estatales y otros espacios públicos, diversas situaciones que es necesario detener…”.
Y luego continúa haciendo una relatoría de la extensa lista de situaciones entre las que se encuentran las construcciones ilegales, las roturas de las calles y aceras, la modificación de espacios públicos en beneficio particular, la música alta y estridente, el robo de señales del tránsito, la cría de cerdos en sitios urbanos, etc.
Como cubano que aspira a que la decencia (y no su condición política) sea retomada como la principal regla distintiva del ciudadano, estoy de acuerdo con este programa. Pero no puedo dejar de expresar mi asombro porque ha ocurrido lo mismo que cuando se inició la discusión del proyecto de Lineamientos del Sexto Congreso del Partido.
Cuando se efectuó tal discusión, quienes dirigían esas asambleas hacían referencia a problemas que inciden negativamente en nuestra sociedad, como si quienes los escuchaban fueran los responsables y no los que elaboraron dicho proyecto de lineamientos, precisamente por permanecer en el poder desde 1959.
¿Cómo se puede responsabilizar por las plantillas infladas a un ciudadano que jamás ha tenido ningún poder de decisión? Quienes elaboraron esos proyectos de lineamientos saben muy bien que las plantillas infladas se produjeron debido a la falsa política de erradicación del desempleo, la cual habría sido correcta de haberse basado en las reales posibilidades económicas de nuestro país, en el fortalecimiento del sector privado y cooperativo, y no en el entonces abundante subsidio soviético y en el control absoluto de los ciudadanos, por parte del Estado.
Ahora pasa lo mismo con esta campaña. ¿Quiénes autorizaron la construcción de viviendas en zonas “congeladas”? ¿Quiénes aprobaron los planos para la construcción de las feas escaleras de caracol en las aceras? ¿Quiénes declararon habitables viviendas sin pisos, sin pintar y sin repellar, las que constituyen verdaderos emplastos dentro de nuestras ciudades? ¿Quiénes dejaron de imponer su autoridad cuando un ciudadano llamó a la policía para restablecer el orden?
¿Quiénes trasladaron a cientos de miles de jóvenes fuera de sus casas para favorecer su adoctrinamiento ideológico y alejarlos de la influencia y el control familiar?
¿Quiénes han dado un tratamiento formal a las quejas por abusos de poder y por violaciones de la propia legislación del gobierno? ¿Quiénes permitieron los actos terroristas durante las tristes jornadas del éxodo por el puerto del Mariel y han continuado ejecutándolos en contra de pacíficos opositores políticos? ¿Quiénes establecieron la regla no escrita de que todos somos iguales ante la ley, pero que algunos son más iguales que otros, sobre todo cuando poseen el llamado pedigrí revolucionario o mantienen buenas relaciones con el poder?
Todos sabemos que quienes ahora llaman a combatir esas irregularidades son los máximos responsables de que ellas hayan tomado cuerpo permanente en la vida de nuestro país.
Resulta curioso que esto ocurra precisamente cuando el máximo responsable de esta catástrofe está aparentemente alejado del trono y cuando el actual presidente, su hermano, ha expuesto públicamente que dentro de cinco años ya no degustará, al menos ostensiblemente, las mieles del poder. Eso me recuerda a un personaje del desaparecido programa televisivo Pateando la lata, el sheriff del pueblo, que siempre aparecía en pantalla diciendo:
“Que nadie toque nada, yo sólo puedo tocar”.