N. Guillén, Juan Mrinello, García Aguero , Blas Roca ... Carlos Rafael Rodríguez
De Guillén .....
Stalin, Capitán,
A quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún.
A tu lado, cantando, los hombres libres van. [...]
Cabezas y cabezas cortadas a cercén.
El mar arde lo mismo que un charco de alquitrán.
Bocas que ayer cantaban a la Verdad y el Bien,
Hoy bajo cuatro metros de amargo sueño están.
Stalin, Capitán.
Pero el futuro afinca, levanta su ilusión
Allá en tu roja tierra donde es feliz el pan. [...]
América convoca su puma y su caimán,
Pero además engrasa su motor y su tren. [...]
¡Stalin, Capitán,
Los pueblos que despierten junto a ti marcharán!
Los jerarcas del comunismo cubano (Juan Marinello, Salvador García Agüero, Blas Roca y Carlos Rafael Rodríguez, entre otros) formaron la Juventud Socialista en el saber y la promesa de Stalin, y fue esa Juventud la que convenció a Fidel Castro de la necesidad del marxismo-leninismo, tal como a ellos se lo habían enseñado, para que la revolución funcionara en el poder y para que tuviera asiento seguro su mando.
Porque interesan a estas páginas se reproducen a continuación pasajes de las declaraciones, hoy del todo olvidadas, de los cuatro miembros de la “vieja guardia”, antes citados, con motivo de la muerte de Stalin. Son el mejor ejemplo del fervor estalinista del comunismo criollo; se publicaron en la revista Bohemia; dijo Marinello:
La desaparición de José Stalin ha conmovido a los pueblos porque él encarnaba, genialmente, la más honda y transcendental revolución de la historia, el esfuerzo para el logro de una convivencia humana, justa y feliz: el socialismo. Los trabajadores del mundo, los pueblos todos, tenían en Stalin el jefe, el guía, el maestro... El Partido Socialista Popular [Comunista] ha manifestado su sincero dolor por la muerte del hombre singular que llena toda su época. Seremos, como siempre, fieles a sus enseñanzas magistrales, fieles a su firmeza ejemplar, a su vigilancia revolucionaria, a su constante lección de solidaridad proletaria, a su culto por la independencia de los pueblos, a su permanente y sabia lucha por el aseguramiento de la paz.
Con similar unción opinaba Salvador García Agüero:
Nadie, salvo opresores rabiosos y enanos de librea, podrá regatear el honor y la gloria de Stalin, el formidable guiador de pueblos que, ejecutando y enriqueciendo las doctrinas de Marx encabezó a los débiles, los hizo fuertes y los condujo por el camino seguro de la victoria. Por eso la muerte de Stalin nos agita con noble conmoción a las grandes multitudes de toda la tierra. Porque en él pierde no sólo su patria, sino el mundo, al dirigente sagaz y genial, realizador glorioso de una política fecunda entre todos los pueblos, de la liquidación de todas las esclavitudes.
Blas Roca, el más estalinista de todos los estalinistas cubanos, y quizás de todo el continente, no se quedó atrás en elogios, dijo:
El papel personal de Stalin en la conducción de la clase obrera y de los pueblos hacia el socialismo, al desenmascaramiento del trotskismo y de todas las teorías anti-marxistas, y la derrota de los hitlerianos y de los militaristas japoneses, a la salvaguarda de la paz mundial y de la independencia de los pueblos, al trámite gradual del socialismo al comunismo, al enriquecimiento y desarrollo de la teoría marxista-leninista, ha sido inmenso, pues no en balde él es uno de los grandes genios de la humanidad... El comunismo cubano seguirá firmemente el camino de Stalin, el camino de la lucha por la paz, por la independencia de los pueblos, a su permanente y sabia lucha por el aseguramiento de la paz.
Y, por último, esto es lo que opinaba Carlos Rafael Rodríguez, actual vice presidente del Consejo de Ministros y del Consejo de Estado, y miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba:
El tremendo impacto de J. V. Stalin sobre la historia de nuestro tiempo está a la vista. Ninguna otra muerte ha producido ni podrá producir tan honda conmoción mundial. Ha sido la figura más descollante de las últimas tres décadas, y forma, con Lenin, la pareja de personalidades más señeras de este siglo. Esa grandeza es ya indiscutible, y quienes pretendan opacarla con insultos póstumos y calumnias envejecidas, sólo consiguen poner de relieve un odio zoológico que los disminuye.
La pérdida de Stalin es, en ese sentido, personal, irreparable... Stalin era el comunismo, Stalin era el poder soviético de los obreros y campesinos, Stalin era el Partido Comunista de la Unión Soviética. Todo eso queda, como queda la política estaliniana que, a fin de cuentas, es la política de los comunistas, de la URSS y su partido... Para nosotros, como para todos los comunistas del mundo, la muerte de Stalin nos trae el dolor de despedir al más alto maestro, al discípulo y continuador de Lenin. Pero el gran caudillo ha dejado un tesoro inapreciable que servirá para orientamos mejor... Nosotros, que hemos procurado siempre ser los abanderados de la independencia cubana y los más intransigentes defensores de las libertades públicas, rendiremos a Stalin nuestro homenaje mejor afanándonos por aprender esas enseñanzas suyas postreras.