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General: 6.202.700 personas desempleadas en España
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: JsalgueroD  (Mensaje original) Enviado: 29/04/2013 15:45
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6.202.700 desempleados
 
El Gobierno estatal español del PP
podría sacar un sello conmemorativo.

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“Si Lola Flores, pidió una peseta a cada español para pagar a Hacienda, los monárquicos podían hacer una cuestación para pagar la fianza de Urdangarín”

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José Salguero Duarte
Lunes, 29 abril 2013

Cuando el fuerte temporal de Levante azota el Estrecho de Gibraltar. Provoca que algunos residentes de la zona, a veces, nos disparatemos y nos subamos hasta por las paredes. Hasta el punto, que en esos días uso unos sombreros apropiados, sujetándomelos en la barbilla con cintas elásticas, similarmente como hacían los guardias de asalto o grises con el barbuquejo de la gorra de plato.

Aunque, “no hay mal que por bien no venga", porque todo no va a ser negativo, porque estas ventoleras limpian el veneno que vierten a la atmósfera las chimeneas, de las empresas contaminantes implantadas en el arco de la Bahía de Algeciras. Y, además, la mano negra de los políticos, no han podido enladrillar la costa tarifeña, aunque prosiguen con su empeño desde hace años en Valdevaqueros y en otras zonas costeras limítrofes.

El temporal que sufro en estos momentos, ha provocado que me encuentre a media luz, alumbrándome con un quinqué; teniéndome alterado también el ruido que hacen las persianas del ventanal de la choza donde habito, al emitir unos traqueteos tan molestos, como los que producía el expreso de media noche circulando de Algeciras a Madrid-Atocha, por esos raíles sobre traviesas de madera, con más dilataciones que la capa de ozono.

Tren de gratos e ingratos recuerdos, en el que viajé en bastantes ocasiones desde mis tiempos mozos, porque era el transporte que había más apropiado y llegar llegábamos. Aunque ese tren tenía horario de salida pero nunca de llegada, al ser tan impuntual como el actual Gobierno estatal del PP. Y cuando, por fin, ponía pie a tierra en la estación de destino, lo primero que hacía era ir a las letrinas ferroviarias, para quitarme la carbonilla de mi rostro pálido, porque parecía que salía de rodar una película de indios.

Juro que la ventolera que sufro es como la describo, cuando me encuentro sin norte creando esta tribuna de opinión. Pero peor lo están pasando los 6.202.700 españoles desempleados y los 2.000.000 millones de familias con todos sus miembros parados. Por ello, me ha indignado las declaraciones realizadas por Allfonso Alonso sobre la "sensibilidad del PP con la gente."

Pero también están sufriendo en la casa Real, no por falta de empleos ni de escasos recursos económicos… de sus miembros, sino por otras presuntas causas repugnantes. Y si con la infanta Cristina están presuntamente intentando exculparla de los presuntos choriceos realizados junto a su esposo Urdangarín. Con el balonmanista, en la casa Real, no saben lo que hacer con él, porque ha causando a los Borbones adversidades dañinas.

Creo, que si la Justicia es igual para todos, los presuntos saqueadores de guante blanco deben devolver todo el dinero chorizado. Y Urdangarín debería haber depositado presuntamente ya en el juzgado, la fianza que le fue impuesta. Y la infanta Cristina debe entregar las declaraciones de la renta solicitadas por el juez.

Aunque, estoy pensando, que si Lola Flores (que en paz descanse) pidió, presuntamente, una peseta a cada español para que le ayudaran a pagar lo que ella debía a Hacienda. Como el pueblo español es tan solidario, en esta ocasión, los monárquicos deberían serlo por su causa. Y si Urdangarín no dispone de dinero y de otros bienes e inmuebles… para hacer efectiva dicha fianza, a pesar de la millonada de euros que presuntamente ha trincado. Podrían los monárquicos abrir una cuenta corriente en Bankia o en Novagalicia, para que se depositen allí los donativos. Deseando, de llevarse a cabo esta iniciativa, que dichas entidades bancarias no actúen con los dineros que ingresen, de igual forma que lo han hecho con los ahorros de las personas trabajadoras y humildes.

El Gobierno estatal del PP, por su parte, al ser tan cristiano, papal y monárquico, podría también con carácter de urgencias, sacar en la Fábrica de la Monedas y Timbres, una tirada especial de sellos conmemorativos. Y permitir que en toda España se monten tenderetes similares a los de las cuestaciones para recaudar fondos para la Cruz Roja... Y en los de Madrid, que los miembros de la familia Real española, se distribuyan en sus lugares habitualmente.

Y como serán miles los monárquicos, que apoyen esta solidaria campaña pro Urdangarín. Se me ocurre también, que a la monárquica periodista, María Antonia Iglesias, la podrían vestir de blanco, con unos zapatitos nuevos y un lacito rosa en el cabello, como visten a las niñas cuando hacen la primera comunión. Debiendo portar una canastilla de mimbre engalanada para la ocasión, pero no como la de caperucita roja.

Y a todos los que depositen un cuantioso donativo, que la docta y objetiva periodista, les coloque tanto a las damas como a los caballeros en las respectivas solapas, el pin de la familia Real conmemorando dicha colecta. Y que le regale a los donantes una de sus alegres sonrisas, que le brotan de sus nobles entrañas.


--Rincón poético

VIENTOS

Vientos de Levante y Poniente.
Vientos del Norte y del Sur.
Vientos del Este al Oeste.
Vientos de Europa y África.
Vientos de Rusia y América.
Vientos.
Tus vientos.
Y los míos.
Vientos del pueblo.
Vientos que exclaman,
paz en la tierra.

VENID JUBILOSOS POETAS

Venid jubilosos poetas.
Venid danzando y bailando.
Porque hoy quiero contaros,
que en el reino donde habito.
Vosotros alcanzaréis mi gloria,
y el dinero los infiernos.

LAS TRES ORILLAS

Poemario de las tres orillas:
la tuya, la mía y la de ellos
con euros enriqueciéndose,
y yo con mis versos y prosa.
Flores de marchitas miradas,
con vuelos rasantes por las torres.
Temblad,
políticos,
temblad.
Que se impondrá la justicia,
a través de la cultura y las artes.


Nota: Del libro de poemas titulado: Flores y guerras
de José Salguero Duarte.


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 29/04/2013 21:32
Ya que el maestro Salguero Duarte en el escrito sobre su adolorida patria nos deja ver que sabe de milicias " pintándonos "los guardias grises de asalto ....y  los barbuquejos de las gorras de plato .....    pensé que podía acompañarlo con un artículo que quizas le guste  tanto como a mí el suyo ... es éste :
 
Historia de un casco, de Jacinto Anton
« en: Mayo 16, 2012, 22:40:18 pm »
 

Es una especie de artículo o ensayo, no tiene grandes contenidos en cuanto a lecciones de militaria, pero como obra literaria, tan pocas veces se habla de este tema, me gustó. Espero que os guste también. Se menciona de pasada que Pérez-Reverte tiene un sable napoleónico, de coracero napoleónico procedente de Waterloo.


Historia de un casco

Adelante, adelante, a todo gas, entre el humo acre, sorteando los carros de combate incendiados... "Pero, hombre de Dios, ¿adónde me va usted con ese casco?". Las palabras del agente de la Guardia Urbana que me había dado el alto disolvieron la ensoñación. Yo ya no galopaba sobre una poderosa moto como el oficial alemán Diestl (Marlon Brando) en la célebre secuencia de El baile de los malditos. Entre las piernas llevaba sólo un triste ciclomotor y el día gris y desabrido en un chaflán de Pau Claris carecía de la grandeza de los horizontes del desierto libio retratados en esa escena de la película. No me parezco mucho a Brando, pero -eso sí- me tocaba con un flamante casco de acero nazi. "Pues qué quiere que le diga, será flamante, pero no cumple las especificaciones", observó desapasionado el agente. Le discutí que para detener la metralla no tenía rival y que, en cambio, el de Apollinaire no protegió al poeta en el 16, cerca de Verdún, pero hube de convenir con el guardia que mi casco era considerablemente pesado y carecía de barbuquejo. Acordamos que él me multaba y yo me llevaba a casa la épica y a Apollinaire.

Un casco de la II Guerra Mundial quizá no sea un regalo muy usual, pero rastrear su procedencia es toda una aventura
El casco es un regalo. Un casco de acero nazi quizá no les parezca a algunos un buen regalo, pero yo no me cuento entre ellos. Romeu, dibujante, escritor y amigo (aunque realmente no sé por qué el padre de Miguelito ha tenido la generosidad de incluirme en esa categoría), apareció el otro día por el diario con una bolsa de plástico y me la entregó sin más ceremonia. "Te gustará", zanjó. La abrí y me quedé pasmado ante el perfil de metal viejo, amenazador y oscuro. Qué quieren que les diga, a otros les va la lencería. "También tengo una bayoneta, arrebatada por la Resistencia francesa a un soldado alemán, pero no te la voy a dar", me dijo Romeu, para disimular que le había conmovido mi entusiasmo. Puestos a fardar, le hablé de mi cuchillo kukri, de los gurjas. Él me dijo que tiene seis, que los de las Malvinas se encuentran en Barcelona a 2.000 pesetas y que en una feria en Banyoles adquirió un machete plegable de los Chindits, las tropas especiales de Wingate en Birmania. La gente no para de sorprenderme. La otra semana Arturo Pérez-Reverte me explicó que es el orgulloso poseedor de un sable de coracero napoleónico procedente de Waterloo. En fin, desde el primer instante en que vi el casco supe que no descansaría hasta averiguar su historia. Eso es lo que me gusta de los objetos, rastrearlos. Romeu no sabía mucho. "Me lo regaló un amigo, Walter Ries, cuyo padre era alemán. El casco era de él, del padre, pero ese hombre no luchó en la II Guerra Mundial, sino en la primera, y entonces llevaba casco con pincho". Sí, un pickelhaube. No era el caso del mío, un casco del ejército hitleriano típico con su inconfundible aire a lo yelmo de Darth Vader. Un somero vistazo me permitió fecharlo, por sus líneas, en 1942. Era, pues, un modelo M42 y la insignia pegada en el lado izquierdo, un águila en color marfil, en vuelo y con una esvástica entre las garras, la denominada luftadler, lo identificaba como de la Luftwaffe, la fuerza aérea. Qué emocionante.

Tras varios días de estudio de la pieza y consulta de obras de referencia, como Story of the german steel helmet, de Bauer, y A collector's guide to the Reich militaria. Detecting the fakes, de Lumsden, descubrí muchas cosas. La principal, que no se trataba de una falsificación (lo más corriente en el caso de los cascos alemanes de la II Guerra Mundial). Así lo probaban todas las características del objeto y los números de serie medio borrados en la nuca y en uno de los laterales. La marca NS06 significaba que el casco había sido manufacturado en la fábrica Vereinigte Deutsche Nikelwarke, de Schwerte (sí, parece una frase de Jerry Lewis en ¿Dónde está el frente?). Por otro lado, ningún falsificador en su sano juicio hubiera incluido la desconcertante inscripción en el revestimiento interior de cuero: "Adolf Hitler a mi amigo Pepe".

Lo más interesante, por supuesto, era determinar en qué peripecias bélicas se había visto involucrado el casco. He de confesar que en este asunto he tenido que dejar volar la imaginación. El casco podía haber pertenecido a un valeroso soldado de la Flakartillerie, unidades antiaéreas que, armadas con los potentes 88, fueron el terror de los tanques aliados (masacraron, por ejemplo, la primera oleada de carros de Montgomery en El Alamein). Podía haber protegido acaso la cabeza de un miembro de las Luftwaffen Feld-Divisionen, las fantasmagóricas divisiones de tierra de la Luftwaffe. O, con suerte, el casco quizá fuera de un combatiente de la división Hermann Göering, la unidad de élite que combatió volcánicamente junto al Etna, en Anzio y en Montecassino, antes de ser aniquilada en 1945 en Elbing, Prusia. Esta posibilidad me alucina porque significa que el casco hace juego con la corneta que adquirí en un anticuario callejero de Vic y que resultó pertenecer a un regimiento canadiense entre cuyos honores figura el de haber combatido en los mismos sitios.

El caso es que el lunes, insomne en la soledad de la noche, me asomé al casco, que tiene un tacto frío y desazonador, y vomité preguntas en la gran oreja de acero. De la oquedad cavernosa, transformada en áspera garganta, pareció brotar un eco de tonalidad mántica a lo Calcante. Me sobresalté, irracionalmente convencido de que el casco había pertenecido a alguien que murió con él puesto. Escuchando mejor, me di cuenta de que lo que emanaba eran fragmentos de La guerra como experiencia interior, de Jünger. Descripciones terribles de la primera contienda mundial: "Nieblas fláccidas y jirones de gas tóxico flotaban en torno a los árboles esqueléticos. Se percibía el olor de hombre en putrefacción. Dulzón, ignominiosamente tenaz, pesaba como una capa de plomo sobre la tierra. Campos de cadáveres, sus caras retorcidas en el atroz realismo de las antiguas crucifixiones. Cuando marchábamos sobre ellos, los pies dejaban trazas fosforescentes".

El casco sólo calla cuando me lo pongo. La verborrea de acero se sublima entonces en visiones extrañas. En casa les inquieta que me lo cale y en la calle la única manera discreta de usarlo es yendo en moto, aunque sale caro. Le he tomado al casco un gran apego. Pero cada vez comprendo más por qué me lo han regalado.

Jacinto Antón
 
http://elpais.com/diario/2003/12/05/catalunya/1070590040_850215.html
 
Gracias por traernos sus pensamientos .... sus penas ... que son las del pueblo español ... y su muy agrdable prosa ...  compañero José Salguero .-


 
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