Sin excusas del pasado, sin miedos y con ansias de mostrar al mundo los argumentos que les han llevado a una final de Copa. Así se presentaron Real Madrid y Atlético de Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, escenario de un derbi final en cuyo prólogo ya había quedado claro que si había una ocasión en la que se podía romper una dinámica de 14 años era la de este día.
Como el propio José Mourinho, fiel a sus discursos desde el momento de dar a conocer unos elegidos en los que Pepe ni siquiera figuraba como suplente, fue el Real Madrid el que no quiso traicionar su juego al comienzo del encuentro. El Atlético, amedrentado en el inicio y solo buscando un contragolpe, se limitó a esperar tímidos ataques que el Madrid agotaba en la derecha topándose con un rigor táctico digno de una final intensa de principio a fin.
Asumir la responsabilidad
Tanto en el conjunto de Mourinho como en el de Simeone había solidez a la altura del encuentro hasta que la dinámica se rompió antes del cuarto de hora del choque, cuando Mario Suárez realizó una de esas entregas en falso que pasan de anécdota a detalle decisivo cuando en el lado contrario se encuentra Cristiano Ronaldo. El luso fue el que, a la salida de un córner que llegó tras la acción de Suárez, remató con un vuelo perfecto que lleno de plasticidad envió el balón de la cabeza a la red sin que existiera oposición posible para frenar el destino de ese remate.
Con el 1-0 en el luminoso y los fantasmas de 14 años pensando a las espaldas, el Atlético decidió dar un paso adelante que se llevó todos los miedos a medida que aumentaba la presión sobre los jugadores del Real Madrid. Los de Mourinho retrocedían y acababan echando el cerrojo en su área sin encontrar el control que habían tenido en los primeros compases del partido. En este momento, con el rostro blanco algo más desfigurado, llegó la primera acción letal de un Diego Costa que hasta el momento había tenido más intención que acierto.
Tregua simulada
El brasileño fue el autor del gol del empate con un remate que sacó tras colarse entre Ramos y Essien, si bien gran parte del mérito, y sobre todo de la belleza, correspondió a la acción previa de Falcao, quien había hecho del círculo central un área improvisada para dejar roto a un descolocado Raúl Albiol. El central, aunque sólido en gran parte del encuentro, sí evidenció carencias en la zona en la que José Mourinho redescubrió precisamente al ausente Pepe. Tras el tanto que había supuesto la igualada ambos equipos parecían dar por cumplidos los objetivos inmediatos. Pasaron los minutos sin demasiadas acciones y todavía menos riesgos hasta que, antes del descanso, Ozil se encargara de avisar de que en una guerra no hay descansos con un misil que repelió la madera, aliada de Courtois en esta noche de Copa.
Del tiempo de descanso se volvió sin cambios. Ni en los onces ni en los planteamientos. Real Madrid y Atlético tanteaban fuerzas en el segundo asalto sin golpes decisivos por mucho que los de Mourinho intentaran medir la resistencia a los golpes de la línea defensiva rojiblanca, protagonista en la figura de Filipe Luis del primer gran aviso del segundo tiempo en forma de volea perfecta que tras la llegada desde segunda línea se fue desviada mientras la zona rojiblanca cantaba el gol inexistente.
La temperatura subió de repente. Inmediatamente después lo intentaba Benzema –desaparecido hasta el momento- encontrándose con una madera teñida de rojiblanco. El rechace de esa acción lo cazó Ozil, que tras un recorte con clase en el área se topó bajo palos con Juanfran, disfrazado de portero con las manos en la espalda. El abismo en el que ya se veían ambos equipos eclipsó el juego y dio lugar a un baile de tarjetas y juego bronco que hizo a Mourinho pasar los minutos finales en el vestuario al ser expulsado por airadas protestas que el colegiado no pasó por alto.
Corazón sin cambios
Con la misma tónica e intensidad corrió el crónometro hasta llegar a unos minutos finales en los que ni Real Madrid ni Atlético movieron sus fichas en el banquillo a pesar de la alta intensidad y desgaste que exigía el encuentro. Los rojiblancos, eso sí, dejaron bien claro con varios córners consecutivos en el añadido que todavía restaban 30 minutos de lucha en una prórroga que se abrió con una ocasión manifiesta salvada por Diego López a Diego Costa.
Por muy eficientes que fueron sus esfuerzos, el guardameta no pudo, pocos minutos después, frenar el vendaval rojiblanco al que Miranda puso las consecuencias con un remate perfecto antipándose a Diego López en la salida de un córner, la faceta en la que Mourinho, precisamente, no admitió nunca errores.
Un héroe, varios villanos
Con el juego anárquico y sin estructuras –era muy fácil ver a Cristiano defendiendo y acatando in extremis- pudo pasar de todo si no hubiera sido por Courtois, que paró a bocajarro sendos remates de Higuaín y Ozil, quienes cantaban gol sin reparar en la presencia del que a la postre fue claramente el héroe de una final que Cristiano cerró como villano al ser expulsado por una agresión a Gabi que provocó una tangana en la que los puños volaron tanto como el objeto que impactó en la cabeza de Courtois provocando un escenario lamentable.
Sin juego y con polémica se cerró el ciclo que ha durado 14 años. El Atlético ganaba al Real Madrid y se convertía en campeón de una Copa histórica que puede significar, además, el último mal trago del Madrid de Mourinho. El presente ya es distinto en Neptuno, con diez Copas del Rey, mientras Cibeles se enfrenta a la incógnita del futuro inmediato.
LA FICHA DEL PARTIDO:
1 - Real Madrid: Diego López; Essien, Sergio Ramos, Raúl Albiol, Coentrao (Arbeloa, m.91); Khedira, Xabi Alonso; Modric (Di María, m.91), Özil, Cristiano Ronaldo; y Benzema (Higuaín, m.91).
2 - Atlético de Madrid: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe; Arda Turan (Christian Rodriguez, m.110), Mario, Gabi, Koke (Raúl García, m.112); Diego Costa (Adrián, m.106) y Falcao.
Goles: 1-0 m.14: Ronaldo. 1-1, m.35: Diego Costa; 1-2, m.99: Miranda.
Árbitro: Clos Gómez (comité aragonés). Expulsó al entrenador del Real Madrid, Jose Mourniho (m.76). Expulsó a Cristiano Ronaldo con roja directa (m.114) y a Gabi por doble amarilla (m.120). Mostró tarjeta amarilla a Arda Turan (m.37), Coentrao (m.54), Khedira (65), Diego Costa (m.69), Ozil (m,71), Sergio Ramos (m.74), Cristiano Ronaldo (m.91), Mario Suárez (m.100), Essien (m.101), Koke (m.105) y Di María (m.116)
Incidencias: Final de la Copa del Rey disputada en el estadio Santiago Bernabéu ante unos 85.000 espectadores.