A 70 años de su muerte
Por Máximo Orsi
Para decir lo que era me sobran las palabras,
su nombre es, y ha sido pregón de las barriadas.Zorzal en todo cerco de las casitas pobres,
farol en una esquina plateando los zanjones.Fue su chambergo gaucho y su sonrisa franca
el pasaporte criollo de todas las aduanas.El le cantó a las novias en suaves serenatas,
y puso en sus murmullos dulzor en las palabras.Lucía como nadie su estampa bien porteña
porque amasó en cien noches su lírica bohemia.Desde el salón más rico hasta el boliche más pobre
él siempre fue el “Carlitos” humilde, sin retoques.Las pibas lo querían, las viejas lo adoraban,
él fue como un lucero en toda madrugada.De pronto, sin quererlo sintióse golondrina,
y en ese viaje sin retorno se fue con su sonrisa.Lloraron las guitarras, heridas en sus sones
Cuando calló vencido el as de los cantores.Pero quedó flameando su nombre cual bandera
porque lo lleva el viento como oración porteña.
El 24 de junio de 1935 el avión trimotor F-31 de la empresa SACO –Sociedad Aérea Colombiana- carreteó por la pista del aeropuerto Olaya Herrera de la ciudad de Medellín con destino a Cali y, sin lograr elevarse, se estrelló contra otra nave que esperaba tomar pista. En el primer avión viajaban Carlos Gardel, Alfredo Le Pera, los guitarristas y los colaboradores del Morocho del Abasto. Ambos aviones estaban llenos de combustible y el choque produjo una gran explosión y un tremendo incendio. Murieron quince personas. Sólo sobrevivieron uno de los guitarristas, el profesor de inglés del legendario cantor y un miembro de la tripulación.