(Editorial de Nuestra Propuesta del 29 de mayo de 2013)

«No vamos a dejar el acuerdo de precios a la buena voluntad y vamos a utilizar la fuerza de los movimientos políticos y juveniles para desplegarlos en todo el territorio», así lo anunció la Presidenta el pasado 22 de mayo. Es muy auspicioso que se movilice al pueblo para profundizar las líneas más provocativas de su gestión. Desde siempre hemos practicado una crítica militante y por ello no dejamos de hacer hincapié en la necesidad de confrontar con los capitales que se oponen a más desarrollo con más inclusión, de empujar un avance creciente del Estado sobre el mercado y en la urgencia de medidas para la recuperación de los ingresos de los trabajadores y de los sectores más vulnerables del entramado socioeconómico.

Entonces, se enfocó contra los enemigos de la soberanía y la justicia social y se convocó al pueblo a ser protagonista.

De este modo en vísperas de la fecha patria y en el propio acto del 25 de Mayo, la Presidenta reavivó el fuego del kirchnerismo primigenio, de aquel que ante cada apretada de los nostálgicos del neoliberalismo respondió con acciones reivindicatorias de los intereses elementales de los sectores populares.

En esta ocasión, con estricta justicia, se sacó del atraso la Asignación Universal por Hijo y se elevó la base de las asignaciones familiares. Dos medidas centradas en los más necesitados y postergados, aunque también son necesarios los resarcimientos para el resto de los sectores populares que han visto deteriorados sus ingresos por la carestía.

Sin duda quedan muchos temas pendientes y no aparece un plan integral como el que consideramos ineludible para revertir la tendencia al estancamiento de las variables principales del proyecto de país que se impulsa: empleo y redistribución del ingreso hacia los sectores populares.

En buena hora, estamos ante un intento de torcer el rumbo negativo y retomar lo mejor que mostró este espacio político, y esta vez con un adicional novedoso de tremenda valía: la convocatoria a las organizaciones sociales y políticas del pueblo a ser protagonistas activos, en este caso para el control de precios. Y en correlato, durante el discurso de la fiesta maya, el empoderamiento del pueblo como heredero de esta gestión que puede quedar inconclusa.

En esta perspectiva nos sumamos a la convocatoria, sin dejar de ser críticos de las inconsistencias proyectuales y las ineficiencias de gestión, como ser que la acción propuesta para control de precios es limitada porque está apuntada al segmento comercializador y, lejos de ser una solución de fondo, es un congelamiento acordado para el corto plazo (octubre de 2013). En ese sentido cabe preguntarse qué sucederá con la remarcación en los pequeños negocios minoristas de los barrios, que no tienen la espalda de los supermercados y están sometidos a la impunidad de los intermediarios, y qué pasará después de octubre si no se activa nacciones y castigos ejemplares sobre los formadores de precios, que la Presidenta con precisión fustigó en su discurso: los oligopolios alimentarios mayormente trasnacionales.

Una clave esta como siempre en el accionar del movimiento popular.