Muchos de nosotros, en algún punto de nuestras vidas, hemos pedido una señal —una señal que nos asegure que superaremos una situación difícil, que todo saldrá bien; una señal que dé sosiego a nuestros corazones abatidos y mentes atribuladas. Mas sabemos que la paz no surge de lo externo, emana de lo interno.
Al orar y meditar en silencio, desatamos los nudos de la preocupación. Evitamos revivir un pasado que no podemos cambiar y preocuparnos por un futuro que quizás nunca suceda.
Promovemos la paz desde nuestro interior. Al responder al llamado de la paz, descansamos en una experiencia de quietud que no proviene de una señal externa ni puede ser quitada por una circunstancia externa.
La creatividad divina fluye por medio de mí ahora.
Utilizamos el poder de la imaginación para visualizar, conceptualizar y crear. Cada día tengo la oportunidad de crear algo nuevo. Puede que utilice mi imaginación para diseñar o escribir, componer o inventar; para traer a la luz las ideas divinas. Soy un artista espiritual que utiliza la imaginación para crear mi mundo. Mis pensamientos, palabras y acciones son los medios a través de los cuales manifiesto experiencias y oportunidades ricas.
En meditación silenciosa, presto atención al silbo apacible y delicado en mí. Al crear partiendo de pensamientos inspirados por Dios, hago surgir experiencias de amor, gozo y paz. Mi vida es una expresión creativa de Dios.
Yo hice la tierra y creé sobre ella al ser humano. Yo, mis manos, desplegaron los cielos y pongo en orden todo su ejército.—Isaías 45:12
Centrado en el Espíritu, vivo en armonía y balance con toda la creación.
Los bailarines pueden dar vueltas rápidamente sin perder el balance. Esto se debe a que saben cómo centrar sus cuerpos y “fijarse” en un punto específico al girar. A pesar de la conmoción de la vida moderna, yo también puedo mantener mi balance, centrar mi atención y “fijarme” en un punto específico.
Comienzo centrando mi atención en lo espiritual. Dejo ir cualquier pensamiento de discordia, alineo mi pensar con el orden divino y me doy cuenta de que la Mente Única es la fuente de todo lo creado. Al proseguir con mis actividades diarias, “fijo” mi atención en el Espíritu divino. Mi conciencia de Dios guía cada uno de mis pasos, manteniéndome en balance todo el día.
Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.—Salmo 143:10