El Gobierno es el cliente casi exclusivo de las crecientes exportaciones tecnológicas de la isla: los programas usados por la administración público tienen origen antillano
Cuba no aparece en el radar de ninguno de los grandes estudios anuales sobre el uso de tecnologías de la información, pero paradójicamente ha experimentado un aumento en sus ingresos por la venta de productos y servicios relacionados con la informática. Venezuela ha sido una pieza clave para la irrupción de la isla en el competitivo mercado de las telecomunicaciones: no sólo se ha convertido en uno de sus mayores clientes, sino que también técnicos venezolanos contribuyeron con la formación del recurso humano que logró convertir el rubro en el tercero de la oferta exportable que detallan los datos de la Cámara de Comercio de ese país.
Las ventas por ese renglón sólo son superadas por las correspondientes a la agroindustria y la farmacéutica y biotecnología.
Las cifras más recientes publicadas por la Oficina Nacional de Estadística de Cuba señalan que en 2009 la exportación de paquetes de software y servicios informáticos reportó 1,4 millador de dólares de ingresos. En un año la cifra se duplicó y rozó 3 millardos de dólares. La cantidad representa –por ejemplo– un tercio de las ganancias que obtuvo Microsoft en todo el mundo por la venta del programa Windows en 2012.
Un punto de inflexión para el despegue de la informática cubana ocurrió en 2007. Fue entonces cuando Venezuela le otorgó a la isla el contrato para la elaboración de la nueva cédula electrónica y la modernización del servicio de identificación. El acuerdo fue una herramienta que utilizó Cuba para entrar en contacto con los grandes proveedores mundiales de programas y equipos para servicios de identificación y la seguridad. Además, le dio luz verde para exportar los mismos bienes y servicios diseñados para Venezuela, que también ha adquirido software cubano para dotar prácticamente a toda la administración pública nacional.
Fidel Castro concibió el plan para la digitalización de la isla a finales de la década de los noventa en el contexto de la Batalla de las Ideas, un programa para afianzar la doctrina ideológica de su gobierno. En 2002, creó en La Habana la Universidad de Ciencias Informáticas, en la vieja sede de una base de espionaje y radioescuchas soviética. Está adscrita al Ministerio de Informática y Comunicaciones, que hasta hace dos años comandaba el general Ramiro Valdés, ahora vicepresidente del Consejo de Ministros y quien fue el máximo responsable de la inteligencia cubana. Cerca de 5.000 estudiantes de pregrado y el grupo de profesores constituyen el principal núcleo de producción de software en la antilla.
Revendedores
La casa de estudios se creó con asesoría y financiamiento de Venezuela, afirma un técnico que participó en el proyecto desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología en Caracas. Agrega que el principal objetivo fue abrirle la puerta a Cuba al comercio exterior. “Lo que ellos podían ofrecer era sólo el talento humano porque no tenían acceso a tecnología ni a procesos industriales. Eran buenos ingenieros teóricos, pero muy débiles en la práctica. Con la intervención venezolana tuvieron acceso a equipos y conocieron cómo funcionaban”, recuerda.
En 2005 la UCI elaboró un rostro comercial: Albet Ingeniería y Sistemas, compañía que vende los programas desarrollados por los alumnos y que se convirtió en proveedor consentido del Gobierno venezolano. La lista de sistemas que venden al país se emplean no sólo en los servicios de identificación, sino también en los registros mercantiles y públicos; en los centro de análisis de la información de los ministerios, en las consultas médicas de la Misión Barrio Adentro, en las sedes de Mercal y el Ministerio de Alimentación, en las computadoras Canaimitas para niños en edad escolar, en el control de las operaciones de Pdvsa, en las comunicaciones del Despacho de la Presidencia, en los controles del Ministerio de Servicios Penitenciarios, en la gestión de emergencias del 171, en la administración de los servicios policiales, gestión hospitalaria, de información de albergues y refugios, y hasta para el censo nacional.
En 2011 la directora general de Albet, Daisy Oropesa, declaró al diario oficialista Juventud Rebelde que la firma adscrita a la UCI facturaba más de 150 millones de dólares al año. La cifra –a la tasa de cambio oficial actual– equivale a 945 millones de bolívares, más del doble del presupuesto que el Gobierno de Venezuela asignó en 2013 a la Universidad Simón Bolívar (454,5 millones de bolívares). Entre 2004 y 2010, según datos reportados por la UCI en presentaciones internacionales, Venezuela le pagó a la isla 783,5 millones de dólares por compras de software.
La fuente que trabajó con los cubanos en los primeros años de funcionamiento de la Universidad de Ciencias Informáticas asegura que La Habana trabaja como intermediaria en compras de programas, equipos y licencias. “Buscan firmas nacionales e internacionales para proveer los productos a Venezuela y acceder a tecnología para la isla. Se saltan el bloqueo impuesto por Estados Unidos a través de compras que hacen a empresas de terceros países como Brasil o México”.
Una fuente vinculada con Albet presenció, en más de una ocasión, las sesiones de entrenamiento que técnicos venezolano le impartieron a los jóvenes cubanos para capacitarlos en el manejo e instalación de equipos informáticos que fueron provistos por una contratista local. “Son muchachos que no han tenido contacto con hardware avanzado. Me consta que sus contratos incluyen cláusulas para el adiestramiento”, afirma.
Los servicios de telecomunicaciones en Cuba están bajo el monopolio del Estado. Según las cifras oficiales difundidas en julio, 26% de los habitantes tiene acceso a Internet (con el ancho de banda más bajo de la región), lo cual coloca a la isla muy por debajo de la media latinoamericana, que es de 40%. Además, sólo 15% de la población posee teléfono celular.
En busca de mercados
La página web de la UCI señala que España y Angola también compran el software de la empresa Albet. Sin embargo, la compañía más internacionalizada de la informática cubana es Datys, dependiente del Ministerio del Interior, que maneja proyectos en siete países, entre América Latina, África y Europa. Su línea de producción está enfocada en el software para seguridad, registro de ciudadanos e interceptación de comunicaciones. Sin embargo, también desarrollan programas para administración de empresas y hoteles que han sido adquiridos en Italia y México.
El sector de las telecomunicaciones está en pleno reacomodo en la isla, como parte de las reformas económicas emprendidas por Raúl Castro. En marzo pasado los medios oficiales informaron que estaba en marcha una reingeniería en el ministerio que regula estas actividades y en los grupos empresariales que manejan la exportación de tecnología. Por ahora, la página web de la Cámara de Comercio de Cuba registra 35 compañías del sector.
“Ahora Cuba exporta conocimiento: puede desarrollar programas en la isla o enviar comisiones de trabajo a la ubicación del cliente. Los grandes ganadores en el negocio son los consorcios públicos Cubatel, Etecsa y Copextel”, afirma el técnico venezolano que estuvo involucrado en las primeras negociaciones.
El Partido Comunista de Cuba advirtió en el VI Congreso de la organización, celebrado en 2011, sobre la necesidad de exportar productos de más valor agregado y contenido tecnológico. Los Lineamientos de la Política Económica y Social dice lo siguiente: “Ejecutar inversiones en la industria electrónica, de informática y comunicaciones que permitan mantener lo logrado y su desarrollo, según las posibilidades de la economía del país, con vistas a incrementar las exportaciones, la soberanía tecnológica y los servicios, de acuerdo con las prioridades que se establezcan”. Con los recursos de Venezuela como plataforma lo están logrando.
Un país fuera de ranking
Cuba está emergiendo como productora de software y la actividad le reporta millardos de dólares al año. Sin embargo, no aparecen referencias de la isla en los informes anuales que evalúan las telecomunicaciones globales. No hay datos en el Reporte Mundial de Tecnologías de la Información de 2013.
El estudio publicado anualmente por el Foro Económico Mundial elabora el ranking de naciones con mayor uso de estas herramientas en sus economías. Paradójicamente, Venezuela, que es la primera compradora de los sistemas fabricados en La Habana, ocupó el puesto 108 de 144 países. La única referencia a Cuba es señalada en el aparte que detalla a las naciones con proyectos para ampliar la banda ancha.
Números del Banco Mundial muestran que 0% es el porcentaje de las exportaciones de manufacturas de Cuba correspondiente a productos de alta tecnología.