Hoy elijo vivir plenamente. Mi deleite en la vida surge de mi interior; es producto de la presencia viviente y amorosa de Dios en mí. Al continuar con mi día, encuentro maneras de expresar mi contento. Mi actitud es positiva, vibrante y entusiasta. Busco maneras de ser útil y de dar ánimo. ¡Soy feliz, y es evidente!
Cuando tengo una actitud alegre y positiva, tiendo a notar y a apreciar el gozo en los demás. Cuando permito que mi luz brille, noto que la luz de los demás también resplandece e irradia hacia mí. Juntos creamos un ambiente gozoso.
Al compartir optimismo, amor y felicidad, el ámbito del gozo se expande, y el mundo es bendecido.
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo.—Salmo 16:11
Reconocemos el orden divino cuando vemos que una semilla germina. Algo maravilloso ha sucedido a un micronivel. La semilla respondió a la tierra y creció. El patrón en la semilla, el retoño y la planta fue ordenado de manera divina.
Soy como una semilla que germina y crece, y me convierto en todo lo que puedo ser. El orden divino ha estado activo en mi vida desde el día en que nací. Percibo su evidencia cuando experimento nueva comprensión espiritual, logro una meta nueva o me encuentro en el lugar correcto en el momento correcto. Mi fortuna es grande. Mi corazón rebosa. Todo está en orden divino.
El reino de Dios es como cuando un hombre arroja semilla sobre la tierra: ya sea que él duerma o esté despierto, de día y de noche la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo.—Marcos 4:26-27