Por: Ashley Smith (Socialist Worker).
Ashley Smith explica qué hay detrás de los giros políticos de Amnistía Internacional. Traducido del inglés para Rebelión por Christine Lewis Carroll
La mayoría de la gente asocia Amnistía Internacional con la lucha contra la tortura, la pena de muerte y por la liberación de los presos políticos. Además de estas campañas importantes, durante la última década se ha opuesto a la guerra de Iraq y ha exigido el cierre del campo de concentración estadounidense situado en la Bahía de Guantánamo (Cuba).
Así que los activistas en contra de la guerra se escandalizaron cuando, durante la cumbre de la OTAN de mayo pasado, Amnistía Internacional USA embadurnó las paradas de autobús de Chicago con carteles que reclamaban “Derechos Humanos para mujeres y niñas en Afganistán: ¡que la OTAN siga con el progreso!”.
Peor todavía, Amnistía Internacional USA celebró una “cumbre en la sombra” e invitó a Madeleine Albright, la tristemente célebre Secretaria de Estado de Bill Clinton, entre otras cosas por su respuesta escalofriante a una pregunta efectuada en 60 Minutes [prog r ama televisivo de la CBS ] sobre las sanciones impuestas a Iraq en los años 90. La corresponsal Lesley S tahl preguntó “Hemos oído que ha muerto medio millón de niños, más que en Hiroshima. ¿Vale la pena este precio? Albright contestó “ Creo que es una elección muy difícil, pero creemos que vale la pena este precio”.
Con esta auténtica criminal de guerra como uno de sus ponentes estrella, la cumbre en la sombra de Amnistía Internacional USA lanzó una campaña que a todas luces hacía un llamamiento a la ampliación de las “buenas obras” de la OTAN en Afganistán. Sus ponentes y material promocional reciclaron la justificación ‘feminista’ de George Bush por la invasión y ocupación: que la OTAN liberaría a las mujeres de la dominación taliba n a .
Amnistía Internacional USA alegó en “Una carta abierta a los Presid entes Obama y Karzai” (1) “T res millones de niñas van hoy a la escuela cuando prácticamente ninguna lo hacía bajo la dominación talibana . Las mujeres representan el 20% de los graduados universitarios. La mortalidad infantil y durante el parto ha descendido. Un 10% de todos los jueces y fiscales son mujeres cuando no había ninguna bajo el régimen talibán. Esto es lo que significa el progreso: los logros por los que han luchado las mujeres en la última década.”
La propaganda de la OTAN (2) afirmaba : “Durante los diez años de nuestra asociación, la vida de los hombres , mujeres y niños afganos ha mejorado sensiblemente en cuanto a seguridad, educación, sanidad, oportunidades económicas y fortalecimiento de derechos y libertades. Hay que hacer más pero estamos decididos a trabajar juntos para conservar el progreso considerable que hemos conseguido durante la última década. ”
No hay diferencia.
La verdad sobre las mujeres bajo la ocupación de la OTAN
Tales alegaciones son ridículas. La ocupación de Afganistán por parte de la OTAN ha impl icado un reino del terror en todo el país, al sembrar represión, hacer estallar bombas en las bodas y apuntalar al Presidente títere Hamid Karzai y su r égimen corrupto.
Incluso The New York Times reconoce que ha habido poco progreso. Un editorial (3) informa ba : “Según el Banco Mundial, se estima que el 97% de los 15.700 millones de dólares de l producto nacional bruto de Afganistán procede de la ayuda militar y al desarrollo y del consumo realizado por las tropas extranjeras en el país”.
Cualquier alegación por parte de los funcionarios estadounidenses o de la OTAN sobre la mejora de condiciones de los afganos debe infundir profundas sospechas. En la declaración más reciente sobre las mentiras en torno al desarrollo, una investigación realizada por el Congreso reveló que el h ospital de Dawood, financiado por Estados Unidos, atendía a los pacientes en “condiciones similares a Auschwitz”. Según Democracy Now! (4):
“ Los informantes del ejército divulgaron fotografía s tomadas en 2010 donde se ven pacientes hambrientos gravemente descuidados en el hospital de Dawood, considerado la joya de la co rona del sistema médico afgano y donde se trata al personal militar del país. La s fotos mues tran a pacientes muy demacrados, algunos con gangrena y heridas infestadas de gusanos.”
Las condiciones de las mujeres en Afganistán no son excepción en este sentido. Ni la OTAN ni el régimen de Karzai han hecho progresar los derechos de las mujeres. Karzai sancionó legislación que permitía que los maridos obligar an a sus mujeres a tener relaciones sexuales y privarles de la comida. Sonali Kolharkar, fundador a de la Afgan Women ’s Mission , y Mariam Rawi, de la Revolutionary Association of Women , escribieron (5):
Bajo los talibanes, se recluía a las mujeres en sus hogares. No podían trabajar ni asistir a la escuela. Eran pobres y sin derechos. No tenían acceso a agua limpia ni atención médica y se les sometía a matrimonios forzosos, a menudo siendo niñas. Hoy, la mayoría de las mujeres afganas vive en las mismas condiciones, con una diferencia significativa: viven en un entorno de guerra.
Después de una década de ocupación militar, la esperanza de vida media de las mujeres afganas es de 51 años. El país ocupa el último lugar tanto en mortalidad infantil como durante el parto. UNICEF informa que el 68% de los niños por debajo de la edad de cinco años padece malnutrición.
Desde la llegada de Obama, las condiciones de las mujeres no sólo no han mejorado , sino que han empeorado dramáticamente. “La guerra pone en peligro su vida y la de sus familias. No les ha traído derechos ni dentro ni fuera del hogar y les encarcela en sus propios hogares.
Es por esto que Malalai Joya, ex miembro del parlamento afgano, argumenta que lo mejor que Estados Unidos y la OTAN pueden hacer es salir de su país. Declaró en el transcurso de una manifestación contra la cumbre de la OTAN (6):
“Tenemos muchos problemas en Afganistán: fundamentalismo, señores de la guerra, talibanes. Pero podremos solucionarlos mejor si disfrutamos de autodeterminación, libertad e independencia. Las bombas de la OTAN no traerán nunca la democracia y la justicia a Afganistán ni a ningún otro país. ”
Control de daños
A consecuencia de las crítica s recibidas por el cartel de Am nistía Internacional USA y la cumbre en la sombra, la organización emitió una declaración aclaratoria en su sitio web (7): “Lo hemos entendido.” Reconoció que el cartel era confuso, sobre todo cuando se disponían miles de opositores a manifestarse en contra de la ocupación de Afganistán por parte de la OTAN.
Pero no está nada claro que Amnistía Internacional USA lo ha entendido.
La organización afirma: “No hacemos un llamamiento a la OTAN para que se quede en el país”. Pero en la supuesta retractación reitera todos los mitos sobre el progreso de las mujeres bajo la ocupación de la OTAN y exige a ésta que implemente un proceso de paz y un acuerdo de posguerra que haga progresar la igualdad de las mujeres. El hecho de contar con la OTA N para jugar un papel feminista en unas conversaciones de paz es como esperar que un pirómano se haga bombero.
La declaración de Amnistía Internacional USA fue una estratagema de relaciones públicas para desviar la atención de lo que reveló el cartel en un desliz freudiano político: que Amnistía Internacional apoya la ocupación de la OTAN en la esperanza de que la alianza militar de los gobiernos mundiales más pode rosos juegue un papel progresista en Afganistán.
La verdad es que mientras Amnistía Internacional USA continúa con su trabajo progresista en algunas áreas -lo que incluye la publicación de un importante informe crítico con la guerra de la OTAN en Libia y la consiguiente violación de derechos humanos (8)- parece adecuar sus campañas internacionales de derechos humanos a la agenda de política exterior del gobierno de Obama.
Como ejemplo, Amnistía Internacional USA fue en otros momentos implacable en sus críticas del campo de prisioneros estadounidense en Guantánamo, lugar de detención selectiva de prisioneros de la guerra “contra el terror”. La ex Secretaria General de Amnistía Internacional Irene Khan lo llamó el “gulag de nuestros tiempos” y describió a los Estados Unidos como “un hiperpoder económico, militar y política sin rival” que “desprecia el estado de derecho y los derechos humanos”.
Pero durante la cumbre en la sombra de Amnistía Internacional en Chicago, Jodie Evans, la cofundadora de Code Pink [un grupo antibelicista compuesto mayoritariamente por mujeres] declaró (9) que la actividad para cer rar Guantánamo estaba paralizada . Apoyada por una delegaci ón de activistas antibelicistas, alegó “He defendido a Amnistía Internacional desde hace 10 años en su lucha para exigir el fin de la tortura y el cierre de Guantánamo, pero ahora se ha despedido al personal que trabajaba en este proyecto, lo que constituye una tragedia ”.
En su reunión general celebrada en el mes de marzo en Denver , Amnistía Internacional USA invitó al e mbajador de Siria , Robert Ford, quien había trabajado anteriormente a las órdenes del e mbajador estadounidense en Iraq , John Negroponte , durante el periodo más brutal de la ocupación estadounidense de Iraq.
Negroponte se hizo famoso durante las guerras sucias llevadas a cabo por Washington en A mérica Central en los años 80 por respaldar los escuadrones de la muerte que operaban en contra de las fuerzas de la izquierda . Luego en Iraq, Negroponte y Ford tuvieron el mismo cometido al implementar la llamada Salvador Option [opción salvadoreña] que respaldaba a los paramilitares sectarios con el fin de reprimir a la resistencia iraquí. Su trabajo desencadenó la guerra civil en Iraq.
Cualquiera que defienda la J usticia apoya la lucha legítima contra Bashir al-Assad y su régimen brutal. Pero a Ford, durante su breve mandato como embajador antes de que lo cesaran , se le acusó de crear fuerzas colaboracionistas con el fin de servir como títeres de E stados Unidos en una Siria post Assad, algo que parece en línea con su historial en Iraq y con los objetivos estadounidenses en Siria. No obstant e, Amnistía Internacional le cedió a este portavoz de la política imperialista estadounidense el momento estelar en la reunión.
La campaña de Amnistía Internacional USA en apoyo de un tratado global para restringir el comercio de pequeñas armas plantea las mismas preguntas. Brendan O’Neill, editor del sitio web Spike d escribió (10):
“La demanda de un tratado que impediría a los países occidentales de vender armas a naciones en estado de desamparo suena radical. Pero en realidad, lo que pide Amnistía Internacional es la concentración de armas en manos de las naciones poderosas y supuestamente merecedoras de confianza y que dichas naciones jueguen el papel de gobernadores globales de guerra y paz al permitir el flujo de armas a algunas naciones y no a otras. No hay nada ni remotamente radical en pedir a Washington y sus compinches occidentales que decidan quiénes pueden y quiénes no pueden emprender guerras. ”
Un golpe de estado en Amnistía Internacional USA
Entonces ¿qué es lo que ocurrió en Amnistía Internacional USA ?
La organización ha estado bajo fuego por parte del establishment , sobre todo debido a sus duras críticas del campo de prisioneros de Guantánamo. The Wall Street Journal condenó los informes de Amnistía Internacional sobre Guantánamo (11) como “propaganda pro al-Qaeda”. Según un editorial de The Washington Post (12), “convertir un informe sobre la detención de prisioneros en una excusa para vapulear a Bush y a Estados Unidos socava la crítica legítima por parte de Amnistía Internacional de las políticas estadounidenses y hace flojear la contundencia de sus investigaciones sobre los hechos totalitarios ” .
Pero a Amnistía Internacional y sus dirigentes le ha hecho también la corte el gobierno de Obama, que inició su andadura con una fachada de defensa de los derechos humanos para en cubrir su agenda de política exterior.
Esta combinación de presión y seducción ha tenido su impacto directo en Amnistía Internacional USA. En enero de 2012, el consejo de administración de l grupo nombró a Suzanne Nossel -recién salida del Departamento de Estado de Hillary Clinton- como la nueva directora ejecutiva de la organización.
Nossel es responsable de la intensificación del giro puesto ya en marcha en Amnistía Internacional antes de su nombramiento. Ha utilizado la excusa de la crisis presupuestaria para implementar un nuevo plan estratégico que ha alineado la organización más estrechamente con el imperio estadounidense, cerrado muchas de sus oficinas y despedido a algunos de los empleados más críticos y capaces .
Nossel es producto del establishment comercial y político. Se graduó en Derecho por la Universidad de Harvard donde editaba la publicación Harvard Human Rights Journal. Después de su graduación ha prestado servicio en consejos de administración corporativos, el Departamento de Estado de Estados U nidos y las sedes de organizaciones de derechos humanos.
En el mundo corporativo, Nossel fue ejecutiva del conglomerado mediático Bertelsmann, de la consultora y renombrada fábrica de directores ejecutivos McKinsey & Company y nada menos que The Wall Street Journal , el principal enemigo de la campaña de Amnistía Internacional contra Guantánamo.
Dentro de la burocracia de Washington, Nossel trabajó en el gobierno de Clinton como ayudante del embajador de Naciones Unidos Richard Holbrooke, quien tergiversó la preocupación por los derechos humanos para justificar la guerra de Kosovo en 1999. Lejos de defender los derechos humanos, la guerra desembocó en la mayor ola de limpieza étnica en la historia del conflicto.
Cuando los Demócratas perdieron las elecciones en el año 2000, Nossel recibió becas de investigación en think tanks liberal-imperialistas, entre ellas el Council on Foreign Relations [consejo de relaciones exteriores]. En una publicación sobre la historia del consejo, cuyo título es Imperial Brain Trust (13), Laurence Shoup y William Minter describen la organización como “clave en la formación de la política exterior de Estados Unidos. Dentro del consejo, los sectores principales de los grandes negocios se juntan con los expertos académicos del mundo corporativo para desarrollar un mar co general de política exterior.”
Nossel ha trabajado también en el mundo de las ong como directora de operaciones en Human Rights Watch (HRW), que actuó de modelo para que otras organizaciones de derechos humanos hicieran apología del imperialismo. Por ejemplo, HRW legitimó el golpe de estado de Haití en 2004, orquestado por Estados Unidos contra Jean-Bertrand Aristide, un presidente democráticamente elegido. Peter Hallward documenta en su libro Damming the Flood cómo HRW exageró los abusos de derechos human os bajo Aristide mas allá de lo reconocible. De esta manera, argumenta, la organización brindó la “justificación moral par a un cambio de régimen ”.
Nossel es defensora descarada de la hegemonía estadounidense en el mundo, de la economía neoliberal y del sionismo, todo ello bajo el manto de la defensa de los derechos humanos. En un artículo de 2004 en la publicación Foreign Affairs (14), acuñó el t érmino Smart Power [ la combinación de fuerzas armadas y alianzas ] a doptado por Hillary Clinton como lema de la política exterior del gobierno de Obama.
Nossel defendió el Smart Power como alternativa ante los halcones neoconservadores de Bush, quienes aislaron a los Estados Unidos de sus aliados históricos. En vez de depender del despliegue unilateral de las fuerzas armadas, Nossel argumentó que los Estados Unidos d ebían utilizar todo el arsenal disponible, desde la diplomacia y las presiones comerciales hasta la guerra , como “la mejor garantía a largo plazo de la seguridad estadounidense frente al terrorismo y otras amenazas”.
Evidentemente, Nossel se emocionó al enterarse de que la nueva Secretaria de Estado de Obama, Hillary Clinton, había adoptado el Smart Power como lema. H abló con entusiasmo de que Clinton “ era sobre todo optimista ”. Dice que al utilizar todas las herramientas del poder disponibles, la trayectoria del declive estad o unidense se podría invertir. Hará que el Smart Power sea guay.” Obama nombró a Nossel para el puesto del Departamento de Estado junto con la camarilla de “intervencionistas humanitarios”, entre los que se encontraban Samantha Powers, Susan Rice y la propia Hillary Clinton.
De modo que no debería sorprender a nadie que Nossel vea los derechos humanos no como una meta en sí misma, sino como un medio de afirmar la hegemonía estadounidense. En un artículo de 2008, publicado en Dissent (15), argumentó: “cuanto más se unan y movilicen a otros los Estados Unidos para enviar el mismo mensaje, tomar posiciones comunes y desarrollar presiones coordinadas, más influencia tendrá Washington”.
Donde más evidente se hizo la subordinación de los derechos humanos por parte de Nossel a los intereses imperialistas de Estados Unidos fue en su trabajo en las Naciones Unidas, donde se ocupó de desviar cualquier crítica por parte de Israel sobre su opresión de los palestinos y las expropiaciones contínuas . Cuando declaró ante el Congreso en 2011 (16), por ejemplo, Nossel alegó que el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas:
“sigue lejos de ser la institución q ue necesita ser, especialmente en lo que se refiere a su tratamiento tendencioso hacia Israel. Al integrarse en el Consejo y convertirse en su voz más prominente y enérgica, estamos empezando a influir en la dirección y conducta de este organismo… los palestinos y otros buscan utilizar los foros de la s Naciones Unidas para presionar y aislar a Israel. Esto es sencillamente inaceptable y el gobierno ha sido claro en este punto. En todo momento hemos rechazado todos los esfuerzos para aislar a Israel y hemos tomado las medidas oportunas para reforzar su estatus en Ginebra.
Nossel mostró incluso su apoyo a Israel cuando éste amenazaba con realizar un ataque militar preventivo contra las supuestas instalaciones nucleares de Irán. En un artículo de 2 006 (17) declaró “la comunidad internacional pondrá a prueba la diplomacia y otras formas de respuesta pacífica a nte la amenaza iraní. Si estos esfuerzos fallan, Israel podría tener que volver a plantear la guerra preventiva”.
Las ONG , la financiación corporativa y el imperialismo.
Nossel ha jugado un papel decisivo en la degeneración de Amnistía Internacional USA, pero las raíces de su connivencia con el imperialismo forman parte de un patrón más amplio dentro de las or ganizaciones convencionales de derechos humanos. Las principales organizacione s han desarrollado vínculos estrechos con los poderes a los que se supone deberían cuestionar.
En su libro T he Thin Blue Line , Conor Foley documenta cómo las ONG como M édicos sin Fronteras han abandonado su postura humanitaria tradicional de neutralidad en los conflictos para pedir intervencione s imperialistas para “salvar v idas”. De esta manera, argumenta, a las organizaciones “que se fundaron con el objetivo de aliviar el sufrimiento humano se les está encomendando, en ocasiones, la tarea de justificar las guerras”.
Hay dos razones que explican esta transformación. En primer lugar las ONG dependen de donaciones para su funcionamiento, muchas de las cuales proceden de corporaciones como la Ford Foundation o las Open Society Foundations de George Soros. De esta manera las ONG están encadenadas con grilletes de oro al sistema y sus prioridades.
En consecuencia, las organizaciones humanitarias están cada vez más integradas en el establishment neo liberal. Como mucho, documentan abusos y problemas, pero no con el objetivo de dar poder a los explotados y oprimidos para transformar el sistema, sino para intentar influir moralmente en la clase dirigente y el Estado para que adopten mejores políticas.
De este modo las ONG convencionales se han entretejido con los dirigentes imperialistas y sus Estados. La expresión más evidente de esta cómoda relación es la puerta giratoria entre las burocracias de las corporaciones, el Estado y las direcciones de las ONG. La transformación que experimentó Nos sel de ser ejecutiva corporativa a burócrata del Departamento de Estado y directora ejecutiva de una ONG humanitaria es cada vez más la norma, no la excepción.
Esta progresión coincide con el uso del “human itarismo” como justificación de la proyección del poder militar estadounidense en el mundo pos terior a la guerra fría . Nadie mejor que el ex Presidente del Estado Mayor Conjunto, el General Colin Powell, para desvelar la relación incestuosa entre las ONG convencionales y el m ilitarismo estadounidense quien declaró que las ONG (18) eran “una fuerza multiplicadora para nosotros, una parte importante de nuestro equipo de combate”.
Por esta razón el reciente giro de Amnistía Internacional USA hacia convertirse en un partisano del imperio estadounidense no es ninguna sorpresa.
Francis Boyle, quien fue miembro del consejo de Amnistía Internacional USA en los años 80 y 90, informó a Covert Action Quarterly (19) que la organización llevaba ti empo siendo más entusiasta en la denuncia de violaciones de derechos humanos entre los objetivos del imperialismo estadounidense. Si, por el contrario, “se trata de violaciones de derechos humanos por parte de USA, Reino Unido o Israel, entonces denunciarlos costaba tanto como sacarles una muela. Quizá lo hicieran, pero a regañadientes y después de muchas batallas y presiones internas. No estaban estos países en la lista oficial de enemigos. ”
Boyle argumenta también que Amnistía Internacional USA ha jugado un papel en llevar a Amnistía Internacional, que recibe alrededor del 20% de su financiación de la sección estadounidense, hacia esta asociación partisana con el imperio. El peor ejemplo de esto es la connive ncia de Amnistía Internacional con los Estados Unidos al justificar la Guerra del Golfo en 1991.
Amnistía Internacional jugó un papel importante en la difusión de la noticia de que los soldados iraquíes retiraban a los bebés kuwaitíes de las incubadoras para luego dejarlos morir y devolver las máquinas a Bagdad. El gobierno de Bush padre difundió la alegación a bombo y platillo, ya que así ocultaba que la guerra se libraba realmente para mantener la dominación estadounidense sobre el Oriente Próximo y su s reservas estratégicas de petróleo.
Pero la historia de las incubadoras fue una patraña; no ocurrió nada parecido. Y cuando se supo la verdad, Amnistía Internacional se negó a retractarse. “No ocurrió nada”, afirmó Boyle. “No hubo ninguna investigación y Londres puso trabas al esclarecimiento del asunto. Se negó incluso a reconocer que se había equivocado. Nunca ha habido ni una explicación ni una disculpa.”
Una campaña por la rectificación en Amnistía Internacional USA
Al reconocer la profundidad de la descomposición en Amnistía Internacional USA, más de 100 voluntarios veteranos de la organización han lanzado una campaña para impedir que Nossel socave más el cometido de la misma. En una petición dirigida al director ejecutivo (20), solicitan “una moratoria inmediata… sobre la implantación del Plan Estratégico y los últimos cambios de personal”.
En una página de Facebook creada para presionar a Nossel a escuchar a los miembros cada vez más contrariados de la organización, Marcia Lieberman, una dirigente en Providence (Rhode Island), escribió:
“ Te pedimos respetuosamente que nos escucharas pero no lo hiciste. Te pedimos respetuosamente que t e involucraras con la afiliac ión, pero huiste hacia adelante con tu plan. No lo pudiste hacer mejor si tu intención era eliminar a los miembros más valiosos, sabios y experimentados. Destruiste la memoria institucional de esta organización de la que has tomado posesión con tanta determinación.”
Después del debacle de la cumbre en la sombra de Chicago y en medio del creciente descontento entre el personal y la afiliación de Amnistía Internacional USA, C ode Pink lanzó una petición (21) cuyas primeras firmantes incluyen a la Coronel Ann Wright y Medea Benjamin. Animan a los “miembros del consejo de Amnistía Internacional USA a pedir la dimisión de Suzanne Nossel; su lealtad con los poderosos actores del gobierno sólo puede constituir un impedimento para el verdadero trabajo y cometido de Amnistía Internacional”.
Los que se oponen a la guerra y la injusticia deberían apoyar estos pasos. Pero al mismo tiempo, la izquierda debería identificar la naturaleza comprometedora del modelo de organización de las ONG. En ocasiones, las ONG pueden jugar un papel importante dentro de varios movimientos, como lo ha hecho Amnistía Internacional USA. Pero a causa de su integración en el establishment neo liberal, no pueden cuestionar el sistema y sus prioridades.
El desastre del apoyo de Amnistía Internacional a la ocupación de Afganistán proporciona la evidencia perfecta de por qué la nueva izquierda que necesitamos construir debe romper con el modelo de las ONG y crear organizaciones democráticas de base que puedan liderar la lucha contra el sistema.