Llueve sobre Caracas, como el 4 de octubre hace un año. Un mar de gente acompaña el recuerdo de la victoria perfecta sobre un bloque histórico obsoleto que la derecha internacional se empeña en mantener a través de sus agentes internos.
En cada gota de lluvia, una idea, un axioma. A lo largo de los años, la historia se ha erigido como un templo impenetrable, donde hay dogmas escritos por el imperialismo con el rojo sangre del genocidio más grande de la humanidad.
Ya en 1992, a 500 años del grito de Rodrigo de Triana, la Organización de Naciones Unidas propuso llamar a ese año “Año Internacional de los Pueblos Indígenas”, pero la moción no fue aceptada; claro, acababan de derrumbarse los llamados socialismos reales y la tesis del fin de la historia tomaba fuerza.
En ese contexto, ¿qué iba a estar aceptando el capitalismo internacional triunfante, reivindicaciones históricas sobre verdaderos socialismos? En 1994, decretan el 9 de agosto como “Día Internacional de los Pueblos Indígenas”, debido a la firma del primer tratado entre colonos holandeses y naciones indias estadounidenses en 1613, un día conmemorativo para el imperialismo y sin la reivindicación histórica que hubiera significado un cambio de paradigma, a 500 años de la invasión europea por las tierras de Guanahaní (la pequeña isla a la que arribó Cristóbal Colón, en su primer viaje, en 1492).
En 1999 la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela incluye a los pueblos indígenas, reconociendo y respetando sus raíces históricas, lingüísticas, culturales, sociales, que se verán reflejadas en las primeras leyes del gobierno del comandante Hugo Chávez. Se crean instituciones y figuras para los pueblos indígenas.
El 10 de octubre de 2002, el presidente Chávez decreta el 12 como “Día de la Resistencia Indígena”, evocando las gestas libertarias de los aborígenes nuestroamericanos. En el 2003, nace la Misión Guaicaipuro, que lleva el nombre del cacique de caciques que lideró una revuelta histórica en los valles mirandinos.
Nuestra lucha continúa; nuevas batallas se avecinan: una habilitante contra la corrupción y la guerra económica, expresión actual del mismo imperialismo desesperado; los reclamos legítimos de respeto frente a aquellos que creen tener un destino manifiesto de control y dominación mundial.
Nuestra gesta heroica sigue resistiendo ante el colonialismo imperial y todavía llueve.
T/ Carolina Escarrá Gil
cescarragil@gmail.com