Un dirigente comunista de proyección internacional que traspasa las fronteras del siglo XX
El 10 de noviembre de
este año se cumple el centenario del nacimiento de Álvaro Cunhal,
militante del Partido Comunista Portugués del que llegó a ser su
Secretario General, dirigente destacado del Movimiento Comunista
Internacional y pieza clave para entender las transformaciones del
Portugal de los últimos cien años.
Para los comunistas de
todo el mundo este centenario es un momento de necesario homenaje, pero a
la vez una nueva oportunidad de compartir y aprender del ejemplo y de
la obra de un hombre que, ante los avances y retrocesos de los procesos
revolucionarios, supo mantener la perspectiva en el objetivo del
socialismo y el comunismo y la confianza en la clase obrera y en la
capacidad de ésta para realizar su misión histórica.
Hombre de creación y
compromiso inquebrantable, protagonizó uno de los más destacados
aportes, siempre inmerso en la labor partidaria, a la derrota del
fascismo en Portugal, siendo, sin ningún género de dudas, el gran
teórico de la Revolución de Abril.
Obras como Rumbo a la
Victoria (1964), Relatorio de la actividad del CC al VI Congreso del PCP
(1965) y Contribución para el Estudio de la Cuestión Agraria (1966),
escritos una década antes de la Revolución de Abril, son textos
fundamentales para la comprensión del proceso revolucionario que
acabaría con la dictadura fascista en Portugal. Viniendo el propio
proceso revolucionario a confirmar la validez estructural de sus
análisis, previsiones y alertas, así como lo acertado de los objetivos
allí propuestos para ser alcanzados con la revolución.
Hombre de coraje y
fuertes convicciones, supo no sucumbir a las duras circunstancias de la
lucha bajo el fascismo que le hizo pasar por las torturas y las
mazmorras en varias ocasiones, una de ellas 11 años seguidos de los
cuales 8 fueron en aislamiento hasta su fuga con otros camaradas de la
prisión-fortaleza de Peniche.
Aún así mantuvo la alegría de vivir y de
luchar que le surgía de una profunda convicción en la justicia de la
causa entusiasmante e invencible de la liberación de los trabajadores y
los pueblos de toda forma de explotación y opresión.
Sólo así se puede
entender como él, y tantos otros a lo largo de la historia, decidiendo
considerar la actividad partidaria como aspecto central de sus vidas
consagraron y consagran tiempo, energías, facultades y atención a la
actividad del Partido. Afrontando por nuestras ideas y nuestra lucha
toda clase de dificultades, peligros y persecuciones, incluso torturas y
condenas si las condiciones lo imponen, y hasta dar la vida si fuera
necesario.
Un hombre de partido que
vio con claridad que la unión con la clase obrera y las masas populares
es la esencia y la substancia de la acción del Partido y el origen
básico de su fuerza y de su capacidad de sobrevivir y resistir en las
más duras condiciones, para desarrollarse a través de las situaciones
más complejas y de las más variadas pruebas. Naturaleza de clase que es
determinante en los hábitos de organización y de disciplina, de claridad
de objetivos, de cohesión, de espíritu colectivo, de capacidad de
organización, de combatividad y de solidaridad. Naturaleza de clase que
se afirma y se revela en primer lugar en la ideología, ya que el
marxismo-leninismo es la ideología de la clase obrera en la época de
transición del capitalismo al socialismo. Pero también en sus objetivos,
ya que la liberación de la explotación capitalista y la construcción
del socialismo y el comunismo significan el ascenso de la clase obrera a
clase dirigente y gobernante de la sociedad, la liquidación de la
explotación capitalista de la cual la clase obrera es el principal
objeto, la creación de una nueva sociedad que se corresponde con los
intereses, las necesidades y las aspiraciones de la clase obrera.
Naturaleza de clase que
también se afirma y se revela en la composición social mayoritariamente
obrera. En su estructura orgánica, ya que las organizaciones en el lugar
de trabajo, en especial las células de empresa, constituyen la forma
fundamental y prioritaria de la organización de base del Partido. En el
trabajo de masas y en general en todos los aspectos de su actividad.
Un hombre de teoría y práctica que en
cada situación concreta supo desarrollar un análisis correcto basado en
el estudio de las condiciones en que debía desarrollarse la lucha,
huyendo de los caminos fáciles que ofrecen todo tipo de oportunismos
encontró caminos correctos y los halló en todo momento desde una de las
aplicaciones prácticas más lúcidas del marxismo-leninismo que se hayan
podido observar a lo largo del siglo XX
Marxismo-leninismo
entendido como doctrina que explica el mundo e indica cómo
transformarlo, y cuyos principios constituyen un instrumento
indispensable para el análisis científico de la realidad, de los nuevos
fenómenos y de la evolución social y para la definición de soluciones
correctas para los problemas concretos que la situación objetiva y la
lucha plantean a las fuerzas revolucionarias. Una doctrina en movimiento
y constantemente enriquecida por el avance de la ciencia, por los
nuevos conocimientos, por los resultados del análisis de los nuevos
fenómenos y por la riquísima y variada experiencia del proceso
revolucionario. Y que la separan tanto de los dogmatismos como de los
oportunismos.
Un camarada que, en el
debate sobre el eurocomunismo, supo ver en él un término inexacto, que
no tenía rigor ni geográfico ni político. Además, de un término ajeno
que no surgió de los comunistas, sino desde fuera del movimiento
comunista. Y supo diferenciar con acierto dos aspectos en torno al
debate central.
Uno centrado en la
búsqueda justa y necesaria de cada partido comunista de un camino, de
acuerdo con las condiciones específicas, económicas, políticas y
tradicionales de cada país. Y otro aspecto, y ese es muy diferente, el
de toda una tentativa del exterior del mundo obrero de empujar a los
partidos obreros, en base a una errónea búsqueda de la independencia, a
oponer soluciones nacionales a soluciones que han encontrado otros
pueblos para construir el socialismo, a oponer en definitiva el proyecto
político de los países de la Europa capitalista al Socialismo. Y por
ello, a la vez que reivindicaba el camino propio de la lucha por el
Socialismo en Portugal, lo asentaba en una posición firme en defensa de
la unidad de las fuerzas revolucionarias del mundo contemporáneo
Entendiendo además que
un partido revolucionario de la clase obrera se afirma a la altura de su
soberanía cuando sabe mantener íntegramente su independencia de clase
que se afirma y confirma en su orientación marxista-leninista y en el
mantenimiento firme de sus posiciones en la base del internacionalismo
proletario.
Su obra y su práctica
supusieron, y suponen, para multitud de comunistas en todo el mundo una
herramienta de combate del máximo valor. Incluso en los momentos en que
el sueño de libertad y emancipación parecía venirse abajo ante el avance
de la contrarrevolución en los países que en Europa construían el
Socialismo y la humanidad parecía condenada a un Capitalismo eterno que
algunos teóricos del mismo calificaron como el fin de la historia, supo
desde la teoría y la práctica mantenerse firme, sin dogmatismos, pero
sin renunciar nunca al marxismo-leninismo como ideología de la clase
obrera en la época histórica de transición del capitalismo al socialismo
y el comunismo.
Cuando otros plegaban sus velas al ver
el triunfo momentáneo de la contrarrevolución, él mantuvo la confianza
en la clase obrera y en su ideología, así como en los principios que
definen y dan carta de naturaleza a un Partido Comunista. Contribuyendo,
como siempre lo hizo, a la construcción del gran colectivo partidario
que es el PCP pero también ayudando, desde el plano teórico, a toda
aquella militancia comunista que en el mundo se negó a darse por
derrotada, a mantener la lucha. Aún resuena en nuestras cabezas “El
comunismo no murió en este siglo, nació en este siglo”, que él gustaba
de decir en intervenciones públicas y artículos que a finales del siglo
XX nutrían el combate contra el derrotismo.
Recordemos también, por último, una
frase popular que dice que pasados los tiempos difíciles de dos siempre
nos hemos de acordar: de quienes estuvieron con nosotros y de quienes
estuvieron contra nosotros. Dicen estos últimos que ya no estás vivo
pero desconocen que sentimos tu aliento en cada trinchera. Por ello,
camarada Álvaro Cunhal, nunca abandonarás como uno de los nuestros el
lugar destacado que ocupas en la memoria colectiva de la clase obrera y
de los pueblos del mundo que luchan por su emancipación en la
perspectiva del Socialismo y el Comunismo.
Severino Menéndez, miembro del CC del PCPE
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Escrito por Severino Menéndez
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Categoría: Internacional